Tres poemas de Maram al-Masri
Es imposible conocerla y no enamorarse perdidamente de ella.
Es imposible no mirarla embobada mientras lee en árabe aunque non entiendas ni una palabra.
Nadie sale ileso del tacto de Maram.
Es macnífica.
Y
cuando lees ALMAS CON PIES DESNUDOS (Lancelot, 2016) a solas, en tu
casa, con su voz siria resonando en tu cabeza, te das cuenta de que
Maram tiene mucho que decir. Y entiendes muchas cosas. Y de nuevo cobra
sentido esto de la poesía.
SARA
Hija
de Sana
Edad:
9 años
¿Por qué mi padre
le pega a mi madre?
Es que no sabe planchar
sus camisas.
Cuando yo sea mayor
plancharé las camisas
muy bien.
VELA
Caminas,
como si el negro de un cuervo te vistiera
te abrazara entre sus alas.
Has arrojado un velo tupido
sobre tu cuerpo,
cuerpo de deseo
cuerpo
de pecado
casa
de Satán.
Sumisa,
vuelves al vientre de la nada,
aceptando desaparecer.
Ya no estás.
chador
mortaja
envoltura
prisión tumba
Lejos de los ojos del sol,
del
viento y de la brisa,
lejos
de los ojos de la vida,
caminas
cuervo espantado
ladrón aterrado
Vuelas
el poco aire
que te dejan respirar
A tu alrededor: mil oscuridades
y noche
Oh hermoso ser
madre e hija de la vida
quítate el velo.
NAÏMA
Madre:
Fadma
Padre:
Lahcen
Edad:
32 años
Profesión:
ninguna
La tele, para Naïma,
es la ventana
por donde entra el aire,
es su café matinal
con sus compañeras Brooke y Sue Helen,
las heroínas de Amor, gloria y belleza;
aunque no entienda su idioma.
Desde que llegó a Francia
Naïma vive en una casa
que se cierra con llave
cada vez que su marido sale.
Naïma no tiene derecho a salir,
a hablar con los vecinos,
a sonreír delante del espejo
ni a ver la tele
(él ha escondido el mando
en un lugar inaccesible).
En ausencia de su marido
Naïma se ha herido en la mano
al sacarlos por la hendidura del mueble.
Aprieta botones
y consigue
escaparse de casa
a través de la pantalla.
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