Un museo rescata a la pintora Gerda Wegner y su esposo y musa, «La chica danesa»
Fue una de las principales representantes
del llamado art decó danés, aunque por su condición de mujer, sexualidad
ambivalente y heterodoxo matrimonio tuvo que desarrollar su carrera en
París
El Museo de Arken dedica su primera gran retrospectiva a la pintora Gerda Wegener, cuyo esposo y musa Einar (Lili Elbe)
fue hace más de 80 años una de las primeras personas en someterse a una
operación de cambio de género en el mundo y cuya historia ha rescatado
la película «La chica danesa».
El filme, dirigido por Tom Hooper -con cuatro nominaciones al Óscar, entre ellas mejor actor (Eddie Redmayne) y actriz (Alicia Vikander)-, se basa en la novela homónima de David Ebbershoff, inspirada en la historia de Gerda y Lili, protagonistas de una relación artística y afectiva que centra buena parte de la muestra que se podrá ver hasta mayo en este museo al sur de Copenhague.
Gerda Gottlieb (1885-1940), que adquirió el apellido de su marido al casarse con él en 1904, fue uno de los máximos exponentes del art decó danés, pero su condición de mujer, su sexualidad ambivalente y su complejo matrimonio impidieron que alcanzase el mismo estatus en Dinamarca que en París.
Fue en la capital de Francia donde residió varias décadas y desarrolló una exitosa carrera artística como retratista e ilustradora en las principales revistas de moda y en la que desempeñó un papel clave su esposo Einar, a su vez pintor paisajista.
Vestido como mujer, Einar (que luego pasó a llamarse Lili Elbe) ejerció de modelo en decenas de retratos pintados por Gerda, a la vez que en su interior descubría su verdadera identidad, lo que le llevó a someterse a varias operaciones de cambio de sexo a principio de la década de 1930, con el respaldo de su esposa.
«La exposición trata sobre la libertad de ser quien uno es. Fue en los retratos que Gerda Wegener hizo de su pareja transexual en los que Lili Elber encontró su identidad femenina posando como modelo para su esposa», explica en la introducción de la muestra su comisaria, Andrea Rygg Karberg. Einar Wegener se sentía «como un ser humano obligado a llevar un traje que lo constreñía y en el que se sentía ridículo», declaraba en 1931 la propia Lili, que en septiembre de ese año moriría de las complicaciones derivadas de su última operación.
Gerda Wegener la retrató sobre todo en París, pero también durante viajes a Capri (Italia) o en los períodos de vacaciones en la localidad francesa de Beaugency, donde solían veranear a menudo con otros artistas y Lili se hacía pasar muchas veces por su hermana, en obras como en «Un día de verano» o «Junto a las orillas del Loira».
En las decenas de retratos que exhibe Arken, Lili aparece como mujer maquillada, con distintas pelucas, vestidos, guantes o exóticos abanicos, representada con una figura elegante y estilizada y el rostro con frecuencia melancólico.
Esa imagen dulce y más idealizada se contrapone en otras obras con otra más mundana, la de una mujer liberada y consciente que aparece bebiendo alcohol, fumando o jugando a las cartas: ambas fueron instrumentos para poder desarrollar su identidad sexual.
La exposición, que se puede contemplar desde finales del año pasado, recoge también obras de los primeros años de Gerda Wegener en Dinamarca y de su época posterior a la muerte de Lili, cuando se mudó a vivir a Marruecos después de casarse con un italiano.
Allí residió hasta 1936, luego vivió entre Francia e Italia, ya divorciada; y en 1938 regresó a Copenhague, donde falleció en un hospital dos años más tarde, sola y pobre.
La muestra recoge un total de 178 obras, entre pinturas, dibujos e ilustraciones, la mayoría cedidas por coleccionistas privados, ya que ningún museo danés importante adquirió entonces sus obras, al contrario de lo que ocurrió en Francia.
El filme, dirigido por Tom Hooper -con cuatro nominaciones al Óscar, entre ellas mejor actor (Eddie Redmayne) y actriz (Alicia Vikander)-, se basa en la novela homónima de David Ebbershoff, inspirada en la historia de Gerda y Lili, protagonistas de una relación artística y afectiva que centra buena parte de la muestra que se podrá ver hasta mayo en este museo al sur de Copenhague.
Gerda Gottlieb (1885-1940), que adquirió el apellido de su marido al casarse con él en 1904, fue uno de los máximos exponentes del art decó danés, pero su condición de mujer, su sexualidad ambivalente y su complejo matrimonio impidieron que alcanzase el mismo estatus en Dinamarca que en París.
Fue en la capital de Francia donde residió varias décadas y desarrolló una exitosa carrera artística como retratista e ilustradora en las principales revistas de moda y en la que desempeñó un papel clave su esposo Einar, a su vez pintor paisajista.
Vestido como mujer, Einar (que luego pasó a llamarse Lili Elbe) ejerció de modelo en decenas de retratos pintados por Gerda, a la vez que en su interior descubría su verdadera identidad, lo que le llevó a someterse a varias operaciones de cambio de sexo a principio de la década de 1930, con el respaldo de su esposa.
«La exposición trata sobre la libertad de ser quien uno es. Fue en los retratos que Gerda Wegener hizo de su pareja transexual en los que Lili Elber encontró su identidad femenina posando como modelo para su esposa», explica en la introducción de la muestra su comisaria, Andrea Rygg Karberg. Einar Wegener se sentía «como un ser humano obligado a llevar un traje que lo constreñía y en el que se sentía ridículo», declaraba en 1931 la propia Lili, que en septiembre de ese año moriría de las complicaciones derivadas de su última operación.
Gerda Wegener la retrató sobre todo en París, pero también durante viajes a Capri (Italia) o en los períodos de vacaciones en la localidad francesa de Beaugency, donde solían veranear a menudo con otros artistas y Lili se hacía pasar muchas veces por su hermana, en obras como en «Un día de verano» o «Junto a las orillas del Loira».
En las decenas de retratos que exhibe Arken, Lili aparece como mujer maquillada, con distintas pelucas, vestidos, guantes o exóticos abanicos, representada con una figura elegante y estilizada y el rostro con frecuencia melancólico.
Esa imagen dulce y más idealizada se contrapone en otras obras con otra más mundana, la de una mujer liberada y consciente que aparece bebiendo alcohol, fumando o jugando a las cartas: ambas fueron instrumentos para poder desarrollar su identidad sexual.
La exposición, que se puede contemplar desde finales del año pasado, recoge también obras de los primeros años de Gerda Wegener en Dinamarca y de su época posterior a la muerte de Lili, cuando se mudó a vivir a Marruecos después de casarse con un italiano.
Allí residió hasta 1936, luego vivió entre Francia e Italia, ya divorciada; y en 1938 regresó a Copenhague, donde falleció en un hospital dos años más tarde, sola y pobre.
La muestra recoge un total de 178 obras, entre pinturas, dibujos e ilustraciones, la mayoría cedidas por coleccionistas privados, ya que ningún museo danés importante adquirió entonces sus obras, al contrario de lo que ocurrió en Francia.
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