domingo, 24 de junio de 2018

Tailandia

LA CIUDAD

La capital de Tailandia es una de las ciudades de referencia del Sudeste Asiático. Bangkok ha experimentado un gran crecimiento los últimos años pero, a diferencia de otras, uno de sus mayores atractivos es que conserva prácticamente intactas muchas de sus tradiciones. Empezando por su nombre: aunque se la conoce internacionalmente como Bangkok, antes de convertirse en la megalópolis actual –alcanza los ocho millones de habitantes– era conocida por Krung Thep Mahanakhon, que es como se dice en tailandés Ciudad de los Ángeles. Su nombre ceremonial sin embargo es 'Krungthepmahanakhon Amonrattanakosin Mahintharayutthaya Mahadilokphop Noppharatratchathaniburirom Udomratchaniwetmahasathan Amonphimanawatansathit Sakkathattiyawitsanukamprasit'. Es el nombre de ciudad más largo del mundo, pero curiosamente no aparece en el Libro Guiness de los Récords porque se trata de un topónimo en desuso.
Alrededor del 95% de la población de Bangkok se declara budista, por lo que no es de extrañar que encontremos templos diseminados por cualquier rincón de la urbe. Los más madrugadores podrán ver también cómo los monjes salen en fila del monasterio, siempre descalzos y con un cuenco de metal en las manos donde los fieles depositan ofrendas en forma de alimentos para su subsistencia. En teoría, ellos no pueden trabajar ni ganar dinero, pero en la práctica reciben también limosnas en efectivo (no solo en especie) que utilizan para pagar algunos servicios ineludibles en la sociedad moderna, como el transporte.
Vendedores en un mercado flotante en Bangkok. ampliar foto
Vendedores en un mercado flotante en Bangkok. Getty
El animismo también forma parte de la vida cotidiana de los tailandeses. Por ello las entradas de las casas y edificios cuentan con pequeños templos diminutos para dar cobijo a los espíritus que habitaban dicho lugar antes que los humanos. Su tamaño está condicionado por las dimensiones de la finca, por lo que cuanto más grande sea la construcción, mayor tamaño debe tener ese espacio dedicado a los espíritus.
Cuando visitamos Bangkok probablemente nos llame la atención la veneración de los tailandeses hacia la monarquía. Sin embargo, el nuevo rey, Maha Vajiralongkorn, no es tan popular como Bhumibol, que después de 70 años en el trono falleció el 13 de octubre de 2016. Eso sí, más de un años después su imagen sigue muy presente en las calles de Bangkok (en forma de grandes retratos oficiales) y en muchos locales comerciales. La monarquía está protegida además por una de las leyes de lesa majestad más estrictas del mundo que hace imposible cualquier discusión sobre el papel de la familia real. Según el artículo 112, las personas acusadas por difamar, insultar o amenazar al rey, la reina, el heredero o los regentes pueden enfrentarse a un pena de hasta 15 años de prisión por cada delito, aunque no especifica qué puede constituir una ofensa y cada caso se interpreta de forma particular.
Puesto de comida callejera en el barrio de Chinatown, en Bangkok. ampliar foto
Puesto de comida callejera en el barrio de Chinatown, en Bangkok.
Hay otra cosa que llamará la atención al visitante: los tailandeses comen a todas horas y casi nunca cocinan. Los mercados rebosan de aperitivos y en las calles podemos encontrar una amplia oferta de street food hasta altas horas de la noche. En algunos barrios los puestos callejeros no obstante han comenzado a desaparecer desde que la Junta militar se hizo con el poder en un golpe de Estado en 2014 e inició una campaña de limpieza para “devolver las aceras” a los tailandeses.
Una visita a Tailandia no está completa sin otros dos clásicos: un masaje tailandés y un recorrido en uno de sus populares tuk tuk, motos de tres ruedas utilizadas por locales y turistas que se han convertido en un símbolo nacional. Pero después de los largos paseos para explorar a fondo la capital tailandesa y de disfrutar de su variada gastronomía (especialmente su versión callejera), también toca escaparse de ella hasta las paradisíacas playas del sur del país y las verdes montañas del norte, hogar de algunas minorías étnicas como los Hmong, Akha, Yao o Lahu.

DORMIR

Cinco hoteles muy variopintos

Baan Yok (221 Khwaeng Pom Prap, Khet Pom Prap Sattru Phai. Metro MRT Hua Lamphong. +66 851 26 0046). Una casa antigua de estilo sino-portugués de los años 20 ubicada en el barrio tradicional Chinatown. En los bajos se encuentra el pequeño bar de tapas españolas “El Chiringuito”. Una advertencia: no confundirnos con el Soi Nana de la calle Sukhumvit).
Cozy Bangkok (41/146-148, Soi Sunthon Pinol, Rama 4 Road, Rong Muang. Metro MRT Hua Lamphong. +66 261 19 178). Ubicado a tres minutos caminando del autobús y a 10 minutos del metro, se trata de un hotel familiar con buena relación calidad precio.
Riverline Guest House (Samsen Road Soi 1. +66 228 27 464). Probablemente es uno de los hostales más económicos de la ciudad, cuya azotea tiene unas bonitas vistas al río. Eso sí, ubicado en una pequeña bocacalle de la calle Samsen no cuenta con metro ni estación de tren elevado cerca.
Narai (222 Silom Road. +66 223 70 100). Un cuatro estrellas muy bien situado (en la céntrica calle Silom), se encuentra entre el tren elevado BTS de Saladaeng y Chong Nonsi, no muy lejos del embarcadero de Sathorn.
Pullman Hotel G (188 Si Lom, Bangrak, Khet Bang Rak, Krung Thep Maha Nakhon 10500. +66 235 24 000). Un hotel de diseño (y cinco estrellas) en la calle Silom con amplios ventanales y vistas espectaculares de la capital tailandesa. Está a siete minutos a pie de la estación de tren aéreo BTS Chong Nonsi y cerca de la estación de MRT Silom.

COMER

Cinco restaurantes y un paraíso 'streetfood'

Bo.Lan (24 Sukhumvit 53 Alley, Khwaeng Khlong Tan Nuea. Tren elevado Thong Lor, salida 1. +66 226 02 962). Conocido desde hace años como uno de los mejores de la ciudad y ubicado en el área de Thonglor, el menú está inspirado en la comida tradicional tailandesa, preparada con ingredientes orgánicos de producción local. Los platos están muy bien elaborados, deslumbrando al comensal con su presentación y, sobre todo, su sabor. Desde 680 bahts (17 euros) por persona.
Le Du (399/3 Soi Silom 5. Tren aéreo Chong Nonsi, salida 4. +66 929 19 9969). En la zona de Chong Nonsi, su nombre significa “temporada en tailandés”. Cuenta con un menú de raíces tailandesas y toques internacionales. El lugar es algo difícil de encontrar, está escondido en una pequeña bocacalle entre las calles Silom y Sathorn. El precio para una cena de cuatro platos ronda los 990 bahts (26 euros).
Err (394/35 Maharaj Road, en una bocacalle sin nombre que conduce al río. +66 26 222 2912). En este restaurante informal los precios de los platos oscilan entre los 60 bahts (1,5 euros) de los aperitivos hasta los 360 bahts (9,5 euros) del plato más caro de la carta. El comedor es pequeño, pero tiene mucho encanto, mezclando antigüedades con juguetes para niños. Está situado detrás del conocido Wat Pho, en la Ciudad Vieja.
Suppanniga (160/11 Soi 55 Sukhumvit Road, Klongton Nuer Wattana. Tren elevado Thong Lor. +66 271 47 508). Dentro del área de Thong Lor, se inspirado en las recetas de la abuela del propietario. Los platos son una variedad de comida tradicional de la costa este y noreste de Tailandia. La decoración es elegante y los precios asequibles: los platos rondan los 150 bahts (4 euros).
Pad Thai Thip Samai (313 Mahachai Road.+66 222 16 280) Este modesto local en la zona de Phra Nakhon es conocido por preparar el mejor pad thai de la ciudad, ya que se elabora utilizando carbón en lugar de gas. La cola comienza desde que encienden los fogones a las cinco de la tarde. El precio ronda los 80 bahts (2 euros) por persona.
La mejor comida callejera
Entre los lugares más populares para disfruta del famoso street food de Bangkok se encuentra la calle Sukhumvit Soi 38 (salida 4 de la parada de tren elevado Thong Lor), el mercado de Charoen Krung (parada Saphan Taksin), la calle Silom 20 (salida 2 de la parada Chong Nonsi) y el mercado de Phetchaburi del Soi 5soi es el término utilizado para designar una bocacalle–, en la parada Ratchathewi.

LA NOCHE

Cuatro azoteas alucinantes

Sky bar (The Dome at Lebua, 42 Road, Bangrak, 1055 Silom Road. +66 262 49 999). La azotea está en la planta 64 del hotel Lebua y tiene vistas al río. Se ha convertido en una visita obligada tras la caída del sol. Está a 10 minutos caminando del tren elevado BTS de Saphan Taksin.
Vértigo y Moon bar. (21/100 Banyan Tree Hotel, South Sathon Road. Tren elevado BTS Sala Daeng. +66 267 91 200). Está azotea en la planta 61 del hotel Banyan Tree está ocupada al completo por el bar y el restaurante. Por su diseño uno tiene la impresión de encontrarse en una nave espacial. Eso sí, a bordo no se permiten ni pantalones de playa ni las chanclas. El bar abre desde las 17.00 hasta la 1.00 de la madrugada.
Above Eleven (38/8 Soi Sukhumvit 11, Khlong Tan Nuea, Khet Vadhana. Tren elevado BTS Nana. +66 835 42 1111). Un local moderno que se encuentra en la planta 32 de uno de los edificios de Sukhumvit soi 11. Los cócteles tienen un precio algo elevado.
Octave rooftop (57 Sukhumvit Road, Klongtan-Nua, Khet Watthana, Krung Thep Maha Nakhon 10110. +66 2 797 0400). Situado en la azotea del hotel Marriott, es un buen lugar para ver la puesta del sol con una panorámica de 360 grados. Abre a las 17.00 y aunque está algo apartado de las zonas más turísticas, la estación de tren elevado BTS Thong Lor quda a penas a tres minutos.

De clubs

Sing Sing Theater (Sukhumvit 45, Bangkok 10110. Tren elevado BTS Thong Lor). Esta divertida sala de fiestas de diseño creativo tiene dos bares y una pista de baile central para actuaciones en directo. El precio de una cerveza es de 180 bahts (4,7 euros). Está abierto de 20.00 a 2.00.
Spicy. (Rong Muang 1, Rong Mueang, Bangkok 10330. Tren elevado BTS National Stadium). Uno de los clubs más populares de la ciudad, conocido por su amplia pista de baile. La entrada, eso sí, cuesta 300 bahts (7,9 euros) e incluye una bebida.
Mixx (Intercontinental Hotel, 973 Ploenchit Road, Siam. Tren elevado BTS Chit Lom). Este club tiene dos salas: en la principal pinchan hip hop y música pop, mientras que la más pequeña está reservada al house. La entrada cuesta 350 bahts (9 euros) con una bebida.
Studio Lam (10110, 51 Sukhumvit Rd, Khwaeng Khlong Tan Nuea, Khet Watthana, Krung Thep Maha Nakhon 10110. Tren elevado BTS Thong Lor). Una pequeña sala con una decoración básica y conocida por sus sesiones de DJ y música en vivo.
Moustache (Ratchada Soi 7. Metro MRT Thailand Cultural Centre). La noche en Bangkok termina temprano, en torno a las 2.00, por eso after-club se ha convertido en una alternativa para los más juerguistas: permanece abierto desde las 21.00 bien entrada la madrugada.

QUÉ HACER

Seis planes irresistibles

Navegando el Chao praya
Una travesía fluvial por el río de Bangkok es una actividad imprescindible en la capital tailandesa. Desde el muelle central de Sathorn salen todos los días cruceros organizados con cena, música y copas a bordo, en una terraza abierta. También podemos vivir la experiencia de forma más cotidiana en uno de los barcos públicos utilizados por los tailandeses en su transporte diario.
Masaje tailandés
El Thai massage forma parte de la cultura tailandesa. Se realiza utilizando pulgares, rodillas, codos, pies y estiramientos. Los centros de masajes se encuentran en cada barrio, prácticamente en cada calle. Los precios oscilan entre 100 (2,6 euros) y 500 bahts (13,2 euros), en función de la zona y las comodidades que ofrezca el local.
Chatuchak
El popular mercado de Chatuchak abre los sábados y los domingos de 6.00 a 18.00. Es el más grande de Tailandia con una extensión de 140 mil metros cuadrados y 8.000 mil puestos al aire libre donde se encuentra prácticamente todo tipo de ropa, objetos de decoración y souvenirs. Está situado junto a la parada de tren elevado Mo Chit y el metro Chatuchak.
Chinatown
Creado por la población comunidad china emigrante en 1782, se diferencia perfectamente de otros puntos de la ciudad gracias a sus edificios bajos que mantienen toda su autenticidad. Cuenta con numerosos mercados y puestos de comida callejera. La calle más popular del barro chino de Bangkok más conocida es Yaowarat, especialmente cuando cae el sol y se encienden los neones.
Gran Palacio
Es el gran símbolo de la monarquía. Ubicado en la parte vieja de Bangkok, a orillas del río Chao Praya, sirvió como residencia oficial hasta el reinado del rey Chulalongkorn, a finales del siglo XIX. Entre los puntos más destacados de la visita se encuentra el templo Wat Phra Kaew, que contiene al Buda de Esmeralda.
Mercado flotante
Aunque actualmente los mercados sobre el río son en su mayoría muy turísticos, merece la pena conocerlos. El más grande y popular es el de Damnoen Saduak, situado a 100 kilómetros al suroeste de la ciudad. Se puede llegar hasta aquí con una excursión organizada o bien en transporte público desde la estación del sur. Otros mercados flotantes menos conocidos son el Wat Bamphen Nuea y Wat Bamphen.
Vista del icónico Wat Arun (templo del amanecer), en Bangkok (Tailandia). Getty

Tailandia

BANGKOK

Lawrence Osborne

Traducción de Magdalena Palmer
Los turistas viajan a Bangkok por muchas razones: una cita amorosa, una operación de cambio de sexo, una estancia en un hotel de lujo o simplemente por el hecho de desaparecer unos cuantos días. Lawrence Osborne viajó a Bangkok por la odontología barata. Una vez allí descubrió que podía vivir con unos pocos dólares al día. Y decidió quedarse. Osborne es un flâneur, se pasea por las calles de la ciudad, por los canales de la parte vieja, es un asiduo del restaurante No Hands, merodea por los barrios olvidados, los templos derruidos y los bares y clubs de alterne para mostrarnos un lugar vivo, febril, donde una antigua mezcla de la práctica budista y las nuevas costumbres sexuales ha terminado creando una versión de la modernidad que poco tiene que ver con Occidente. Como los perdedores de las novelas de Graham Greene, Osborne quizá llegó hasta Bangkok para dejar atrás su vida, tal vez porque Bangkok es una ciudad que no se parece a ninguna otra, por encarnar una nueva, fantasmagórica, y en gran parte aún inexplorada forma de vida.

«Cualquier occidental curioso que desee emprender un viaje oriental y decadente con un escritor que lo mantenga pegado a sus páginas, debería sin duda comprar un ejemplar de Bangkok.» The New York Times
Número de páginas: 288
Formato:  20 x 12,5 cm
ISBN: 978-84-17109-50-9
Primera edición: 30 de abril de 2018
PVP:  19,90 €

La prensa dice
Extracto del libro
Ebook
Vídeo

Voz d ela smujeres marroquies

Leila Slimani, una voz crítica en favor de las marroquíes

Lifestyle

La escritora Leila Slimani en su casa de París
La escritora denuncia en sus libros las injusticias y los prejuicios sociales que todavía prevalecen en su país contra las mujeres. Durante su reciente visita a España conversamos con ella sobre los temas que constituyen el eje de su obra: el sometimiento femenino en los regímenes islámicos, la falta de libertad sexual y la necesidad de un cambio profundo en las sociedades donde el patriarcado se confunde con la religión.
Dice Leila Slimani (Rabat, 1981) que cuando publicó su primera novela -'Dans le jardin de l'ogre'- algunos periodistas franceses se sorprendieron de que una marroquí escribiera una obra así. "Se referían a un libro sobre sexo escrito con total libertad", asevera la autora franco-marroquí, que viene de participar en el Tres Festival. Voces del Mediterráneo que se ha celebrado en Granada. "Les llamaba poderosamente la atención que la protagonista fuera una mujer que padece adicción sexual", añade.
La desgarradora historia de su siguiente libro, 'Canción dulce', le valió el Premio Goncourt, que recogió con 29 años. Ahora publica en España 'Sexo y mentiras' (Cabaret Voltaire), un texto que vuelve a dar voz a las marroquíes para abordar la miseria sexual como herramienta de sumisión. "Durante la presentación de mi primera novela participé en una serie de charlas, conferencias y encuentros por varias ciudades de Marruecos", recuerda Slimani durante su cita con Yo Dona, "no podía imaginar que las allí congregadas tuvieran tanta necesidad de hablar sobre la sexualidad en un país que solo les ofrece dos alternativas: virgen o esposa".
Sexo y mentiras recoge el testimonio anónimo de varias mujeres que quisieron compartir con la escritora su experiencia y su sufrimiento: "Durante los años que trabajé como periodista en L'Express y Jeune Afrique tuve la oportunidad de escribir sobre ciertos tabúes de la sociedad marroquí. Sin embargo, estas conversaciones iban un paso más allá. No se trataba de entrevistar a alguien como parte de un reportaje, sino de analizar un fenómeno en toda su complejidad a través de una serie de confidencias íntimas y a menudo dolorosas". En ese sentido, asegura, Sexo y mentiras no es un estudio sociológico ni tampoco un ensayo sobre la sexualidad, sino que se limita a recoger la palabra de personas que se debaten entre la emancipación y el respeto a las tradiciones. "Una mujer a la que no le está permitido desear y cuyo cuerpo se somete al control social no puede cumplir plenamente su papel de ciudadana", explica.
El momento para la publicación de su libro no pudo ser más oportuno, por otra parte. "Las revoluciones árabes, el emerger de las clases medias y la aparición de las redes sociales han permitido, en cierta medida, levantar el cerco del silencio", asegura Slimani. De ahí que sus charlas por varias librerías del país se convirtieran en una improvisada mesa de debate donde se trataban abiertamente algunos asuntos que en los últimos años han conmocionado a una opinión pública cada vez más crítica con el régimen coercitivo impuesto por la religión y el patriarcado.
"Por aquellos días se hablaba mucho de Amina El Filali, una menor que se suicidó después de ser obligada a casarse con su violador de acuerdo a la legislación penal marroquí, que permite al agresor eludir la cárcel a través del matrimonio", rememora la autora.
Otro de los escándalos de los que se hace eco su libro es el de la película 'Much Loved' (2015), que tenía como protagonistas a cuatro prostitutas de Marrakech. Las autoridades no solo prohibieron su estreno en las salas, sino que una de las actrices tuvo que huir a Francia después de ser agredida. "Fue insultada e injuriada por ser una mujer libre", lamenta Slimani.
Tampoco comprende la escritora el alboroto que desató ese mismo año el concierto de Jennifer Lopez en Rabat, al que acudieron más de 100.000 personas: "Unas horas después unos internautas inundaron las redes con críticas sobre el contenido pornográfico del espectáculo, lo que obligó al ministro de Cultura y Comunicación a pronunciarse en un comunicado, donde tildaba el concierto de inaceptable".
Cada capítulo comienza con la descripción del encuentro con la confidente para luego profundizar en sus angustias e inseguridades. «Uno de los pilares de la sociedad marroquí es el concepto de b'chuma, que se puede traducir como vergüenza y que te inculcan desde la infancia», escribe.
Lo que más la removió de las historias que escuchó -y que ha plasmado con "absoluta fidelidad", asegura- fue comprobar que la libertad no siempre es una victoria. "Convertirte en una mujer adulta es un camino sembrado de humillaciones. Si alguien quiere hacernos daño encontrará la manera de atacarnos y denunciarnos ante la justicia. Incluso las mujeres que trabajan y gozan de independencia económica saben que no pueden decir ciertas cosas ni mantener determinadas actitudes. Aun con todo, en mi libro se sirven del arma más poderosa que existe contra el odio: las palabras", dice la escritora. Y cita a Michel Foucault para referirse a la sexualidad "como un cruce fronterizo especialmente denso para las relaciones de poder".
Aunque quienes hablan en su libro parecen habitar en una realidad paralela y silenciosa, 'Sexo y mentiras' no es una distopía, sino un retrato hiperrealista de la sociedad marroquí.
La ecuación se complica cuando analiza los aspectos económicos de la clandestinidad sexual. "Estamos hablando de una forma de capitalismo feroz que ha encontrado en las cirugías de himenoplastia a modo de certificado de soltería y en los laboratorios que comercializan falsas membranas un auténtico maná económico", dice Slimani. Solo al final del texto la autora da voz a algunos hombres. "No los excluí premeditadamente, sino que fueron principalmente mujeres las que se acercaron a hablar conmigo", asegura.
El aborto es uno de los temas que más preocupan a las marroquíes. En Marruecos, el nuevo Código de la Familia, promulgado en 2014, permite declarar al hijo nacido fuera del matrimonio, pero si el padre no lo reconoce, la madre debe elegir para él un nombre que empiece por el epíteto Abd y un apellido de una lista, "de ahí que cientos de mujeres abandonen a los bebés concebidos en la ilegalidad".
En 2010 se registró una media de 24 abandonos diarios y se calcula que se practican cerca de 600 abortos anuales, muchos de ellos en condiciones atroces. "A pesar de que el tema está en boca de todo el mundo, parece imposible legalizar esta práctica en un país donde las relaciones extramatrimoniales son ilegales", denuncia la escritora.
En Marruecos también es impensable que dos personas manifiesten en público gestos de afecto. "La primera vez que viajé a París tenía 10 años y recuerdo haberme quedado estupefacta al ver a una pareja que se besaba en plena calle ajena a los transeúntes. En mi país habría sido una escena insólita y potencialmente peligrosa", asegura.
Relata Slimani el caso de dos adolescentes de la ciudad conservadora de Nador que en 2013 colgaron en Facebook una foto en la que aparecían besándose: "Detuvieron a la pareja, así como al fotógrafo, y los acusaron de atentado contra el pudor".
La reacción de las redes sociales no se hizo esperar. "Muchos jóvenes, en señal de rebeldía, colgaron fotos de besos y varias asociaciones surgidas tras el movimiento 20 de Febrero llegaron a organizar una besada colectiva delante del Parlamento de Rabat", concluye.
Slimani se resiste a pensar que la sociedad marroquí sea por naturaleza puritana: "La religión musulmana puede verse en primer lugar como una ética de la liberación, de la apertura al otro, como una moral íntima". Y añade: "La ternura, la seducción y el humor se valoran mucho en la cultura popular". Sin embargo, desde hace unos 30 años la influencia del 'wahabismo', lo que ella llama "el islam sin alma", ha vulnerado ese sentimiento de 'hanan', de ternura.
Por eso, insiste la autora, es tan importante defender la libertad sexual como un derecho fundamental. "Ejercer la propia ciudadanía sexual, disponer cada cual de su propio cuerpo como quiera, llevar una vida íntima sin riesgo, fuente de placer y de libre coerción, son necesidades fundamentales y derechos que deberían considerarse inalienables y garantizados para todos".

sábado, 2 de junio de 2018

Cristina Fernández Cubas




Cristina Fernández Cubas en el encuentro con los clubs de lectura asturianos en Quirós.
2 de junio 2018