Aunque seamos malditas una novela que narra la historia de Ainur una mujer que tras sufrir acoso laboral y recibir la sentencia favorable decide regresar a la aldea de sus antepasados para recuperar la paz. Allí retoma sus estudios de doctorado sobre Selene una comadrona de la Edad Media quemada en la hoguera por la Inquisición.
Nosotras hemos hablado con ella.
¿De donde surgió la idea de hacer este libro?
Llevaba años obsesionada con la caza de brujas. Con el hecho de que una sociedad entera se volviera loca y condenará a muerte a millones de mujeres por tener un lunar o ser capaces de curar. Algunas eran personajes fascinantes y otras pobres mujeres. La mayoría eran ambas cosas. Había que hablar de ellas.
Aunque seamos malditas gira principalmente sobre la vida de dos mujeres. Selene y Ainur, que sufren mucho en la vida ¿Es un libro escrito para mujeres?
Cuando un hombre escribe sobre otro hombre se asume que escribe una historia universal que escribe sobre la condición humana. Cuando es una mujer la que escribe se dice que es una novela de mujeres, yo quiero demostrar que una historia escrita por una mujer y donde las protagonistas son mujeres puede ser una historia universal. Es una novela para personas que quieren aprender algo, que quieren vivir otras vidas y ser más grandes.
¿Cree que a las mujeres el hecho de serlo nos supone un punto extra de sufrimiento?
Las malditas son más malditas que los malditos. Si el paria es paria, la mujer del paria es mucho más paria. Las mujeres lo hemos tenido más difícil y lo seguimos teniendo más difícil y eso nos ha hecho más fuertes y también más vulnerables.
¿Por qué todavía debemos luchar para llegar a la altura de los hombres en determinados aspectos como el laboral?
Sigue vigente el “techo de cristal”: la mayoría de las mujeres trabajan, hay muchos cuadros medios, muchas secretarias pero pocas jefas. La discriminación más difícil de vencer es esa discriminación sutil con la que se aparta a las mujeres de las decisiones importantes. No se puede demostrar que las discriminan por ser mujeres. Pero esas mujeres valiosas nunca ascienden. La primera discriminación está dentro de nosotras mismas: tenemos que convencernos de que podemos vencer todas las barreras. La igualdad comienza en nuestra autoestima.
Comenzó a escribir con 11 años, su primera novela Los amantes tristes fue alabada por la crítica. Ha recibido el premio Azorín y la beca Valle-Inclán. ¿Se considera una privilegiada en el mundo de la literatura?
Yo llevo más de veinte años escribiendo y por escribir he renunciado a muchas cosas: a mi trabajo, a la seguridad, al amor. Para que la escritura te dé algo tú tienes que darle todo. Creo que he tenido mucha suerte pero sobre todo he trabajado mucho.
Para un escritor ¿qué es más importante el respaldo de la crítica y los premios o convertirse en un superventas?
Lo más importante para un escritor es tener una historia que contar, algo importante que decir y sentir que ha sido capaz de hacerlo, que ha escrito una historia más grande que la vida. Para un escritor lo importante es decir la verdad y la gran novela siempre es verdad. Son nuestras vidas las que son falsas.
¿Por qué ha optado por una narración fragmentada?
Bueno, todos hemos aprendido de la gran novela del XIX, pero estamos en el SXXI y no tiene sentido que se sigan escribiendo textos que son malas copias de las grandes novelas del XIX. Ha pasado la vanguardia y el “nouveau roman” que no tenían en cuenta al lector pero que nos enseñaron muchas cosas y ahora hay que buscar nuevos caminos para la novela y en eso estoy buscando mi propia forma de novelar.
En su libro uno de los personajes habla de usted como una amiga del colegio ¿esto es un guiño a alguien en concreto, al lector?
Eso es parte del juego metaliterario y de la ironía. Uno tiene que reírse de sí mismo y la literatura tiene que ser juego. Es un guiño a mis lectores y un corte de mangas a los inflexibles que no dejan que la literatura sea libre.
Todos los escritores dejan algo de ellos mismos en sus novelas ¿Qué hay suyo en esta?
La novela es un “golem” es un espíritu muerto que cobra vida y la única vida que el escritor tiene para darle es la suya propia. T.S. Elliot decía que si podías contar la historia de un palo de la luz contando en realidad como perdiste a tu gran amor eras un escritor. Esta es la historia de las mujeres que llamaron brujas, de las que sufrieron el acoso laboral, de los hombres que pagaron por un crimen que no cometieron y puede que también sea la historia de cómo Eugenia Rico perdió su gran amor pero eso debe subyacer, debe ser el abono para la fuerza de la novela y no la novela misma.
Aunque seamos malditas acaba de salir, ¿Qué proyectos tiene a partir de ahora?Nosotras hemos hablado con ella.
¿De donde surgió la idea de hacer este libro?
Llevaba años obsesionada con la caza de brujas. Con el hecho de que una sociedad entera se volviera loca y condenará a muerte a millones de mujeres por tener un lunar o ser capaces de curar. Algunas eran personajes fascinantes y otras pobres mujeres. La mayoría eran ambas cosas. Había que hablar de ellas.
Aunque seamos malditas gira principalmente sobre la vida de dos mujeres. Selene y Ainur, que sufren mucho en la vida ¿Es un libro escrito para mujeres?
Cuando un hombre escribe sobre otro hombre se asume que escribe una historia universal que escribe sobre la condición humana. Cuando es una mujer la que escribe se dice que es una novela de mujeres, yo quiero demostrar que una historia escrita por una mujer y donde las protagonistas son mujeres puede ser una historia universal. Es una novela para personas que quieren aprender algo, que quieren vivir otras vidas y ser más grandes.
¿Cree que a las mujeres el hecho de serlo nos supone un punto extra de sufrimiento?
Las malditas son más malditas que los malditos. Si el paria es paria, la mujer del paria es mucho más paria. Las mujeres lo hemos tenido más difícil y lo seguimos teniendo más difícil y eso nos ha hecho más fuertes y también más vulnerables.
¿Por qué todavía debemos luchar para llegar a la altura de los hombres en determinados aspectos como el laboral?
Sigue vigente el “techo de cristal”: la mayoría de las mujeres trabajan, hay muchos cuadros medios, muchas secretarias pero pocas jefas. La discriminación más difícil de vencer es esa discriminación sutil con la que se aparta a las mujeres de las decisiones importantes. No se puede demostrar que las discriminan por ser mujeres. Pero esas mujeres valiosas nunca ascienden. La primera discriminación está dentro de nosotras mismas: tenemos que convencernos de que podemos vencer todas las barreras. La igualdad comienza en nuestra autoestima.
Comenzó a escribir con 11 años, su primera novela Los amantes tristes fue alabada por la crítica. Ha recibido el premio Azorín y la beca Valle-Inclán. ¿Se considera una privilegiada en el mundo de la literatura?
Yo llevo más de veinte años escribiendo y por escribir he renunciado a muchas cosas: a mi trabajo, a la seguridad, al amor. Para que la escritura te dé algo tú tienes que darle todo. Creo que he tenido mucha suerte pero sobre todo he trabajado mucho.
Para un escritor ¿qué es más importante el respaldo de la crítica y los premios o convertirse en un superventas?
Lo más importante para un escritor es tener una historia que contar, algo importante que decir y sentir que ha sido capaz de hacerlo, que ha escrito una historia más grande que la vida. Para un escritor lo importante es decir la verdad y la gran novela siempre es verdad. Son nuestras vidas las que son falsas.
¿Por qué ha optado por una narración fragmentada?
Bueno, todos hemos aprendido de la gran novela del XIX, pero estamos en el SXXI y no tiene sentido que se sigan escribiendo textos que son malas copias de las grandes novelas del XIX. Ha pasado la vanguardia y el “nouveau roman” que no tenían en cuenta al lector pero que nos enseñaron muchas cosas y ahora hay que buscar nuevos caminos para la novela y en eso estoy buscando mi propia forma de novelar.
En su libro uno de los personajes habla de usted como una amiga del colegio ¿esto es un guiño a alguien en concreto, al lector?
Eso es parte del juego metaliterario y de la ironía. Uno tiene que reírse de sí mismo y la literatura tiene que ser juego. Es un guiño a mis lectores y un corte de mangas a los inflexibles que no dejan que la literatura sea libre.
Todos los escritores dejan algo de ellos mismos en sus novelas ¿Qué hay suyo en esta?
La novela es un “golem” es un espíritu muerto que cobra vida y la única vida que el escritor tiene para darle es la suya propia. T.S. Elliot decía que si podías contar la historia de un palo de la luz contando en realidad como perdiste a tu gran amor eras un escritor. Esta es la historia de las mujeres que llamaron brujas, de las que sufrieron el acoso laboral, de los hombres que pagaron por un crimen que no cometieron y puede que también sea la historia de cómo Eugenia Rico perdió su gran amor pero eso debe subyacer, debe ser el abono para la fuerza de la novela y no la novela misma.
Aunque seamos malditas forma parte de una tetralogía que me impuse sobre los cuatro elementos. El otoño alemán que obtuvó el Premio Ateneo era Agua y Aunque seamos malditas es fuego. Estoy trabajando en la documentación para la novela que será Tierra, pero la tierra tiene que estar en barbecho para producir. Aunque seamos malditas me ha dejado agotada y hay que olvidar una novela para escribir la siguiente. Eso es lo duro de este oficio.
¿Cómo es un día en la vida de Eugenia Rico?
Depende. Si estoy escribiendo una novela mi ideal sería el de Kafka: escribir todo el día y que una mano anónima me trajera los alimentos. Desgraciadamente cuando eres mujer esa mano anónima suele ser la tuya. Me levanto, juego con mi hija y me obligo a leer. Leo muchísimo. Cuando leo soy más feliz que cuando escribo.
http://www.nosotras.com/actualidad/entrevista-eugenia-rico-malditas-son-malditas-malditos-56806/
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