312 páginas.
ISBN: 8498362571.
Primera Edición edición (11/2007).
GHADA SAMMÁN (n. Damasco) es una de las personalidades más importantes de la literatura árabe contemporánea. Su obra, que cuenta hasta ahora con una treintena de títulos, ha sido traducida a más de diez idiomas, entre ellos los más universales. De familia culta, su padre fue ministro
de educación en Siria, se licenció en literatura inglesa por la universidad de Damasco y, posteriormente, se trasladó a Beirut para hacer el máster en literatura inglesa, que concluyó con una tesis sobre el teatro del absurdo, tendencia ésta última que aparece a menudo en su literatura. Entre 1966 y 1969 se vio obligada a cortar sus relaciones con su país natal, y viajó por Europa ejerciendo diferentes trabajos en prensa, radio, enseñando inglés, etc. Fueron años arduos que marcaron su vida y su obra, como ella misma reconoce. Desde entonces, al igual que tantos intelectuales árabes, ha vivido a caballo entre Líbano, su primer país de adopción, y Europa, concretamente en Londres, y más tarde en París, donde reside desde hace años. Irrumpió en la vida literaria árabe en 1962 con la colección de relatos 'Ayna-k qadari (Tus ojos son mi destino), que dejó perpleja a la crítica por sus dotes creativas, su personalísima técnica y su decidido feminismo. Pasó a formar parte enseguida de lo que se dio en llamar "literatura femenina emancipada", aunque Ghada Sammán se diferenciaría del resto de sus colegas por su riquísima y variada obra literaria, que no se detuvo en los inicios, aun de alto nivel, como sucedió con otras escritoras, sino que se fue incrementando, diversificando y profundizando con cada publicación, hasta convertirse en una figura excepcional de las letras árabes. Maestra del relato corto, con libros como La bahr fi Beirut (En Beirut no hay mar) (1963), Layl al-guraba' (La noche de los extraños) (1966) o Rahíl al-marafi' al-qadima (Partida de los antiguos puertos) (1973), ha publicado también novelas tan representativas en la historia de la literatura árabe contemporánea como Beirut 75 (1975), en la que la autora intuye y pronostica la guerra civil de Líbano y el hundimiento del país en el caos y la locura colectiva, a la que siguieron Kawabís Beirut (Pesadillas de Beirut), sobre los horrores de la propia guerra, que ella sufrió en sus carnes, o Laylat al-miliar (La noche de los mil millones), también sobre la guerra de Líbano, pero vista desde la perspectiva de quienes se marcharon llevándose sus fortunas al extranjero. Estas tres novelas, junto a su reciente Sahrat tanakkuriyya li-l-mawtà (Baile de disfraces para muertos) (2003), se erigen en la más tremenda e impactante pintura literaria realizada sobre la Guerra Civil del Líbano y sus dilatadas consecuencias. Trabajadora, polifacética y siempre sorprendente por la multiplicidad de registros que atesora, Ghada Sammán ha escrito también teatro, poesía, literatura de viajes, artículos de opinión, crítica literaria, textos abiertos, reportajes periodísticos, ensayos sobre la problemática de la mujer y la sociedad árabes, y sobre otros temas candentes del presente, o sobre asuntos menos frecuentados, como la locura, los fenómenos al borde de la lógica y de la ciencia, los efectos de algunos alucinógenos, la literatura infantil, etc. Ella es, a su vez, objeto de atención permanente por parte de la crítica, y su literatura ha merecido numerosas tesis doctorales y ensayos, entre los que se cuentan estudios comparativos de su obra con la de Virginia Wolf, Doris Lessing y Simone de Beauvoir. También ha sido comparada acertadamente con Italo Calvino, por su recurso a lo fantástico, al humor y el no encorsetamiento moral de sus personajes. La obra de Ghada Sammán es, en cualquier caso, muy personal, y rezuma una vasta cultura y una honda experiencia vital. En toda ella late una radical ansia de libertad e independencia, una persistente vocación de superar la doble crisis de la mujer árabe, como árabe y como mujer, siempre en unión con la transformación del hombre y la sociedad árabe en su conjunto, a lo que se añade un íntimo interés por el mundo psicológico, lo onírico, el tiempo y la memoria, y una visión romántica, en el sentido de trágica y vital del amor, que no cede a las convenciones, ni se resigna a la momificación de los sentimientos, según se aprecia de manera muy especial en su poesía 1.En La luna cuadrada (1994), el libro de relatos más reciente de la autora, se aúnan todos estos elementos de forma directa y magistral. Los diez relatos que componen el libro tienen una serie de elementos comunes que dan al texto una subyugante unidad de fondo, al tiempo que conservan su diferencia y nos sugieren una gran variedad de lecturas. Los protagonistas de los mismos son siempre emigrantes y exiliados libaneses, o sirios, residentes en París, Londres o Nueva York. En todos los relatos nos sorprende lo fantástico. Unas veces nos asalta desde el mundo de los sueños, otras desde la evocación del pasado, el instante de la muerte o la locura, para manifestarse en otros momentos a través de lo paranormal, y hasta de los fantasmas, como rara vez se ha visto en la literatura árabe del presente. Pero, lo importante es que este particular mundo de misterio y fantasía, de cierto aliento metafísico, trazado por Ghada Sammnan en la
Luna cuadrada, se presenta como una continuidad fluida y natural del mundo de la realidad, de lo cotidiano, y que todo ello es tratado, además, con un particular sentido del humor, no exento de mordacidad, ni de un agudo e insobornable sentido crítico de la sociedad árabe, contemplada a cada momento, por otra parte, desde una radical óptica feminista y profundamente comprometida con los valores humanos universales. Al no imponerse ni lo fantástico como tal, ni el sustrato de crítica social en sí mismo, el resultado es la creación de un mundo propio inquietante y enigmáticamente real, que fluctúa entre la lógica del mundo tangible y el espacio abierto del inconsciente, donde el deseo se muestra también con toda su crudeza, y se desenmascaran las debilidades y las pasiones humanas. Ghada Sammán penetra tanto en el más puro surrealismo, como en un romanticismo delicado y apasionado, en el que su prosa se vuelve especialmente poética y sutil. Los recuerdos, lo insólito, la transgresión de la realidad aparente, la confusión entre vida y muerte, la fantasmagoría, no sólo de vivos y muertos, sino del propio pasado árabe, la omnipresencia del mismo pasado con todas sus dichas y calamidades, la fugacidad del amor, la coacción de la libertad personal, de la mujer sobre todo, son los espacios por los que transitan los personajes de la Luna cuadrada, que se nos hacen todos ellos muy cercanos, aun en los casos en que por su biografía deberían sernos aborrecibles, gracias a la magia y al humor de la autora, que ha sabido presentárnoslos como espejo en el que se reflejan los rincones más oscuros y enigmáticos de nuestra propia alma. EL TRADUCTOR