Caballos de Genghis Khan, Mongolia 2009
16/09/2011
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Tras las exitosas La historia del camello que llora (2003) y El perro mongol (2005),
Byambasuren Davaa vuelve con un documental que se inserta en el alma de
este país, nos descubre una parte de su impresionante cultura y sus
inmensos paisajes, y traslada al espectador con tanto virtuosismo al
centro de sus tradiciones, que salimos del cine con la sensación de
haber pasado las vacaciones en este territorio tan lejano y desconocido.
Urna
Chahar-Tugchi, cantante nacida en lo más recóndito de la Mongolia
interior y una estrella de la canción adulada en China, prometió a su
abuela conservar un destrozado violín de cabeza de caballo.
Este instrumento, denominado morin khuur,
es el emblema de la cultura nómada de este país y cada familia conserva
uno que debe transmitir a la próxima generación. Considerado patrimonio
inmaterial de la humanidad por la UNESCO, este instrumento y su
práctica se encuentra en vías de desaparición.
El
violín de Urna ha atravesado la noche de los tiempos con bastantes
dificultades. A la agitada historia de su país sólo ha sobrevivido la
parte superior del violín y unos versos de la antigua canción, Los dos
caballos de Genghis Kahn, grabados en la madera del astil del
instrumento. Urna decide visitar la Mongolia del norte para restaurarlo y
encontrar la letra de esta canción. Aventura que no será tan fácil como
aparenta.
En
este fabuloso viaje seguimos a Urna por un inmenso país de una belleza
espectacular. Un territorio alucinante con la densidad geográfica más
baja de todo el planeta: 1,73 habitantes por kilómetro cuadrado. O sea,
como para perderse…
Y
en el camino nos encontraremos con un peculiar autobús, una boda en
plena estepa, un exótico chamán y toda una galería de personajes que la
directora filma con verdadero amor y mucho sentido del humor.
Un
documental tan refinado, sensible, risueño y divertido que da ganas de
instalarse en el país (pequeño problema, la temperatura varía entre los
-40 grados en invierno y los 40 en verano) y extremadamente útil. Jamás
hubiese imaginado que esta película me enseñaría cómo enviar un mensaje
telefónico en un lugar donde no hay suficiente cobertura. Otra de las
ventajas del cine invisible: aprendes una barbaridad.
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