Mostrando entradas con la etiqueta viajes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta viajes. Mostrar todas las entradas

lunes, 1 de julio de 2019

domingo, 10 de enero de 2016

Cien viajes a la India

100 VIAJES AL CORAZON DE LA INDIA
Una visión de la India, personal y evocadora, de la mano de Ramiro Calle, uno de los mayores conocedores del arte, la gente, la espiritualidad y la cultura de ese inmenso país. Ramiro Calle ha viajado en un centenar de ocasiones a ese país insólito, inagotable y fascinante que es la India. Ha recorrido decenas de miles de kilómetros por carretera y tren para llegar a sus lugares más recónditos y sorprendentes, desde los Himalayas al Cabo Comorín, desde Mumbai a la Bahía de Bengala, estableciendo contacto con sus gentes, costumbres y modos de vida. Ha alcanzado los más remotos poblados tribales y se ha adentrado en la India sagrada, encontrándose con buen número de sadhus, eremitas y mentores espirituales. En esta obra el autor recoge, como nunca hasta ahora, sus más enriquecedoras vivencias e impresiones, obtenidas a lo largo de cien viajes. Con su estilo poético y evocador el autor nos invita a recorrer este país, a conocer a sus gentes y su cultura, a comprender sus contradicciones, a en definitiva, amarlo sin condiciones.Como dice el escritor y periodista Jesús Fonseca: "Si hay alguien que conoce bien la India es Ramiro Calle, su fiel y mejor divulgador desde hace décadas en España y fuera de ella."

domingo, 30 de junio de 2013

La simiente enterrada A. COLINAS

Antonio Colinas

“La poesía sin conocimiento es puro espasmo, puro gesto”

NURIA AZANCOT | Publicado el 03/03/2005 |  Ver el número en PDF

Acaba de aparecer uno de esos libros secretos pero esenciales, La simiente enterrada, de Antonio Colinas (Siruela), “un libro extraño, que participa a la vez de varios géneros literarios (el diario, la crónica, el aforismo, a veces incluso los textos tienen un carácter poemático), pero que sobre todo es un libro de pensamiento, de reflexión”. La excusa fue un viaje a China, pero es también una reflexión sobre lo sagrado, la poesía, y la libertad, “un tema que afecta e interesa a toda la Humanidad”.


Pregunta: ¿Cuánto de crónica y de mirada interior hay en en La simiente enterrada?
Respuesta: Sin duda, hay más de mirada interior que de crónica. Aunque en apariencia en el libro se describa un viaje, lo que cuenta más es el viaje interior.
P: ¿De qué le salvó ese viaje?
R: Me abrió más los ojos sobre temas en los que venía reflexionando desde hace años. Me salvó de errores como el de creer que lo importante en la vida es el viaje. Mi viaje consistió, sobre todo, en hacer una lectura de símbolos, y los símbolos, como decía María Zambrano, siempre entreabren los misterios de la vida, ayudan a conocernos y a salvarnos.
P: ¿Qué le debe a la poesía y al pensamiento chinos?
R: Mucho. Más quizá al pensamiento que a la poesía, aunque el tema, por ejemplo, de la naturaleza de sentido cósmico o universalizado es también -como en la poesía china de todos los tiempos- el más importante de mi poesía. El pensamiento chino lo he buscado en las fuentes. Taoísmo, confucianismo y budismo son la base mejor y más fundamentada de ese pensamiento. China funde estas tres vías de conocimiento. Ahí radica su grandeza y su originalidad.
P: ¿Y en su obra?
R: A partir de mi libro de poemas Noche más allá de la noche, ha habido en mi obra una gran identificación con ese pensamiento sincretista que desemboca en la piedad, en el ser desde la comprensión y la aceptación.En este punto los sinólogos han visto una conexión con nuestro cristianismo.
P: ¿Y qué ha descubierto de sí ante esos alumnos chinos que querían hacer tesis sobre su obra?
R: Fui a China a leer símbolos. Algunos de ellos los leí, en efecto, en los rostros de los jóvenes. Nada tienen que ver los jóvenes chinos de hoy con aquellos otros histéricos y destructores de la Revolución Cultural. Los encontré flexibles, educados, abiertos. Me asombró el verlos hacer, en gran número, sus ofrendas en los monasterios. Sin duda la “simiente enterrada” no ha muerto.
P: ¿Qué fue lo que más le sorprendió de su encuentro con 25 poetas chinos de diversas generaciones?
R: La universalidad de la comunicación a través de la poesía. Lo mismo que sentí en Medellín, en Colombia, cuando nos reunimos 120 poetas de 40 países. Más allá de las lenguas, las ideologías, y las religiones, y las culturas, hay algo común a los humanos, y es ese espíritu que tiene en la poesía su lenguaje universal.
P: ¿Cómo explica que tras 50 años de dictadura, el sentimiento de lo sagrado siga vivo y pujante en China?
R: Al margen de lo religioso, la realidad es sagrada para el que la acepta como tal, con mirada piadosa. El ser es uno con la naturaleza, con el todo. Lo sagrado es una presencia que está en el hombre y en los libros, en la concepción de la realidad, desde los orígenes de los tiempos. No muere nunca, germina siempre. Sin embargo hay todavía gentes que, en las puertas de una nueva era, siguen pretendiendo arrancar de raíz lo sagrado, confundiendo las antiguallas de cierto clericalismo decimonónico con la idea de lo sagrado, que es un sentir consustancial a la psique humana.
P: “La obra eterna imita la permanencia de las estrellas, y la imitación revela la inestabilidad psíquica de su autor...¿ Qué hay más hoy en la poesía española, poetas o farsantes?
R: Descendemos de golpe a lo que entendemos por “mundillo literario”, a los grupos de poder literario, a las inútiles “guerrillas”. Hay personas que utilizan la literatura para proyectar sus problemas personales sobre los demás. Yo, el primer consejo que les doy a los jóvenes escritores -si me lo piden- es que diferencien la creación de lo hueco.
P: ¿No son subversivos hoy versos que inciten a la meditación y al conocimiento?
R: Meditación y conocimiento son conceptos muy cercanos al mejor poetizar. De hecho, yo siempre digo que el poema ideal es aquel en el que el cual el poeta siente y razona en igual medida. Los más jóvenes poetas españoles buscan en este momento los caminos de la meditación y del conocimiento. La poesía sin conocimiento es puro espasmo, puro gesto, pura “fotografía”. Ser poeta es una manera de ser y estar en el mundo.
P: Y, con Li Po, “¿cuándo los bárbaros serán pacificados?”
R: Seguramente nunca. También con el lenguaje de los primitivos orientales pensamos que todo en la vida es dualidad. De lo que se trata es de deshacer esa dualidad radical frente a la que nos colocan los tiranos del día a día. Nunca he creído en esa actitud de extremos frente a la vida. He dedicado mis dos Tratados de armonía a ver cómo se puede deshacer ese mundo de contrarios. San Juan de la Cruz también nos habla de esa necesaria lucha de los humanos para que ya nunca más combatan “contrarios contra contrarios”.
P: Sí, pero ¿puede hacer algo un poeta?
R: Mucho. Ir a contracorriente del ruido y de los mensajes manipulados. Testimoniar con su palabra. Yo dediqué en mi libro Tiempo y abismo un poema, “La mordaza”, a este tema. Es un poema que escribí tras leer los Diarios de Tsvietáieva. También está la salida de los orientales, de aquellos poetas de la dinastia Tang: evitar las amenazas de los muros que se levantan en la sociedad, buscar el sosiego de la naturaleza. Es lo que hizo Pasternak. Ahí es donde vuelve a aparecer la mirada interior, la sonrisa interior de los orientales, ¡pero a qué precio!
 

Adiós a mi china

Suso Mourelo
Interfolio, 2009
359 pp.





Suso Mourelo es un viajero poco convencional. Da la impresión de que tiene una vocación sedentaria y que lo suyo es encontrarle el gusto al lugar donde está. Vivirlo sin tensión, dejándose llevar.

Suso Mourelo aparenta ser el ‘hombre tranquilo’ que observa sin prisa y se mueve a un ritmo lento, alejado de la tensión. Muchas veces sin propósito definido. Cuando viaja tiene su propio método, que viene a ser –según se mire- la falta total de método con la que sorprende a alguno de sus amigos chinos que no comprenden su disposición a improvisar y con la que marca el pulso del libro. Cuenta que le gusta dejarse llevar y, así, conocer Pekín siguiendo al azar a cualquier viandante hasta llegar a su lugar de destino, y luego eligiendo a otro guía que, inconsciente de su labor, lo llevará por avenidas, calles y perdidos callejones, hasta lugares que de otro modo nunca hubiera llegado a conocer.

El aire que impulsa a Suso Mourelo es el de la curiosidad. Pero no de la curiosidad nacida del ‘deber ver’ lo que las guías o algunos viajeros famosos dicen, sino la que surge de sí mismo alimentada por su propia sensibilidad y por sus deseos, aderezada siempre por un punto de gusto por la transgresión.

Podría parecer que el tener un autor con vocación sedentaria no es el mejor ingrediente para un buen libro de viajes. Ni que tampoco lo es el no hacer caso a otros viajeros, ni la constante improvisación. Pero resulta que en este caso la combinación funciona y que es la suma de todas estas particularidades la que da lugar a un libro lleno de interés sobre un tema que no puede ser más actual: China.

La moda de China ha alimentado una amplia literatura. Ha rescatado del olvido relatos de viejos viajeros, ha recuperado narraciones de viajeros más modernos convertidas, sin embargo, en clásicos, y ha suscitado multitud de interpretaciones sobre el fenómeno de su desarrollo y de sus consecuencias. La velocidad de la evolución de China es tal que parece que la realidad hace obsoleto casi todo lo que se escribe, antes de que aparezca en las librerías. Y el libro de Suso Mourelo no sería una excepción a este hecho si no fuera porque su actualidad está precisamente en haberse detenido en el origen de esta puesta de moda. Es decir, está en tratar de la China del último año del siglo XX cuando estaban dibujados ya todos los rasgos del presente pero seguían vivos aún los que habían modelado el país hasta ese momento, habían marcado sus tradiciones y le habían dado su carácter y su cultura únicos.

El relato de Suso Mourelo es el de la fascinación ante lo que está observando:
"China cambia a cada instante, y como consigna del nuevo milenio, se ha lanzado a un mercado salvaje. Por eso nunca volverá a ser lo que siempre ha sido, lo que en tierras ajenas al turismo y al mercado global es todavía. (…) Sus mil trescientos millones de habitantes se preparan para despedirse del pasado y de millares de mitos que durante siglos los han alimentado. Mil trescientos millones de personas se aprestan a decir para siempre (…) adiós a China."

Cuando llega a Pekín, Suso Mourelo constata, más allá de las lecturas y de la información que ha recogido para preparar su viaje, el tamaño que todo tiene en China y la inmensidad del cambio que está emprendiendo. Y observa también cómo se renueva la sociedad y aparecen personajes, costumbres y figuras desconocidos hasta hace poco tiempo. Los nuevos ricos, las concubinas que los rodean, los altos cargos que descienden de coches con cristales tintados y esa nueva forma de ‘balseros’ que son los campesinos que emigran sin papeles a Pekín huyendo de la miseria componen un relato por el que discurre esa nueva China de ciudadanos orgullosos y sobre todo pragmáticos con los ojos puestos en el futuro y en el dinero.

Pero Pekín es sólo un episodio y la mayor parte del libro transcurre por trenes, autobuses, ciudades de provincias y pueblos aislados que dan una visión mucho más amplia del país, más rica y más ajustada también a la realidad.

La china rural que Suso Mourelo recorre en su viaje muestra una cara distinta del progreso y una enorme problemática que queda por resolver. China, dice, avanza a dos velocidades y la China anclada en el atraso, enorme y miserable, pesa sobre la otra y discurre en la incertidumbre sin ninguno de los brillos que adornan la imagen y la vida de Pekín o de Shanghai.

Suso Mourelo se ha documentado masivamente y aprendió chino antes de emprender su viaje. En su relato asoman cuentos y leyendas antiguos, referencias a la historia, conversaciones con amigos que va haciendo en el curso de su recorrido, referencia a personas con quienes tropieza por azar o le abren su casa en ejercicio de la más pura hospitalidad.

Adiós a China ofrece un paisaje extenso de esa China que acaba de despegar y que sorprende por su energía. Los diez años que separan la fecha del viaje que hizo Mourelo hasta hoy no le han restado actualidad sino al contrario. Añaden una perspectiva que de otro modo hubieran hecho el texto más plano. Adiós a China es un texto que hay que leer para acercarse sin ninguna grandilocuencia pero con abundante información, con matices y con una aguda sensibilidad, a uno de los fenómenos más extraordinarios del presente.