Cómo Babaji llegó a mi vida

Así empezó mi asombrosa y reveladora historia de «coincidencias cargadas de sentido» con Babaji Sivananda de Benarés. Un día recibo una carta sin fecha. La abro y me encuentro con un texto escrito a mano y que explica:
«Le mando esta fotografía y esta nota como cumpliendo una «misión» que me encomendó Babaji Sivananda Brahmachari, que es el swami que aparece en la foto. Él es la cara de la portada de su libro «El Yogui» y su sorpresa fue mayúscula cuando unos españoles le mostraron un ejemplar de su libro y se vio en la portada!!!. Su mayor interés es conocerle a usted directamente, pues le han hablado de su trayectoria y sus trabajos.
«Babaji habla un español muy bueno y durante mi estancia en Benarés aproveché para hacer un intercambio cultural y ayudarle a mejorar su acento español. Me presentaré: Me llamo Margarita Ginard. Vivo en Palma de Mallorca y soy una antigua e impenitente estudiante de Yoga. El contacto con Babaji fue de lo más enriquecedor, ya que tiene un gran sentido del humor y, como ya le he mencionado, tiene un gran interés por conocerle. Me pidió que me pusiera en contacto con usted y le diera su dirección en India».
A continuación en la carta, Margarita me pasa la dirección de Babaji, y luego concluye:
«Bien, una vez cumplida la «misión», aprovecho para felicitarle por sus libros de los cuales soy lectora».
Me pasa su teléfono en Palma y cierra la carta con un «Gracias».
A partir de ahí se dieron una serie de sincronicidades realmente sorprendentes que comento en algunos de mis libros sobre la India.
Aunque yo me resistía a volver a Benarés, tras haberlo visitado muchísimas veces, al final tales sincronicidades me condujeron de nuevo a esta santísima ciudad, sólo para poder encontrarme con Babaji.
babaji el sabio - Babaji: Amigos para siempre
Llegué a la ciudad más sagrada de la India acompañado de tres personas muy queridas y que me han acompañado en largos recorridos por el subcontinente indio: Luisa, mi amada Shakti; César Vega, el alumno más antiguo de Shadak y fraterno amigo, y Carlos Campo, el propietario del restaurante vegetariano El Estragón, alumno durante años de Shadak y un buen amigo. Entramos en el casco antiguo de esta insólita ciudad que es Benarés y a lo lejos divisé a Babaji sentado en una especie de restaurancillo-bar. Luisa, Cesar, Carlos y yo nos sentamos a su alrededor, yo hombro con hombro con Sivananda.
Le entregué algún detalle de regalo y nos preguntó: «¿Conocéis a Ramiro Calle?» Al unísono César y Carlos dijeron señalándome: «Él es Ramiro Calle«.
Clavó sus ojos bellísimos y expresivos en los míos y nos fundimos en un entrañable, profundo, sentido y reconfortante abrazo. Así estuvimos un tiempo que pareció un suspiro cósmico y que era el testigo del encuentro de dos almas vagando por la Vía Láctea. ¿Cómo olvidar ese momento? Fue el comienzo de una amistad que va más allá del comienzo y más allá del fin, que está siempre eternamente presente.
Muchos encuentros, muchas palabras, muchos silencios, muchos abrazos y siempre que nos despedíamos sus cariñosas e inolvidables palabras. «Amigos para siempre».
Para siempre, mi muy querido Babaji, si siempre no fuera demasiado corto a tu lado.
(Dibujo de Arturo Mesón Mata, incluido en la obra de Babaji «El Misterio del Planeta«, texto traducido del inglés al castellano por el mismo Arturo).

Ramiro Calle