lunes, 30 de mayo de 2011

MAHMUD DARWISH


TENGO LA SABIDURÍA DEL CONDENADO A MUERTE
Tengo la sabiduría del condenado a muerte:
No tengo cosas que me posean.
He escrito mi testamento con mi sangre:
“¡Confiad en el agua, moradores de mis canciones!”.
He dormido ensangrentado y coronado con mi mañana...
He soñado que el corazón de la tierra era mayor que
Su mapa
Y más claro que sus espejos y mi cadalso.
He creído que una nube blanca me
Ascendía,
Como si yo fuera una abubilla con el viento por alas.
Y al alba, la llamada del sereno
Me despierta de mi sueño y de mi lenguaje:
Vivirás en otro cadáver.
Modifica tu último testamento.
Se ha retrasado la fecha de la segunda ejecución.
¿Hasta cuándo?, pregunto.
Esperaré a que mueras más.
No tengo cosas que me posean, respondo,
He escrito mi testamento con mi sangre:
“¡Confiad en el agua,
moradores de mis canciones!”
Y yo, aunque fuera el último,
Encontraría las palabras suficientes...
Cada poema es un cuadro.
Pintaré ahora para las golondrinas
El mapa de la primavera,
para los que pasan por la acera, el azufaifo
y para las mujeres el lapislázuli...
El camino me llevará
Y yo le llevaré a hombros
Hasta que las cosas recobren su imagen
Verdadera,
Luego oiré lo genuino:
Cada poema es una madre
Que busca a su hijo en las nubes,
Cerca del pozo de agua.
“Hijo, te daré el relevo.
Estoy encinta”.
Cada poema es un sueño.
He soñado que soñaba.
Me llevará y le llevaré
Hasta que escriba la última línea
En el mármol de la tumba:
“Me he dormido para volar”.
Y llevaré al Mesías zapatos de invierno
Para que camine como los demás
Desde lo alto de la montaña hasta el lago.

RECUERDO A SAYYAB
Recuerdo a Sayyab gritando en vano en el Golfo:
“¡Iraq, Iraq, nada más que Iraq...!”.
Y sólo le respondía el eco.
Recuerdo a Sayyab: en este espacio sumerio,
una mujer venció la esterilidad de la niebla
y nos legó la tierra y el exilio.
Recuerdo a Sayyab... la poesía nace en Iraq:
sé iraquí, amigo, si quieres ser poeta.
Recuerdo a Sayyab: no halló la vida que
Imaginaba entre el Tigris y el Éufrates,
por eso no pensó, como Gilgamesh, en las hierbas
de la eternidad ni en la resurrección...
Recuerdo a Sayyab: tomó el código de Hammurabi
Para cubrir su desnudez
Y marchó, místico, hacia su tumba.
Recuerdo a Sayyab cuando, febril,
Deliro: mis hermanos preparaban la cena
Al ejército de Hulagu porque no tenía más siervos que...
¡mis hermanos!
Recuerdo a Sayyab: no habíamos soñado con un néctar
que no merecieran las abejas, ni con más que
dos pequeñas manos saludando nuestra ausencia.
Recuerdo a Sayyab: herreros muertos se levantan
de las tumbas para forjar nuestros grilletes.
Recuerdo a Sayyab: la poesía es experiencia
Y exilio: hermanos gemelos. Y nosotros sólo soñábamos con
una vida semejante a la vida y con morir a nuestra manera.
“Iraq,
Iraq.
Nada más que Iraq...”.
(Del poemario: No pidas perdón

Más en: http://www.poesiaarabe.com/Mahmud%20Darwish.htm

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