domingo, 30 de junio de 2013

El señor Fox


“Los hombres temen que las mujeres nos riamos de ellos”

La escritora inglesa Helen Oyeyemi refleja la guerra de sexos en ‘El señor Fox’

Es una cruel novela de aire fantástico

La novelista inglesa de origen nigeriano Helen Oyeyemim, en Barcelona. / MASSIMILIANO MINOCRI
La primera cabeza cortada aparece en la página 13. La escritora inglesa de origen nigeriano Helen Oyeyemi no da ni un respiro al lector en El señor Fox (El Acantilado), escritor que no puede ceder al impulso de matar a todas las mujeres protagonistas de sus historias, incluida la suya. Parece un cuento de hadas, hay una musa. Hasta ahí el parecido, porque la musa primero le afea la conducta al escritor y acaba tomando vida real y retándole. Barba azul, el cuento de hadas de Charles Perrault, y figuras de la mitología tienen mucho que ver con El señor Fox,cuarta novela de la escritora nacida en Nigeria en 1984 en una familia que emigró del país cuando ella tenía cuatro años y que se estableció en Inglaterra.
Directa y concisa en las respuestas, Oyeyemi explica que su primera novela, La niña Ícaro —sobre la soledad y el desarraigo de una joven anglonigeriana— la escribió a los 18 años cundo preparaba los exámenes de selectividad: “Era algo febril, no podía parar de escribir y tuve mucha suerte porque logré la nota para entrar en la universidad de Cambridge”. Allí estudió Ciencias Políticas: “No tenía claro que quisiera ser escritora y en Cambridge podía estudiar política, psicología o sociología. Yo quería ser psicóloga, aunque creo que no podré ser nunca buena porque cuando la gente me explica visiones, yo me las creo siempre y... no se trata de eso”, dice riendo.
Los libros y la literatura fueron ganando baza. En 2007 publicó su segundo libro, The Opposite House —una historia de la mitología cubana— y dos años más tarde White is for Witching —la desaparición de una estudiante en Cambridge— que obtuvo el premio Somerset Maugham. Tras El señor Fox, ha sido incluida en la lista Granta de los mejores novelistas ingleses jóvenes. Y todo ese recorrido cuando todavía no ha llegado a los 30 años: “Pienso si he hecho lo correcto, si no he malgastado mi juventud”, dice sonriendo.
Se declara feminista pero no de movimientos sino del día a día: “Me preocupa mucho las agresiones que sufren las mujeres en manos de los hombres. Creo que todos tenemos que ayudar a denunciar esa realidad”. En El señor Fox la agresión física y psicológica y el miedo están presentes en un buen número de las nueve historias que componen el libro: desprecios, agresiones, cabezas que ruedan, atropellos... “Intenté plantearme qué tienen que expiar los hombres y las mujeres entre sí, un poco siguiendo el experimento que hizo Margaret Atwood, que pidió a un grupo de hombres que explicaran qué temían de las mujeres y donde contestaron que lo que les daba miedo era que se rieran de ellos. Al hacer la misma pregunta a ellas, la respuesta fue que las mataran. Y esa es la diferencia básica: el nivel de los miedos de cada uno de ellos; las mujeres se pueden reír, pero los hombre las matan”.
Esa lucha está en la novela de Oyeyemi. Parte de un personaje, el escritor, que cree que tiene controlada a su musa —Mary— pero las cosas cambian. “La musa cobra conciencia, se hace real, se burla de él, incluso se hace cómplice de su mujer y él se asusta, tiene miedo de que las dos se rían de él. Ese es el miedo de los hombres, que nos riamos de ellos", reflexiona.
Pese a ello, Oyeyemi cree que no hay una lectura feminista en El señor Fox: “Tiene otras fijaciones, como el poder de la imaginación o lo que significa la fidelidad en las relaciones o lo que supone contar historias”. En uno de los relatos, Mary interroga a Mr. Fox sobre si es consciente que la gente imita lo que lee. La comicidad también está presente en algunos de los relatos, especialmente cuando la musa critica lo que escribe. Asimismo, afloran también la mitología y los cuentos. Daphne —la mujer de Mr. Fox— se llama así por el personaje de Rebeca (la novela de Daphne Du Maurier en la que la joven esposa muere), pero también por la ninfa de la mitología que huye de Apolo y se convierte en árbol.
Oyeyemi dice que la lista de escritores que le inspiran son muchos y cita a Graham Greene, Pushkin, Calvino y las novelas de Barbara Comyns. La joven escritora practica curas de silencio que consisten en no hablar nada durante una semana: “Incluyo los emails, que es lo más duro. Y planificarlo todo muy bien porque, por ejemplo, hay que acaparar provisiones para no tener que ir a la tienda y hablar. El silencio absoluto te enseña a no reaccionar ante las cosas y al final de la semana te das cuenta de que lo que te parecía muy importante, en realidad no lo era”. Reconoce que ese “voto de silencio” tiene algo de espiritual y dice que la fortalece.
Sostiene Oyeyemi que aun no ha encontrado su ciudad. Viajera, asegura que ella no eligió Londres, que París “no me quiere” y que la ciudad en la que, por ahora, se siente más a gusto es Praga. Mientras viaja de un lado a otro, acaba de terminar su quinto libro: la historia de una madrastra malvada en los Estados Unidos de los años 50.

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