Ha fallecido Don Mario, ... estos dias gentes amigas con las que me encuentro me han dado el pésame se me ha muerto DOn MArio, ... al leerlo en prensa muchas se han acordado de mi... me halaga que me asocien a él, ... Esta foto, una fotocopia de ella, pegada en una cartulina granate lleva siete años conmigo, colgada en la puerta de todas las escuelas e institutos donde he estado. Cada día la mira al irme, a mitad de alguna clase, cuando las cosas de ponen bravas, cuando me entra el deseo de irme, de abandonar, de desfallecer, lo miro y esos ojos me recuerdan que el mundo no empieza ni termina donde estoy, que es más grande de lo que imagino, que aún queda mucho por descubrir, que hay que resistir, y se me alborotan en la memoria retazos de sus versos:
... en las manos traigo viejas señales, son mis manos de ahora, no las de antes. Doy lo que puedo y no tengo verguenza del sentimiento...
... el exilio está tan lleno de memoria...
... te quiero, porque tus manos trabajan por la justicia....
...compañera usted sabe que puede contar conmigo, o hasta 2 o hasta 3, ... ¿como hacerte saber que siempre hay tiempo? que uno sólo debe desearlo... que casi todos somos albañiles de muros, que sería mejor construir puentes, que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve,... que volver no implica retroceder... lento pero viene, el porvenir
Este año, año de su fallecimiento, la foto ha sufrido un desgarro, le han pintado los mostachos rojos, esa herida quizás fuera el anuncio de un cmaio, una premonición, ... auqnue deteriorada esta foto seguirá conmigo, sin ser sustituída, si ella hablara podría contar tantas historias...y seguiré incluyendo versos en las cosillas que haga del maestro, de mi querido Don Mario, hasta la vista...
Libros, poemas, imágenes, miradas, leemos en los objetos cotidianos, nos apropiamos de herramientas con las que construir una realidad más apacible, cómplice y alegre. Te escucho....cuéntame. Leer es partir, es emigrar, una ventana, un aire nuevo en el que envolverse y cubrir lo que nos rodea. Gracias por tus comentarios.
domingo, 31 de mayo de 2009
Muere mayo M Benedetti
Las líneas del poema que encabeza este artículo son, quizá, las más conocidas de la extensa obra de Mario Benedetti. Palabras que han sido cantadas en la voz de Daniel Viglietti y de tantas otras gargantas.
Te quieroTus manos son mi caricia,mis acordes cotidianos;te quiero porque tus manostrabajan por la justicia.Si te quiero es porque sosmi amor, mi cómplice, y todo.Y en la calle codo a codosomos mucho más que dos.Tus ojos son mi conjurocontra la mala jornada;te quiero por tu miradaque mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía,Tu boca no se equivoca;te quiero por queA tu bocasabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sosmi amor mi cómplice y todo.Y en la calle codo a codosomos mucho más que dos.
Y por tu rostro sincero.Y tu paso vagabundo.Y tu llanto por el mundo.Porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aurora,ni cándida moraleja,y porque somos parejaque sabe que no está sola.Te quiero en mi paraíso;es decir, que en mi paísla gente vive felizaunque no tenga permiso. Si te quiero es por que sosmi amor, mi cómplice y todo.Y en la calle codo a codosomos mucho más que dos.
Anoche, domingo 17 de mayo, compartía un tequila con Renato Galicia, un joven talentoso y multifacético y con Miguel Palma, ambos mis compañeros en el Seminario de Cultura Mexicana de Cuernavaca, en esta la casa de todos ustedes mis queridos lectores. Ignorábamos entonces que Mario Benedetti, había fallecido, sin embargo la conversación derivó por extraños derroteros; hablamos del miedo a la muerte, hablamos de otro uruguayo, también fallecido, Alfredo Zitarrosa, al que me unió una profunda amistad durante su exilio en México y que Renato, enamorado del tango, admira muchísimo. Escuchamos Sur, El exilio de Gardel y luego Renato nos regaló en su voz y su guitarra El violín de Becho, de Zitarrosa. No mencionamos a Benedetti, pero tengo la sensación de que su voz sureña, rondaba las orillas de esta plática, como un gato que se desliza de puntillas por el borde de un improbable tejado de sueños compartidos. Por eso dedico este artículo a mis dos buenos amigos; Renato y Miguel.Como si Benedetti se colara en nuestra charla nocturna llega su voz, porque hay amigos que queremos y disfrutamos cotidianamente, otros que están en nuestra cotidianidad pero no llegan a amigos y aún otros que nunca conocimos, cuya mano no estrechamos jamás, pero resultan amigos entrañables, ese era Mario Benedetti, vamos a compartir su pensamiento:PasatiempoCuando éramos niñoslos viejos tenían como treintaun charco era un océanola muerte lisa y llanano existía.Luego cuando muchachoslos viejos eran gente de cuarentaun estanque un océanola muerte solamenteuna palabra.Ya cuando nos casamoslos ancianos estaban en cincuentaun lago era un océanola muerte era la muertede los otros.Ahora veteranosya le dimos alcance a la verdadel océano es por fin el océanopero la muerte empieza a serla nuestra.Tu lo dijiste anoche, Renato, cuando Eros y Thanatos acaparaban la conversación: Finalmente, la muerte es la muerte de los otros, los mexicanos nos creemos inmortales. Y es que aún los agnósticos, los que están convencidos que después de la muerte sólo existe un vacío, la nada gris de lo que no es, se verán obligados a admitir que la muerte no alcanza a los poetas, sino, allí están los poetas de todos los tiempos para probártelo. ¿Me puedes asegurar que Neruda, que Alfonso Reyes, y hasta los lejanos como Góngora o Baudelaire se han muerto realmente? Mario Benedetti, a Mario lo seguiremos leyendo, en voz alta o en silencio, en la intimidad de nuestros respectivos refugios, para que nos susurre al oído la ternura sin rebuscamientos de sus versos. A Mario lo seguiremos compartiendo, invitandolo a participar en las tertulias de amigos. ¿Puede alguien negar su presencia entre nosotros, anoche, cuando ya había muerto, aunque lo ignoráramos?El Nobel que nunca llegóEl Premio Nobel resulta más que predecible, podemos anticipar si caerá en América, en la Europa Oriental, en los Países Bajos, o donde la corriente política lo estime conveniente. Muchas veces justo, ¡Tampoco son tontos! Si hay que premiar a un hispano americano encuentran a un Neruda, a la Mistral, a García Márquez o a Octavio Paz, sin duda merecedores de la máxima presea, pero también seguramente convenientes. Recordemos que La primera ceremonia de entrega de los Premios Nobel en Medicina se celebró en la Antigua Real Academia de Música de Estocolmo, Suecia) Sin embargo fue hasta 1930 que un norteamericano; Sinclair Lewis, recibió el premio, seguido por William Faulkner (1949) y Ernest Hemingway (1954). Mientras la poetisa chilena Gabriela Mistral, fue la primera latino americana (1945). Transcurre un largo período de premiación a europeos hasta que en 1967, premian al guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Luego Pablo Neruda, también chileno, en un momento en que los ojos del mundo estaban puestos en Chile, primer país en el que se instauraba un gobierno socialista, elegido por votación democrática. 1982, el novelista colombiano Gabriel García Márquez y en 1990 el poeta y ensayista mexicano, Octavio Paz.La extensa obra de Mario Benedetti; cuento, ensayo, novela, drama y poesía, de impecable factura y pensamiento profundo, bien hubiesen merecido el anhelado Nobel para Uruguay. Probablemente la misma congruencia revolucionaria del pensamiento de Benedetti, lo convirtieron en un ejemplo poco deseable para ser acreedor a dicha presea.Fue Benedetti, hombre de una sola ideología y de un solo pensamiento, de una sola mujer, si hubo otras, sobre todo en el período en que el exilio lo separó de Luz López Alegre, su gran amor y compañera de vida, si tuvo otro romance, su discreto señorío no dejó huella. En lo político, su filiación de izquierda fue de todos conocida, En 1945 se integró al equipo de redacción del semanario Marcha, donde permaneció hasta 1974, año en que fue clausurado por el gobierno de Juan María Bordaberry. En 1949 participó activamente en el movimiento contra el Tratado Militar con los Estados Unidos. Esa fue su primera acción como militante. Junto a miembros del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, fundó el Movimiento de Independientes 26 de Marzo, una agrupación que pasó a formar parte de la coalición de izquierdas Frente Amplio desde sus orígenes.Tras el Golpe de Estado del 27 de junio de 1973 renunció a su cargo en la universidad, pese a haber sido elegido para integrar el claustro. Por sus posiciones políticas debió abandonar Uruguay, partiendo al exilio en Buenos Aires, Argentina. Posteriormente se exiliaría en Perú, donde fue detenido, deportado y amnistiado, para luego instalarse en Cuba, en el año 1976. Al año siguiente, Benedetti recalaría en Madrid, España. Fueron diez largos años los que vivió alejado de su patria y de su esposa, quien tuvo que permanecer en Uruguay cuidando de las madres de ambos.Si bien el Nobel le fue esquivo, recibió numerosos y merecidos premios.
Premios> En 1986 recibe el Premio Jristo Botev de Bulgaria> En 1987 es galardonado en Bruselas con el Premio Llama de Oro de Amnistía Internacional por su novela Primavera con una esquina rota. > En 1989 es condecorado con la Medalla Haydeé Santamaría por el Consejo de Estado de Cuba.> El 30 de noviembre de 1996, el Premio Morosoli de Plata de Literatura, entregado por la Fundación Lolita Rubiales, Minas, Uruguay. > El mismo año, junto a otros cincuenta escritores, fue distinguido por el Estado de Chile con la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral.> En mayo de 1997 fue investido con el título de Doctor honoris causa por la Universidad de Alicante y unos días más tarde, el 11 de junio, fue también investido por la Universidad de Valladolid.> El 30 de septiembre del mismo año fue galardonado con el Premio León Felipe.> El 31 de mayo de 1999 fue galardonado con el VIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. - El 29 de marzo de 2001, la Fundación Cultural y Científica Iberoamericana José Martí le concedió el Premio Iberoamericano José Martí. > 2004, Premio Etnosur.> 2005, Premio Internacional Menéndez Pelayo
Fallecimiento
El día 17 de mayo de 2009 poco después de las 18:00, Benedetti falleció en su casa de Montevideo, a los 88 años de edad. En el marco de este hecho, el gobierno uruguayo decretó duelo nacional y dispuso que su velatorio se realice con honores patrios en el “Salón de los Pasos Perdidos” del Palacio Legislativo desde las 9:00 del lunes 18 de mayo
Te quieroTus manos son mi caricia,mis acordes cotidianos;te quiero porque tus manostrabajan por la justicia.Si te quiero es porque sosmi amor, mi cómplice, y todo.Y en la calle codo a codosomos mucho más que dos.Tus ojos son mi conjurocontra la mala jornada;te quiero por tu miradaque mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía,Tu boca no se equivoca;te quiero por queA tu bocasabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sosmi amor mi cómplice y todo.Y en la calle codo a codosomos mucho más que dos.
Y por tu rostro sincero.Y tu paso vagabundo.Y tu llanto por el mundo.Porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aurora,ni cándida moraleja,y porque somos parejaque sabe que no está sola.Te quiero en mi paraíso;es decir, que en mi paísla gente vive felizaunque no tenga permiso. Si te quiero es por que sosmi amor, mi cómplice y todo.Y en la calle codo a codosomos mucho más que dos.
Anoche, domingo 17 de mayo, compartía un tequila con Renato Galicia, un joven talentoso y multifacético y con Miguel Palma, ambos mis compañeros en el Seminario de Cultura Mexicana de Cuernavaca, en esta la casa de todos ustedes mis queridos lectores. Ignorábamos entonces que Mario Benedetti, había fallecido, sin embargo la conversación derivó por extraños derroteros; hablamos del miedo a la muerte, hablamos de otro uruguayo, también fallecido, Alfredo Zitarrosa, al que me unió una profunda amistad durante su exilio en México y que Renato, enamorado del tango, admira muchísimo. Escuchamos Sur, El exilio de Gardel y luego Renato nos regaló en su voz y su guitarra El violín de Becho, de Zitarrosa. No mencionamos a Benedetti, pero tengo la sensación de que su voz sureña, rondaba las orillas de esta plática, como un gato que se desliza de puntillas por el borde de un improbable tejado de sueños compartidos. Por eso dedico este artículo a mis dos buenos amigos; Renato y Miguel.Como si Benedetti se colara en nuestra charla nocturna llega su voz, porque hay amigos que queremos y disfrutamos cotidianamente, otros que están en nuestra cotidianidad pero no llegan a amigos y aún otros que nunca conocimos, cuya mano no estrechamos jamás, pero resultan amigos entrañables, ese era Mario Benedetti, vamos a compartir su pensamiento:PasatiempoCuando éramos niñoslos viejos tenían como treintaun charco era un océanola muerte lisa y llanano existía.Luego cuando muchachoslos viejos eran gente de cuarentaun estanque un océanola muerte solamenteuna palabra.Ya cuando nos casamoslos ancianos estaban en cincuentaun lago era un océanola muerte era la muertede los otros.Ahora veteranosya le dimos alcance a la verdadel océano es por fin el océanopero la muerte empieza a serla nuestra.Tu lo dijiste anoche, Renato, cuando Eros y Thanatos acaparaban la conversación: Finalmente, la muerte es la muerte de los otros, los mexicanos nos creemos inmortales. Y es que aún los agnósticos, los que están convencidos que después de la muerte sólo existe un vacío, la nada gris de lo que no es, se verán obligados a admitir que la muerte no alcanza a los poetas, sino, allí están los poetas de todos los tiempos para probártelo. ¿Me puedes asegurar que Neruda, que Alfonso Reyes, y hasta los lejanos como Góngora o Baudelaire se han muerto realmente? Mario Benedetti, a Mario lo seguiremos leyendo, en voz alta o en silencio, en la intimidad de nuestros respectivos refugios, para que nos susurre al oído la ternura sin rebuscamientos de sus versos. A Mario lo seguiremos compartiendo, invitandolo a participar en las tertulias de amigos. ¿Puede alguien negar su presencia entre nosotros, anoche, cuando ya había muerto, aunque lo ignoráramos?El Nobel que nunca llegóEl Premio Nobel resulta más que predecible, podemos anticipar si caerá en América, en la Europa Oriental, en los Países Bajos, o donde la corriente política lo estime conveniente. Muchas veces justo, ¡Tampoco son tontos! Si hay que premiar a un hispano americano encuentran a un Neruda, a la Mistral, a García Márquez o a Octavio Paz, sin duda merecedores de la máxima presea, pero también seguramente convenientes. Recordemos que La primera ceremonia de entrega de los Premios Nobel en Medicina se celebró en la Antigua Real Academia de Música de Estocolmo, Suecia) Sin embargo fue hasta 1930 que un norteamericano; Sinclair Lewis, recibió el premio, seguido por William Faulkner (1949) y Ernest Hemingway (1954). Mientras la poetisa chilena Gabriela Mistral, fue la primera latino americana (1945). Transcurre un largo período de premiación a europeos hasta que en 1967, premian al guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Luego Pablo Neruda, también chileno, en un momento en que los ojos del mundo estaban puestos en Chile, primer país en el que se instauraba un gobierno socialista, elegido por votación democrática. 1982, el novelista colombiano Gabriel García Márquez y en 1990 el poeta y ensayista mexicano, Octavio Paz.La extensa obra de Mario Benedetti; cuento, ensayo, novela, drama y poesía, de impecable factura y pensamiento profundo, bien hubiesen merecido el anhelado Nobel para Uruguay. Probablemente la misma congruencia revolucionaria del pensamiento de Benedetti, lo convirtieron en un ejemplo poco deseable para ser acreedor a dicha presea.Fue Benedetti, hombre de una sola ideología y de un solo pensamiento, de una sola mujer, si hubo otras, sobre todo en el período en que el exilio lo separó de Luz López Alegre, su gran amor y compañera de vida, si tuvo otro romance, su discreto señorío no dejó huella. En lo político, su filiación de izquierda fue de todos conocida, En 1945 se integró al equipo de redacción del semanario Marcha, donde permaneció hasta 1974, año en que fue clausurado por el gobierno de Juan María Bordaberry. En 1949 participó activamente en el movimiento contra el Tratado Militar con los Estados Unidos. Esa fue su primera acción como militante. Junto a miembros del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, fundó el Movimiento de Independientes 26 de Marzo, una agrupación que pasó a formar parte de la coalición de izquierdas Frente Amplio desde sus orígenes.Tras el Golpe de Estado del 27 de junio de 1973 renunció a su cargo en la universidad, pese a haber sido elegido para integrar el claustro. Por sus posiciones políticas debió abandonar Uruguay, partiendo al exilio en Buenos Aires, Argentina. Posteriormente se exiliaría en Perú, donde fue detenido, deportado y amnistiado, para luego instalarse en Cuba, en el año 1976. Al año siguiente, Benedetti recalaría en Madrid, España. Fueron diez largos años los que vivió alejado de su patria y de su esposa, quien tuvo que permanecer en Uruguay cuidando de las madres de ambos.Si bien el Nobel le fue esquivo, recibió numerosos y merecidos premios.
Premios> En 1986 recibe el Premio Jristo Botev de Bulgaria> En 1987 es galardonado en Bruselas con el Premio Llama de Oro de Amnistía Internacional por su novela Primavera con una esquina rota. > En 1989 es condecorado con la Medalla Haydeé Santamaría por el Consejo de Estado de Cuba.> El 30 de noviembre de 1996, el Premio Morosoli de Plata de Literatura, entregado por la Fundación Lolita Rubiales, Minas, Uruguay. > El mismo año, junto a otros cincuenta escritores, fue distinguido por el Estado de Chile con la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral.> En mayo de 1997 fue investido con el título de Doctor honoris causa por la Universidad de Alicante y unos días más tarde, el 11 de junio, fue también investido por la Universidad de Valladolid.> El 30 de septiembre del mismo año fue galardonado con el Premio León Felipe.> El 31 de mayo de 1999 fue galardonado con el VIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. - El 29 de marzo de 2001, la Fundación Cultural y Científica Iberoamericana José Martí le concedió el Premio Iberoamericano José Martí. > 2004, Premio Etnosur.> 2005, Premio Internacional Menéndez Pelayo
Fallecimiento
El día 17 de mayo de 2009 poco después de las 18:00, Benedetti falleció en su casa de Montevideo, a los 88 años de edad. En el marco de este hecho, el gobierno uruguayo decretó duelo nacional y dispuso que su velatorio se realice con honores patrios en el “Salón de los Pasos Perdidos” del Palacio Legislativo desde las 9:00 del lunes 18 de mayo
lunes, 18 de mayo de 2009
Inéditos de Benedetti
Cuando la poesía
Cuando la poesía abre sus puertas
uno siente que el tiempo nos abraza
una verdad gratuita y novedos
arenueva nuestro manso alrededor
cuando la poesía abre sus puertas
todo cambia y cambiamos con el cambio
todos traemos desde nuestra infancia
uno o dos versos que son como un lema
y los guardamos en nuestra memoria
como una reserva que nos hace bien
cuando la poesía abre sus puertas
es como si cambiáramos de mundo.
Poema inédito de la obra en marcha de título provisional: Biografía para encontrarme© Editorial
Cuando la poesía abre sus puertas
uno siente que el tiempo nos abraza
una verdad gratuita y novedos
arenueva nuestro manso alrededor
cuando la poesía abre sus puertas
todo cambia y cambiamos con el cambio
todos traemos desde nuestra infancia
uno o dos versos que son como un lema
y los guardamos en nuestra memoria
como una reserva que nos hace bien
cuando la poesía abre sus puertas
es como si cambiáramos de mundo.
Poema inédito de la obra en marcha de título provisional: Biografía para encontrarme© Editorial
Poemas inéditos de Mario Benedetti
¿POR QUE SERA?
¿Por qué será que uno fabrica sus recuerdos
y luego los olvida?
¿por qué será que uno procede de algún dios
para volverse ateo?
¿por qué será que la luna tiene
una barriga blanca?
¿por qué será que cuando abro el ropero
las mangas me saludan?
¿y que tu boca dice ternuras
tan sólo cuando calla?
¿por qué será que un cuerpo virgen
tiene pezones de burdel?
¿por qué será que si decido
morir nadie me cree?
¿por qué será que los pájaros cantan
después de los entierros memorables?
¿por qué será que si beso tu beso
me siento renovado?
¿por qué será que me haces tanta falta?
GUITARRA
Ah la guitarra esa mujer en celo
que habla en su canto y muere en su silencio
con tu salud de música nacida
me brindas un placer casi doliente
y eso porque tus cuerdas te dicen lo que digo
y lo que digo es triste de cristal
ah la guitarra esa mujer que llega
con un amor de huésped indefenso
tu mástil o tu puente o tu rasgueo
tu voz quebrada en todos los idiomas
me dejan libre para la alegría
que sube y baja en tu cordaje neutro
ah la guitarra esa mujer sensibleque invade el patrimonio de la noche
mueve las humedades del follajey se roza con árboles sonámbulos
ah la mujer esa guitarra erótica
que se exhibe desnuda en la terraza
¿Por qué será que uno fabrica sus recuerdos
y luego los olvida?
¿por qué será que uno procede de algún dios
para volverse ateo?
¿por qué será que la luna tiene
una barriga blanca?
¿por qué será que cuando abro el ropero
las mangas me saludan?
¿y que tu boca dice ternuras
tan sólo cuando calla?
¿por qué será que un cuerpo virgen
tiene pezones de burdel?
¿por qué será que si decido
morir nadie me cree?
¿por qué será que los pájaros cantan
después de los entierros memorables?
¿por qué será que si beso tu beso
me siento renovado?
¿por qué será que me haces tanta falta?
GUITARRA
Ah la guitarra esa mujer en celo
que habla en su canto y muere en su silencio
con tu salud de música nacida
me brindas un placer casi doliente
y eso porque tus cuerdas te dicen lo que digo
y lo que digo es triste de cristal
ah la guitarra esa mujer que llega
con un amor de huésped indefenso
tu mástil o tu puente o tu rasgueo
tu voz quebrada en todos los idiomas
me dejan libre para la alegría
que sube y baja en tu cordaje neutro
ah la guitarra esa mujer sensibleque invade el patrimonio de la noche
mueve las humedades del follajey se roza con árboles sonámbulos
ah la mujer esa guitarra erótica
que se exhibe desnuda en la terraza
ENTREVISTA A MARIO BENEDETTI II
Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti nació un 14 de setiembre de hace 80 años. Una vez le escribió un poema al hijo que nunca tuvo en el que prometía colgarle un único, solitario nombre; en lo posible, un monosílabo, "de manera que uno pudiera convocarlo con sólo respirar". Con una lógica que nadie discute y después de un par de batallas contra la burocracia, Mario etcétera Benedetti logró aferrarse a los extremos de su nombre oficial y suprimir todo el resto en documentos y afines. "Eran esas costumbres italianas de meter muchísimos nombres –justifica el escritor uruguayo nacido en Paso de los Toros, departamento de Tacuarembó, uno de los tantos puntos de la geografía que se disputa la cuna de Carlos Gardel–. Yo tenía un tío que tenía los nombres de todos los reyes que reinaban el día que nació. Un disparate."
Las décadas fueron regando otros azares sobre Benedetti. Hoy su rostro luce arrugas de poesía y a veces su mirada dice más que mil historias, aunque él las haya escrito casi a todas: su alma hecha palabra recorre los versos de Inventario y Viento del exilio, acompaña los acordes cotidianos de canciones como Por qué cantamos y El sur también existe; es el novelista de La tregua y La borra del café, el cuentista de Montevideanos y La muerte y otras sorpresas, el dramaturgo de Pedro y el Capitán, el ensayista de Perplejidades de fin de siglo, el intelectual comprometido con causas que la razón no desconoce.
Este Benedetti, que transitó todos los géneros posibles, supo anclar sus textos en la mayoría de los puertos que inquietan a la condición humana: el amor, la muerte, el tiempo, la miseria, la injusticia, la soledad, la esperanza. Y lo hizo de una manera tan simple y directa que miles de lectores lo convirtieron en su cómplice y todo.
Ha publicado tantos títulos como años acarrea sobre su módica estatura, y en medio de esa vastedad de prosa y verso su piel fue acumulando éxitos y afectos, miserias y exilios, errores y utopías. Lo que sigue es apenas una porción de su abultada historia.
Durante su adolescencia, cuando decidió que iba a ser escritor, ¿imaginaba este presente?No, lo que pasa es que yo vengo de una familia con muchos problemas económicos. Mi padre era químico farmacéutico, pero tuvo muchos contratiempos con la quiebra de una farmacia en la que lo estafaron. Yo tenía cuatro años. Tuvimos que mudarnos de Tacuarembó a Montevideo, y a partir de ahí mi infancia e incluso parte de mi adolescencia fueron muy duras, con muchas privaciones. Vivíamos en un ranchito con techo de chapas de zinc; mi madre tuvo que vender la vajilla, los cubiertos y todas esas cosas que le regalaron para el casamiento. Finalmente mi padre consiguió un empleo público y ahí las cosas empezaron a andar mejor. Yo ya había tenido que dejar el colegio secundario para empezar a trabajar vendiendo repuestos para automóviles. Entonces, con esos problemas económicos que hubo en mi familia, ¿qué me iba a imaginar que iba a ser un autor de éxito y que iba a poder vivir de la literatura? Además, primero me gané la vida de muy distintas formas.
¿Pensaba que iba a ser toda la vida un oficinista?Tenía la esperanza de un destino que tuviera que ver más con la escritura. Lo que pasa es que en Uruguay era muy difícil que alguien viviera de lo que escribía; ni siquiera Juan Carlos Onetti, que era el mejor, el que estaba en la cumbre, vivía de lo que escribía. Se podía vivir del periodismo, como hice yo, pero eso es otra cosa, no literatura. Recuerdo que de mis dos primeros libros no vendí ni un ejemplar, nada, y las ediciones me las había pagado yo. Mi primer libro de éxito –un éxito relativo, en realidad, porque la edición era muy limitada– fue Poemas de oficina. Ese fue el primer título mío que se vendió más o menos bien.
Acaba de cumplir 80 años. ¿Qué cosas ganó con la edad?Paciencia, tal vez más serenidad, y madurez por supuesto. Puede ser también que los años le regalen a uno más lucidez, porque las cosas empiezan a verse no sólo con los ojos del presente sino también con los del pasado, y entonces uno puede tener una visión más aproximada del futuro. Pero también, cuando uno se hace más viejo, el cuerpo se va deteriorando y la energía cambia, aunque el cuerpo es la meseta donde se apoyan las cosas del espíritu, ¿no?
El espejo no miente –continúa–; ahí uno va viendo las nuevas arrugas, las bolsas de los ojos... y sin embargo, a veces, a pesar de los años que se tengan, el espíritu de un cuento o de un poema puede seguir siendo joven. Un poema que tiene alegría, que tiene una cosa vital, lo rejuvenece a uno. Lo mismo sucede muchas veces al escribir una historia de amor, aunque sea inventada: uno vuelve a sentir otra vez una cantidad de sentimientos que creía olvidados
Es una forma de mantenerse joven.Claro, y ésa no es una búsqueda deliberada, es algo que viene solo. Los poemas son casi sanitarios en ese sentido.
Hay un libro suyo que lleva por título La vida ese paréntesis...Porque creo que la vida es un paréntesis entre dos nadas. Yo soy ateo, no creo en Dios ni nada por el estilo. Hay gente que tiene sus creencias religiosas y tiende a sentir que después de la muerte está el Paraíso, o el Infierno, porque muchos han hecho mérito para ir al Infierno. Yo creo en un dios personal, que es la conciencia: a ella es a la que le debemos rendir cuentas cada día.
Y dentro de su paréntesis personal, ¿hay cosas de las que se arrepienta, algo que hubiera querido hacer de manera diferente?Y sí, claro que sí, me he equivocado en muchas cosas. A veces me arrepiento de haber publicado un poema, no por cuestiones políticas, sino porque hoy lo veo y no creo que esté bien. Me he equivocado en haber publicado libros que todavía no estaban suficientemente maduros. Y en la vida misma también hay arrepentimientos. Hubiera deseado ser un joven más feliz, menos prejuicioso, menos ensimismado... También me arrepiento bastante de lo que fue mi actividad política, que en un momento fue muy intensa. Yo fui dirigente del Frente Amplio, pero a medida que iba pasando el tiempo advertí que no tenía la menor vocación para dirigente político, sí para militancia independiente, fuera del aparato partidario Finalmente llegué a la conclusión de que podía tener una incidencia política mucho mayor a través de la literatura. Puede ser que me haya equivocado en muchas cosas, pero en lo que no me he equivocado es en mantener cierta coherencia política. A pesar de algunos errores circunstanciales, creo que volvería por el mismo camino aunque tal vez no con los mismos pasos, para no meter la pata.
En Rincón de haikus, un libro de poemas que publicó el año pasado con 224 textos envasados en una rígida métrica japonesa, este uruguayo universal escribió: "Cuando me entierren / por favor no se olviden / de mi bolígrafo". Hasta ese punto llega su afán reproductivo. Además de este volumen, en 1999 terminó otro libro de poemas, Buzón de tiempo, después de haber parido unos meses antes las 272 páginas –en la edición más modesta– de su novela Andamios. No puede decirse que no hay lector que aguante, porque el hombre vende, y sobre todo, se lee, que no siempre son sinónimos. Sin ambición de avergonzar a quienes sufren el síndrome de la página en blanco, Benedetti confiesa que para no indigestar a la gente guarda en un cajón los cien poemas de su próximo libro, El mundo que respiro –dos de ellos se anticipan en exclusiva en esta edición de VIVA–, que amanecerán con el próximo verano. Como los poemas lo agarran desprevenido y sin que los convoque, siempre tiene a tiro una libreta para que su mano dibuje el esqueleto de sus versos, hasta que los borradores no aguantan el peso de tantas tachaduras y remiendos y entonces sí vuelca esa primera versión a la computadora. Allí van a parar, sin escalas de papel, sus cuentos y novelas. Justamente, si no fuera por un percance informático que lo tiene a mal traer, el escribidor infatigable ya estaría a mitad de camino con un nuevo volumen de cuentos.
La verdad es que lleva un ritmo envidiable.Y mientras pueda y tenga temas... Ahora, con lo que me cuestan los cuentos, justo me acaba de pasar una cosa terrible. Desde hace quince años más o menos, para poder escribir tranquilo, me refugio en un hotelito de Puerto Pollenza, en Mallorca. Ahí la habitación tiene una terraza muy linda, con vista al mar, donde me siento con la computadora; la cuestión es que estaba ahí, trabajando en unos cuentos cortos cuando de repente se me borró todo. ¡Todo! Los siete cuentos que ya tenía terminados, trabajados, corregidos... ¡La bronca que me agarró! De pura suerte tengo en un cuaderno apuntes con la base de cada uno, una versión cruda, porque la prosa siempre la escribo directamente en la computadora. Así que espero volver a construirlos. ¡Qué se le va a hacer!
¿Y no los tenía impresos?No, porque no había llevado la impresora –aunque es una chiquita– para tener un peso menos en la valija. ¿Se da cuenta qué mala suerte?
¿Sabe que reconstruir la lista de todos los libros que tiene publicados es una empresa bastante compleja? ¿Usted lleva una contabilidad más o menos exacta?Ochenta, si se tienen en cuenta las antologías. Tengo tantos libros como años. Al que le ha ido mejor es a La tregua, de lejos, que ya tiene 148 ediciones. Después vienen Inventario Uno, Gracias por el fuego y La borra del café, que es el último libro mío que ha caído muy bien, ya debe andar por las cuarenta ediciones en los distintos idiomas y países. Pero no me puedo quejar: en España, Rincón de haikus está desde hace varios meses en la lista de best-sellers.
Hay un dato llamativo en ese ranking. Con el éxito que tienen sus poemas, tres de los cuatro títulos que acaba de mencionar son novelas.Es que La tregua fue llevada al cine, fue finalista para un Oscar, se hicieron adaptaciones para la televisión, el teatro, la radio... Hubo mucha cosa que ayudó, lo que de todos modos es un misterio para mí, porque tampoco creo que sea mi mejor novela. Para mí La borra del café es mucho mejor, pero ahí entran otros factores: la gente la tomó como una novela de amor, y aunque es también una novela de amor, no es lo principal. En cuanto a Gracias por el fuego, también fue llevada al cine y fue finalista del premio Seix Barral. Pienso que eso le dio un empujoncito extra.
Sin embargo usted siempre se ha sentido más cómodo con la poesía, ¿no?Siempre digo que soy un poeta que además escribe cuentos y novelas. También me siento cómodo con el cuento, aunque me da mucho más trabajo. Un poema lo puedo escribir en un avión, durante un fin de semana o mientras espero al destino, en cambio un cuento me puede llevar años. El volumen de Montevideanos, por ejemplo, demoré dieciocho años en terminarlo, y sin embargo es un género que me gusta mucho. El cuento no admite fallas, se construye palabra por palabra, cada una tiene que tener su rol, y los finales son muy importantes. Pero a mí las ideas y los temas ya me vienen con la etiqueta del género, aunque a veces me equivoco. Me pasó con El cumpleaños de Juan Angel: empecé a escribirlo en prosa, como todo novelista que se precie, pero a las 50 páginas no podía avanzar más, estaba estancado, cosa que generalmente no me ocurre. Hasta que me di cuenta de que el tema tenía una carga poética muy fuerte y lo retomé como una novela en verso. Ahí cambió todo y la terminé rápidamente. Algo parecido me pasó con Pedro y el Capitán: creí que era una novela y terminó como una obra de teatro que marchó muy bien, se representó en no sé cuántos países. Creo que funcionó porque tiene nada más que dos personajes; yo con tres personajes en teatro no doy.. Es un género muy difícil.
¿Y las novelas?Me cuestan menos que los cuentos, aunque para escribir una novela se necesita un tiempo libre, porque no se pueden escribir diez páginas hoy y veinte a los dos años. La novela es un mundo que uno inventa y hay que sumergirse en ese mundo, en sus personajes... Si a mí me dejaran tranquilo podría escribir más novelas.
¿Cómo es eso?Mire, Andamios, que es la última novela que publiqué el año pasado, demoré tanto en terminarla porque he tenido que hacer tantos viajes, cumplir con tantos compromisos y obligaciones, que me costó mucho mantener el ritmo. Hace como cuatro años que quiero tomarme un año sabático y no puedo No me dejan.
Debe haber pocos hispanoamericanos que no sepan de memoria alguna estrofa de Te quiero, Por qué cantamos, Una mujer desnuda y en lo oscuro y tantos otros temas de Benedetti que popularizaron más de cuarenta intérpretes. La poesía hecha canción apuntaló su fama y muchos de estos poemas dispararon sus flechas hacia varios corazones, dejando a su responsable como un Cupido involuntario que no merece quedar libre de culpa y cargo.
¿Usted es consciente de que algunos de sus poemas fueron el puntapié para más de un romance?Bueno, si sirven para el amor me parece una buena empresa. A veces me cuentan que los muchachos copian poemas míos y se los mandan a las novias como si fueran de ellos, y después cuando se casan les cuentan la verdad. Puede que suene cursi, no sé, alguna gente dirá... Pero a mí no me molesta, al contrario. El amor me parece lo mejor de las relaciones humanas.
En otras palabras: usted puede ser el responsable de unas cuantas bodas.¿Y por qué no? Mire, una de las cosas más lindas que me han pasado en la vida con relación a mi obra me ocurrió en México. Una vez en Guadalajara, donde habíamos dado un recital con Daniel Viglietti, se me acercó una pareja de unos 30 años y el muchacho me dijo: "Mire, nosotros fuimos pareja pero después nos divorciamos. De todas formas queríamos contarle que nos conocimos por Inventario y queremos que nos firme el libro". Al tercer recital se aparecieron otra vez los dos para ponerme al corriente de la relación: "Mire, como el otro día estuvimos con usted y le contamos que nos conocimos con Inventario, queríamos decirle que por Inventario decidimos volvernos a casar". Así son las cosas..
La poesía, por lo general, no tiene tantos lectores como la novela o el cuento, y sin embargo la suya tiene muchos seguidores. ¿Alguna vez se preguntó por qué?Sí, y para mí es un misterio. Pienso que por un lado puede ser porque mis poemas son bastante sencillos, bastante claros, y eso es algo que se convirtió en una obsesión para mí: la sencillez. Hacia el fin de mi adolescencia, cuando yo sabía que iba a ser poeta, leía a los de más prestigio, y aunque los entendía y los disfrutaba, me parecían muy enigmáticos, con toda una retórica que me parece espantaba a los lectores. Me gustaban, pero me dije que yo así no iba a escribir nunca. Otra de las razones por las que creo que a la gente le gustan mis poemas es porque he escrito mucho sobre el amor. Pero así y todo, no me explico demasiado el éxito que han tenido.
La mayoría de sus obras tiene como protagonista al montevideano de clase media. Usted siempre dijo que no podría escribir sobre otro tipo de personajes.Es que ésa es mi limitación. Me siento muy inseguro si me salgo del montevideano de clase media. Ese es el territorio que yo conozco. Alguna vez dije, medio en broma medio en serio, que el Uruguay es la única oficina en el mundo que ha alcanzado la categoría de República. Y es así, y yo conozco bien a esta clase media. Muchas veces incluso me reprocharon que no trate a la clase obrera. Pero las veces que lo intenté, me sonaron falsos. Mis obreros nunca hablan como los obreros; entonces no insistí más, ¿para qué? Es una limitación y me atengo a esa limitación.
¿Entonces cómo explica que, siendo la suya una literatura localista, haya tenido tanta trascendencia en otras partes del mundo?Puede ser que la clase media sea más universal que otras clases. No sé, pero la verdad es que incluso tengo cuentos que transcurren en el exterior, pero siempre de montevideanos que están en España, en Cuba o en México. De todas formas, supongo que para llegar al mundo hay que llegar primero a la comarca, por ahí se empieza. El que quiere empezar por el mundo..
A través de sus textos políticos, usted intentó hacerse escuchar en su comarca. Eso le valió un pasaje al exilio. ¿Cree que el intelectual puede cambiar algo a través de la palabra?No, no puede cambiar nada. Yo no recuerdo ninguna revolución que se haya ganado con un soneto, por ejemplo. A los dirigentes políticos les gusta mucho adornarse con el arte, sacarse una foto del brazo de un pintor o terminar un discurso con un poema, pero no es que crean en una cosa ni en la otra. Tal vez algún raro personaje de la dirigencia política puede venir un día y decir: "Con estos tres versos me aclaraste este tema", y yo con eso puedo sentirme más que satisfecho.
Suena a batalla perdida.No, porque uno escribe para esclarecer la mente de un individuo, del ciudadano de a pie. Además, es una cuestión de conciencia. Si yo estoy en contra de la globalización de la economía, de la corrupción y de la hipocresía, lo digo y lo escribo. Justamente las causas en las que creo y que son derrotadas son las que me impulsan, porque gracias a que las defiendo puedo dormir tranquilo. No me siento derrotado en cuanto a mis creencias ideológicas y voy a seguir luchando por ellas. Sin éxito, eso sí.
Hay que defender la derrota, dijo el poeta.Es que la utopía es una cosa que debemos mantener. Por definición, la utopía es algo que nunca se realiza por completo, una cosa que parece imposible y después resulta que se realiza. Siempre digo que los tres grandes utópicos que ha dado este mundo son Jesús, Freud y Marx; gracias a ellos la humanidad ha dado pasos positivos. Aunque de cada utopía se realice un diez por ciento, gracias a ese diez por ciento la humanidad ha mejorado un poco. Yo soy un optimista incorregible.
Su defensa de la utopía lo enfrentó a más de un destierro. Debutó como exiliado en 1983, cuando cruzó el charco y se instaló en Buenos Aires buscando una seguridad incierta. Fue aquí donde inauguró el "llavero de la solidaridad": cuando las cosas comenzaron a ponerse oscuras acudía a ese manojo que le abría la puerta de las casas de cinco o seis amigos. Era la única manera de desorientar los radares nefastos que iban tras su sombra. Hasta que la Triple A le dio 48 horas para seguir respirando en la Argentina y se marchó a Perú, luego a Cuba y finalmente a España, continuando un exilio que le negó su patria durante doce años. Y también a su mujer, Luz, que debió quedarse en Uruguay cuidando a las ancianas madres de ambos. A pesar de todo, Benedetti no escupe reproches; más bien le da palmadas a ese tiempo pasado que pudo ser peor.
¿No siente rencor por ese pedazo de vida que le cambiaron?La pasé muy mal, me amenazaron de muerte, me separaron de mi ciudad, de mi mujer, y sólo por algún azar me fui salvando, pero no por hacer concesiones. Yo hubiera preferido no tener que recurrir al exilio, y sin embargo, en cierta forma el exilio me ayudó. Por un lado, empezaron a interesarse por mis libros, me hizo ser más conocido y eso hasta me permitió un alivio económico. Además, he aprendido mucho de la gente que fui conociendo en los diferentes países donde tuve que vivir. No de los gobiernos, porque de ellos no se aprende nunca nada, pero de la gente sí. Es como un fenómeno de ósmosis: uno le da a ese pueblo que lo recibe lo mejor que tiene y ese pueblo le devuelve cosas a uno. Esa proximidad, ese intercambio enriquecedor y evidente, me ha cambiado para bien, me ha hecho madurar, me ha quitado cierta tentación de hacer juicios demasiado apresurados sin que las cosas se asienten
Le supo sacar provecho al exilio.Yo creo que sí. Volví a mi país un poco mejor de lo que me fui, más ecuánime, más tolerante, menos radical, pero sin perder mis obsesiones.
Usted ha inventado una palabra, desexilio, que describe las sensaciones del regreso. ¿Se termina el desexilio alguna vez?Me parece que no. En uno de mis libros puse como epígrafe una frase de Alvaro Mutis, que dice que uno está condenado a ser siempre un exiliado, y creo que es cierto. Afuera uno se siente herido, ajeno, y cuando regresa también se siente exiliado, porque uno ha cambiado y el país también ha cambiado. Ha cambiado hasta el paisaje, la mirada de la gente... Sigue siendo el país de uno, se lo quiere como el país propio, pero la relación es distinta. Entonces se siente nostalgia por ciertas cosas del exilio, que tienen que ver más que nada con las personas.
¿La patria de uno dónde queda después de ese proceso?Como decía José Martí, la patria es la humanidad. En todos los países, en los que uno ha estado y en los que no ha estado, hay gente que por lo que piensa, por sus actitudes, por lo que hace, por lo que siente, por su solidaridad, son como compatriotas de uno. La patria de cada uno está formada de esa gente. Porque en el propio país ha habido también torturadores, corruptos, y esos no son compatriotas míos.
Actualmente, Mario Benedetti vive mitad de su tiempo en España y mitad en Uruguay. Esos compromisos de los que a veces se queja pero que tanto disfruta, lo tironean hacia ambos lados del océano. Su residencia en ésta y en aquellas tierras no obedece, aclara, a una necesidad de escaparles a los inviernos ni a las humedades que castigan su asma desde que tenía 25 años, cuando un tifus le dejó como secuela esa angustia por el oxígeno que un par de veces lo acostó en terapia intensiva. Está acostumbrado a convivir con un aparatito que despide vapores salvadores cada vez que le falta el aire, y en sus poemas hasta se ríe de ésta y otras fallas de fábrica que le trajeron las décadas: "...mis cataratas, mis espasmos asmáticos, mi herpes zoster, mi lumbago, mi hernia diafragmática", enumera en Heterónimos.
Sabe que su cuerpo le empezó a confiscar la frescura que mantiene su mente, pero él le pone el pecho al asunto con palabras: su próximo libro de poemas, El mundo que respiro, pone el acento en la cercanía de la muerte.
¿Le preocupa el tema?Bueno, a todo el mundo le preocupa, ¿no? Pero a los 80 años uno está un poco obligado a pensar en esas cosas. La muerte es una presencia, y la barajo en conexión a lo que es la muerte para otros, no sólo para mí. Pienso que una de las formas de sobrellevar la idea de la muerte es darle la cara, hablar de ella, dialogar con ella. Me parece que es una manera de poder soportar ese fin obligatorio. Admitir la muerte es un modo de restarle importancia, porque si uno está obsesionado con eso..
Por eso escribe sobre la muerte.Escribo sobre ella para que no me sorprenda, claro. Su cercanía no tiene que aplastarlo a uno, por eso tengo un poema que se llama Como si fuéramos inmortales: hay que vivir como si lo fuéramos.
Terminemos hablando de la vida, entonces. Usted ha recibido muchos premios por su obra, pero cuando hace un par de años la Universidad de Alicante lo nombró doctor honoris causa, fue en reconocimiento a "su fecunda labor creativa y por su condición de hombre de pueblo". Obra, pero también vida. ¿Cómo prefiere ser reconocido?Son dos cosas que forman el carácter y la condición humana de uno, ¿no? Muchos de mis poemas son producto de ser hombre de pueblo, y estar cerca del pueblo siempre ha sido una máxima para mí. Lo mejor que me pudo haber pasado en la vida es que lo que escribo le haya tocado el corazón a esa gente, a ese pueblo, a ese hombre de a pie.
Fuente: http://www.clarin.com/diario/especiales/benedetti/nota1.htm
Las décadas fueron regando otros azares sobre Benedetti. Hoy su rostro luce arrugas de poesía y a veces su mirada dice más que mil historias, aunque él las haya escrito casi a todas: su alma hecha palabra recorre los versos de Inventario y Viento del exilio, acompaña los acordes cotidianos de canciones como Por qué cantamos y El sur también existe; es el novelista de La tregua y La borra del café, el cuentista de Montevideanos y La muerte y otras sorpresas, el dramaturgo de Pedro y el Capitán, el ensayista de Perplejidades de fin de siglo, el intelectual comprometido con causas que la razón no desconoce.
Este Benedetti, que transitó todos los géneros posibles, supo anclar sus textos en la mayoría de los puertos que inquietan a la condición humana: el amor, la muerte, el tiempo, la miseria, la injusticia, la soledad, la esperanza. Y lo hizo de una manera tan simple y directa que miles de lectores lo convirtieron en su cómplice y todo.
Ha publicado tantos títulos como años acarrea sobre su módica estatura, y en medio de esa vastedad de prosa y verso su piel fue acumulando éxitos y afectos, miserias y exilios, errores y utopías. Lo que sigue es apenas una porción de su abultada historia.
Durante su adolescencia, cuando decidió que iba a ser escritor, ¿imaginaba este presente?No, lo que pasa es que yo vengo de una familia con muchos problemas económicos. Mi padre era químico farmacéutico, pero tuvo muchos contratiempos con la quiebra de una farmacia en la que lo estafaron. Yo tenía cuatro años. Tuvimos que mudarnos de Tacuarembó a Montevideo, y a partir de ahí mi infancia e incluso parte de mi adolescencia fueron muy duras, con muchas privaciones. Vivíamos en un ranchito con techo de chapas de zinc; mi madre tuvo que vender la vajilla, los cubiertos y todas esas cosas que le regalaron para el casamiento. Finalmente mi padre consiguió un empleo público y ahí las cosas empezaron a andar mejor. Yo ya había tenido que dejar el colegio secundario para empezar a trabajar vendiendo repuestos para automóviles. Entonces, con esos problemas económicos que hubo en mi familia, ¿qué me iba a imaginar que iba a ser un autor de éxito y que iba a poder vivir de la literatura? Además, primero me gané la vida de muy distintas formas.
¿Pensaba que iba a ser toda la vida un oficinista?Tenía la esperanza de un destino que tuviera que ver más con la escritura. Lo que pasa es que en Uruguay era muy difícil que alguien viviera de lo que escribía; ni siquiera Juan Carlos Onetti, que era el mejor, el que estaba en la cumbre, vivía de lo que escribía. Se podía vivir del periodismo, como hice yo, pero eso es otra cosa, no literatura. Recuerdo que de mis dos primeros libros no vendí ni un ejemplar, nada, y las ediciones me las había pagado yo. Mi primer libro de éxito –un éxito relativo, en realidad, porque la edición era muy limitada– fue Poemas de oficina. Ese fue el primer título mío que se vendió más o menos bien.
Acaba de cumplir 80 años. ¿Qué cosas ganó con la edad?Paciencia, tal vez más serenidad, y madurez por supuesto. Puede ser también que los años le regalen a uno más lucidez, porque las cosas empiezan a verse no sólo con los ojos del presente sino también con los del pasado, y entonces uno puede tener una visión más aproximada del futuro. Pero también, cuando uno se hace más viejo, el cuerpo se va deteriorando y la energía cambia, aunque el cuerpo es la meseta donde se apoyan las cosas del espíritu, ¿no?
El espejo no miente –continúa–; ahí uno va viendo las nuevas arrugas, las bolsas de los ojos... y sin embargo, a veces, a pesar de los años que se tengan, el espíritu de un cuento o de un poema puede seguir siendo joven. Un poema que tiene alegría, que tiene una cosa vital, lo rejuvenece a uno. Lo mismo sucede muchas veces al escribir una historia de amor, aunque sea inventada: uno vuelve a sentir otra vez una cantidad de sentimientos que creía olvidados
Es una forma de mantenerse joven.Claro, y ésa no es una búsqueda deliberada, es algo que viene solo. Los poemas son casi sanitarios en ese sentido.
Hay un libro suyo que lleva por título La vida ese paréntesis...Porque creo que la vida es un paréntesis entre dos nadas. Yo soy ateo, no creo en Dios ni nada por el estilo. Hay gente que tiene sus creencias religiosas y tiende a sentir que después de la muerte está el Paraíso, o el Infierno, porque muchos han hecho mérito para ir al Infierno. Yo creo en un dios personal, que es la conciencia: a ella es a la que le debemos rendir cuentas cada día.
Y dentro de su paréntesis personal, ¿hay cosas de las que se arrepienta, algo que hubiera querido hacer de manera diferente?Y sí, claro que sí, me he equivocado en muchas cosas. A veces me arrepiento de haber publicado un poema, no por cuestiones políticas, sino porque hoy lo veo y no creo que esté bien. Me he equivocado en haber publicado libros que todavía no estaban suficientemente maduros. Y en la vida misma también hay arrepentimientos. Hubiera deseado ser un joven más feliz, menos prejuicioso, menos ensimismado... También me arrepiento bastante de lo que fue mi actividad política, que en un momento fue muy intensa. Yo fui dirigente del Frente Amplio, pero a medida que iba pasando el tiempo advertí que no tenía la menor vocación para dirigente político, sí para militancia independiente, fuera del aparato partidario Finalmente llegué a la conclusión de que podía tener una incidencia política mucho mayor a través de la literatura. Puede ser que me haya equivocado en muchas cosas, pero en lo que no me he equivocado es en mantener cierta coherencia política. A pesar de algunos errores circunstanciales, creo que volvería por el mismo camino aunque tal vez no con los mismos pasos, para no meter la pata.
En Rincón de haikus, un libro de poemas que publicó el año pasado con 224 textos envasados en una rígida métrica japonesa, este uruguayo universal escribió: "Cuando me entierren / por favor no se olviden / de mi bolígrafo". Hasta ese punto llega su afán reproductivo. Además de este volumen, en 1999 terminó otro libro de poemas, Buzón de tiempo, después de haber parido unos meses antes las 272 páginas –en la edición más modesta– de su novela Andamios. No puede decirse que no hay lector que aguante, porque el hombre vende, y sobre todo, se lee, que no siempre son sinónimos. Sin ambición de avergonzar a quienes sufren el síndrome de la página en blanco, Benedetti confiesa que para no indigestar a la gente guarda en un cajón los cien poemas de su próximo libro, El mundo que respiro –dos de ellos se anticipan en exclusiva en esta edición de VIVA–, que amanecerán con el próximo verano. Como los poemas lo agarran desprevenido y sin que los convoque, siempre tiene a tiro una libreta para que su mano dibuje el esqueleto de sus versos, hasta que los borradores no aguantan el peso de tantas tachaduras y remiendos y entonces sí vuelca esa primera versión a la computadora. Allí van a parar, sin escalas de papel, sus cuentos y novelas. Justamente, si no fuera por un percance informático que lo tiene a mal traer, el escribidor infatigable ya estaría a mitad de camino con un nuevo volumen de cuentos.
La verdad es que lleva un ritmo envidiable.Y mientras pueda y tenga temas... Ahora, con lo que me cuestan los cuentos, justo me acaba de pasar una cosa terrible. Desde hace quince años más o menos, para poder escribir tranquilo, me refugio en un hotelito de Puerto Pollenza, en Mallorca. Ahí la habitación tiene una terraza muy linda, con vista al mar, donde me siento con la computadora; la cuestión es que estaba ahí, trabajando en unos cuentos cortos cuando de repente se me borró todo. ¡Todo! Los siete cuentos que ya tenía terminados, trabajados, corregidos... ¡La bronca que me agarró! De pura suerte tengo en un cuaderno apuntes con la base de cada uno, una versión cruda, porque la prosa siempre la escribo directamente en la computadora. Así que espero volver a construirlos. ¡Qué se le va a hacer!
¿Y no los tenía impresos?No, porque no había llevado la impresora –aunque es una chiquita– para tener un peso menos en la valija. ¿Se da cuenta qué mala suerte?
¿Sabe que reconstruir la lista de todos los libros que tiene publicados es una empresa bastante compleja? ¿Usted lleva una contabilidad más o menos exacta?Ochenta, si se tienen en cuenta las antologías. Tengo tantos libros como años. Al que le ha ido mejor es a La tregua, de lejos, que ya tiene 148 ediciones. Después vienen Inventario Uno, Gracias por el fuego y La borra del café, que es el último libro mío que ha caído muy bien, ya debe andar por las cuarenta ediciones en los distintos idiomas y países. Pero no me puedo quejar: en España, Rincón de haikus está desde hace varios meses en la lista de best-sellers.
Hay un dato llamativo en ese ranking. Con el éxito que tienen sus poemas, tres de los cuatro títulos que acaba de mencionar son novelas.Es que La tregua fue llevada al cine, fue finalista para un Oscar, se hicieron adaptaciones para la televisión, el teatro, la radio... Hubo mucha cosa que ayudó, lo que de todos modos es un misterio para mí, porque tampoco creo que sea mi mejor novela. Para mí La borra del café es mucho mejor, pero ahí entran otros factores: la gente la tomó como una novela de amor, y aunque es también una novela de amor, no es lo principal. En cuanto a Gracias por el fuego, también fue llevada al cine y fue finalista del premio Seix Barral. Pienso que eso le dio un empujoncito extra.
Sin embargo usted siempre se ha sentido más cómodo con la poesía, ¿no?Siempre digo que soy un poeta que además escribe cuentos y novelas. También me siento cómodo con el cuento, aunque me da mucho más trabajo. Un poema lo puedo escribir en un avión, durante un fin de semana o mientras espero al destino, en cambio un cuento me puede llevar años. El volumen de Montevideanos, por ejemplo, demoré dieciocho años en terminarlo, y sin embargo es un género que me gusta mucho. El cuento no admite fallas, se construye palabra por palabra, cada una tiene que tener su rol, y los finales son muy importantes. Pero a mí las ideas y los temas ya me vienen con la etiqueta del género, aunque a veces me equivoco. Me pasó con El cumpleaños de Juan Angel: empecé a escribirlo en prosa, como todo novelista que se precie, pero a las 50 páginas no podía avanzar más, estaba estancado, cosa que generalmente no me ocurre. Hasta que me di cuenta de que el tema tenía una carga poética muy fuerte y lo retomé como una novela en verso. Ahí cambió todo y la terminé rápidamente. Algo parecido me pasó con Pedro y el Capitán: creí que era una novela y terminó como una obra de teatro que marchó muy bien, se representó en no sé cuántos países. Creo que funcionó porque tiene nada más que dos personajes; yo con tres personajes en teatro no doy.. Es un género muy difícil.
¿Y las novelas?Me cuestan menos que los cuentos, aunque para escribir una novela se necesita un tiempo libre, porque no se pueden escribir diez páginas hoy y veinte a los dos años. La novela es un mundo que uno inventa y hay que sumergirse en ese mundo, en sus personajes... Si a mí me dejaran tranquilo podría escribir más novelas.
¿Cómo es eso?Mire, Andamios, que es la última novela que publiqué el año pasado, demoré tanto en terminarla porque he tenido que hacer tantos viajes, cumplir con tantos compromisos y obligaciones, que me costó mucho mantener el ritmo. Hace como cuatro años que quiero tomarme un año sabático y no puedo No me dejan.
Debe haber pocos hispanoamericanos que no sepan de memoria alguna estrofa de Te quiero, Por qué cantamos, Una mujer desnuda y en lo oscuro y tantos otros temas de Benedetti que popularizaron más de cuarenta intérpretes. La poesía hecha canción apuntaló su fama y muchos de estos poemas dispararon sus flechas hacia varios corazones, dejando a su responsable como un Cupido involuntario que no merece quedar libre de culpa y cargo.
¿Usted es consciente de que algunos de sus poemas fueron el puntapié para más de un romance?Bueno, si sirven para el amor me parece una buena empresa. A veces me cuentan que los muchachos copian poemas míos y se los mandan a las novias como si fueran de ellos, y después cuando se casan les cuentan la verdad. Puede que suene cursi, no sé, alguna gente dirá... Pero a mí no me molesta, al contrario. El amor me parece lo mejor de las relaciones humanas.
En otras palabras: usted puede ser el responsable de unas cuantas bodas.¿Y por qué no? Mire, una de las cosas más lindas que me han pasado en la vida con relación a mi obra me ocurrió en México. Una vez en Guadalajara, donde habíamos dado un recital con Daniel Viglietti, se me acercó una pareja de unos 30 años y el muchacho me dijo: "Mire, nosotros fuimos pareja pero después nos divorciamos. De todas formas queríamos contarle que nos conocimos por Inventario y queremos que nos firme el libro". Al tercer recital se aparecieron otra vez los dos para ponerme al corriente de la relación: "Mire, como el otro día estuvimos con usted y le contamos que nos conocimos con Inventario, queríamos decirle que por Inventario decidimos volvernos a casar". Así son las cosas..
La poesía, por lo general, no tiene tantos lectores como la novela o el cuento, y sin embargo la suya tiene muchos seguidores. ¿Alguna vez se preguntó por qué?Sí, y para mí es un misterio. Pienso que por un lado puede ser porque mis poemas son bastante sencillos, bastante claros, y eso es algo que se convirtió en una obsesión para mí: la sencillez. Hacia el fin de mi adolescencia, cuando yo sabía que iba a ser poeta, leía a los de más prestigio, y aunque los entendía y los disfrutaba, me parecían muy enigmáticos, con toda una retórica que me parece espantaba a los lectores. Me gustaban, pero me dije que yo así no iba a escribir nunca. Otra de las razones por las que creo que a la gente le gustan mis poemas es porque he escrito mucho sobre el amor. Pero así y todo, no me explico demasiado el éxito que han tenido.
La mayoría de sus obras tiene como protagonista al montevideano de clase media. Usted siempre dijo que no podría escribir sobre otro tipo de personajes.Es que ésa es mi limitación. Me siento muy inseguro si me salgo del montevideano de clase media. Ese es el territorio que yo conozco. Alguna vez dije, medio en broma medio en serio, que el Uruguay es la única oficina en el mundo que ha alcanzado la categoría de República. Y es así, y yo conozco bien a esta clase media. Muchas veces incluso me reprocharon que no trate a la clase obrera. Pero las veces que lo intenté, me sonaron falsos. Mis obreros nunca hablan como los obreros; entonces no insistí más, ¿para qué? Es una limitación y me atengo a esa limitación.
¿Entonces cómo explica que, siendo la suya una literatura localista, haya tenido tanta trascendencia en otras partes del mundo?Puede ser que la clase media sea más universal que otras clases. No sé, pero la verdad es que incluso tengo cuentos que transcurren en el exterior, pero siempre de montevideanos que están en España, en Cuba o en México. De todas formas, supongo que para llegar al mundo hay que llegar primero a la comarca, por ahí se empieza. El que quiere empezar por el mundo..
A través de sus textos políticos, usted intentó hacerse escuchar en su comarca. Eso le valió un pasaje al exilio. ¿Cree que el intelectual puede cambiar algo a través de la palabra?No, no puede cambiar nada. Yo no recuerdo ninguna revolución que se haya ganado con un soneto, por ejemplo. A los dirigentes políticos les gusta mucho adornarse con el arte, sacarse una foto del brazo de un pintor o terminar un discurso con un poema, pero no es que crean en una cosa ni en la otra. Tal vez algún raro personaje de la dirigencia política puede venir un día y decir: "Con estos tres versos me aclaraste este tema", y yo con eso puedo sentirme más que satisfecho.
Suena a batalla perdida.No, porque uno escribe para esclarecer la mente de un individuo, del ciudadano de a pie. Además, es una cuestión de conciencia. Si yo estoy en contra de la globalización de la economía, de la corrupción y de la hipocresía, lo digo y lo escribo. Justamente las causas en las que creo y que son derrotadas son las que me impulsan, porque gracias a que las defiendo puedo dormir tranquilo. No me siento derrotado en cuanto a mis creencias ideológicas y voy a seguir luchando por ellas. Sin éxito, eso sí.
Hay que defender la derrota, dijo el poeta.Es que la utopía es una cosa que debemos mantener. Por definición, la utopía es algo que nunca se realiza por completo, una cosa que parece imposible y después resulta que se realiza. Siempre digo que los tres grandes utópicos que ha dado este mundo son Jesús, Freud y Marx; gracias a ellos la humanidad ha dado pasos positivos. Aunque de cada utopía se realice un diez por ciento, gracias a ese diez por ciento la humanidad ha mejorado un poco. Yo soy un optimista incorregible.
Su defensa de la utopía lo enfrentó a más de un destierro. Debutó como exiliado en 1983, cuando cruzó el charco y se instaló en Buenos Aires buscando una seguridad incierta. Fue aquí donde inauguró el "llavero de la solidaridad": cuando las cosas comenzaron a ponerse oscuras acudía a ese manojo que le abría la puerta de las casas de cinco o seis amigos. Era la única manera de desorientar los radares nefastos que iban tras su sombra. Hasta que la Triple A le dio 48 horas para seguir respirando en la Argentina y se marchó a Perú, luego a Cuba y finalmente a España, continuando un exilio que le negó su patria durante doce años. Y también a su mujer, Luz, que debió quedarse en Uruguay cuidando a las ancianas madres de ambos. A pesar de todo, Benedetti no escupe reproches; más bien le da palmadas a ese tiempo pasado que pudo ser peor.
¿No siente rencor por ese pedazo de vida que le cambiaron?La pasé muy mal, me amenazaron de muerte, me separaron de mi ciudad, de mi mujer, y sólo por algún azar me fui salvando, pero no por hacer concesiones. Yo hubiera preferido no tener que recurrir al exilio, y sin embargo, en cierta forma el exilio me ayudó. Por un lado, empezaron a interesarse por mis libros, me hizo ser más conocido y eso hasta me permitió un alivio económico. Además, he aprendido mucho de la gente que fui conociendo en los diferentes países donde tuve que vivir. No de los gobiernos, porque de ellos no se aprende nunca nada, pero de la gente sí. Es como un fenómeno de ósmosis: uno le da a ese pueblo que lo recibe lo mejor que tiene y ese pueblo le devuelve cosas a uno. Esa proximidad, ese intercambio enriquecedor y evidente, me ha cambiado para bien, me ha hecho madurar, me ha quitado cierta tentación de hacer juicios demasiado apresurados sin que las cosas se asienten
Le supo sacar provecho al exilio.Yo creo que sí. Volví a mi país un poco mejor de lo que me fui, más ecuánime, más tolerante, menos radical, pero sin perder mis obsesiones.
Usted ha inventado una palabra, desexilio, que describe las sensaciones del regreso. ¿Se termina el desexilio alguna vez?Me parece que no. En uno de mis libros puse como epígrafe una frase de Alvaro Mutis, que dice que uno está condenado a ser siempre un exiliado, y creo que es cierto. Afuera uno se siente herido, ajeno, y cuando regresa también se siente exiliado, porque uno ha cambiado y el país también ha cambiado. Ha cambiado hasta el paisaje, la mirada de la gente... Sigue siendo el país de uno, se lo quiere como el país propio, pero la relación es distinta. Entonces se siente nostalgia por ciertas cosas del exilio, que tienen que ver más que nada con las personas.
¿La patria de uno dónde queda después de ese proceso?Como decía José Martí, la patria es la humanidad. En todos los países, en los que uno ha estado y en los que no ha estado, hay gente que por lo que piensa, por sus actitudes, por lo que hace, por lo que siente, por su solidaridad, son como compatriotas de uno. La patria de cada uno está formada de esa gente. Porque en el propio país ha habido también torturadores, corruptos, y esos no son compatriotas míos.
Actualmente, Mario Benedetti vive mitad de su tiempo en España y mitad en Uruguay. Esos compromisos de los que a veces se queja pero que tanto disfruta, lo tironean hacia ambos lados del océano. Su residencia en ésta y en aquellas tierras no obedece, aclara, a una necesidad de escaparles a los inviernos ni a las humedades que castigan su asma desde que tenía 25 años, cuando un tifus le dejó como secuela esa angustia por el oxígeno que un par de veces lo acostó en terapia intensiva. Está acostumbrado a convivir con un aparatito que despide vapores salvadores cada vez que le falta el aire, y en sus poemas hasta se ríe de ésta y otras fallas de fábrica que le trajeron las décadas: "...mis cataratas, mis espasmos asmáticos, mi herpes zoster, mi lumbago, mi hernia diafragmática", enumera en Heterónimos.
Sabe que su cuerpo le empezó a confiscar la frescura que mantiene su mente, pero él le pone el pecho al asunto con palabras: su próximo libro de poemas, El mundo que respiro, pone el acento en la cercanía de la muerte.
¿Le preocupa el tema?Bueno, a todo el mundo le preocupa, ¿no? Pero a los 80 años uno está un poco obligado a pensar en esas cosas. La muerte es una presencia, y la barajo en conexión a lo que es la muerte para otros, no sólo para mí. Pienso que una de las formas de sobrellevar la idea de la muerte es darle la cara, hablar de ella, dialogar con ella. Me parece que es una manera de poder soportar ese fin obligatorio. Admitir la muerte es un modo de restarle importancia, porque si uno está obsesionado con eso..
Por eso escribe sobre la muerte.Escribo sobre ella para que no me sorprenda, claro. Su cercanía no tiene que aplastarlo a uno, por eso tengo un poema que se llama Como si fuéramos inmortales: hay que vivir como si lo fuéramos.
Terminemos hablando de la vida, entonces. Usted ha recibido muchos premios por su obra, pero cuando hace un par de años la Universidad de Alicante lo nombró doctor honoris causa, fue en reconocimiento a "su fecunda labor creativa y por su condición de hombre de pueblo". Obra, pero también vida. ¿Cómo prefiere ser reconocido?Son dos cosas que forman el carácter y la condición humana de uno, ¿no? Muchos de mis poemas son producto de ser hombre de pueblo, y estar cerca del pueblo siempre ha sido una máxima para mí. Lo mejor que me pudo haber pasado en la vida es que lo que escribo le haya tocado el corazón a esa gente, a ese pueblo, a ese hombre de a pie.
Fuente: http://www.clarin.com/diario/especiales/benedetti/nota1.htm
Poemas de Don Mario...II
Lovers go home!
Ahora que empecé el día
volviendo a tu mirada,
y me encontraste bien
y te encontré más linda.
Ahora que por fin
está bastante claro
dónde estás y dónde estoy.
Sé por primera vez
que tendré fuerzas
para construir contigo
una amistad tan piola,
que del vecino
territorio del amor,
ese desesperado,
empezarán a mirarnos
con envidia,
y acabarán organizando
excursiones
para venir a preguntarnos
cómo hicimos
Si Dios fuera una mujer
¿y si Dios fuera una mujer?
-Juan Gelman
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
Síndrome
Todavía tengo casi todos mis dientes
casi todos mis cabellos y poquísimas canas
puedo hacer y deshacer el amor
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus
o sea que no debería sentirme viejo
pero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles.
Táctica y estrategia
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.
Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.
Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.
Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.
Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.
Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
Te quiero
Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.
Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.
Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.
Viceversa
Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
o sea,
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.
ONCE
Ningún padre de la iglesia
ha sabido explicar
por qué no exist
eun mandamiento once
que ordene a la mujer
no codiciar al hombre
de su prójima.
NO TE SALVES
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Ahora que empecé el día
volviendo a tu mirada,
y me encontraste bien
y te encontré más linda.
Ahora que por fin
está bastante claro
dónde estás y dónde estoy.
Sé por primera vez
que tendré fuerzas
para construir contigo
una amistad tan piola,
que del vecino
territorio del amor,
ese desesperado,
empezarán a mirarnos
con envidia,
y acabarán organizando
excursiones
para venir a preguntarnos
cómo hicimos
Si Dios fuera una mujer
¿y si Dios fuera una mujer?
-Juan Gelman
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
Síndrome
Todavía tengo casi todos mis dientes
casi todos mis cabellos y poquísimas canas
puedo hacer y deshacer el amor
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus
o sea que no debería sentirme viejo
pero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles.
Táctica y estrategia
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.
Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.
Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.
Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.
Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.
Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
Te quiero
Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.
Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.
Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.
Viceversa
Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
o sea,
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.
ONCE
Ningún padre de la iglesia
ha sabido explicar
por qué no exist
eun mandamiento once
que ordene a la mujer
no codiciar al hombre
de su prójima.
NO TE SALVES
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Galeano recuerda a Benedetti
El escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo hoy en Montevideo que Mario Benedetti, que falleció este domingo a los 88 años de edad y a quien le unía una gran amistad, era un poeta "lleno de gentes".
En unas declaraciones a Efe, Galeano quiso condensar su visión de Benedetti de la siguiente manera: "Este poeta estaba lleno de gentes. Y ahora continúa en todos sus muchos queridos querientes".
Galeano, autor del célebre libro "Las venas abiertas de América Latina", insistió en no querer "palabrear" el dolor y preferir expresarlo a través del "silencio".
"Los amigos lo llevamos dentro", se limitó a añadir el escritor, quien al ser preguntado ayer por los medios locales también manifestó: "¿Qué puedo decir? El dolor se dice callando".
En unas declaraciones a Efe, Galeano quiso condensar su visión de Benedetti de la siguiente manera: "Este poeta estaba lleno de gentes. Y ahora continúa en todos sus muchos queridos querientes".
Galeano, autor del célebre libro "Las venas abiertas de América Latina", insistió en no querer "palabrear" el dolor y preferir expresarlo a través del "silencio".
"Los amigos lo llevamos dentro", se limitó a añadir el escritor, quien al ser preguntado ayer por los medios locales también manifestó: "¿Qué puedo decir? El dolor se dice callando".
leer a Benedetti, entrar en el mundo de uno mismo
Leer poemas de Benedetti es "entrar en el mundo de uno mismo", Héctor Alterio
Leer un poema de Mario Benedetti "es entrar en el mundo de uno mismo", dijo hoy el actor argentino Héctor Alterio al destacar la "sencillez y la originalidad" del autor uruguayo fallecido este domingo en Montevideo.
"Lo único que es de agradecer es que ya no sufre más", declaró Alterio al canal de televisión bonaerense Todo Noticias desde España, donde reside desde hace varios años.
El actor recordó que su amistad con Benedetti nació cuando protagonizó el filme "La tregua" (1974), basado en la novela homónima del uruguayo y que fue la primera película argentina nominada al Premio Óscar.
Alterio, de 79 años, dijo que también solía encontrarse con el escritor en el aeropuerto madrileño de Barajas mientras ambos residían en la capital española y Benedetti publicaba sus artículos en el diario El País.
"Esos encuentros eran realmente maravillosos", rememoró el actor y destacó: "Leer un poema" de Benedetti "es entrar en el mundo de uno mismo, ya que uno lo puede leer y releerlo y encontrar cosas distintas".
Además, el actor dijo que en una de sus obras, "recordando a todos sus poetas preferidos, como (Rodolfo) Walsh, Paco Urondo o (Rafael) Alberti, que se habían ido antes, Benedetti dijo: 'Se fueron despacito, en fila india".
"Ahora me lo imagino a él, detrás de todos ellos, en fila india", concluyó sobre el escritor fallecido el domingo a los 88 años, que fue autor de más de 80 libros de poesía, novelas, cuentos y ensayos, así como de guiones de cine.
Leer un poema de Mario Benedetti "es entrar en el mundo de uno mismo", dijo hoy el actor argentino Héctor Alterio al destacar la "sencillez y la originalidad" del autor uruguayo fallecido este domingo en Montevideo.
"Lo único que es de agradecer es que ya no sufre más", declaró Alterio al canal de televisión bonaerense Todo Noticias desde España, donde reside desde hace varios años.
El actor recordó que su amistad con Benedetti nació cuando protagonizó el filme "La tregua" (1974), basado en la novela homónima del uruguayo y que fue la primera película argentina nominada al Premio Óscar.
Alterio, de 79 años, dijo que también solía encontrarse con el escritor en el aeropuerto madrileño de Barajas mientras ambos residían en la capital española y Benedetti publicaba sus artículos en el diario El País.
"Esos encuentros eran realmente maravillosos", rememoró el actor y destacó: "Leer un poema" de Benedetti "es entrar en el mundo de uno mismo, ya que uno lo puede leer y releerlo y encontrar cosas distintas".
Además, el actor dijo que en una de sus obras, "recordando a todos sus poetas preferidos, como (Rodolfo) Walsh, Paco Urondo o (Rafael) Alberti, que se habían ido antes, Benedetti dijo: 'Se fueron despacito, en fila india".
"Ahora me lo imagino a él, detrás de todos ellos, en fila india", concluyó sobre el escritor fallecido el domingo a los 88 años, que fue autor de más de 80 libros de poesía, novelas, cuentos y ensayos, así como de guiones de cine.
Don Mario ha partido...
MONTEVIDEO, 18 (ANSA) - Los uruguayos comenzaron hoy dar su entristecido adiós a Mario Benedetti, el poeta más querido del país y entre los referentes de la literatura iberoamericana comprometida, fallecido el domingo a los 88 años en Montevideo y quien está siendo velado en el Palacio Legislativo, sede del Congreso. Rostros acongojados y adustos predominaban hoy en el recinto parlamentario mientras el gobierno dispuso duelo nacional por el deceso del autor de "Gracias por el Fuego" y "La Tregua", en un año de luto para las letras locales, ya ensombrecidas por la muerte en abril, también a los 88 años, de la poeta Idea Vilariño. "Hombres como Mario nunca mueren, se siembran", dijo el presidente, Tabaré Vázquez, tras presentar sus respetos ante el féretro del escritor, acompañado por figuras de la política, como el vicepresidente Rodolfo Nin, el precandidato del Frente Amplio Danilo Astori, y del arte, como los cantantes Daniel Viglietti y Rubén Rada. Los restos de Benedetti arribaron poco antes de las 9 locales (12 GMT) al Parlamento en Montevideo, que amaneció lluviosa y gris, a tono con el ánimo popular por la muerte del poeta. Benedetti falleció en su casa tras haber sorteado cuatro hospitalizaciones el último año y medio -la última hasta el 6 de mayo- por una dolencia intestinal crónica que se fue agravando progresivamente. "Mario es una gigantesca figura de las letras. Una figura muy íntegra, coherente, valiente, muy clara, muy entrañable, siempre dispuesto a conversar sobre la vida con todos quienes tuvimos la fortuna de estar cerca de él", declaró a ANSA el precandidato presidencial Astori, quien recordó la militancia de izquierda del poeta, uno de los fundadores del Frente Amplio que por primera vez llegó al gobierno en 2004. Era un "hombre muy modesto, muy humilde y muy uruguayo" y su muerte "cierra una etapa cultural" del país, añadió el senador José Mujica, que definirá con Astori en internas en junio la fórmula para las elecciones presidenciales de octubre. Poeta, novelista, dramaturgo, ensayista y periodista, Benedetti es "un símbolo de Uruguay", dijo recientemente a ANSA Hortensia Campanella, autora de la biografía reciente sobre el poeta "Mario Benedetti. Un mito discretísimo". Exponente de la denominada "Generación del 45" con Juan Carlos Onetti (1909-1994), entre sus obras más destacadas figuran "Gracias por el fuego" (1965), "Los cuentos de Con y sin nostalgia" (1977), "Los poemas de Viento en el exilio" (1981) y piezas como "Pedro y el capitán" (1979). (ANSA). MRZ 18/05/2009 20:12
lunes, 4 de mayo de 2009
La piedra de la paciencia
LA PIEDRA DE LA PACIENCIA
ATIQ RAHIMI
Ed Siruela 2008
Premio Goncourt 2008
En la mitología persa, sangue sabur, «la piedra de la paciencia», es una piedra mágica a la que uno le cuenta sus desgracias, sus sufrimientos, sus miserias, para confiarle todo lo que no nos atrevemos a revelar a los demás. La piedra escucha, absorbe como una esponja todas las palabras, todos los secretos, hasta que un buen día explota. Y ese día, uno queda liberado.
En esta novela, localizada «en alguna parte de Afganistán, o en cualquier otro lugar», la piedra de la paciencia es un hombre tendido en un colchón en el suelo, en estado vegetativo a causa de una bala alojada en la nuca. A su lado, su mujer reza por él, le atiende y le habla, mientras en las calles pasan los carros de combate y se suceden los disparos. No sabe si puede oírla, pero la mujer le reprocha haber consagrado su vida a la Guerra Santa, y le desvela, llena de rabia y desesperación, lo que nunca se atrevió a decirle: sus deseos, miedos y frustraciones, y sus secretos más ocultos. La piedra de la paciencia explotará.Escrita en un lenguaje bellísimo, poético y descarnado, La piedra de la paciencia, justamente galardonada en el 2008 con el prestigioso Premio Goncourt, es un grito contra la sinrazón de las guerras, el fanatismo y la opresión a las mujeres en cualquier parte del mundo.Atiq Rahimi (Kabul, 1962) estudió en el Liceo franco-afgano de Kabul, y luego Literatura en la universidad de esa misma ciudad. En 1984, la guerra le obligó a refugiarse en Pakistán, desde donde pidió y obtuvo asilo político en Francia. A partir de entonces vive y trabaja en París. Una vez en la capital francesa, realizó el doctorado de Comunicación Audiovisual de La Sorbona. En la actualidad se dedica a la realización de documentales y a la escritura. Por su versión cinematográfica de Tierra y cenizas, que también dirigió, recibió el Premio de la mirada hacia el futuro en el Festival de Cannes, 2004. Ediciones Siruela ha publicado también de Atiq Rahimi (Kabul, 1962) Laberinto de sueño y angustia.
sábado, 2 de mayo de 2009
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