Para Linda Escobedo
He perdido la cuenta de tus huesos
introduciendo mi palabra al tiempo
entonces me fui a alguna parte
con el apetito dormido.
Fuiste tú el sitio del crimen,
quién me volvió clandestina melodía,
a quien contemplo mezclada de imágenes
sentada en una butaca del cine
para ver mí sombra.
Nos enredamos en el vacío
y de la nada surge tu boca
a desprenderme a Dios del aliento
en un espejismo que me brota
por un rumor indefinido.
Surges despuntando tu lengua
liberando a Sofía de tu interior.
Aquí estás, embalsamada,
casi real entre los árboles.
Pareces un chacal,
un alebríje que me conquista
más allá de lo intocable.
Te veo desatada en una ventana
alrededor de mi otra parte
dándole a mis ojos el cierre final.
A veces, también te veo
atrapada en un secreto
que duele entre mi carne.
Así voy avanzando paso a paso
tomando de una mano tu ruptura
y acariciando con la otra
los cabellos de alguien
por quien toco la magnánima vehemencia.
Así voy en mi misma
perdiendo la cuenta de tus huesos.
EN EL ÁRBOL DE
A ciegas la luz vela
y unos ojos se abren para siempre.
Hablo del corazón frente a la muerte,
en el árbol de la voz, con un labio de tierra y otro
de noche,
con un corazón de polvo y otro de viento.
Hablo de este amor,
esta navegación entre la bruma,
este amor, este amor.
Cada silencio nos llevara a la palabra que nos
refleja,
y en mí toma cuerpo tu soledad,
en tu mirada ausente se deshacen los astros.
A veces te descubro en el rostro que no tuviste,
en la aparición que no merecías.
Y el silencio levanta la cabeza y me mira.
Esta vez volvemos de noche,
los árboles han guardado sus pájaros,
el cansancio estira su lengua para cantarnos al oído.
La noche llego en tu corazón,
tus ojos se cerraron en la llegada del mundo.
Y sin embargo, de alguna manera, todos lo sabíamos,
y algo parte en dos la memoria,
algo parte en dos a la mujer que peina su alma antes
de entrar al lecho solitario,
y parte también el tiempo de la noche,
como el vaso que cae de la mano de algún niño
asustado,
algo parte en dos lo que estaba partido.
Fantasmas
Sollozan.
Inundados en la certeza.
Entran en el aliento,
las palabras.
Para: A. A. B.
Siempre en tu sombra
comprendo un poco más a la palabra,
y ¿sabes?, también al silencio.
Siempre hay una compostura al desorden,
y mis pulmones reciben ahogados tu aire.
Siempre me sacas las palomas de los ojos con tus
historias,
volviéndome destiempo.
Me asombro cuando me vuelves pájaro, Sacándome de
pronto de entre tus ramas
y me haces escurrir gotas de sonrisas aun cuando
traigo el corazón de piedra.
Una piedra que con tu soplo se deshace.
¿Dime, quien te hizo?
Que bebistrajo consumió el carpintero
para tallar este sueño extranjero del mundo.
¿Qué materiales utilizo con tu alma?
Dime, con qué pasión se ensordeció
dándole corporeidad a lo que me hace renegar de la
muerte,
pero, pobre la muerte. Cuando escucha de ti solloza en
un temblor,
porque haz dejado preñada a la eternidad de tu
existencia.
Yo siempre recomiendo tu aire.
Tu aire de raza nocturna,
tu aire que convoca remolinos en el desierto,
tu aire, desgarrón de la palabra intrincada,
respiración sabia de Dios,
despierto por todas partes,
tu aire que siempre se deja respirar.
Ah, viejo, viejo!
Te has asociado con la armonía
y todos hemos caído de improviso a quitarte un fruto
de entre tus ramas.
Después, nada dijiste,
después, nada supimos decir.
y a mí, me haces aprender y olvidar tantas cosas
que ya no sé si tener o no memoria.
Siempre ando a la cacería de tu palabra hoja
y sacudo mis zapatos en la puerta de tu raíz de ese
sucio lodo llamado miedo.
Ya indetenible déjame decirte...
Perdón. Mi árbol más querido,
por obtener la madera con que me hice fuego,
haciéndote sangrar con mi hacha,
desdoblando, desvistiendo tu cuerpo
pero tus pájaros volaron una noche a mi designio
y fue inevitable.
Esos pájaros dolorosamente me picotearon el alma
y no pude soltar el hacha de mi mano,
y después al volver mi vista a ti.
Tú, plantado.
Ofreciéndome aún tus ramas bajo la tarde,
bajo la lluvia, tus frutos, tus pájaros.
Ay, mi árbol de blancos muñones.
El fuego que de tu madera hice aún está en el brasero
de mi alma.
Cada día lo mantengo vivo y lo cuido,
y canto, canto sin frío,
porque como tu madera
no hay otra en todos los mundos,
porque entre tu sombra
se comprende un poco más a la palabra,
y ¿sabes?, también al silencio.
Poema a Arminé Arjona.
Ciertas palabras vendrán un día
a mover tu laberinto de imágenes
para robarle a el lecho tu cuerpo
estremeciendo otras palabras.
Tu pelo más largo atravesará el silencio
de un viento que levante el agua del mar
He escuchado tu rostro
solventar tus argumentos
donde hay frases de recuerdo
que peinan remolinos
Por eso escucho tus sitios
antes que mi frase se encorve
y tan sólo quede un zumbido
Ciertas palabras buscan tu boca
y devoran tu respiración
al sentirlas en la carne tomando vida,
ciertas frases te reconocen
contra ti misma. Por otra sangre,
por otros libros, por otras frases.
Amanece y te buscan luchando
doblando esquinas
rompiendo el vidrio de tu ventana,
están aquí como un fantasma
en busca de un deslumbrante nacimiento,
te aman y se dejan caer sobre ti
como un hombre cegado por el deseo
de tu cuerpo,
deseando tocar tu fondo
para producir el vértigo.
No quieren ser susurros
no quieren otro espejo,
quieren arrojarse a tus manos,
detener la noche,
separar tus muslos,
quieren romperse en tu voz,
para despertar la raíz de tu saliva.
Ciertas palabras te miran
como un niño perdido y lloroso,
ciertas palabras ven en ti su vuelo,
rondan el alrededor
de su propio deseo.
Sin Maria
Nunca la llamé Maria
preferi separarme la porción con la cual decidió
que todos abriéramos y cerraramos la boca.
Nunca comprobé si después de ella había una secuencia,
un fondo, una simpatía por acercarse y verme inmóvil,
rendida, teniendo la carne incontenible de miedo,
de no permitirme el encuentro con su sombra
que hiere mi cuerpo con sus ruidos,
enmedio de la noche.
Por eso cierro los ojos,
y con mis manos toco la tibia carne
de quien no huye de las garras de mis labios,
quien se inunda de susurros arrojados
y llena de cansancio a mi lado cae,
saliendo del fondo de mis ojos.
Otra mujer.
Definida, visible, palpable,
cierra las puertas que Maria dejó abiertas,
se mete en mí, atravesándome con su aliento,
mirándome partida en lágrimas,
no sintiendo miedo,
no pidiendo explicaciones.
Con ella,
sin Maria.
He calmado la sed con un vaso de mi prisa
líquido roto donde se encerraba una contra sí misma.
Contra sí misma...
Flotando...
en el fondo.
MADRE ENVIDIA
Toda tarde, según tú
fue extrañar esos ojos,
según tus reglas
no sentir soledad.
Según tú
disfrute a la vida serpenteando.
No puedes reconstruirte con otra ideología
menos con la emoción de una palabra.
Según toda tú
te llena la televisión,
te reencuentra el lenguaje,
mereces los instantes ajenos.
Madre desquiciada y sorda
donde cae una lagrima
donde no se distingue la remenbranza.
Madrecita envidia.
Traes la noticia de mañana,
encontrando ausencia en ese intante de ti,
cubriendo huecos muertos de años.
Madre envidia
me ire, exiliada con un protocolo mejor
que el de tu morada.
SANGRE NUESTRA
Sangre mía,
de alba,
de luna partida,
del silencio.
de roca muerta,
de mujer en cama,
saltando al vacío,
Abierta a la locura.
Sangre clara y definida,
fértil y semilla,
Sangre incomprensible gira,
Sangre liberación de sí misma,
Sangre río de mis cantos,
Mar de mis abismos.
Sangre instante donde nazco adolorida,
Nutrida de mi última presencia.
SOMBRA DEL VIENTO
Sombra de ti en el viento,
un reflector en la niebla
donde el silencio encuentra el hilo,
el ruido exacto
El llanto de Judas
Aterra esta claridad
podrías acaso ver
mi resurrección inmovilizada
deseando un soplo de tu carne
para echar a volar la noche.
¿Qué estoy interrumpiendo?,
en dónde no titubean mis manos
Te llamo desde lejos
Riesgos desordenados, para tocar en el viento
esa enmudecida parte del cuerpo.
Te inventaba en una breve locura
y ahora comprendo que es tu cuerpo
la pendiente donde he de arrojarme al vacío.
MUJER HACHA
Mujer
lejana,
improbable
disfrazada de razón,
fuerza sin sangre.
Hechicera mocosa echada a sus sienes
a quien le nombran incertidumbre.
Abismal de lo interno que no sabe ademanes
cautivante con sus silecios.
Atroz,
irresistible al deseo de morder la noche
vacilante en desencantos
embellecida por cuentos
reposada en la distancia.
Mujer intante,
hacha
que arrastras,
que cortas lenguas esparciéndolas
en la mano de Dios que se retuerce de risa contigo.
Fugitiva de tu captura saldré
sabiendo perfectamente
que eres invencible.
SIN ROMPER
Donde
durmiente del desierto
tu flecha silencio
no me atraviesa.
Donde
con tus pies caminas
sin romper la memoria
DONDE
Ser la obra extraviada de la muerte
es encontrar en tu orilla el origen,
ser un rayo de luna en el bosque
que descubre que te encuentras en su centro.
Habré de regresar,
habré de quitarme la piel
para caer sobre tu alma,
para entrar,
salir de tu boca.
sacudo umbrales en esta confesión
con discurso profético,
después de haber deshecho tu libertad.
Reconozcámonos en el sitio señalado:
en ese sitio donde el guante
se quita para abofetear a la verdad.
donde tus manos,
habitan una paloma
y toco aquello que me designo.
Sitio en que mi pan es tu vino
y mi vino es tu otoño muerto.
mientras, suspendidas vamos en la materia,
cruzamos fondo,
balanceándonos hacia donde la lluvia huye
y narrar abandona el sueño,
donde la piel se quita.
CUERPO DESIERTO
Algunos cargan mi cuerpo desierto
tras su espalda
como si fuera el sendero
un día cruzado hacía mí.
Mientras, me mezclo inclemente
con cenizas de todas las calmas
convirtiendome en mar de tormentas,
de huesos perdidos.
En algo indistinguible,
mitológico,
aún más errante que CRISTO,
que el llanto.
Más insolente que la ceguedad,
más enfebrecido que miembro erecto de perro,
más cotidiano que la mano dentro
de la falda infantil,
más prestado que el dinero.
Me convierto en pena clavada
en carne vacía,
en perseguido persiguiéndote,
cavador de gritos,
en habitante
de este cuerpo
desierto.
RUINAS
En los labios crece esta hiedra
y la puerta añosa se cierra de golpe.
El invierno se descubre
dentro de un pausado caminar
que trae rumores escapando en el temblor
de una mano que acaricia retratos.
Brusco final del viaje,
que sólo deja exahustividad
en una sumisa nostalgia escondida en la penumbra.
Ya ni el vacío se yergue,
ni se muestra piedad al espejo
ya todo hace la huida de la respiración,
incluso la eternidad.
PESQUISA POR UNA MUJER
Busco a una mujer
que recueste su boca sobre mis huellas,
cante sin cansarse para mí.
La busco queriéndola encontrar en poemas
para encarnarla en la tarde,
la quiero libre sin quererme siempre,
esperando en un desnudo sutil,
enferma de las cosas de la noche.
A una mujer
que no porte más que tacones por la calle,
se esconda cuando la busque,
camine de la mano de otros
doliéndole la dureza y blandura de mi alma,
que tenga secretos y no los revele,
que crea en mis mentiras
y se carcaje de mis verdades,
que coma elotes conmigo en el parque.
Una mujer
que me busque en la madrugada
y al final siempre repita mi nombre
que no es otro que nada.
DUENDES
Contemplo dentro
un pájaro de yeso
olvidado en el aire,
camino por angostos pasillos
buscando a los duendes
que me encantaron el espíritu.
Intento nuevos ademanes
y enlazada al fondo,
transcurro implacable
a el sollozo oculto.
Esas zonas confundidas
embellecen al mundo
y parto de ahí a casa.
PLIEGO PETITORIO
Que cese ya el grito alrededor de todo
detrás de las sillas llamándonos.
Que cese la espera de la eternidad
cansada de esperarnos,
que el silencio se vuelva transparente
para que el verdadero sonido
filtre por fin su alma.
que “el circulo perfecto” se vuelva luz encendida
en alguien que abre una puerta.
Que el golpe de mar quede en la memoria,
penetrante.
Que se acaben los hábitos de la incertidumbre,
que caiga la lluvia donde la ceniza se moje,
que la nostalgia siempre trabaje en la nieve,
que me dejen interrumpir el juego
de guardar silencio,
que Dios bendiga los zapatos rotos
y nos quite la costumbre tan socorrida del dolor.
Produce en el espejo aleteos de equilibrio,
nos duerme con su sonrisa
y despues a una niña
donde el silencio todo nocturno
se distingue con el desierto.
Teje virtud con el hilo de la palabra
hacia donde el dolor no se haga el tema perpetuo
avanzando a lo irreprimible.
Tierra húmeda
he aquí donde brota tu beso con diversos colores.
CASTILLO DE EL AIRE
Sufro,
muda e inerte,
observando la partida.
Permanezco reprimiendo
esta necesidad de continuar probando
el sabor del café en su boca,
quedo concretamente,
con el suceso de la ausencia,
del cual emerge la incredulidad
a mostrarnos otros silencios,
otra verdad,
destruyendo los castillos de el aire
que tejimos sin nosotras,
destruyendo la eternidad
dervorada por la ausencia.
ALGUIEN HABLO DE TI
De la jaula escapo un pájaro
en un poema derramado por
una poeta estremecida de tu nombre.
La farsante tarde
enmedio del viento
se hace pasar por tus ojos
vacilando muerta en el aire
que alguno uso para hablar de ti.
Alguien habló de ti
y María Dolores Pradera alargó la noche,
el mar devolvió a Alfonsina a través de la brisa,
sobre la palabra llovizna fantasma fuiste,
haciendo que la ausencia
no atravesará más la garganta.
Alguien habló de ti
incendiándose la carne
al definir escuetamente
su mano deslizada por tu hombro,
quedándose sin palabras
enmedio de una conversación prohibida.
Siesta en el jardín de los alebrijes sépticos.
I
Esta tarde te pretendo en rencor,
olfateo el tedio revuelto con el agua
que desciende de tus ojos,
emerjo de tu pántano
apoyando las manos .
Salgo palpando a ciegas
un nuevo cuerpo
un nuevo barro.
II
Al lavarse los blanquecidos senos
recuerda su espejismo
se descifra real,
la ropa vieja se torna enredadera
ha masticado planicies lunares,
la lengua melosa de un gato de madera.
Bocados llenos de pulcritud
y dudoso deslumbre.
No responde,
ni burla su propia condena.
Acaso tal vez camaleón viste
de nuevo sus pechos
más insectos
insectos
insectos.
III
Arrojo los orines de mi deuda con dios
para envenenar a los que puedan ser sus cómplices,
Paso por la ausencia de seres susurrantes,
por no aplastarme por completo.
Los llevo de desdicha,
de gestos, inesperados
orines que humedecen el pecho
y se beben de mi mano,
que salen de mi boca suspendida
en la fijeza de su fuerza
los arrojo vencedora,
en un mutuo lenguaje con mi conciencia.
IV
Pudriendo bajo el sol su codicia
ellos abastecen su mesa de insectos,
sitio de poder contra poder,
silencio contra-silencio-contra-palabra
Se extiende en busca de prudencias perdidas
cuando se les resecan los labios.
Ellos aparecen por fruición
vuelan brotando del fondo
entonces todo lo inundan
los zopilotes del silencio
pasan sobre nuestras cabezas
buscando frases de carroña.
V
Las cucarachas son los réptiles de la lluvía
y la memoria-volatiza danzante
soy burguesa candil y olla
y reconozco la xilografía de mi vida sardinera,
sesgo inabordable la briaguez de las penas consonantes,
soledades de monolito perdido en sí mismo.
Qué le puedo entonces decir a los demás
de mi embalsamada palabra si poco sé de ella.
Tal vez que estaba durmiendo
y ahora la tengo ante mí
lepidosirena
saltando
atrayente
coqueteándole a mi silencio aquiesciente.
VI
La sedición comienza
en el encuentro de las hormigas rojas
con arañazul...
Jubilosas alcanzan victoria
arañazul postra su cabeza cerrando los ojos
mas aún escuchó por último el croar de las ranas
entre los lirios silvestres
La sedición comienza
arañasombrío
se han comunicado con grillos malhumorados
y en abrazo se dirigen a la tierra de hormigas rojas
unas heridas de entrañas,
otros con lenguaje de malquerencia hereditaria.
A su paso en el camino quedan larvas y ninfas
pero nadie retrocede por una especie inferior
pronto el polvo deja ver la tierra
y también la terquedad de la muerte
El cantar de los grillos malhumorados
eriza a la razón de cada hormiga roja
en tanto arañasombrío
marchan con el cuerpo inerte de arañazul
todo aunque no se crea en un orden universal,
concierto del canto grillero,
tembladera de ideas rojas,
despertar a destiempo para todos
en los inmensos territorios del sentir
y ahí en lo más hondo se acumula el rencor de unos,
con la retirada triunfal de otros.
En eso estaba la tortuga
cuando vio pasar al mito hombrelumbre
llevándose las entrañas de un árbol
la tortuga comprendió
que la sedición comenzaba de nuevo.
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