lunes, 17 de septiembre de 2012

Rafik Schami


¿Es posible transformar una historia manida en una novela sorprendente? Para aquellos que crean en la teoría de las "tramas limitadas" que cierta vez Kurt Vonnegut comentó a Enrique Vila-Matas, no es ésta sino una pregunta retórica. Pero uno apenas es capaz de eludirla cuando se enfrenta, con avidez lectora y ciertas dosis de valentía, a las 827 páginas que componen El lado oscuro del amor, la obra maestra del atípico escritor sirio Rafik Schami.
Nacido en Damasco en 1946, año en el que Siria proclamó su independencia de Francia, Schami es una celebridad en Alemania, sin apenas eco en su tierra natal y con escaso recorrido en el resto de los países que tejen el complejo tapiz de tradiciones de Oriente Próximo. Ariete de la denominada Migratenliteratur o literatura inmigrante, sus libros, escritos en la lengua del país que en 1971 le acogió para doctorarse en Química, siempre han gozado del favor del público. El lado oscuro del amor salió a la luz en 2004, como estrella de la Feria del Libro de Berlín, que tenía la cultura árabe como principal invitada. Desde entonces, la angustiosa -en el sentido unamuniano del término- historia de amor de Farid y Rana -dos jóvenes sirios nacidos en el seno de sendas familias rivales cristianas- ha vendido más de 300.000 ejemplares, sólo en Alemania.

El lado oscuro del amor

Rafik Schami
Traducción de Carlos Fortea
Salamandra. Barcelona, 2008
827 páginas. 25 euros

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¿Qué lleva entonces al éxito el sempiterno recurso del amor prohibido, la vieja trama presente en todas las culturas y encarnada por celebérrimos amantes desgraciados como Romeo y Julieta en Occidente, y Maynun y Laila en el imaginario romántico árabe? Quizá la respuesta hay que buscarla en la pericia narrativa de un autor en evidente plenitud, capaz de injertar estilos diferentes, y envolverlos con mimo de pastelero en los grandes dilemas que atribulan al hombre, para contar no sólo la tragedia y el triunfo del amor, sino también para dibujar con un trazo lacerante el tragicómico y errabundo devenir de los árabes a lo largo del siglo XX. En la novela de Schami, a la que el narrador sirio dedicó tres décadas de su vida y numerosos borradores que jamás fueron leídos, se condensan las obsesiones universales que este químico inmigrado esbozó en su primera gran composición, Un puñado de estrellas, novela de tintes políticos aparecida en 1987: en aquel "diario de un joven damasceno", trufado de elementos autobiográficos -recurso que se repite en El lado oscuro del amor-, Schami ya contraponía la amistad y la traición; la acción política y el escepticismo; la corrupción y el falso patriotismo árabe; la censura y los derechos humanos; el conflicto social y la solidaridad vecinal; la rancia moralina y los instintos naturales; el valor y el miedo; el amor en toda su expresión versus el odio irracional tribal. Todos ellos relucen ahora "en la novela de su vida" hilvanados en una sucesión armónica de estilos que se integran con maestría en casillas irregulares, como si de un gran tetris literario se tratase. "En cada una de mis novelas invierto mucho tiempo en encontrar la forma más adecuada para el tema. Pero mi espíritu es el mismo en todas ellas. Se trata de un mosaico compuesto por muchas teselas", explica el autor. EnEl lado oscuro del amor, este gusto del escritor por la diversidad narrativa alcanza el paroxismo argumental y estético. A lo largo de los 300 relatos que integran los 28 capítulos que componen los nueve libros en los que se divide la obra, el lector en ocasiones se siente sumergido en una de las grandes novelas hispanoamericanas, otras cree escuchar los ecos de la narrativa oral de las mil y una noches; los cuadros costumbristas del realismo europeo o el mejor tono de denuncia de la literatura de combate. "Cada tesela debe ser compacta y estar bien delimitada; la poesía emerge al unirlas, al combinar los colores", argumenta Schami.
Es quizá en esta última celdilla reivindicativa del gran panal donde mejor se percibe la madurez compositiva de este autor árabe que ha renunciado a la versatilidad de su lengua materna para enjaular la disección de su cultura de origen en la aparente rigidez del verbo germánico. Su pluma se afila para dibujar una acerada y elegante crítica de la sociedad árabe, alejada de los estereotipos a los que estamos acostumbrados en Occidente. Disfruta del privilegio de la equidistancia que le otorga su propia experiencia como emigrado. La acción sucede en la Siria de la primera mitad de la pasada centuria y en el Damasco del socialismo árabe y los golpes de Estado. Pero igual podría haber sido El Cairo o Bagdad de aquellos mismos días. Su relato rompe tabúes y desciende a la cotidianidad. Los conflictos religiosos quedan relegados y cobran protagonismo las tradiciones ancestrales. Lo que interfiere el amor de Farid y Rana no son las creencias, sino el linaje, "que desde hace dos mil años rige el día a día de los árabes". La corrupción y la sevicia no entienden de dioses, sino que parecen atributos innatos. El honor como principio obsoleto no es patrimonio exclusivo de una comunidad, sino que los árabes, tanto musulmanes como cristianos, lo han colocado entre las piernas de las mujeres, llega a decir el autor en uno de sus mejores pasajes, mientras se dejan manipular por las potencias extranjeras en sus propios países. La desgracia de los árabes reside en su propia incapacidad y su vena cainita. Dotado de una ágil ironía, uno de los personajes de la novela asegura "comprender todas las desgracias de los árabes" cuando "tres sirios ayudan a un francés corrupto y cobarde a torturar a un compatriota".
Pero aun así, Schami insiste en que El lado oscuro del amor es, sobre todo, "una novela de amor". Un ejercicio vital en el que desgrana una obsesión personal: "El gran tema del amor prohibido en la cultura árabe. El pasado y el presente árabe", asegura, "no pueden comprenderse sin tener en cuenta la prohibición del amor". El entorno político, la sucesión de dictadores, la podredumbre de los servicios secretos no parecen más que aditivos llevados al relato con la misma misión que desarrollan en el mundo real, "subvertir. Pero eso no convierte la novela en política... Esta novela pretende hablar del amor cuando éste se encuentra en las peores condiciones. Los militares, las cárceles y los políticos son escenarios y requisitos ineludibles. Del mismo modo que el agua aparece en una novela de pescadores, los partidos y los políticos están presentes en los acontecimientos de mi novela". Si, además, se logra deslizar un barniz didáctico, el círculo se completa. Cuando, sin apenas cansancio, se cierra la tapa del voluminoso libro, permanece la sensación de que es cierta la idea del propio Schami de que con El lado oscuro del amor los lectores "aprenden más de este mundo... que el hombre más poderoso de la Tierra con la ayuda de sus expertos, profesores, politólogos y servicios secretos".

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