domingo, 30 de junio de 2013

La linterna roja



Título: La Linterna Roja
Título original: Da hong Deng long Gao gao Gua
Director: Zhang Yimou
País: Hong Kong
Año: 1991
Reparto: Gong Li, Jin Shuyuan, Cao Cuifeng, He Caifei, Ma Jingwu, Konh Lin, Zhao Qi, Weimin Ding, Cao Zhengyin, Zhihgang Cui, Chu Xiao
Duración: 125 min.
Guión: Ni Zhen
Música: Zhao Jiping, Naoki Tachikawa
Fotografía: Lun Yang, Fei Zhao
Género: Drama
Productora/Distribuidora: Century Communications
Saga:
Premios: Festival de Venecia, David de Donatello, Otros, Baftas
Nominaciones: Festival de Venecia, OSCARS, Independents Spirit
La historia transcurre en el palacio de un hombre poderoso.Tiene tres concubinas y una nueva llega, obligada a casarse con él. Cada tarde, elige con quien pasar la noche colocando un gran farol rojo en la puerta de la concubina seleccionada, esto hará que existan fuertes rivalidades entre ellas.Basada en la novela: Levantar el farol rojo de Su TongCartel:
TRAILER:
PREMIOS
Oscars (1992)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Nominada Oscar Película Extranjera La Linterna Roja

Premios Bafta (1993)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Ganadora BAFTA Película Extranjera La Linterna Roja

Festival de Venecia (1991)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Ganadora Elvira Notari Director Zhang Yimou
Ganadora León de Plata Director Zhang Yimou
Nominada León de Oro Película La Linterna Roja

David de Donatello (1992)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Ganadora David Película Extranjera La Linterna Roja

Independents Spirit (1993)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Nominada Independent Spirit Película Extranjera La Linterna Roja

Hundred Flowers (1993)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Ganadora Hundred Flowers Actriz Gong Li

Kansas City Film Critics Circle (1993)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Ganadora KCFCC Película Extranjera La Linterna Roja

London Critics Circle Film (1993)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Ganadora ALFS Película Extranjera La Linterna Roja

Los Angeles Film Critics Association (1992)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Ganadora LAFCA Fotografía Fei Zhao , Lun Yang

National Society of Film Critics, USA (1993)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Ganadora NSFC Película Extranjera La Linterna Roja
Ganadora NSFC Fotografía Fei Zhao , Lun Yang

New York Film Critics Circle (1992)
Resultado Galardón Categoría Premiados
Ganadora NYFCC Película Extranjera La Linterna Roja


ficha generada por leelibros.com

La montaña del alma

LA MONTAÑA DEL ALMA
de Gao Xingjian
Ed. Del Bronce, 2001
Una casualidad inicia esta novela: dos tazas de té entrechocan sobre la mesa de un compartimento de tren provocando el contacto entre dos desconocidos que han emprendido un largo viaje, poniendo al protagonista sobre la pista de una misteriosa montaña. Desde las primeras páginas, Gao Xingjian hace un retrato amplio y profundo de China, de su filosofía, de su arte, de su gente, de sus costumbres, de sus pueblos, y de su forma de vida.

El señor Fox


“Los hombres temen que las mujeres nos riamos de ellos”

La escritora inglesa Helen Oyeyemi refleja la guerra de sexos en ‘El señor Fox’

Es una cruel novela de aire fantástico

La novelista inglesa de origen nigeriano Helen Oyeyemim, en Barcelona. / MASSIMILIANO MINOCRI
La primera cabeza cortada aparece en la página 13. La escritora inglesa de origen nigeriano Helen Oyeyemi no da ni un respiro al lector en El señor Fox (El Acantilado), escritor que no puede ceder al impulso de matar a todas las mujeres protagonistas de sus historias, incluida la suya. Parece un cuento de hadas, hay una musa. Hasta ahí el parecido, porque la musa primero le afea la conducta al escritor y acaba tomando vida real y retándole. Barba azul, el cuento de hadas de Charles Perrault, y figuras de la mitología tienen mucho que ver con El señor Fox,cuarta novela de la escritora nacida en Nigeria en 1984 en una familia que emigró del país cuando ella tenía cuatro años y que se estableció en Inglaterra.
Directa y concisa en las respuestas, Oyeyemi explica que su primera novela, La niña Ícaro —sobre la soledad y el desarraigo de una joven anglonigeriana— la escribió a los 18 años cundo preparaba los exámenes de selectividad: “Era algo febril, no podía parar de escribir y tuve mucha suerte porque logré la nota para entrar en la universidad de Cambridge”. Allí estudió Ciencias Políticas: “No tenía claro que quisiera ser escritora y en Cambridge podía estudiar política, psicología o sociología. Yo quería ser psicóloga, aunque creo que no podré ser nunca buena porque cuando la gente me explica visiones, yo me las creo siempre y... no se trata de eso”, dice riendo.
Los libros y la literatura fueron ganando baza. En 2007 publicó su segundo libro, The Opposite House —una historia de la mitología cubana— y dos años más tarde White is for Witching —la desaparición de una estudiante en Cambridge— que obtuvo el premio Somerset Maugham. Tras El señor Fox, ha sido incluida en la lista Granta de los mejores novelistas ingleses jóvenes. Y todo ese recorrido cuando todavía no ha llegado a los 30 años: “Pienso si he hecho lo correcto, si no he malgastado mi juventud”, dice sonriendo.
Se declara feminista pero no de movimientos sino del día a día: “Me preocupa mucho las agresiones que sufren las mujeres en manos de los hombres. Creo que todos tenemos que ayudar a denunciar esa realidad”. En El señor Fox la agresión física y psicológica y el miedo están presentes en un buen número de las nueve historias que componen el libro: desprecios, agresiones, cabezas que ruedan, atropellos... “Intenté plantearme qué tienen que expiar los hombres y las mujeres entre sí, un poco siguiendo el experimento que hizo Margaret Atwood, que pidió a un grupo de hombres que explicaran qué temían de las mujeres y donde contestaron que lo que les daba miedo era que se rieran de ellos. Al hacer la misma pregunta a ellas, la respuesta fue que las mataran. Y esa es la diferencia básica: el nivel de los miedos de cada uno de ellos; las mujeres se pueden reír, pero los hombre las matan”.
Esa lucha está en la novela de Oyeyemi. Parte de un personaje, el escritor, que cree que tiene controlada a su musa —Mary— pero las cosas cambian. “La musa cobra conciencia, se hace real, se burla de él, incluso se hace cómplice de su mujer y él se asusta, tiene miedo de que las dos se rían de él. Ese es el miedo de los hombres, que nos riamos de ellos", reflexiona.
Pese a ello, Oyeyemi cree que no hay una lectura feminista en El señor Fox: “Tiene otras fijaciones, como el poder de la imaginación o lo que significa la fidelidad en las relaciones o lo que supone contar historias”. En uno de los relatos, Mary interroga a Mr. Fox sobre si es consciente que la gente imita lo que lee. La comicidad también está presente en algunos de los relatos, especialmente cuando la musa critica lo que escribe. Asimismo, afloran también la mitología y los cuentos. Daphne —la mujer de Mr. Fox— se llama así por el personaje de Rebeca (la novela de Daphne Du Maurier en la que la joven esposa muere), pero también por la ninfa de la mitología que huye de Apolo y se convierte en árbol.
Oyeyemi dice que la lista de escritores que le inspiran son muchos y cita a Graham Greene, Pushkin, Calvino y las novelas de Barbara Comyns. La joven escritora practica curas de silencio que consisten en no hablar nada durante una semana: “Incluyo los emails, que es lo más duro. Y planificarlo todo muy bien porque, por ejemplo, hay que acaparar provisiones para no tener que ir a la tienda y hablar. El silencio absoluto te enseña a no reaccionar ante las cosas y al final de la semana te das cuenta de que lo que te parecía muy importante, en realidad no lo era”. Reconoce que ese “voto de silencio” tiene algo de espiritual y dice que la fortalece.
Sostiene Oyeyemi que aun no ha encontrado su ciudad. Viajera, asegura que ella no eligió Londres, que París “no me quiere” y que la ciudad en la que, por ahora, se siente más a gusto es Praga. Mientras viaja de un lado a otro, acaba de terminar su quinto libro: la historia de una madrastra malvada en los Estados Unidos de los años 50.

El último emperador

El falso emperador

JESÚS FERRERO 3 ABR 2010

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Nacido en 1963 y ya posterior a la generación intermedia que hizo de puente entre la era maoísta y el presente, Su Tong es sobre todo conocido por su novela La linterna roja, que fue llevada con gran éxito al cine. Mi vida como emperador, inmediatamente posterior a La linterna roja, narra la historia de un falso emperador que acaba convirtiéndose en plebeyo y en funámbulo de un circo ambulante.
John Updike dice de la novela que se trata de "una crítica al poder imperial" donde la "morbosa fantasía de Su Tong se reviste de un barniz opaco". Otros comentaristas emiten juicios parecidos y hablan del simbolismo de Su Tong y de las crueldades de los emperadores chinos. Difícilmente se podrían encontrar visiones más equivocadas de esta novela. Mi vida como emperador no es una crítica al poder imperial, pues se trata de una forma de poder que apenas aparece representada en la novela (basada en una impostura y en un falso emperador), tampoco es una novela simbolista (aunque utilice con frecuencia símbolos) y su escritura no se reviste de un "barniz opaco", pues se trata de una novela de una transparencia ejemplar, con toda la información sabiamente destilada para que se pueda acceder a ella desde cualquier cultura.

Mi vida como emperador Su Tong

Su Tong. Traducción de Goldblatt
Almendros. JP Libros. Barcelona, 2009
288 páginas. 18 euros
Más que elaborar una narración crítica sobre el poder en China, Su Tong teje una fábula sobre la condición humana y la rueda de la fortuna, donde las mujeres ocupan la mitad del cielo y la mitad del infierno, y en la que se detectan guiños claros a la vida y los hechos del último emperador. Una gran novela que partiendo de estereotipos los trasciende y los hace estallar, configurando un mundo en el que los personajes y los paisajes muestran las oleadas de destrucciones y construcciones que van jalonando la historia humana, y no solamente la historia china.

La simiente enterrada A. COLINAS

Antonio Colinas

“La poesía sin conocimiento es puro espasmo, puro gesto”

NURIA AZANCOT | Publicado el 03/03/2005 |  Ver el número en PDF

Acaba de aparecer uno de esos libros secretos pero esenciales, La simiente enterrada, de Antonio Colinas (Siruela), “un libro extraño, que participa a la vez de varios géneros literarios (el diario, la crónica, el aforismo, a veces incluso los textos tienen un carácter poemático), pero que sobre todo es un libro de pensamiento, de reflexión”. La excusa fue un viaje a China, pero es también una reflexión sobre lo sagrado, la poesía, y la libertad, “un tema que afecta e interesa a toda la Humanidad”.


Pregunta: ¿Cuánto de crónica y de mirada interior hay en en La simiente enterrada?
Respuesta: Sin duda, hay más de mirada interior que de crónica. Aunque en apariencia en el libro se describa un viaje, lo que cuenta más es el viaje interior.
P: ¿De qué le salvó ese viaje?
R: Me abrió más los ojos sobre temas en los que venía reflexionando desde hace años. Me salvó de errores como el de creer que lo importante en la vida es el viaje. Mi viaje consistió, sobre todo, en hacer una lectura de símbolos, y los símbolos, como decía María Zambrano, siempre entreabren los misterios de la vida, ayudan a conocernos y a salvarnos.
P: ¿Qué le debe a la poesía y al pensamiento chinos?
R: Mucho. Más quizá al pensamiento que a la poesía, aunque el tema, por ejemplo, de la naturaleza de sentido cósmico o universalizado es también -como en la poesía china de todos los tiempos- el más importante de mi poesía. El pensamiento chino lo he buscado en las fuentes. Taoísmo, confucianismo y budismo son la base mejor y más fundamentada de ese pensamiento. China funde estas tres vías de conocimiento. Ahí radica su grandeza y su originalidad.
P: ¿Y en su obra?
R: A partir de mi libro de poemas Noche más allá de la noche, ha habido en mi obra una gran identificación con ese pensamiento sincretista que desemboca en la piedad, en el ser desde la comprensión y la aceptación.En este punto los sinólogos han visto una conexión con nuestro cristianismo.
P: ¿Y qué ha descubierto de sí ante esos alumnos chinos que querían hacer tesis sobre su obra?
R: Fui a China a leer símbolos. Algunos de ellos los leí, en efecto, en los rostros de los jóvenes. Nada tienen que ver los jóvenes chinos de hoy con aquellos otros histéricos y destructores de la Revolución Cultural. Los encontré flexibles, educados, abiertos. Me asombró el verlos hacer, en gran número, sus ofrendas en los monasterios. Sin duda la “simiente enterrada” no ha muerto.
P: ¿Qué fue lo que más le sorprendió de su encuentro con 25 poetas chinos de diversas generaciones?
R: La universalidad de la comunicación a través de la poesía. Lo mismo que sentí en Medellín, en Colombia, cuando nos reunimos 120 poetas de 40 países. Más allá de las lenguas, las ideologías, y las religiones, y las culturas, hay algo común a los humanos, y es ese espíritu que tiene en la poesía su lenguaje universal.
P: ¿Cómo explica que tras 50 años de dictadura, el sentimiento de lo sagrado siga vivo y pujante en China?
R: Al margen de lo religioso, la realidad es sagrada para el que la acepta como tal, con mirada piadosa. El ser es uno con la naturaleza, con el todo. Lo sagrado es una presencia que está en el hombre y en los libros, en la concepción de la realidad, desde los orígenes de los tiempos. No muere nunca, germina siempre. Sin embargo hay todavía gentes que, en las puertas de una nueva era, siguen pretendiendo arrancar de raíz lo sagrado, confundiendo las antiguallas de cierto clericalismo decimonónico con la idea de lo sagrado, que es un sentir consustancial a la psique humana.
P: “La obra eterna imita la permanencia de las estrellas, y la imitación revela la inestabilidad psíquica de su autor...¿ Qué hay más hoy en la poesía española, poetas o farsantes?
R: Descendemos de golpe a lo que entendemos por “mundillo literario”, a los grupos de poder literario, a las inútiles “guerrillas”. Hay personas que utilizan la literatura para proyectar sus problemas personales sobre los demás. Yo, el primer consejo que les doy a los jóvenes escritores -si me lo piden- es que diferencien la creación de lo hueco.
P: ¿No son subversivos hoy versos que inciten a la meditación y al conocimiento?
R: Meditación y conocimiento son conceptos muy cercanos al mejor poetizar. De hecho, yo siempre digo que el poema ideal es aquel en el que el cual el poeta siente y razona en igual medida. Los más jóvenes poetas españoles buscan en este momento los caminos de la meditación y del conocimiento. La poesía sin conocimiento es puro espasmo, puro gesto, pura “fotografía”. Ser poeta es una manera de ser y estar en el mundo.
P: Y, con Li Po, “¿cuándo los bárbaros serán pacificados?”
R: Seguramente nunca. También con el lenguaje de los primitivos orientales pensamos que todo en la vida es dualidad. De lo que se trata es de deshacer esa dualidad radical frente a la que nos colocan los tiranos del día a día. Nunca he creído en esa actitud de extremos frente a la vida. He dedicado mis dos Tratados de armonía a ver cómo se puede deshacer ese mundo de contrarios. San Juan de la Cruz también nos habla de esa necesaria lucha de los humanos para que ya nunca más combatan “contrarios contra contrarios”.
P: Sí, pero ¿puede hacer algo un poeta?
R: Mucho. Ir a contracorriente del ruido y de los mensajes manipulados. Testimoniar con su palabra. Yo dediqué en mi libro Tiempo y abismo un poema, “La mordaza”, a este tema. Es un poema que escribí tras leer los Diarios de Tsvietáieva. También está la salida de los orientales, de aquellos poetas de la dinastia Tang: evitar las amenazas de los muros que se levantan en la sociedad, buscar el sosiego de la naturaleza. Es lo que hizo Pasternak. Ahí es donde vuelve a aparecer la mirada interior, la sonrisa interior de los orientales, ¡pero a qué precio!
 

Adiós a mi china

Suso Mourelo
Interfolio, 2009
359 pp.





Suso Mourelo es un viajero poco convencional. Da la impresión de que tiene una vocación sedentaria y que lo suyo es encontrarle el gusto al lugar donde está. Vivirlo sin tensión, dejándose llevar.

Suso Mourelo aparenta ser el ‘hombre tranquilo’ que observa sin prisa y se mueve a un ritmo lento, alejado de la tensión. Muchas veces sin propósito definido. Cuando viaja tiene su propio método, que viene a ser –según se mire- la falta total de método con la que sorprende a alguno de sus amigos chinos que no comprenden su disposición a improvisar y con la que marca el pulso del libro. Cuenta que le gusta dejarse llevar y, así, conocer Pekín siguiendo al azar a cualquier viandante hasta llegar a su lugar de destino, y luego eligiendo a otro guía que, inconsciente de su labor, lo llevará por avenidas, calles y perdidos callejones, hasta lugares que de otro modo nunca hubiera llegado a conocer.

El aire que impulsa a Suso Mourelo es el de la curiosidad. Pero no de la curiosidad nacida del ‘deber ver’ lo que las guías o algunos viajeros famosos dicen, sino la que surge de sí mismo alimentada por su propia sensibilidad y por sus deseos, aderezada siempre por un punto de gusto por la transgresión.

Podría parecer que el tener un autor con vocación sedentaria no es el mejor ingrediente para un buen libro de viajes. Ni que tampoco lo es el no hacer caso a otros viajeros, ni la constante improvisación. Pero resulta que en este caso la combinación funciona y que es la suma de todas estas particularidades la que da lugar a un libro lleno de interés sobre un tema que no puede ser más actual: China.

La moda de China ha alimentado una amplia literatura. Ha rescatado del olvido relatos de viejos viajeros, ha recuperado narraciones de viajeros más modernos convertidas, sin embargo, en clásicos, y ha suscitado multitud de interpretaciones sobre el fenómeno de su desarrollo y de sus consecuencias. La velocidad de la evolución de China es tal que parece que la realidad hace obsoleto casi todo lo que se escribe, antes de que aparezca en las librerías. Y el libro de Suso Mourelo no sería una excepción a este hecho si no fuera porque su actualidad está precisamente en haberse detenido en el origen de esta puesta de moda. Es decir, está en tratar de la China del último año del siglo XX cuando estaban dibujados ya todos los rasgos del presente pero seguían vivos aún los que habían modelado el país hasta ese momento, habían marcado sus tradiciones y le habían dado su carácter y su cultura únicos.

El relato de Suso Mourelo es el de la fascinación ante lo que está observando:
"China cambia a cada instante, y como consigna del nuevo milenio, se ha lanzado a un mercado salvaje. Por eso nunca volverá a ser lo que siempre ha sido, lo que en tierras ajenas al turismo y al mercado global es todavía. (…) Sus mil trescientos millones de habitantes se preparan para despedirse del pasado y de millares de mitos que durante siglos los han alimentado. Mil trescientos millones de personas se aprestan a decir para siempre (…) adiós a China."

Cuando llega a Pekín, Suso Mourelo constata, más allá de las lecturas y de la información que ha recogido para preparar su viaje, el tamaño que todo tiene en China y la inmensidad del cambio que está emprendiendo. Y observa también cómo se renueva la sociedad y aparecen personajes, costumbres y figuras desconocidos hasta hace poco tiempo. Los nuevos ricos, las concubinas que los rodean, los altos cargos que descienden de coches con cristales tintados y esa nueva forma de ‘balseros’ que son los campesinos que emigran sin papeles a Pekín huyendo de la miseria componen un relato por el que discurre esa nueva China de ciudadanos orgullosos y sobre todo pragmáticos con los ojos puestos en el futuro y en el dinero.

Pero Pekín es sólo un episodio y la mayor parte del libro transcurre por trenes, autobuses, ciudades de provincias y pueblos aislados que dan una visión mucho más amplia del país, más rica y más ajustada también a la realidad.

La china rural que Suso Mourelo recorre en su viaje muestra una cara distinta del progreso y una enorme problemática que queda por resolver. China, dice, avanza a dos velocidades y la China anclada en el atraso, enorme y miserable, pesa sobre la otra y discurre en la incertidumbre sin ninguno de los brillos que adornan la imagen y la vida de Pekín o de Shanghai.

Suso Mourelo se ha documentado masivamente y aprendió chino antes de emprender su viaje. En su relato asoman cuentos y leyendas antiguos, referencias a la historia, conversaciones con amigos que va haciendo en el curso de su recorrido, referencia a personas con quienes tropieza por azar o le abren su casa en ejercicio de la más pura hospitalidad.

Adiós a China ofrece un paisaje extenso de esa China que acaba de despegar y que sorprende por su energía. Los diez años que separan la fecha del viaje que hizo Mourelo hasta hoy no le han restado actualidad sino al contrario. Añaden una perspectiva que de otro modo hubieran hecho el texto más plano. Adiós a China es un texto que hay que leer para acercarse sin ninguna grandilocuencia pero con abundante información, con matices y con una aguda sensibilidad, a uno de los fenómenos más extraordinarios del presente.

China "historia de un genocidio"