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viernes, 15 de abril de 2016

Malick Sidibé

Fallece Malick Sidibé, máximo exponente de la fotografía africana

Javier Mantecón 15 abril, 2016
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Esta mañana nos ha llegado la triste noticia del fallecimiento de Malick Sidibé, maestro indiscutible y máximo exponente de la fotografía africana de los años 60. Sidibé murió ayer en Bamako, capital de Mali, 14 de abril de 2016, como consecuencia de un cáncer.
Sidibé nació en Mali en 1936 y aunque su educación se centró en la profesión de joyero a través de lo que actualmente es el Instituto Nacional de Artes de Mali (INA), en 1955 entra a trabajar en el estudio de Gérard Guillat con el que aprende la técnica fotográfica. En 1962 abre su propio estudio en el barrio de Bagadadji en Bamako utilizando cámaras de pequeño formato.
El trabajo de Malick Sidibé toma reconocimiento mundial a través de una serie de reportajes entre 1957 y principios de los años 70 que nos muestran a una juventud maliense ávida por divertirse en fiestas y bailes populares en lo que serían los albores de la independencia del país saheliano.
A partir de ese momento y aprovechando su popularidad Sidibé recibe todo tipo de encargos en su “Studio Malick” en donde los jóvenes se acercan a proponerle sesiones heterodoxas y diferentes que el fotógrafo aprovecha como escenario de creación artística.
A partir de 1994 Sidibé comienza a vivir una segunda juventud exponiendo en galerías de medio mundo y en 2003 se le concede el prestigioso premio de fotografía internacional Hasselblad siendo el primer fotógrafo africano en recibirlo.
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miércoles, 6 de abril de 2016

Conceptos claros

Entrevista a Aminata Traoré

1°) Su trabajo
En tanto que mujer negra, enfrentada a los desafíos de este comienzo del siglo XXI como el olvido, el racismo y el menosprecio, escribo para existir y evadirme. Haciendo el camino me encuentro con otros pueblos, otras culturas, y me doy cuenta que la lógica de la dominación y del aprovechamiento abre las mismas heridas en todos los lugares. Tejo entonces nuevos vínculos y vuelvo a mi casa, enriquecida y fuerte por el dolor compartido, la esperanza y la fe reencontrada en el Hombre. 
 2°) La vida
Gracias a mi madre  tengo la idea de que la vida es una travesía. El nacimiento es el punto de partida y la muerte su fin inevitable. La Tierra es la nave a bordo de la cual nosotros navegamos. No se para jamás, somos nosotros, los pasajeros, los que subimos a bordo y bajamos cuando llega el momento. De ahí la importancia de hacerse cargo de ella y de dejarla en buen estado para las generaciones futuras. La travesía es menos agitada cuando sabemos cuidarnos los unos a los otros y compartir.
3°) La comunicación
La comunicación no es necesariamente un humanismo. Todo depende del uso que nosotros hacemos de los medios que están a nuestra disposición. En este momento, África forma parte de las regiones que están conectadas sin que su voz, ni incluso su presencia, cuenten a los ojos de los poderosos de este mundo. El puño de una mano, una mirada, una sonrisa, constituyen a veces una conexión mucho mejor al mundo real, de los hombres y de las mujeres reales allí donde la comunicación no es más que pienso y mercancía.
4°) Ciencia

El nivel actual del conocimiento es una oportunidad inestimable para la humanidad. Pero « la ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma ». La guerra de Irak, la situación dramática de los Palestinos y el empobrecimiento en marcha de África son razones suficientes para desconfiar de los progresos de la ciencia. Todo tiende a demostrar que ésta acentúa el desequilibrio de las relaciones de fuerza. Sólo la ética en la economía y en la política puede disciplinarla.
5°) Horizonte
Tengo fe en el Hombre y en su incomprensible deseo de dignidad y de libertad. Sé que un día llegará en el que las cosas volverán a ocupar el lugar que les corresponde; la política consistirá entonces en colocar a la economía al servicio de los humanos y no a la inversa.  La sociedad civil mundial que está en marcha es una de las razones para creer en ello.

Aminata Trao´re entrevistra

Aminata Traoré: "Para Ayudar a África hay que comprenderla primero"

Miércoles 1ro de marzo de 2006, por Fernando Gotilla
Aminata Traoré nació hace 58 años en Malí, cuna de una de las civilizaciones más esplendorosas de África, cuando desde París se manejaban los hilos de medio continente. Siendo una niña vivió la llegada de la independencia y, después, los sueños rotos que la siguieron: el socialismo pervertido, la dictadura, el partido único, la corrupción, la democracia, las medidas de ajuste estructural... Hoy, su país, gran productor mundial de algodón, es uno de los más pobres del planeta, mientras la antigua metrópoli ejerce todavía su poder en la sombra.

Aminata es la voz africana del movimiento alterglobalización. Principal impulsora del primer FSM celebrado en África. Mira al mundo desde el Sur. Un lugar desde el que todo se ve muy distinto. Su voz africana, profunda, ha resonado estos días en Bamako, capital de Malí, donde se acaba de celebrar la sexta edición del FSM. Por primera vez, África ha acogido la cita anual de los que buscan alternativas a la globalización neoliberal y ella es quien lo ha hecho posible. Doctora en psicología social y psicopatología, ex ministra de cultura, consultora de la ONU, activista, líder comunitaria, escritora..., Aminata es África, la de ahora y esa otra con la que sueña.
Uno de los economistas más influyentes del mundo, Jeffrey Sachs, dice que se puede acabar con la pobreza en 20 años, ¿cómo lo ve?
La cuestión no es la pobreza en sí, sino el mecanismo que la crea y la hace crecer. Si la cooperación internacional, la ayuda, significa crear una estructura mundial para que Europa y EE UU puedan ir a cualquier país y tomar lo que les venga en gana, entonces nunca se resolverá el problema, porque, en realidad, no es ese su objetivo.
¿Afirma que erradicar la pobreza choca contra los intereses de los países ricos?
Arrebatarle la riqueza a la gente y después fingir que se le quiere ayudar..., si no fuera tan triste, sería como para morirse de risa. De hambre, en este caso. ¿por qué habrían de cambiar su modo de actuar? Nos roban de un lado, nos devuelven unas migajas y lo llaman “cooperación”.
El plan de ayuda a África propuesto por Tony Blair al G8, ¿no cree que puede ser el inicio de un cambio a largo plazo?
No. Blair tiene problemas de credibilidad en su país por la guerra en Irak. África es excelente para limpiar su imagen. Pero al final siguen sin hacer lo que hay que hacer para auxiliarnos.
Suele decir que la globalización es una guerra...
Y tiene una agenda oculta. El objetivo de una guerra es dominar a los demás, otro país, el mundo... Las armas de la globalización son nuevas. Sin embargo, ésta no es una contienda honesta. Se libra contra personas que no son conscientes de esa dominación. La globalización no es otra cosa que occidentalización. Occidente quiere ser el centro del mundo.
Y África, ¿qué papel juega en todo esto?
Le daré algunas cifras: el 50 por ciento de las víctimas de las guerras está allí, la mayoría de los refugiados del mundo son africanos; nuestros niños son carne de cañón, pobreza, epidemias... Si hay una región en el mundo que paga un pesado tributo al mundo actual es África. ¿Lo merecemos? ¿Somos unos inútiles? No, la prosperidad del Norte está asentada en la explotación de otros lugares del planeta y éste contribuye enormemente. Los occidentales no ven el mundo al completo.
Habla del Foro Social Mundial como la gran oportunidad de la sociedad civil africana. ¿A qué se refiere?
En los países ricos, el debate gira alrededor del tipo de liberalización, el ritmo de la misma que la gente puede soportar... En África, los medios de comunicación dicen: “Ya que la globalización está ahí hemos de adaptarnos”. Pero no es para nosotros, sino contra nosotros. Tenemos que organizarnos para que no nos destruya.
A su país se lo empieza a conocer como la ’fábrica de inmigrantes’.
España también lo ha sido hasta hace poco y por razones parecidas: buscar mejores horizontes, dinero. A todos les gustaría quedarse donde han nacido, con su familia, sus amigos, sus referencias culturales...
¿Cómo ven los gobiernos africanos este éxodo?
Nuestros gobiernos sólo rinden cuentas a los países ricos. Así que los europeos no deberían sorprenderse si, como resultado de más crisis y más desempleo en África, ven llegar mucha más inmigración ilegal a Europa. Si los líderes demagogos consiguen organizar sus milicias en los países en guerra, es porque los jóvenes no tienen perspectivas.
¿Es posible cambiar el modelo económico africano, basado en la exportación y los monocultivos?
Llamarlo así no es correcto. Si fuera un modelo nuestro nos beneficiaría a nosotros. Desde la colonia nos hicieron creer que la única forma de desarrollo posible era producir para la exportación. Sembramos café, cacao, soja, pero ni siquiera nos quedábamos con los beneficios. Malí se lo jugó todo al algodón y se convirtió en el mayor productor del mundo. Al mercado le interesaba esta apuesta y nos prestó dinero. Pero la deuda es para comprar lo que te lleva a la ruina. Nos engañaron.
¿La deuda es la nueva forma de dependencia?
No sólo la deuda, somos tres veces dependientes: de los capitales, de la tecnología y de los expertos. Y ni siquiera podemos competir. Los ricos subvencionan su algodón para contentar a sus agricultores. Y como debemos tanto, viene el Fondo Monetario Internacional y nos impone un programa de ajuste estructural (reducir el gasto público, aumentar impuestos, abrir las aduanas y el mercado interior...) comprometiendo las inversiones en educación y salud. En África, el ser humano es secundario.
¿África pasa hambre porque dejó de cultivar lo que necesita para comer?
Es difícil saberlo. Malí dejó de cultivar mangos y tomates para satisfacer las necesidades de la población y se introdujo la lógica mercantil en el tejido social. Dedicamos todos nuestros recursos al desarrollo de los cultivos comerciales que interesan a los países ricos. Y al cabo del tiempo, Occidente se lamenta: “¡Oh, África, tiene hambre! Debemos enviarles comida”.
¿Qué opina de iniciativas como los macroconciertos solidarios del tipo Live 8?
Es demasiado ver a Blair junto con Bob Geldof lamentarse por África y organizar un acto con grandes celebridades. Todo esto de los conciertos reivindicativos sólo contribuye a agravar el asunto de la falsa ayuda, limpiando la conciencia de la gente. Es una ceremonia de catarsis colectiva y nada más.
¿Acusa a gente como Geldof o Bono de hacer el trabajo sucio a los políticos?
Geldof se ha convertido en un instrumento del sistema, aunque no creo que él sea consciente de ello. No queremos que nadie piense por nosotros.
¿Cómo ve a las ONG que trabajan en África?
No creo en las ONG caritativas. El problema es que las asociaciones y ONG que trabajan con fondos públicos se niegan a preguntarse por las malas acciones de la globalización.
La cooperación, sin embargo, puede funcionar. Usted misma aprovecha financiación extranjera para rehabilitar una barriada de Bamako...
La propia palabra lo dice: cooperar, trabajar juntos. Ese es el tipo de cooperación que aceptamos. No se puede llegar e imponer sin contar con la gente a la que, dicen, quieren ayudar. No ayudarás a África con dinero si no la comprendes primero.
Suele decir que Occidente ha triunfado a la hora de hacer que los africanos se enfrenten entre sí.
Así es. No podemos debatir asuntos políticos sin que las elecciones se conviertan en una oportunidad para matarnos los unos a los otros. Nadie cuestiona a los que toman las decisiones. Los políticos recurren al fraude, el soborno o las armas para no dar explicaciones. Las elites los apoyan con dinero, muchas veces procedente de la cooperación internacional, para aplicar políticas que se deciden en Washington, Bruselas y París.
¿No hay ningún país donde las elecciones hayan promovido cambios reales?
Sólo han servido para legitimar la depauperación de nuestros países. En el Tercer Mundo, para Occidente, “democracia” significa organizar elecciones y elegir a unos representantes. Al final, los elegidos representan los intereses de los países ricos. Es más, Occidente sólo promueve elecciones donde sabe que ganarán quienes les interesan a ellos. Y si no, le harán la vida imposible al ganador, como en Venezuela.
Política-economía-cultura son, para usted, términos inseparables. ¿Alguien le escucha en África?
Para nada. A los políticos no les preocupa la dimensión cultural, porque obtienen financiación de las instituciones multilaterales, que sólo confían en su propio concepto de desarrollo. Todos estos sujetos van por ahí desesperados por atraer inversión extranjera.
El inversor extranjero lo es todo, la gente no es nada. De su llegada se benefician todos, salvo el pueblo de Malí. Y cuando aparecen, traen la corrupción, contaminan nuestros ríos, nuestros ecosistemas, pagan salarios más bajos que en su país de origen a nuestra gente... ¡Dios mío, si tuviéramos un solo gobernante con valor para intentar cambiar las cosas!
Bueno, ya han tenido algunos, ¿no?
Desde los primeros días de la independencia, todos los líderes africanos que se atrevieron a decir: “Queremos ser nosotros mismos”, fueron considerados una amenaza para Occidente. Y, por consiguiente, eliminados o derrocados.
¿Cómo cambiar la forma en que se ve a África?
Es difícil. Las antiguas metrópolis intentan reescribir la historia, diciendo que el periodo colonial fue útil para nosotros. Este debate ocurre ahora en Francia (se refiere a una ley de educación que obliga, en la asignatura de historia, a dar una visión positiva de la colonia). Se trata de culpar enteramente a los africanos y alimentar la mala imagen que se tiene de nosotros.
¿Cuáles son los clichés que más le molestan?
Occidente mira al resto del mundo en términos de tener o no tener. Lo peor que le puede ocurrir a alguien es carecer de cosas materiales: “¡Oh!, ¿cómo alguien puede ser tan pobre?”. Sus valores y referentes se basan en el consumo. Se supone que es el mejor modo de vida conocido. Este es su imaginario y el que aplican para juzgar a todos los demás.
En su libro La violación del imaginario (Ed. Sirius) se queja de la incapacidad de los africanos para pensar por sí mismos...
Sí, es una especie de lavado de cerebro. La imagen que alimentas de ti mismo se ha creado en el exterior. Todo pasa por las palabras. La mayor parte de ellas no tiene traducción en nuestras lenguas. Los derechos del hombre, por ejemplo, son una invención del Norte. No pongo en duda la importancia de los valores, sólo digo que el Norte se ha apropiado del derecho a definir el mundo. La rehabilitación de nuestro imaginario violado es un reto económico, político y cultural.
¿Reivindica usted los tiempos previos a la colonia?
El orden neoliberal quiere transformar nuestras economías y sociedades por encima de nosotros, destruyendo nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. No digo que el pasado fuera un paraíso; trato sólo de recordar a África que debe saber extraer lo mejor de su patrimonio cultural y socio-religioso.
Lo anterior a la colonia y la independencia era la venta a Europa y América de los propios africanos...
Así es. Ya sea sobre el plano económico, político, moral o humano, la trata de negros tuvo efectos terribles. Duró tres siglos y medio, hasta que la colonización tomó el relevo. Luego las independencias fueron presentadas como una mejora, pero, en términos de explotación, han sido mucho más eficaces. Hemos ido pasando de una forma de sometimiento a otra.
Usted era una niña cuando Malí obtuvo la independencia. ¿Cómo recuerda aquellos tiempos?
Para mi generación, la independencia dio lugar a una doble búsqueda: personal y nacional. Los líderes que emergieron tenían una fe tan grande en África que todo parecía posible. Crecí en esa atmósfera. Pero la Guerra Fría dividió África. Los esquemas que vinieron del Este tampoco sirvieron. Se obligó a los campesinos a organizarse en estructuras colectivistas que no tenían nada que ver con nosotros.
Desde hace años trabaja por la integración social de la mujer africana. ¿Cómo es la situación actual?
Cada vez hay más mujeres apoyando todas estas ideas de cambio de las que hablo. Pero sus preocupaciones siguen siendo no enfermar, sobrevivir al parto y que el marido tenga trabajo. Les gustaría ir a la escuela, pero, en los 80, el Banco Mundial dinamitó las iniciativas de algunos países para implantar la educación universal.
España aprobó una proposición de ley que permite perseguir la ablación del clítoris cuando se produzca fuera de nuestras fronteras. ¿Qué le parece?
La ablación es un problema grave, pero los que dicen luchar “por la dignidad de la mujer africana” ignoran el entorno en que se produce. Las mujeres mueren de hambre, de sed, por falta de asistencia médica.., pero están más interesados en su clítoris que en conocer sus verdaderos problemas. La destrucción de África es mucho peor que la ablación. Si se hiciera algo para evitar la primera, sería más fácil combatir la segunda.
En Liberia acaba de ser elegida la primera presidenta de África, ¿es una anécdota o un gran avance?
Es un gran avance. La cuestión es si tendrá oportunidad de cambiar las cosas o acabará poniendo en práctica políticas dictadas desde Washington.
¿Qué cambiaría si fuera presidenta de Malí?
No está en mi agenda, pero el debate sobre la cultura es esencial. Hay que relanzar la producción, la de bienes, pero también la del sentido común, los valores morales, responsabilizar a nuestros dirigentes... Debemos luchar por la reapropiación de nuestro destino.

Esta entrevista ha sido publicado en Umoya (Federación de Comités de Solidaridad con el África Negra) el pasado 31 de enero.

Aminata Traoré

El monólogo europeo ante la migración africana. Aminata Dramane Traoré y Nathalie M’Dela-Mounier

 
 
 
 
 
 
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naufragio africanos
¡Basta! ¡Basta de maniobras de diversión!
Son, eran, serán centenas, miles, centenas de miles en partir para no volver nunca. Y como de costumbre, tras el tiempo de la emoción y de la indignación vendrá el del olvido y la indiferencia. Son, eran, serán todos olvidados porque unas políticas económicas excluyentes y asesinas continuarán provocando paro y pobreza en masa, conflictos armados y calentamiento climático.
A lo largo de los últimos veinte años, casi 30.000 personas han muerto a las puertas de Europa, 3.500 en 2014. Desde comienzos de enero de este año 2015 que Europa ha proclamado «año del desarrollo», se estima en 1.700 el número de muertos, con seguridad más pues esta contabilidad macabra es aventurada.
Europa no puede contribuir a remediar esta tendencia mortífera de la evolución del mundo globalizado sino admitiendo lo que Michèle Rivasi, diputada europea del partido Europa Ecología los Verdes (EELV), recuerda a propósito de Malí: «la necesidad de analizar el fracaso del desarrollo económico que ha deslegitimado la democracia. Los jóvenes dejan el país porque carecen en él de porvenir. Sin embargo, Malí tiene recursos en el sector agrícola o minero». Esta llamada de atención es válida para los conflictos armados: los jóvenes toman igualmente las armas en nombre de la etnia o de la religión cuando el desarrollo económico no cumple sus promesas.
¡UNA CUMBRE MÁS! Y ESTA VEZ, ¿ENTRE SÍ?
De una cumbre a otra, los dirigentes occidentales y africanos han avalado la idea según la cual el desarrollo cubrirá las necesidades del continente y, por lo tanto, las de los candidatos a la emigración. Así fue con ocasión de las conferencias euro-africanas de Rabat (julio 2006), Trípoli (noviembre 2006), Uagadugú (mayo 2008), París (noviembre 2008)… Esta vez, los europeos debaten entre ellos. En la urgencia, han decidido reunirse en Bruselas para soluciones de emergencia. Cada Estado balbucea, tira balones fuera y pasa palabra a su vecino. Se trata, se subcontrata, se confina, se externaliza, se proyecta un archipiélago de campos de retención lejos de las miradas, de los derechos, incluso si se hace sin convicción…
Los dirigentes africanos que se dejan persuadir de que ha llegado nuestro turno de aprovecharnos de la «feliz mundialización», y a los que basta con acelerar el ritmo de crecimiento llevándolo del 5% al 8 o al 9%, van a tener que atemperar su entusiasmo. Los jóvenes subsaharianos, con sus muertes en el desierto o en el mar, les interpelan de igual forma que Europa. Más allá de estos dos continentes, los Estados Unidos de América y la organización de Naciones Unidas (ONU) están concernidos por esta hecatombe que vale por sí misma como balance de los Objetivos del Milenio para el Desarrollo (OMD) que finalizan este año. ¿Los dirigentes europeos querrán interpretarlo en estos términos?
¡NO! LOS TRAFICANTES NO SON LOS PRIMEROS CULPABLES
El joven tunecino de 27 años y sus dos camaradas que han sido arrestados deben, indiscutiblemente, responder por sus crímenes. Pero los traficantes no constituyen sino el último eslabón de una larga cadena de responsables. Además, en el pasado, los mismos emigrantes fueron tratados como «terroristas». Porque es políticamente incorrecto alegar un argumento como éste frente a tantos seres humanos desesperados que vienen de tantos lugares diferentes, se pone el acento en la responsabilidad de los traficantes. Ellos serían los primeros culpables a reprimir.
Más que los emigrantes y sus itinerarios, las redes, la situación de los países de origen y de tránsito, es la naturaleza de Europa la que está en cuestión. Además de las relaciones de dominación que sostiene con África, a quien impone su modelo de desarrollo, se atrinchera, se transforma en fortaleza pero también en cárcel. La cuestión no es solamente saber si hace lo suficiente y cómo se implica para salvar vidas humanas en el Mediterráneo. Sino ¿qué hace y que hará en origen en los países de los que son naturales los candidatos a partir? Y ¿por qué las soluciones previamente tomadas en diferentes cumbres no han impedido esta catástrofe? La Europa fortaleza, cuyos expertos militares han participado en la elaboración del «concepto estratégico», ha igualmente erigido en el interior de sus fronteras/murallas centros de retención administrativa en cuyo interior pisotea, a la vez, el derecho internacional de asilo y la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948, que estipula «el derecho de toda persona a dejar libremente cualquier país, incluido el suyo».
Sí, oímos hablar de corredores humanitarios, de normas de seguridad, del Frontex, de la vigilancia en las fronteras, de la presencia militar e imaginamos también a los cocodrilos que frecuentan emboscados esas aguas, vagamente soñolientos o vigilantes, dispuestos a castigar, a emerger, a cerrar la trampa de sus mandíbulas sobre la carne tierna de los sueños, a devolver al soñador imprudente a su orilla, vivo o muerto.
Sí, oímos hablar de duplicación de los medios de Tritón, de ampliación de su radio de acción, de inspección de los barcos a lo largo de las costas libias y de intervención en el «origen» en Libia.
¿LIBIA? ¡HABLEMOS DE ELLO!
Sumamente edificante resulta la Tercera cumbre África-UE, los días 29 y 30 de noviembre de 2010, en Libia, en la que Muammar Gaddafi acogió, con gran pompa, a los dirigentes de 80 países africanos y europeos. Los participantes se habían puesto de acuerdo en torno a un «plan de acción» para una colaboración África-UE que fuese de 2011 a 2013. Creación de empleo, inversiones, crecimiento económico, paz, estabilidad, emigración y cambio climático estaban en el orden del día.
En lugar de esta perspectiva, Libia ha sido desestabilizada y el Guía libio matado. Además de la proliferación de armas provenientes de los arsenales libios, decenas de miles de trabajadores originarios del África subsahariana y del Magreb han perdido su trabajo. Estos han engrosado las filas de los demandantes de empleo en sus países de origen, dispuestos a partir a cualquier precio.
Jean Pierre Chevènement, antiguo ministro de defensa y de interior, refiriéndose a Nicolas Sarkozy dice, a propósito de la inmigración en Europa, algo que desde nuestro punto de vista es válido para la proliferación de armas en el Sahel y la fuerza de choque de los yihadistas, «La Libia de Muammar Gaddafi tenía muchos defectos pero ejercía un control sobre sus fronteras». «Nosotros hemos violado la resolución de Naciones Unidas que nos otorgaba el derecho de proteger a la población de Benghazi, hemos ido hasta el cambio de régimen» ha deplorado.
Se arresta a los traficantes. ¿Quién llevará ante la Corte Penal Internacional (CPI) a los causantes de la guerra en Libia de la que Malí es la primera víctima colateral en África subsahariana? Es pernicioso plantear la cuestión de la gestión de las consecuencias de esta injerencia en términos de «servicio post-venta» que no habría sido garantizado. La verdad es que, pura y simplemente, no tendría que haber sucedido porque la democracia no se exporta. En honor a los que dan lecciones de democracia recordamos que:
– La gobernanza empresarial nada tiene que ver con la gobernanza democrática, participativa y respetuosa de los derechos humanos.
– El clima de los negocios no tiene que ver más con el clima social que la salud de la economía liberalizada con la de los seres humanos.
– La seguridad de las inversiones no es la seguridad humana.
NEGACIÓN DE LA REALIDAD
Mucho antes que Grecia, Portugal y otros países europeos hoy confrontados al paro, la precariedad y el miedo al futuro, nosotros hemos sufrido, desde la década de los 80, la medicina de caballo del ajuste estructural. «Contra la austeridad, por la igualdad, la justicia económica y social» son las consignas de los pueblos de Europa que habrían podido ser movilizadoras y cohesionadoras aquí también, en Malí, en el Sahel y en África, de una manera general, si las víctimas africanas del capitalismo mundializado y financiero estuviesen bien impregnadas, ellas también, de las causas estructurales del paro y de su empobrecimiento. La casi totalidad de los emigrantes en dificultad no habrían asumido el riesgo de partir si las políticas económicas puestas en práctica fuesen creadoras de empleo. Las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) son profundamente destructoras. «Estamos amenazados por un genocidio, una catástrofe de una amplitud tal que hará más víctimas que el balance acumulado de todas las guerras y las catástrofes naturales que la historia ha conocido», previene Sami Nair del hecho de la apertura de la agricultura a la competencia en noviembre de 2001 por parte de la OMC (Entrevista acordada con Ake Kilander en la revista sueca FiB/K nº 2, febrero 2006). El control de las sociedades trasnacionales sobre las tierras cultivables excluirá a más campesinos y campesinas de la producción. «Un trabajador agrícola bien equipado podría reemplazar a 2.000 campesinos pobres. Tres mil millones de personas no podrán ser absorbidas por la industria, incluso con un crecimiento extraordinario».
En las regiones en conflicto, la inseguridad entorpece cualquier actividad económica. Agricultores, ganaderos, pescadores, comerciantes, artesanos no pueden ocuparse de sus tareas. Los emigrantes proceden de todos estos oficios. Los Acuerdos de Colaboración Económica (APE, en sus siglas en francés) impuestos a los Estados africanos no contribuyen a mejorar esta situación. Como tampoco el TAFTA (TTIP: Tratado Trasatlántico de Libre Comercio) –que se traducirá también en la supresión de las barreras tarifarias y aduaneras entre los Estados Unidos de América y Europa– es ventajoso para los pueblos de Europa. A la vista de esta realidad, una solidaridad de combate se impone entre los pueblos del mundo y, en este caso, entre los de África y Europa.
¡SON NUESTROS HIJOS!
La gran cantidad de mujeres, a veces con sus hijos, a bordo de embarcaciones que se hunden en el Mediterráneo, rara vez es mencionada y destacada. ¿Por qué? Porque contrariamente a las violencias domésticas, sexuales y sexistas cuya instrumentalización permite justificar la injerencia, la violencia inaudita del sistema capitalista y depredador es ocultada. Pero, en el drama de la emigración, las mujeres están omnipresentes en tanto que madres, esposas y emigrantes.
Cada emigrante engullido por el Mediterráneo o por el desierto es uno de nuestros hijos. Los gritos de los que hoy perecen en el fondo de las calas se añaden a los que se han hundido en el vientre del Atlántico en los tiempos malditos de la trata, inscritos tanto en nuestra carne como en nuestra memoria.
En tanto que madres, sobre la escena del mundo globalizado, vemos desplegarse el destino de nuestros hijos convertidos en parados, emigrantes «clandestinos», narcotraficantes, rebeldes y, actualmente, yihadistas. No bajamos los brazos. Desde los acontecimientos de Ceuta y Melilla, hemos, por nuestra parte, alertado e intentado encontrar alternativas a esas partidas de la desesperación, así como una vida digna para aquellos que nos son devueltos con la muerte de los otros en su alma atormentada. Pero ¿cómo retenerlos en el contexto económico descrito?
Desde Thiaroye en Senegal, las madres y las viudas de los emigrantes desaparecidos en el mar, con la valiente Yayi Bayam Diouf a la cabeza, han venido a vernos a Bamako, en Malí. Después, con las madres y las viudas de los emigrantes malienses desaparecidos en las mismas condiciones, nosotras hemos ido a su vez a Thiaroye donde, al borde de la mar glotona que devora a nuestros hijos, nos hemos recogido. Hemos rezado por aquellos que ya no están y por los supervivientes, más bien los muertos-vivientes, que nos son devueltos.
Porque somos esas madres inquietas y pensantes, porque nuestros hijos están en peligro, porque nuestro mundo vacila, asustado pero ciego y sordo a su dolor, permanecemos vigilantes y rechazamos que ellos sean sacrificados sobre el altar del mercado rey.
SON SUS RIQUEZAS
¿A quién pertenecen los recursos mineros (oro, platino, hierro, bauxita, coltán, níquel, estaño, plomo, manganeso, plata…), energéticos (petróleo, gas natural, uranio…), agrícolas (café, cacao, algodón…), forestales, pesqueros y otros de los que la economía mundializada tiene cruelmente necesidad? Pertenecen a esos hijos que vienen a morir a las puertas de Europa. Para nuestra desgracia, la seguridad energética de la que depende el crecimiento, la competitividad y el empleo en Francia y en Europa está, en parte, ligada al acceso a las fuentes de petróleo, de uranio, de gas así como a las vías para su transporte. Los países de origen de los emigrantes indeseables y desechables, del Sahel y del Magreb, que rebosan de estas riquezas, se convierten en campos de batalla.
Francia y Europa deben reconocer que todos somos perdedores. Por todas partes los ojos se abren. ¿París cree realmente defender el rango y la imagen de Francia en el mundo instrumentalizando el Consejo de seguridad y violando sus resoluciones tal y como ha hecho en Libia? ¿Defiende de forma duradera los intereses de las empresas francesas cuando los pozos de petróleo y las minas de uranio y otros recursos estratégicos se convierten en polvorines? ¿Defiende a los franceses y a su libertad de circulación cuando las zonas declaradas de riesgo, cuyo número no cesa de aumentar, les son prohibidas? Acabaremos todos confinados.
LA CONVERGENCIA DE LAS LUCHAS: EL ÁFRICA Y LA EUROPA DE LOS PUEBLOS
Bruselas se declara conmocionada. Tiene una ocasión histórica de decir la verdad sobre el conjunto de causas de esta tragedia y hacer así justicia a los pueblos expoliados y humillados de África. Ciertamente es pedirle demasiado. Pero debe hacerlo, no solamente por respeto a las vidas que se propone salvar sino también por sus propios pueblos de los que una buena parte sospecha que ha debido sucederle a África lo mismo que le sucede en este momento a Grecia, España e Italia.
No concebimos cómo un modelo económico que no resuelve la papeleta a los pueblos de Europa podría sacar a África del atolladero. Son los lobbys (algodoneros, petroleros, mineros, del armamento y otros) quienes deciden la política exterior de las potencias occidentales. «Estamos rodeados» apunta Susan George a propósito de lo que ella llama «la autoridad ilegítima» en Europa. «Lobistas al servicio de una empresa o de un sector, PDG (Presidentes Directores Generales en sus siglas francesas) de trasnacionales cuya cifra de negocios es superior al PIB de varios países en los que éstas están implantadas, instancia cuasi estatal cuyas redes tentaculares se despliegan bastante más allá de las fronteras nacionales: toda una cohorte de individuos y de empresas que no han sido elegidos, que no rinden cuentas a nadie y cuyo único objetivo es amasar beneficios están en vías de tomar el poder y orientar la política oficial.»
Tanto el incremento de los flujos migratorios hacia Europa como la rebelión en el norte de Malí y la yihad son consecuencias del fracaso lamentable del desarrollo económico de África en el marco de la mundialización capitalista; consecuencias que Europa no tiene la voluntad ni el buen juicio de ver ni de comprender a través de todos esos cuerpos errantes o sin vida ante sus puertas.
Hay que terminar definitivamente con las relaciones totalmente desequilibradas y esencialmente orientadas hacia los intereses de Europa, de las finanzas y del comercio.
A riesgo de ver nuestro mundo zozobrar.
El naufragio sería entonces global.
Otra colaboración franco-maliense y euro-africana se impone sobre la base de un auténtico diálogo.
Aminata Dramane Traoré
Nathalie M’Dela-Mounier
(Bamako, 22 de abril de 2015)
(Traducción de Juan Montero y Antonio Lozano)

domingo, 18 de octubre de 2015

Tombuctú


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TOMBUCTÚ: ANDALUSÍES EN LA CIUDAD PERDIDA DEL SÁHARA

Datos del libro

  • Nº de páginas: 232 págs.
  • Editorial: ALMUZARA
  • Lengua: CASTELLANO
  • Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
  • ISBN: 9788416392278
  • Año edición: 2015
  • Plaza de edición: ESPAÑA
Un trabajo seminal. Tombuctú, entre las urbes más fascinantes y deseables, descubrir sus secretos históricos y una intensa relación con Al Andalus guardando sus manuscritos bibliotecas.Hace pocos años, con gran escándalo internacional, que salió a la luz tras prácticamente un siglo de esconder la conocida Biblioteca de Andalucía de Tombuctú, buscado tanto por los colonizadores franceses como los distribuidores más audaces manuscritos viejos. La familia Kati ?? Toledo descendiente del creador de la biblioteca en el siglo XV ?? Él guarda que había conseguido desde ese momento, tener que dividir y esconder múltiples veces por medio de los siglos llenos de sucesos de su existencia.Estudioso I. Diadié, jefe de la familia Kati y co-autor de este libro, reunió a los fondos repartidos entre las ramas de la familia para enseñar al planeta y permitir su conocimiento ydifusión. Mas la maldición que persigue a las bibliotecas históricas no dio tregua. Tras años de paz, la desgracia se cebó con ella nuevamente. Bandas tuareg, apoyados por los fundamentalistas peligrosos violentamente requisaron Tombuctú, destrozando ciertos de sus tesoros arquitectónicos más singulares y poniendo en riesgo la existencia de la biblioteca, que por suerte pudo ser llevado a un sitio seguro. I. Diadié, en riesgo de extinción,.

La historia de alandalus huye a Tombuctu


En 1467, Ali Ben Ziyad al-Quti partía de la ciudad de Toledo con su familia rumbo al exilio. No se iba con las manos vacías. Este noble musulmán, que finalmente se instaló en Tombuctú, se llevó una escogida selección de documentos escritos en hebreo, castellano y árabe, su biblioteca particular. Con los siglos y las generaciones, esta original colección en la que se recoge una parte de la historia de Al Andalus ha vivido numerosos avatares, uniéndose y disgregándose según soplara el viento de la historia, y aumentando de tamaño hasta llegar a los 12.714 manuscritos de los que se compone en la actualidad. Escondidos en baúles para escapar del extremismo religioso y de la violencia que sigue golpeando al norte de Malí, los papeles del Fondo Kati se preparan para un histórico viaje. A partir de este año y en lotes de varias decenas, los manuscritos harán un circuito entre Tombuctú, Jerez, Tarifa y Toledo, donde serán digitalizados con el objetivo de poder ser estudiados por los investigadores en España, para finalmente volver a su sede en África.
Tarde del 2 de abril de 2012. Hace más de 24 horas que la histórica ciudad de Tombuctú, en el norte de Malí, ha caído en manos de varios grupos armados, entre ellos los islamistas radicales de Ansar Dine (Defensores de la Fe). Comercios, bancos, sedes de la Administración, farmacias, todo es pasto de robos y saqueos. Ismael Diadié Haidara, propietario del Fondo Kati, está sentado bajo un árbol con un amigo justo enfrente de la sede de la Biblioteca Andalusí cuando pasa por allí una pick up con cinco integristas a bordo. El coche para justo en la puerta y uno de los radicales se interesa por el edificio. “¿Qué hay ahí dentro?”, pregunta. “Libros y papeles, nada de valor”, responden los dos amigos. “¿Qué tipo de libros?”, insiste el recién llegado. “De historia, de religión, de todo”.
Aparentemente satisfechos con la respuesta, siguen su camino. Cincuenta metros más adelante frenan y dan marcha atrás. “¿Dónde está el propietario?”, preguntan. Diadié se queda callado. Entonces su amigo les responde que ha huido a Bamako y los integristas, tras mirarse unos a otros, hacen a ambos responsables de la Biblioteca. “Que nadie toque ni un solo papel de los que se guardan ahí dentro”, les dicen para luego continuar su marcha hacia el campo militar. Diadié respira aliviado. Ha logrado esquivar el primer golpe, pero sabe que vendrán más. “Tienes que irte de Tombuctú”, le dice su amigo. Pensativo, entra en la sede de la biblioteca. Para ese entonces, una parte de los papeles están ya guardados en baúles. El plan para salvar el Fondo Kati está en marcha.
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“Tenemos 546 años de experiencia, 546 años huyendo y escondiendo esta biblioteca de fanatismos de todo tipo, dispersando y reunificando los manuscritos, algo de olfato genético ha ido pasando de generación en generación”, asegura Diadié, quien tres meses antes de la caída de Tombuctú en manos de estos grupos armados ya había convocado una reunión con notables de su gran familia para que todo estuviera dispuesto. “Sabíamos que algo podía ocurrir, la inestabilidad era enorme”. Una vez más, el fondo Kati debía desaparecer. Esfumarse.
Manuscrito de Alexander Gordn Laing del Fondo Kati. / HORST FRIEDRICHS
Dos días después de su primera visita, Ansar Dine volvió. En esta ocasión eran cinco vehículos, una quincena de hombres armados. Querían ver el interior de la biblioteca, un pequeño inmueble de color salmón construido a principios de la década pasada con financiación de la Junta de Andalucía. Nadie pudo impedirles el paso. Diadié había decidido cortar la electricidad para evitar que pudieran ver bien, pero allí estaban todavía los manuscritos y aquellos misteriosos baúles. Con linternas, inspeccionaron todo. Recorrieron las dos plantas del edificio, husmearon en cada rincón y cuando todos se temían lo peor, el que parecía el jefe volvió a dar la misma instrucción: “Que nadie toque nada”. Y se fueron.
Media hora después, el teléfono de Diadié echaba humo. “Me llamaron de Bamako, de Francia, de España, de todos sitios, para decirme que me tenía que ir de Tombuctú”. Pero el dueño del Fondo Kati necesitaba aún un poco de tiempo más para hacer desaparecer los manuscritos, lo que ocurrió en los dos días siguientes. “Todo se llevó a cabo en pocas horas, protegidos de miradas indiscretas”, dice. Los baúles, una veintena aproximadamente, fueron sacados a escondidas y se llevaron a otras casas de la ciudad, “todo gente conocida, era la primera fase de la operación”, explica el propietario. En las semanas y meses posteriores, algunos baúles fueron alejados aún más y llevados en secreto a otros pueblos de la región e incluso, más allá, pero todos siguen en Malí. “Están en manos de miembros de la familia. Sé perfectamente dónde se encuentra cada baúl y cada día hablo con alguno de sus guardianes”, explica.
La colección ha ido aumentando hasta hoy, compuesta de 12.714 manuscritos
Durante casi dos años los viejos papeles han permanecido a salvo, dispersos, escondidos y guardados en baúles con plantas y hojas de tabaco que ahuyentan a las termitas. Todos, salvo una pequeña muestra que quedó en la sede de Tombuctú para dar la apariencia de que todo seguía igual. A su cargo quedó Baba Pascal Camara, chófer y amigo personal de Ismael Diadié, quien recibió la visita de los radicales hasta en cuatro ocasiones. Buscaban la “biblioteca judía”, así la llamaban, y tenían intención de causarle daño, como hicieron con 14 mausoleos de la ciudad y con varios miles de manuscritos del centro Ahmed Baba, a los que prendieron fuego. En cada ocasión, el chófer logró disuadir a los extremistas con evasivas y proteger la biblioteca, aunque el grueso de los papeles andalusíes ya no estaba allí.
Durante todo ese tiempo, Diadié, que se instaló unos meses en Bamako, previó incluso la salida de los manuscritos hacia otros países si las cosas se ponían aún peor. “Tenía preparada una red internacional de apoyo entre Burkina Faso, España, Sudáfrica y Francia”, añade. Aunque esto no fue necesario, tampoco se dan ahora las condiciones de seguridad para su regreso a Tombuctú. “Hay una enorme presencia militar en la ciudad, muchas armas circulando. Sigue habiendo riesgo de ataques en toda la Curva del Níger. Aún no es el momento”.
El Fondo se ocultó en cofres que se distribuyeron entre conocidos en Malí
Ahora, todo está listo para hacer volver los manuscritos a España a tres años del 550º aniversario de la salida del Fondo Kati de Toledo. “No vienen para quedarse”, advierte Diadié, “porque la base principal de la biblioteca seguirá siendo Tombuctú, pero hemos alcanzado un acuerdo con tres ciudades, Toledo, Jerez y Tarifa, para que existan en ellas sedes en las que exponer una parte de los documentos, que irán circulando entre Malí y España”. El proyecto, que cuenta con la colaboración de DKV Seguros, que ha estado apoyando el mantenimiento del Fondo Kati desde 2012, y el impulso de Amparo Ferrando, diputada por Alicante, incluye la digitalización de los manuscritos. De esta manera se garantizaría la perdurabilidad de su contenido. El Fondo Kati, una vez más, se resiste a morir.

miércoles, 29 de abril de 2015

Tombuctú

Los andaluces de Tombuctú

Javier Mantecón 28 abril, 2015
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La historia que aprendemos tanto en el colegio como en la universidad está plagada de prejuicios proyectados desde nuestra memoria más reciente. El pasado se estudia si es útil para explicar la parte del presente que más nos interesa para construir un futuro moldeado a nuestra voluntad. Tanto Europa y América como Asia han renegado siempre de sus vínculos históricos y culturales con África. El continente olvidado se ha presentado habitualmente como un nido de salvajes, esclavos, materias primas y poco más. Únicamente el norte de África se salva de esta ridiculización hasta que la influencia mediterránea cartaginesa, romana, o el atractivo oriental egipcio se sustituyen por el odiado Islam.
Pero lo cierto es que la Historia es mucho más profunda de lo que los libros de texto y las revistas del kiosko nos hacen creer. Como es sabido, la Hispania visigoda fue derrotada por un ejército bereber liderado por árabes musulmanes que a partir del año 711 se establecen en la parte sur y central de la Península Ibérica como élite dominante. Este hecho marca el nacimiento de Al-Ándalus, mito de entendimiento y desarrollo cultural de todo el mundo conocido en la época. Averroes y Zyryab son dos de las personalidades más destacadas de este periodo, ya que difundieron las ideas y modas tanto culturales como filosóficas de Oriente en no sólo Al-Ándalus pero en la cerrada y retrasada Europa altomedieval.  Pero, sin dejar de lado la mayúscula importancia de estas dos figuras, una vez más su influencia obviaba el sur africano, como si éste no existiera.
Plantémonos un instante a reflexionar. Al-Ándalus y los imperios de África del Norte y Occidental compartían no sólo su religión. Las olas de Almorávides y Almohades que invadieron de nuevo el sur de la Península Ibérica provenían de lo que ahora conocemos como Mauritania o “tierra de los moros”. Es lógico pensar en una relación constante y directa entre dos regiones al que sólo separan 14 km y que no eran tan diferentes como lo son ahora. Los flujos comerciales y culturales entre los imperios de Ghana, Malí o Songhai, todos establecidos en el Sahel, y Al-Ándalus, fueron constantes. Y el tráfico humano por tanto también lo fue, y no sólo de esclavos. Atravesar el Sáhara seguía siendo un reto logístico pero la conexión entre los puntos de encuentro y los transeúntes era mucho más fuerte.
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Nos trasladamos al siglo XVI. Felipe II incumple la promesa establecida por su padre Carlos I y sus abuelos los Reyes Católicos de respetar las costumbres culturales de los moriscos que no fueron expulsados tras la toma de Granada en manos cristianas en 1492. Comienza la Guerra de las Alpujarras en la que los moriscos son derrotados y muchos de ellos deportados o vendidos como esclavos.
Entre estos damnificados por la guerra, se encontraba Diego de Guevara, nacido en Almería y capturado por los turcos y vendido al sultán de Marrakech, en dónde se refugiaron un gran número de exiliados andalusíes. Aunque despreciado en el Magreb por su origen de segunda clase, Guevara fue poco a poco escalando puestos militares hasta ser nombrado caíd o gobernador de Marrakech. El nuevo sultán Al-Mansur quería ver cumplido su sueño, crear un imperio que unificara toda el África conocida
Junto a un ejército formado por andalusíes y europeos, que portaban “armas” de fuego, Guevara, ya conocido como Yuder, derrotó a los guerreros askia, que en ese momento tenían el control sobre el debilitado y decadente imperio Songhai, cuya capital era la legendaria Tombuctú. Yuder se coronó Pachá de la ciudad junto a sus hombres “Arma”, que se establecieron permanentemente en la ciudad casándose con las mujeres mejores posicionadas socialmente. Yuder Pachá abandonó Tombuctú al poco tiempo pero su ejército de andalusíes permeabilizaron su propia cultura en el territorio. Tanto es así que en 1880 cuando Cristóbal Benítez llegó a Tombuctú creyendo ser uno de los primeros europeos en pisar la legendaria ciudad, encontró que muchos de sus habitantes aseguraban ser descendientes de andalusíes.
Los manuscritos de Tombuctú de las familias Kati, descendientes de los Arma, dejan poco lugar a dudas. Los lingüistas aseguran que más de 500 términos de la lengua songhai provienen directamente del español. Existen ritos nupciales andaluces y apellidos como Guindo, Leon, Pare, Sacko e incluso García en estas familias que mantienen sus manuscritos como si fuera la más preciada joya. Incluso la Junta de Andalucía, reconociendo la conexión histórica, financió el conocido como Fondo Kati a través de un centro de conservación e investigación en Tombuctú que tras la guerra que sufrió Malí en 2012, fue prácticamente desmantelado.
 
Aparentemente la influencia de los Arma, llegó hasta el actual Benín que continúa guardando los colores del ejército arma en sus bubús o trajes tradiciones según el rango social. Según el especialista Roberto Lloréns Reig incluso los nombres de ciertas tribus de la región están asociados a su profesión como los Karabenta, mercaderes o los Mandés, servidores, quedando reflejada la influencia de la lengua española en la región. E incluso habla de familias beninesas apellidadas Esteve. Y si rascamos aún más podríamos establecer una relación musical directa de ritmo, estructura y melodía entre el blues songhai de Ali Farka Touré con los tangos flamencos, de origen claramente africano y anteriores a la introducción de los aires americanos de ida y vuelta en el flamenco, a través de la música Gnawa.
Independientemente de los vínculos actuales que podamos encontrar en la región del Sahel con los andalusíes, lo que nos hace aprender la apasionante vida de Yuder Pachá y de los Arma, es que las historia contemporánea debe de ser releída y reescrita sin prejuicios y sin una visión occidentalista. El pasado es tan apasionante que no es necesario contaminarlo con el ofuscamiento y el absurdo nacionalista. Nuestro presente lo vivimos a través de millones de hechos históricos culturales que no podemos cambiar pero de los que si podemos aprender. Europa y África, dos mundos que parecen tan lejanos pero que en realidad, nunca lo han sido.

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domingo, 11 de mayo de 2014

Aminata Traore

Malí

Aminata Traoré

Una de las voces más respetadas por la comunidad africana. Fue ministra de Cultura y Turismo de la República de Malí entre 1997 y 2000.
Aminata Traoré
"Para ayudar a África hay que comprenderla primero".
Aminata Dramane Traoré es una política y escritora de Malí, nacida en 1948 en Bamako. Vivió la llegada de la independencia, y posteriormente el socialismo, la dictadura, el partido único, la corrupción y la democracia. Estudió en Francia en la Universidad de Caen, donde se doctoró en Psicología Social y se diplomó en Psicopatología. Investigadora en Ciencias Sociales, trabajó en la Universidad de Abdijan (Costa de Marfil) y actualmente colabora con varias organizaciones nacionales e internacionales.
Fue ministra de Cultura y Turismo de Malí entre 1997 y 2000, cargo del que dimitió para "poder mantener su libertad de palabra". En julio de 2005, fue elegida para formar parte del Consejo de Administración del Servicio Internacional de Prensa. Ese mismo año presidió la Comisión de Organización del Foro Social Mundial Policéntrico de Bamako.
Fue galardonada con el Premio Príncipe Klaus de Cultura (Países Bajos) en 2004 y ha recibido numerosos reconocimientos en Malí: CIWARA de Excelencia (1995), caballero de la Orden Nacional de Malí (1996), oficial de la Orden Nacional de Malí (2006) y comendador de la Orden Nacional de Malí (2008).
Traoré es una de las voces intelectuales africanas más sobresalientes en la búsqueda de una alternativa en oposición a la mundialización liberal. Se declara "musulmana practicante a la vez que una mujer moderna" y desestima profundamente los clichés occidentales sobre la mujer africana. En la actualidad es la coordinadora del Foro para otro Malí (FORAM) y directora del Centro Amadou Hampaté Bâ (CAHBA).
Traoré destaca entre sus preocupaciones: "El despertar de las conciencias de los africanos y africanas; la organización de la resistencia a la mundialización neoliberal y la propuesta de alternativas a la sumisión de nuestros Estados a las naciones ricas y a las instituciones financieras internacionales". Dedica su vida a recorrer el mundo para defender los intereses de su pueblo y denunciar la dominación de Occidente sobre el África negra.
Escritora y ensayista, es autora de: L'étau (l’Afrique dans un monde sans frontières), 1999; Mille tisserands en quête d’avenir, 1999; Le Viol de l'Imaginaire ('La violación del imaginario'), 2004;Lettre au Président des français à propos de la Côte d’ivoire et de l’Afrique en général, 2005; yL'Afrique humiliée ('África humillada'), 2008.

Aminata Traoré

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La voz del tuareg

Tu tienes reloj, yo tengo tiempo.
Entrevista realizada por Víctor Amela, periodista catalán, a Moussa Ag Assarid, quien es un miembro de la tribu de los Tuareg en África.

Moussa Ag Assarid,No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...! (nota: alrededor de 1975)Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo

- ¡Qué turbante tan hermoso...!

- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

- Es de un azul bellísimo..

.- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...

- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?

- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.

- ¿Por qué?

- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

- ¿Quiénes son los tuareg?

- Tuareg significa "abandonados" , porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh

.- ¿Cuántos son?

- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

- ¿A qué se dedican?

- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...-

¿De verdad tan silencioso es el desierto?

- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo

.- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..

- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.

- Saber eso es valioso, sin duda...-

- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!

- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?-

Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!-

¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?

- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...

- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...

- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.

- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?

- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...

- ¿Tanto como eso?

- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.

- ¿Qué pasó con su familia?

- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...

- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?

- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...

- Y lo logró.

- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.

- ¡Un tuareg en la universidad. ..!

- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.

- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.

- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...

- Fascinante, desde luego...

- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...

- Qué paz...- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.


Un tuareg en la ciudad

En el desierto no hay atascos
Ag Assarid, Moussa
Editorial Sirpus
192 páginas
Idioma: Español
ISBN: 8496483401 ISBN-13: 9788496483408
2 edición (15/02/2007)

Moussa Ag Assarid lleva el viajar en la sangre. Nacido en el norte de Mali hacia 1975, hijo de padres nómadas y primogénito de una familia de trece hijos. Con 23 años, el joven tuareg llega a Francia y cambia los dromedarios de su infancia por el TGV y el metro.Siempre en movimiento e interesado en conocer a los demás, Moussa describe en esta obra su fascinación y perplejidad ante el mundo occidental que va descubriendo: su naturaleza, sus habitantes y sus costumbres, y todo aquello que no vemos pese a tenerlo cerca.Los comentarios y las anécdotas que cuenta, como la cama del hotel tan grande que podrían dormir en ella todos los niños de su jaima, el milagro del agua que sale de los grifos, la magia de las escaleras mecánicas y las puertas automáticas... son a un tiempo divertidos y enternecedores, y además muy lúcidos, sin ocultar a veces la decepción por cosas como la falta de tiempo y de calor humano. Su texto, siempre impregnado por su cultura y por su arte de vivir nómada, constituye para los occidentales una ocasión de sonreír pensando en nosotros mismos.

«Que un pastor tuareg llegue a estrella en Europa es tan improbable que Moussa lo interpreta como un designio: lo aprovecha para defender la vida nómada y pastoril de los tuareg.» Victor-M. Amela (La Vanguardia)

«El libro reivindica los valores del ser, no del tener, lo material o comprable.» Marta Salvador (Rutas del Mundo)

«Palabras que salen del corazón y que están llenas de sabiduría.» (La Manche Libre, Francia)M

EN EL DESIERTO NO HAY ATASCOS

Moussa AgAssarid no sabe qué edad tiene, y tampoco conoce realmente de dónde procede. Es un nómada. Pero sabe qué quiere: educación para los niños de África. La metáfora de esa pasión es un libro que lleva consigo a todas partes, El Principito, de Antoine de Saint-Exupèry, que está en el principio de su historia.

Cuando tenía diez o 12 años pasó el París-Dakar por los montes en los que pastaban las camellos, los corderos y las cabras de su padre en algún lugar de Mali. Dos automovilistas le regalaron a Moussa aquel libro legendario, pero el chico no podía leerlo. Convenció a su padre, analfabeto como él, para que le dejara ir a una escuela, en Gao; aprendió a leer y jamás, desde que lo leyó, ha dejado atrás El Principito pequeño príncipe.

La lectura fue fundamental para él, y ahora, que es escritor, y activista a favor de la causa africana, quiere que todo el mundo lea en ese continente. "Es la manera de evitar que nos consideremos inferiores, y es la manera de ganar una vida más digna". Es el único africano que está en esta feria; viene con un nuevo libro suyo, En el desierto no hay atascos, que le ha publicado en España Sirpus y del que se llevan vendidos más de 80.000 ejemplares.

Nació en torno a 1975, un tuareg como sus 13 hermanos, hijo de padres nómadas; aquella lectura del libro de Saint-Exupèry le hizo aún más viajero; se fue a Francia en 1999, y allí se sorprendió de la abundancia que se gasta en un mundo en el que, como en sus pueblos movibles, no hay ni agua ni alimentos.

Su libro anterior, publicado también por Sirpus, es su manifiesto a favor de la educación en África. Se titula Los niños del desierto y en él cuenta su lucha para crear escuelas para los nómadas como él. Para conseguir ese propósito han conseguido, él y su hermano Ibrahim, el apoyo de la familia del piloto que escribió El Principito, cuya sombra benéfica alienta desde al menos 20 años la ilusión de Moussa de aliviar el desierto en el que nació de la miseria en la que ha vivido siempre.

No es un idealista, ni un demagogo. Es el único africano en la feria del libro de Guadalajara. Va por estos pasillos con su traje azul de tuareg; especialmente amable y exquisito. Viene de un mundo "en el que mi padre cambia una cabra por un saco de arroz" y aquí, como en Francia, observa al hombre comprando y vendiendo, "saliendo de su ser". En el desierto, dice, "el hombre está en relación con el ser", y aquí el hombre está en relación "con las cosas materiales". En ese ir y venir en el que está ahora (entre algún lugar de Mali, donde a veces tiene que buscar durante días a su padre nómada, y Francia) "busco el punto de equilibrio, y lo logro gracias al recuerdo que tengo de la vida sencilla en mi infancia".

Su padre le decía "que lo que tenemos en las manos a lo mejor desaparece. Pero lo que tenemos en la mente y en el corazón no desaparecerá nunca". Leer sirve para conservar lo que nos dice la mente, "y en el caso de los africanos educarse sirve para trabajar mejor, para usar mejor los medios, y para no dejarse llevar por el victimismo". Los que tienen sed, hambre e ignorancia, "por más que tengan medios para cultivar el campo, si no tienen educación jamás podrán avanzar".

Extraido de: EL PAIS