domingo, 30 de junio de 2019

Enrrevista Mahi Binebine

Mahi Binebine
Mahi Binebine - Isabel Permuy
MARRUECOS

Mahi Binebine: «Con Hassan II mi padre tenía más poder como bufón que un ministro»

Hijo y nieto de bufones del poder en Marruecos, Binebine relata la vida en la Corte Real de Marruecos a través de la mirada de su padre


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Su padre fue bufón del Rey Hassan II -progenitor del actual jefe del Estado de Marruecos, Mohamed VI-, y uno de sus hermanos participó en un golpe de Estado contra el mismo monarca. Mahi Binebine (Marrakech, 1959), influyente pintor -algunas de sus obras forman parte de la colección permanente del Museo Guggenheim de Nueva York-, escultor y escritor marroquí, acaba de publicar en español la novela «Yo, bufón del rey» (Alfaguara) con la que ha querido reconciliarse con su padre; quien durante veinte años no solo fingió la inexistencia de uno de sus vástagos, encerrado en la cárcel de Tazmamart, sino que también renegó de su mujer -el soberano le buscó esposa con la que poder espiarle- y sus hijos. «Al envejecer, he encontrado la calma dándole la palabra en mi novela para que pudiera ofrecer su versión, que no es necesariamente la que yo tengo de la historia», relata Mahi Binebine, en una entrevista en Casa Árabe en la que no dejó de sonreír en ningún momento.
¿Cree que su padre fue víctima del poder o todo lo contrario?
No puedo decir que fuera víctima del poder. El eligió el poder. Eligió ser el bufón, que tiene un poder increíble, más que los ministros. En un poder absolutista, quien le habla al oído al Rey tiene el poder. Lo veía todos los días. La gente tenía miedo de él, él eligió esa vida. Cuando alguien entra en desgracia con el Rey todo el mundo lo rechaza, no existe más. Se convierte en insignificante, puede morir de pena. Ser desplazado es aterrador. Mi padre formaba parte, en cierta forma, de la corte del «Rey Sol».
¿Por qué se decidió a contar esta historia personal como si fuera una novela autobiográfica de su padre?
Porque me he vuelto viejo y sabio. Era una novela que me perseguía desde hace mucho tiempo, y no era capaz de escribirla. Al envejecer, he encontrado la calma y he querido reconciliarme con mi padre, dándole la palabra en mi novela con la que podía ofrecer su versión, que no es necesariamente la que yo tengo de la historia. Nunca lo llamé papá, la primera vez que lo he hecho ha sido escribiendo la dedicatoria de este libro, me resultó difícil pero al fin me he reconciliado con él.
Traducción del francés de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego
Traducción del francés de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego
¿Cómo ha vivido este intento de reconciliación?
La primera vez que nos encontramos de nuevo fue a raíz de la salida de mi hermano de Tazmamart. Estaba muy delgado como si viniera de un campo nazi. A su vuelta, la primera cosa que me dijo fue la de ir a ver a papá. «Papá ha renegado de nosotros, ya no es nuestro padre», le avisé. Pero se empeñó y le llevé en coche a una casa cercana al palacio, en Rabat. Cuando se encontraron, empezaron a llorar como niños. Me vi ridículo en ese momento. Yo, que estaba muy enfadado por lo que hizo a mi hermano, me di cuenta de que él no le odiaba, solo era un hijo que volvía a ver a su padre. Me contó que, tras el golpe, detuvieron a 29. De ellos, solo cuatro sobrevivieron, y eran precisamente aquellos que no tenían ya odio en su interior, porque cuando lo mantienes en tu corazón este termina por destruirte. En mi padre no descubrí a un monstruo, sino a un hombre normal, un teólogo, un poeta...
Familia de bufones.
Es más bien genético. Mi abuelo ya era bufón (ríe) del pachá El Glaoui. Un periodista me preguntó en la televisión: «Y usted, ¿no quiere ser bufón?». Le dije que prefería ser bufón de mis lectores.
¿Ha leído su libro la familia real?
Creo que sí lo ha leído. No está prohibido en Marruecos. Además, es el número 1 de la listas de ventas. Los marroquíes son un poco voyeristas, quieren entrar en el palacio a ver qué ocurre.
En un pasaje del libro, cuando uno de sus miembros aduce ser gay para evitar que el Rey le imponga esposa, la homosexualidad parece ser aceptada en la corte del Rey.
Siempre he tratado de hablar de la homosexualidad en mis libros. Mi hermano es homosexual, está casado. El Rey elegía las esposas al personal de la corte para que los espiaran. Mi padre tuvo su tercera mujer por el rey. Eso le gustaba. Era la ley.
Como en el boom latinoamericano, me decía el escritor iraquí Muhsin al Ramli que su generación está impulsando la novela de dictadores tras las primaveras árabes. Además, ahora se habla de los otros dos temas tabúes: el sexo y la religión.
Es verdad que hay bastantes libros de dictadores del mundo árabe. Pero yo quería escribir de mi padre, el Rey no es el personaje central, sí existe, pero el protagonista es mi padre. Precisamente, el próximo libro que escriba será sobre sexo, es la historia de una bailarina.
Usted dibuja un rey muy humano en ocasiones.
A los ojos de mi padre no era monstruoso. Lo amaba. Si el libro no ha sido prohibido en Marruecos es porque lo humaniza. Autoriza a mi padre a no mentirle, y le dice que sí que va a morir. Podía ser monstruoso -meter a la gente en Tazmamart es monstruoso-, pero también humano.
Al Ramli, que ha escrito recientemente sobre Sadam Hussein en «Los jardines del presidente», tenía un hermano que también participó en un golpe de Estado.
¿Él también?
Sí.
Es curioso. Quiero leer ese libro.
¿Todos sus libros pasan el control de la censura en Marruecos?
Los libros no son un peligro tan grande en Marruecos. La mitad de los marroquíes son analfabetos. Es la mitad del problema. El cine es mucho más peligroso. A mi amigo Nabil Ayouch le prohibieron la película «Much Loved» sobre prostitución, cuando sobre este tema hay tantos libros buenísimos a la venta. Prohibieron «El pan desnudo» (Mohamed Chukri) durante el reinado de Hassan II y ahora está por todas partes. Quedan algunas líneas rojas: el Rey y el Sáhara.
¿Y sobre las revueltas del Rif?
Está en la prensa. Con Internet no tiene mucho sentido la censura.
Su libro «Las estrellas de Sidi Moumen», que inspiró el filme «Los caballos de Dios», es un buen manual sobre radicalización yihadista tras los atentados de Casablanca de 2003.
El temor de todos estos regímenes es el poder religioso, por el peligro del fanatismo. Tuvo muchísimo éxito, fue enseñada en las escuelas. Había represión contra los comunistas y ahora contra los islamistas. En cambio, de los demócratas no se habla.
¿Está Marruecos en riesgo de desestabilizarse?
Todo es posible si continuamos dejando a los ricos ser más ricos y a los pobres, más pobres. Marruecos va a convertirse en la principal potencia de África, pero hay que mejorar la educación como principal objetivo.
¿Cómo definiría en pocas palabras a Hassan II y Mohamed VI?
Todo lo que venga después de Hassan II lo mejorará (ríe).

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