Libros, poemas, imágenes, miradas, leemos en los objetos cotidianos, nos apropiamos de herramientas con las que construir una realidad más apacible, cómplice y alegre. Te escucho....cuéntame. Leer es partir, es emigrar, una ventana, un aire nuevo en el que envolverse y cubrir lo que nos rodea. Gracias por tus comentarios.
domingo, 29 de septiembre de 2019
Crónicas de una diosa
Crónicas de una diosa de Natsuo Kirino
Natsuo Kirino tenía dos obras traducidas al castellano hasta ahora, la conocida Out, una impactante novela de misterio y la no menos chocante Grotesco con un contenido más social aunque cercana al género negro. Su tercera obra en nuestra lengua cambia totalmente el registro encuadrándose dentro de la mitología. En 2013 crear una novela mitológica resulta prácticamente inverosímil salvo que se encasille dentro del género fantástico. Por eso sorprende la apuesta de la galardonada autora japonesa creando una obra muy alejada de cualquier circuito habitual.
Crónicas de una diosa es una cosmogonía insular japonesa. En un océano ficticio multitud de islas coexisten dando lugar a sociedades contrapuestas en cada una de ellas. La más alejada es la Isla de las Serpientes Marinas donde dos hermanas de signo diferente comienzan a abrirse paso en la sociedad insular. Namina, la verdadera protagonista, observa confundida como su hermana mayor Kamikuu es elegida como sucesora de la sacerdotisa envejecida (la abuela de ambas). Toda la belleza, la mejor comida y los halagos son para la heredera mientras a ella se le hace sentir contaminada, corrompida. Con el paso de algunos años un joven de la familia más baja de la isla se acerca a ella iniciando una relación amorosa que hará explotar los cimientos de la sociedad insular.
A partir de ahí el escenario cambia al mitológico: el inframundo gobernado por la diosa Izanami, autora de mil muertes diarias, el mundo insular en el que su exmarido Izanaki enamora a todas las mujeres bellas para conseguir nuevos hijos que compensen las muertes de su anterior esposa, y los esfuerzos de Namima por saber qué ha sido de su hermana, su familia y su isla depararán un intercambio de golpes entre todos.
Temas universales como la doctrina de los opuestos, el yin y el yan, la falta de comprensión de las decisiones humanas, la venganza, el miedo, el amor, el resentimiento y la asunción de un determinado papel en la vida se verán representados en una obra que dejará descolocado al lector, pero que acabará satisfaciéndolo si sabe a qué se enfrenta.
No busquen un libro de autoayuda novelado oriental, no busquen una novela exótica o de viajes, ni siquiera una novela al uso, Crónicas de una diosa guarda más relación con La Odisea que con el resto de libros que hayan leído, siendo entretenido, conmovedor e inquietante.
Si quieren leer algo completamente diferente y de calidad este es su libro.
Librso sobre Japón
apón está también en los libros (el
slogan es de la editorial Satori y realmente tienen razón). Si eres un
amante de la cultura japonesa y quieres viajar al País del Sol Naciente
sin moverte de casa, te proponemos un viaje por algunas de las ciudades
más bellas e interesantes de la geografía nipona a través de algunos
libros. ¿Empezamos?
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Es difícil quedarse con unos pocos libros que estén ambientados en la ciudad de Tokio, ya que han sido muchos los autores que han situado sus novelas en las calles y rincones tokiotas. Furari (2011) es una preciosa novela gráfica en la que el gran Jiro Taniguchi ilustra los paseos de un jubilado por el antiguo Edo (Tokio, como se denominó antes de la restauración Meiji), ideal para recorrer a pie el Tokio del siglo XVIII. Para aquellos que quieran acercarse al Tokio de principios de siglo, el de las geishas y las tradiciones, son muy recomendables las novelas de Nagai Kafu, como Una extraña historia al este del río o su célebre Geishas rivales. El Tokio más nocturno y canalla también puede recorrerse en las truculentas páginas de Grotesco, de Natsuo Kirino, o en las de Sopa de miso, de Ryu Murakami, donde su protagonista se gana la vida como guía para extranjeros por los locales de los barrios de la industria del sexo de Tokio. Otras novelas con la ciudad de Tokio como escenario son la imprescindible Yo soy un gato, de Natsume Soseki, Tokio Blues de Haruki Murakami, Tonbo, de Aki Shimazaki o El expreso de Tokio, de Seicho Matsumoto, entre otras.
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Nagasaki
La moderna Nagasaki, al sudeste de Japón, es, junto a Hiroshima, una ciudad lastrada por los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Un escenario que la escritora canadiense-japonesa Aki Shimazaki utiliza como telón de fondo para construir el arco argumental de las cinco novelas que componen el ciclo El quinteto de Nagasaki (compuesto por las novelas Tsubaki, Hamaguri, Tsubame, Wasurenagusa y Hotaru) y publicado entre 1999 y 2004. El punto de partida es la historia de Namiko, una mujer cuya madre, Yukiko, le lega al morir un oscuro secreto: en el día en el que cayó la bomba atómica sobre la ciudad, asesinó a su padre.Fukuoka
Fukuoka es una de las principales ciudades de la isla de Kyushu, la isla más meridional de Japón. Se trata de una urbe vibrante y atractiva situada en una región de la que se dice que albergó el nacimiento de la civilización japonesa. Kyushu es el lugar de origen de la protagonista de la novela policíaca de Seicho Matsumoto La chica de Kyushu, y Fukuoka el escenario de la estremecedora El mar y veneno, de Shusaku Endo, un relato que ahonda en el sentimiento de culpa, centrándose en las actividades de varios doctores en un hospital de Fukuoka en la que se practicaron vivisecciones con prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial. Una novela intensa y contenida a la que merece la pena acercarse.Hiroshima
Hiroshima es una de las ciudades más (tristemente) célebres de Japón. Son varias las obras que han abordado los terribles acontecimientos vividos por su población durante la Segunda Guerra Mundial (Apuntes de Hiroshima, de Kenzaburo Ôe, Lluvia negra, de Ibuse Masuji, Flores de verano, de Tamiki Hara o Renacer de las cenizas, de Akiko Mikamo), pero nos quedamos con la mirada del periodista Suso Mourelo, que en Tiempo de Hiroshima presenta al lector una ciudad viva y luminosa, más allá de los dolorosos recuerdos que inevitablemente conlleva la historia de esta ciudad del oeste de Japón.Osaka
Osaka es una de las ciudades más vibrantes de Japón y uno de los destinos obligados del país. Se trata de una urbe moderna con una interesante vida cultural y comercial. Teru Miyamoto la utiliza en Gente de la calle de los sueños, una novela donde se entrecruzan varias historias de los moradores de un barrio comercial de las afueras de la ciudad de Osaka. Un conjunto de historias independientes en las que sus personajes aparecen y desaparecen teniendo como denominador común un espacio, el barrio comercial al que hace referencia el título.Kioto
Kioto es sin duda uno de los lugares más hermosos de Japón. La «ciudad de los mil templos regala al visitante un espectáculo de tradición, naturaleza y belleza donde el tiempo parece haberse detenido. Yasunari Kawabata retrató en 1962 la antigua capital imperial en Kioto, una novela en la que la ciudad no es sólo un decorado de fondo, sino un ente vivo. Kioto fluye al ritmo de las estaciones, y los estados de ánimo de sus habitantes se traducen y reflejan en los cambios de la naturaleza.Shinshiro
La actual ciudad de Shinshiro (prefectura de Aichi) fue varios siglos atrás el escenario de una de las batallas más célebres de la historia japonesa: la batalla de Nagashino (1575). En medio de sus hermosos bosques y montañas se enfrentó el poderoso clan Takeda contra la alianza de los clanes Oda y Tokugawa. Una batalla que recrea el escritor Koda Rohan en El samurái barbudo (1896), un fascinante relato sobre la religiosidad, el honor, la lealtad, la amistad o la búsqueda de la inmortalidad encarnada en un grupo de samuráis.Península de Izu
Al pie del monte Fuji, y rodeada de algunas de las playas más bellas de Japón, la Península de Izu (prefectura de Shizuoka) es una de las regiones turísticas más apreciadas de Japón. A ello contribuye su proximidad a Tokio, sus verdes colinas, sus spas y balnearios. Un lugar de singular belleza que sirve de escenario para Tsugumi, de la escritora Banana Yoshimoto, una conmovedora historia sobre el paso de la niñez a la edad adulta, sobre los recuerdos y las amistades perdidas.Manazuru
Manazuru es una ciudad situada en una pequeña península de la bahía de Sagami, al suroeste de la prefectura de Kanagawa. El cabo en que termina muestran unas fascinantes y oníricas vistas que sirven como telón de fondo para la novela Manazuru. Una historia de amor, de Hiromi Kawakami, un relato sobre el tiempo y la lenta recomposición de las personas heridas por la ausencia de un ser amado.Kamakura
Visitar Kamakura es obligado para todos los que quieran acercarse al corazón de la tradición y el arte nipones. Muy cercana a Tokio, Kamakura cuenta con una de las estatus de Buda más reconocibles de Japón y un conjunto de hermosos templos en cuyos jardines es una delicia perderse. El rumor de la montaña, del premio Nobel Yasunari Kawabata esta ambientada precisamente en esta ciudad.Tokio
Imposible pensar en visitar Japón sin recalar en su capital. Tokio es una ciudad fascinante llena de contrastes, llena de tradición, modernidad, cultura y lugares bellos y sorprendentes que visitar.Es difícil quedarse con unos pocos libros que estén ambientados en la ciudad de Tokio, ya que han sido muchos los autores que han situado sus novelas en las calles y rincones tokiotas. Furari (2011) es una preciosa novela gráfica en la que el gran Jiro Taniguchi ilustra los paseos de un jubilado por el antiguo Edo (Tokio, como se denominó antes de la restauración Meiji), ideal para recorrer a pie el Tokio del siglo XVIII. Para aquellos que quieran acercarse al Tokio de principios de siglo, el de las geishas y las tradiciones, son muy recomendables las novelas de Nagai Kafu, como Una extraña historia al este del río o su célebre Geishas rivales. El Tokio más nocturno y canalla también puede recorrerse en las truculentas páginas de Grotesco, de Natsuo Kirino, o en las de Sopa de miso, de Ryu Murakami, donde su protagonista se gana la vida como guía para extranjeros por los locales de los barrios de la industria del sexo de Tokio. Otras novelas con la ciudad de Tokio como escenario son la imprescindible Yo soy un gato, de Natsume Soseki, Tokio Blues de Haruki Murakami, Tonbo, de Aki Shimazaki o El expreso de Tokio, de Seicho Matsumoto, entre otras.
Monte Zao
El Monte Zao está considerado como una de las grandes joyas de la naturaleza nipona y como una de las montañas más bellas de Japón. Contiene una zona volcánica en la que se encuentran varios onsen o manantiales de aguas termales y en invierno es una zona para practicar ski muy valorada por los japoneses. En Kinshu. Tapiz de otoño (1982), de Teru Miyamoto, el monte Zao es el escenario del encuentro de Aki y Yusuaki, un pareja separada desde hace años que comienzan a intercambiar una serie de cartas donde los recuerdos y la reflexión sobre su relación conyugal dan lugar a una novela que reflexiona sobre el amor y la infelicidad.Hakodate
El viaje que emprendió Isabella Bird en el siglo XIX por el País del Sol Naciente merecería un recorrido geográfico aparte de este mapa. Fue la primera mujer que se adentró por el Japón más desconocido, aquel al que los occidentales de finales del siglo XIX no se atrevieron a visitar. Lo relata en Japón inexplorado, donde cuenta su viaje desde Tokio hasta la isla de Hokkaido, donde recabó en Hakodate, una ciudad al sur de la isla rodeada de impresionantes montañas y un paisaje que sin duda debió de impactar a la intrépida viajera.Literatura japonesa
Libros mencionados: - Hozuki, la librería de Mitsuko de Aki Shimazaki - Luz brillante de Kaori Ekuni - Si los gatos desaparecieran del mundo de Genki Kawamura - Azul casi transparente y Sopa de miso de Ryu Murakami - Grotesco y Crónicas de una diosa de Natsuo Kirino - Cosas por las que llorar cien veces de Kou Nakamura - Serpientes y piercings de Hitomi Kanehara - Dark Water de Koji Suzuki - El gato que venía del cielo de Takashi Hiraide - La dependienta de Sayaka Murata
miércoles, 11 de septiembre de 2019
Canarias amazigh
Documental de investigación acerca de las distintas teorías científicas sobre el primer poblamiento humano de las Islas Canarias. Mediante un recorrido por los yacimientos arqueológicos más antiguos de Canarias y el Norte de África, nos adentramos en los orígenes de la historia insular, poniendo al descubierto qué sabemos sobre la llegada de los primeros seres humanos a las islas. Los estudios actuales sitúan el origen de los antiguos canarios en el Norte de África, en una amplia zona que abarca los actuales Estados de Libia, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania. Los paralelismos entre las antiguas culturas insulares y las comunidades amazigh del Norte de África despejan las dudas acerca del origen étnico de los primeros pobladores. Las preguntas que los investigadores se siguen haciendo son cómo, porqué y cuándo: si se desplazaron por su cuenta o fueron llevados por otros, si emigraron voluntariamente o fueron desplazados a la fuerza. Desde el mito hasta el estudio científico, el primer poblamiento de las Islas Canarias sigue generando intensos debates y posturas enfrentadas. Desde diferentes planteamientos académicos, este documental propone un acercamiento a las teorías más aceptadas sobre la primera colonización del archipiélago y su relación con los aconteceres históricos mediterráneos y atlánticos; desde el periodo de hegemonía romana, hasta otras perspectivas que sitúan este fenómeno en la época del mundo púnico-fenicio, o incluso en momentos todavía más remotos. Un viaje de ida y vuelta desde las islas al continente, desde los viejos documentos del mundo antiguo a las técnicas y tecnologías más avanzadas de la investigación histórica. Un recorrido por las raíces del acontecer humano en las Islas Canarias y el conocimiento acumulado hasta la fecha. Categoría Cine y animación Música en este vídeo Más información Escucha música sin anuncios con YouTube Premium Canción Yalalela Artista Fadimoutou Wallet Inamoud Álbum Isswat Con licencia cedida a YouTube por [Merlin] SC Distribution (en nombre de Sahel Sounds); BMI - Broadcast Music Inc.
amazigh joyas
Los bereberes de ayer y hoy
Los amazighs («hombres libres», «hombres nobles») son un grupo étnico originario del norte de África al que la historiografía se ha referido con frecuencia como bereberes. Su territorio se extendía desde Egipto hasta el Atlántico (incluyendo las Islas Canarias) y desde el Mediterráneo hasta las fronteras del África subsahariana. Esta ubicación propició el establecimiento de relaciones con las sucesivas oleadas migratorias llegadas desde Oriente Próximo (fenicios, griegos, cartagineses, romanos y bizantinos). Con la conquista árabe de mediados del siglo vii, los árabes se convirtieron en el grupo mayoritario de la orilla sur del Mediterráneo.
Actualmente, los grupos amazighs más numerosos se hallan en Marruecos y Argelia. En Marruecos hay un censo próximo a los 12 millones de personas (Rif, Atlas Medio, Alto Atlas, Antiatlas y Sous), mientras que en Argelia son más de 6 millones (sobre todo en la Cabilia, el Aurés y el Mzab).
Un segundo gran grupo bereber lo constituyen los tuaregs, cerca de un millón de personas que habitan en diversos países de la zona saharosaheliana (Níger, Mali, Argelia, Libia, Burkina Faso y Nigeria). El resto de la población amazigh, unos cuantos miles de personas, se ubica en Túnez (Djerba, Matmata y Krumiria), en Libia (Tripolitania, Djebel Nefussa y Zaouara), en Egipto (Siwa) y en el sur de Mauritania.
Tres son los aspectos más relevantes del mundo amazigh: la lengua, el derecho consuetudinario y el parentesco.
La diversidad lingüística de los amazighs es notable, lo que dificulta la normalización de la lengua. El tamazigh es una lengua de origen camítico-semítico, que nunca se ha escrito de manera sistemática, sino que se ha transmitido de manera oral. Aun así, tenemos constancia escrita, en grafía tifinagh, desde hace aproximadamente 6.000 años.
Actualmente se hablan diferentes dialectos en el área amazigh: el tarifit, el tashilhit, el cabil, el chauia, el mozabí y el tuareg, entre otros. Las fíbulas, además de su valor estético, tienen una función concreta: cerrar los trajes sin costuras que visten las mujeres.
Las fíbulas son unos broches con hebilla con una aguja en un extremo, de un estilo similar al que utilizaban los griegos y los romanos, y siempre de medidas y formas muy variadas. Han recibido diferentes nombres que dependen de la lengua bereber en que se pronuncien, del tipo de fíbula (articulada, redonda, etc.) y del grupo femenino que la utilice (niñas, solteras, casadas, etc.).
La fíbula del Rif es una de las piezas más emblemáticas de esta región marroquí. Es de plata, tiene forma de almendra y simboliza el ojo que permite rechazar al mal. La pieza central se denomina «tortuga» y se caracteriza por los numerosos orificios que presenta en su superficie. Representa un importante símbolo de fertilidad y felicidad para la pareja y sirve para contener especias aromáticas (por ejemplo, el clavo, muy extendido también en Argelia). Otras veces, el elemento central es una pequeña caja para guardar amuletos, versículos coránicos, etc. Con frecuencia estas fíbulas no son dobles, sino aisladas, ya que se precisan para abrochar los vestidos de diario.
La riqueza de las mujeres
El derecho consuetudinario amazigh, transmitido oralmente de generación en generación y perpetuado en gran parte de las tribus, es un tipo de justicia impartida por la jama’a, o asamblea tribal, representada por un colectivo de hombres con frecuencia ancianos. Este corpus legislativo autóctono, muy diferente entre los grupos bereberes de un mismo país, convive con el fiqh o derecho islámico en el sistema social bereber hasta la homogeneización jurídica que llevaron a cabo los estados independientes a mediados del siglo xx. Una de las diferencias más notables entre ambos derechos se refiere a la herencia. Mientras que el derecho islámico otorga a las mujeres la mitad de lo que reciben los hombres, el derecho amazigh reparte generalmente los bienes de la herencia entre los varones. Las joyas son siempre propiedad de las mujeres y representan su independencia económica en caso de problemas o desacuerdo con el cónyuge. Normalmente pasan en herencia de madres a hijas, aunque las mujeres amazighs también las reciben de manos de sus maridos o de los padres de éstos cuando se casan, ya que constituyen su dote. La cantidad y calidad de las joyas que reciben al contraer matrimonio varía según el pacto familiar y, sobre todo, según el estatus familiar de los dos contrayentes. Así, un hombre que quiera casarse con una mujer de una familia con muchos recursos tendrá que dar una dote muy alta expresada en joyas y, si es necesario, también en dinero o especies.
Las joyas, al igual que los vestidos, identifican a los miembros de una misma tribu, de manera que sus formas, materiales y decoraciones nos informan tanto del origen tribal como geográfico de las mujeres que las llevan.
Durante mucho tiempo, la dote se ha considerado una mercantilización de las mujeres. Ciertos investigadores franceses del siglo xix y de principios del xx creían que la dote era la prueba de que, en las sociedades magrebíes, el contrato matrimonial escondía una compraventa de la esposa. Para la mayoría, la dote señalaba los derechos adquiridos del marido respecto a la mujer mientras durara el enlace. Actualmente la dote se considera desde una perspectiva muy diferente: constituye la parte que le corresponde a la futura esposa por su participación en la creación y consolidación del nuevo vínculo familiar. La dote, además de representar un reconocimiento social de la mujer, permite garantizar su autonomía económica ante cualquier situación adversa.
Parentesco y rituales. Días de alegría
Los amazighs, dejando a un lado la excepción de los tuaregs matrilineales, en los que la filiación pasa por la línea femenina, son patrilineales de filiación masculina; patrilocales, ya que los nuevos enlaces se establecen en la comunidad del marido; de endogamia preferencial, con un matrimonio entre primos hermanos paternos, y de familia extensa, con una fuerte cohesión de parientes afines y consanguíneos.
En este contexto social, el parentesco y los rituales familiares tienen una importancia capital, y en él podemos ver una estrecha vinculación con las joyas. De especial importancia es el día de la boda, ya que la futura esposa debe lucir las joyas que le ha regalado el marido o la familia de éste, mientras que las mujeres que asisten a la fiesta han de llevar las de su grupo familiar. La fiesta del matrimonio es el ritual más celebrado entre los amazighs, tanto porque refuerza los vínculos de consanguinidad o alianza como porque garantiza el encuentro de un grupo familiar que puede estar diseminado por el territorio.
Otras ceremonias destacadas son la circuncisión y los entierros. También son importantes las fiestas que coinciden con el calendario agrícola o pastoril, y con el calendario musulmán.
Todo el mundo conoce el estatus del grupo cuando las mujeres lucen las joyas en alguno de los rituales familiares. El interés por mostrar una mejoría en la situación económica hace que, de vez en cuando, se aproveche alguna fiesta familiar o local para adquirir otras nuevas.
Una de las joyas más características del oasis de Siwa es este collar elaborado en plata maciza. Está formado por un anillo que se coloca alrededor del cuello, de entre 2 y 3 cm de grosor, que se denomina aghraw. Lo utilizan las mujeres más ricas del oasis. Las solteras cuelgan en él un gran disco decorado con el motivo de la cruz acompañado de otros elementos florales y geométricos grabados; se denomina adrim y ya no volverán a llevarlo una vez se hayan casado. Los otros adornos de plata típicos del oasis de Siwa son los brazaletes, los anillos, los pendientes de aro, algunos también con colgantes, y diferentes tipos de collares.
Islam y creencias. Protección y bendición
En el norte de África, el islam se expresa de dos maneras diferentes: coexiste un islam oficial o escriturario, centrado en el Corán y las mezquitas, con un islam informal o popular, expresado con la peregrinación a la tumba de un santo (moussem) y el culto de los santos. Ambos se articulan tanto en los ámbitos urbanos como en los rurales. Con frecuencia se afirma, erróneamente, que el islam informal es mayoritariamente bereber.
Mientras el islam se abría camino en la vida cotidiana de los bereberes, algunas prácticas iban más allá de esta expresión monoteísta para adentrarse en el mundo de las creencias. Numerosas mujeres utilizan amuletos para protegerse, tanto a ellas como a sus familias y a sus hijos; esta práctica muestra la simbiosis que se produce en la vida diaria de muchos amazighs.
La expresión del sentimiento religioso y de la fe se aprecia en la existencia de numerosos pequeños portacoranes, que forman parte de fíbulas y collares, y que nos hablan de la fe musulmana, mientras que las joyas están llenas de amuletos de todas clases y de formas y representaciones de todo tipo con las que se presenta una fe de creencias muy mezcladas.
La mano de Fátima (también denominada khamsa, luha y afus) es un amuleto que utilizan tanto los árabes como los bereberes, cuyo origen es bastante controvertido. Se señala que se identifica como «mano», entendida como un símbolo de protección que materializa las ideas con su actividad y que representa la autoridad y la dominación, y como el número «cinco», ya que tiene siempre la particularidad de estar formada por los cinco dedos de la mano.
El «cinco» es una representación simbólica del cuerpo humano, un símbolo del universo con dos ejes que pasan por el mismo centro, y un símbolo de orden y perfección que, en definitiva, reúne los cinco sentidos, las cinco formas sensibles de la materia.
Jardines secretos. La naturaleza imaginada
El mundo amazigh es complejo y rico. La representación natural y simbólica se expresa con la cerámica, los diseños de las alfombras y los tapices, el tatuaje de la henna y, también, en la joyería. Buena parte de las decoraciones florales, vegetales, geométricas o animales tienen una función protectora. Este conocimiento es compartido por ambos sexos y es tan importante la función del objeto como su valor estético y simbólico.
Las poblaciones amazighs ocupan territorios muy diferentes y distantes entre sí. Esta diversidad geográfica se evidencia porque pueblan litorales, montañas, llanuras, desiertos y oasis, lo que permite desmitificar una imagen que históricamente se ha vinculado sólo al desierto y al nomadismo. Sin embargo, buena parte de las formas y los motivos decorativos que se han utilizado en joyería presentan muchas similitudes a pesar de la distancia geográfica. En primer lugar, porque algunos motivos vegetales y geométricos que utilizan son pervivencias de su entorno real o utópico, y forman parte de su naturaleza imaginada. Pero también porque algunas de las decoraciones son recreaciones de la escritura líbicobereber, del tifinagh: las líneas franqueadas de trazos perpendiculares, los puntos y también los triángulos.
La joyería amazigh reproduce diversos símbolos y representaciones animales, geométricos o florales con diferentes significados. Entre los motivos animales, destacan los pájaros, las tortugas, las serpientes, los lagartos y los peces. El pájaro recuerda la naturaleza, es el mensajero de las buenas noticias y aporta fecundidad y riqueza. Las tortugas alejan la mala suerte y son símbolos de fecundidad. La serpiente protege los cereales y salvaguarda las fuentes de agua. El lagarto protege de las enfermedades y conjura el mal de ojo. Los peces garantizan la fertilidad femenina.
También tienen un simbolismo importante la lámpara de aceite, la cruz, la daga y el fusil, y el disco, el círculo y la rueda. Se trata de motivos cargados de poder mágico y guerrero. Por ejemplo, las cruces rechazan las miradas envidiosas y las dispersan a los cuatro vientos. La daga y el fusil apelan a la defensa contra los enemigos. El disco, el círculo y la rueda apelan a los antiguos ritos solares y lunares de los amazighs. El círculo inacabado de los pendientes de aro tuaregs simboliza el recorrido cíclico de los nómadas y el período intermedio que anuncia la nueva partida.
Venderse las joyas
Las joyas son de exclusiva propiedad de las mujeres y pueden intercambiarse por toda clase de bienes en momentos de necesidad. Este hecho es importante en unas sociedades en las que con frecuencia se desarrolla una economía familiar de autosubsistencia, y en las que la producción femenina de alfombras y cerámicas para vender en los mercados no es suficiente para compensar una mala cosecha o la muerte del ganado. La necesidad de ayudar económicamente al grupo familiar explica que muchas joyas combinen el coral o el ámbar con el plástico o los cristales de colores. En algún momento se intercambió el material noble por dinero con el objetivo de mejorar la situación familiar. Ante estas eventualidades, la mujer puede decidir vender a algún comerciante las piedras semipreciosas que formaban parte de una joya o desprenderse de toda la joya.
La venta de las joyas nos permite observarlas desde una perspectiva que va más allá de lo estético, lo simbólico, lo religioso o lo familiar. Las joyas están sujetas a un intercambio económico protagonizado por las mujeres.
Las razones que pueden incitar a su venta son diversas:
— permiten la subsistencia del grupo;
— garantizan el establecimiento de nuevas alianzas familiares: los matrimonios son caros y requieren una inversión que cubra los gastos de la boda y la dote;
— pueden venderse para financiar luchas armadas, como pasó durante la defensa del Rif por Abd-el-Krim contra los colonizadores españoles en la década de 1920 o en el curso de la guerra por la independencia de Argelia de finales de los cincuenta;
— facilitan la emigración de algunos de sus miembros fuera de la comunidad, especialmente hacia el extranjero, donde se esperan más garantías de éxito.
¿Entre la tradición y la modernidad?
La joyería bereber utiliza la plata, el coral y el ámbar, y repite toda una serie de motivos vegetales, florales y geométricos en sus decoraciones.
Durante las últimas décadas han empezado a mostrarse algunos cambios, fruto de la dificultad de acceder a estos materiales y también a la pérdida de valor simbólico que ha sufrido la plata en favor del oro debido a un proceso de arabización e islamización. En los años setenta se detectó que algunas zonas del Magreb pedían joyas en oro y no en plata, en un cambio de la demanda que no se inscribía sólo en el campo de los materiales, sino también en el de las formas y decoraciones. Algunas familias ricas establecidas en ámbitos urbanos han empezado a añadir monedas de oro a collares y fíbulas. E incluso se ha fundido la plata de las joyas antiguas para realizar nuevas piezas o añadidos de tipo más innovador a las joyas tradicionales.
En general, también se comenzaron a sustituir las piedras semipreciosas por vidrios de colores y por plástico, al tiempo que la plata se veía reemplazada por la aleación de otros metales de bajo coste. Esta producción se dirigía a familias empobrecidas que no podían costearse joyas de mayor calidad.
Buena parte de los joyeros fueron judíos descendientes de los expulsados de España en 1492, que se establecieron en el norte de África en convivencia pacífica con bereberes y árabes. Estos judíos empezaron a añadir sus propios motivos decorativos, como la característica estrella de David –de seis puntas– combinada con otros motivos religiosos, como el candelabro.
Hoy en día, las técnicas de los artesanos judíos han pasado de generación en generación y ahora son también conocidas por los bereberes que se quedaron con sus negocios, tal como sucedió, por ejemplo, entre los tuaregs, los cabileños y los amazighs del Alto Atlas central. Algunos joyeros han cogido las monedas de plata y, en lugar de añadirlas a fíbulas o collares como se había hecho en otros tiempos, las han fundido y, sin cambiar las decoraciones tradicionales, han convertido el metal en hilo de plata para elaborar joyas en filigrana con formas geométricas (espirales) o animales (pájaros, tortugas, etc.). Esta circunstancia probaría que las transformaciones en la joyería no llegan forzosamente a todas partes y que, probablemente, siempre quedarán lugares en los que se seguirán elaborando las joyas con los materiales, las formas, las técnicas y las decoraciones características de los amazighs.
Créditos
ORGANIZACIÓN: IEMed
CON LA COLABORACIÓN DE: Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament y Museu Diocesà
DIRECCIÓN Josep Giralt i Balagueró
COMISARIA Yolanda Aixelà
SECRETARIA TÉCNICA Carina Soriano
CON EL APOYO DE Muntsa Ciurana
PROYECTO GRÁFICO Y DE ESPACIOS Magma
CONSERVACIÓN PREVENTIVA Agnès Gall Ortlik
TRANSPORTE Y PRODUCCIÓN Manterola
SEGUROS Axa Nordstern Art
PRENSA Y COMUNICACIÓN Jordi Bertran
AGRADECIMIENTOS Luciana Angelini, Fatima Azzoug, Ahmed Boukouss, Eduardo Calvo, Hélène Claudot-Haward, Lakhar Drias, Carme Fauria, Pere Jordi Figuerola, Francis Christopher Gilles, Nassima Haddad, Eloy Martín Corrales, Andrea Mazzini, Blanca Montobbio, Ferran Morillas, Ourdia Sylvia Oussedik, Elena Schenone, Eudald Serra, Mª Dolors Soriano, Úrsula Viñolas, Zehira Yahi, Said Zitoun.
Instituto Cervantes (Algèria), Institut Royal de la Culture Amazighe (IRCAM), Ministère de la Culture (Algèria), Musée National des Antiquités (Algèria), Musée National du Bardo (Algèria), Museu Etnològic de Barcelona, Qadar Art i Viatges, Società Geografica Italiana/picturnet.com
y a todos aquellos que, de un modo u otro, han contribuido a la realización de este proyecto.
Los amazighs («hombres libres», «hombres nobles») son un grupo étnico originario del norte de África al que la historiografía se ha referido con frecuencia como bereberes. Su territorio se extendía desde Egipto hasta el Atlántico (incluyendo las Islas Canarias) y desde el Mediterráneo hasta las fronteras del África subsahariana. Esta ubicación propició el establecimiento de relaciones con las sucesivas oleadas migratorias llegadas desde Oriente Próximo (fenicios, griegos, cartagineses, romanos y bizantinos). Con la conquista árabe de mediados del siglo vii, los árabes se convirtieron en el grupo mayoritario de la orilla sur del Mediterráneo.
Actualmente, los grupos amazighs más numerosos se hallan en Marruecos y Argelia. En Marruecos hay un censo próximo a los 12 millones de personas (Rif, Atlas Medio, Alto Atlas, Antiatlas y Sous), mientras que en Argelia son más de 6 millones (sobre todo en la Cabilia, el Aurés y el Mzab).
Un segundo gran grupo bereber lo constituyen los tuaregs, cerca de un millón de personas que habitan en diversos países de la zona saharosaheliana (Níger, Mali, Argelia, Libia, Burkina Faso y Nigeria). El resto de la población amazigh, unos cuantos miles de personas, se ubica en Túnez (Djerba, Matmata y Krumiria), en Libia (Tripolitania, Djebel Nefussa y Zaouara), en Egipto (Siwa) y en el sur de Mauritania.
Tres son los aspectos más relevantes del mundo amazigh: la lengua, el derecho consuetudinario y el parentesco.
La diversidad lingüística de los amazighs es notable, lo que dificulta la normalización de la lengua. El tamazigh es una lengua de origen camítico-semítico, que nunca se ha escrito de manera sistemática, sino que se ha transmitido de manera oral. Aun así, tenemos constancia escrita, en grafía tifinagh, desde hace aproximadamente 6.000 años.
Actualmente se hablan diferentes dialectos en el área amazigh: el tarifit, el tashilhit, el cabil, el chauia, el mozabí y el tuareg, entre otros. Las fíbulas, además de su valor estético, tienen una función concreta: cerrar los trajes sin costuras que visten las mujeres.
Las fíbulas son unos broches con hebilla con una aguja en un extremo, de un estilo similar al que utilizaban los griegos y los romanos, y siempre de medidas y formas muy variadas. Han recibido diferentes nombres que dependen de la lengua bereber en que se pronuncien, del tipo de fíbula (articulada, redonda, etc.) y del grupo femenino que la utilice (niñas, solteras, casadas, etc.).
La fíbula del Rif es una de las piezas más emblemáticas de esta región marroquí. Es de plata, tiene forma de almendra y simboliza el ojo que permite rechazar al mal. La pieza central se denomina «tortuga» y se caracteriza por los numerosos orificios que presenta en su superficie. Representa un importante símbolo de fertilidad y felicidad para la pareja y sirve para contener especias aromáticas (por ejemplo, el clavo, muy extendido también en Argelia). Otras veces, el elemento central es una pequeña caja para guardar amuletos, versículos coránicos, etc. Con frecuencia estas fíbulas no son dobles, sino aisladas, ya que se precisan para abrochar los vestidos de diario.
La riqueza de las mujeres
El derecho consuetudinario amazigh, transmitido oralmente de generación en generación y perpetuado en gran parte de las tribus, es un tipo de justicia impartida por la jama’a, o asamblea tribal, representada por un colectivo de hombres con frecuencia ancianos. Este corpus legislativo autóctono, muy diferente entre los grupos bereberes de un mismo país, convive con el fiqh o derecho islámico en el sistema social bereber hasta la homogeneización jurídica que llevaron a cabo los estados independientes a mediados del siglo xx. Una de las diferencias más notables entre ambos derechos se refiere a la herencia. Mientras que el derecho islámico otorga a las mujeres la mitad de lo que reciben los hombres, el derecho amazigh reparte generalmente los bienes de la herencia entre los varones. Las joyas son siempre propiedad de las mujeres y representan su independencia económica en caso de problemas o desacuerdo con el cónyuge. Normalmente pasan en herencia de madres a hijas, aunque las mujeres amazighs también las reciben de manos de sus maridos o de los padres de éstos cuando se casan, ya que constituyen su dote. La cantidad y calidad de las joyas que reciben al contraer matrimonio varía según el pacto familiar y, sobre todo, según el estatus familiar de los dos contrayentes. Así, un hombre que quiera casarse con una mujer de una familia con muchos recursos tendrá que dar una dote muy alta expresada en joyas y, si es necesario, también en dinero o especies.
Las joyas, al igual que los vestidos, identifican a los miembros de una misma tribu, de manera que sus formas, materiales y decoraciones nos informan tanto del origen tribal como geográfico de las mujeres que las llevan.
Durante mucho tiempo, la dote se ha considerado una mercantilización de las mujeres. Ciertos investigadores franceses del siglo xix y de principios del xx creían que la dote era la prueba de que, en las sociedades magrebíes, el contrato matrimonial escondía una compraventa de la esposa. Para la mayoría, la dote señalaba los derechos adquiridos del marido respecto a la mujer mientras durara el enlace. Actualmente la dote se considera desde una perspectiva muy diferente: constituye la parte que le corresponde a la futura esposa por su participación en la creación y consolidación del nuevo vínculo familiar. La dote, además de representar un reconocimiento social de la mujer, permite garantizar su autonomía económica ante cualquier situación adversa.
Parentesco y rituales. Días de alegría
Los amazighs, dejando a un lado la excepción de los tuaregs matrilineales, en los que la filiación pasa por la línea femenina, son patrilineales de filiación masculina; patrilocales, ya que los nuevos enlaces se establecen en la comunidad del marido; de endogamia preferencial, con un matrimonio entre primos hermanos paternos, y de familia extensa, con una fuerte cohesión de parientes afines y consanguíneos.
En este contexto social, el parentesco y los rituales familiares tienen una importancia capital, y en él podemos ver una estrecha vinculación con las joyas. De especial importancia es el día de la boda, ya que la futura esposa debe lucir las joyas que le ha regalado el marido o la familia de éste, mientras que las mujeres que asisten a la fiesta han de llevar las de su grupo familiar. La fiesta del matrimonio es el ritual más celebrado entre los amazighs, tanto porque refuerza los vínculos de consanguinidad o alianza como porque garantiza el encuentro de un grupo familiar que puede estar diseminado por el territorio.
Otras ceremonias destacadas son la circuncisión y los entierros. También son importantes las fiestas que coinciden con el calendario agrícola o pastoril, y con el calendario musulmán.
Todo el mundo conoce el estatus del grupo cuando las mujeres lucen las joyas en alguno de los rituales familiares. El interés por mostrar una mejoría en la situación económica hace que, de vez en cuando, se aproveche alguna fiesta familiar o local para adquirir otras nuevas.
Una de las joyas más características del oasis de Siwa es este collar elaborado en plata maciza. Está formado por un anillo que se coloca alrededor del cuello, de entre 2 y 3 cm de grosor, que se denomina aghraw. Lo utilizan las mujeres más ricas del oasis. Las solteras cuelgan en él un gran disco decorado con el motivo de la cruz acompañado de otros elementos florales y geométricos grabados; se denomina adrim y ya no volverán a llevarlo una vez se hayan casado. Los otros adornos de plata típicos del oasis de Siwa son los brazaletes, los anillos, los pendientes de aro, algunos también con colgantes, y diferentes tipos de collares.
Islam y creencias. Protección y bendición
En el norte de África, el islam se expresa de dos maneras diferentes: coexiste un islam oficial o escriturario, centrado en el Corán y las mezquitas, con un islam informal o popular, expresado con la peregrinación a la tumba de un santo (moussem) y el culto de los santos. Ambos se articulan tanto en los ámbitos urbanos como en los rurales. Con frecuencia se afirma, erróneamente, que el islam informal es mayoritariamente bereber.
Mientras el islam se abría camino en la vida cotidiana de los bereberes, algunas prácticas iban más allá de esta expresión monoteísta para adentrarse en el mundo de las creencias. Numerosas mujeres utilizan amuletos para protegerse, tanto a ellas como a sus familias y a sus hijos; esta práctica muestra la simbiosis que se produce en la vida diaria de muchos amazighs.
La expresión del sentimiento religioso y de la fe se aprecia en la existencia de numerosos pequeños portacoranes, que forman parte de fíbulas y collares, y que nos hablan de la fe musulmana, mientras que las joyas están llenas de amuletos de todas clases y de formas y representaciones de todo tipo con las que se presenta una fe de creencias muy mezcladas.
La mano de Fátima (también denominada khamsa, luha y afus) es un amuleto que utilizan tanto los árabes como los bereberes, cuyo origen es bastante controvertido. Se señala que se identifica como «mano», entendida como un símbolo de protección que materializa las ideas con su actividad y que representa la autoridad y la dominación, y como el número «cinco», ya que tiene siempre la particularidad de estar formada por los cinco dedos de la mano.
El «cinco» es una representación simbólica del cuerpo humano, un símbolo del universo con dos ejes que pasan por el mismo centro, y un símbolo de orden y perfección que, en definitiva, reúne los cinco sentidos, las cinco formas sensibles de la materia.
Jardines secretos. La naturaleza imaginada
El mundo amazigh es complejo y rico. La representación natural y simbólica se expresa con la cerámica, los diseños de las alfombras y los tapices, el tatuaje de la henna y, también, en la joyería. Buena parte de las decoraciones florales, vegetales, geométricas o animales tienen una función protectora. Este conocimiento es compartido por ambos sexos y es tan importante la función del objeto como su valor estético y simbólico.
Las poblaciones amazighs ocupan territorios muy diferentes y distantes entre sí. Esta diversidad geográfica se evidencia porque pueblan litorales, montañas, llanuras, desiertos y oasis, lo que permite desmitificar una imagen que históricamente se ha vinculado sólo al desierto y al nomadismo. Sin embargo, buena parte de las formas y los motivos decorativos que se han utilizado en joyería presentan muchas similitudes a pesar de la distancia geográfica. En primer lugar, porque algunos motivos vegetales y geométricos que utilizan son pervivencias de su entorno real o utópico, y forman parte de su naturaleza imaginada. Pero también porque algunas de las decoraciones son recreaciones de la escritura líbicobereber, del tifinagh: las líneas franqueadas de trazos perpendiculares, los puntos y también los triángulos.
La joyería amazigh reproduce diversos símbolos y representaciones animales, geométricos o florales con diferentes significados. Entre los motivos animales, destacan los pájaros, las tortugas, las serpientes, los lagartos y los peces. El pájaro recuerda la naturaleza, es el mensajero de las buenas noticias y aporta fecundidad y riqueza. Las tortugas alejan la mala suerte y son símbolos de fecundidad. La serpiente protege los cereales y salvaguarda las fuentes de agua. El lagarto protege de las enfermedades y conjura el mal de ojo. Los peces garantizan la fertilidad femenina.
También tienen un simbolismo importante la lámpara de aceite, la cruz, la daga y el fusil, y el disco, el círculo y la rueda. Se trata de motivos cargados de poder mágico y guerrero. Por ejemplo, las cruces rechazan las miradas envidiosas y las dispersan a los cuatro vientos. La daga y el fusil apelan a la defensa contra los enemigos. El disco, el círculo y la rueda apelan a los antiguos ritos solares y lunares de los amazighs. El círculo inacabado de los pendientes de aro tuaregs simboliza el recorrido cíclico de los nómadas y el período intermedio que anuncia la nueva partida.
Venderse las joyas
Las joyas son de exclusiva propiedad de las mujeres y pueden intercambiarse por toda clase de bienes en momentos de necesidad. Este hecho es importante en unas sociedades en las que con frecuencia se desarrolla una economía familiar de autosubsistencia, y en las que la producción femenina de alfombras y cerámicas para vender en los mercados no es suficiente para compensar una mala cosecha o la muerte del ganado. La necesidad de ayudar económicamente al grupo familiar explica que muchas joyas combinen el coral o el ámbar con el plástico o los cristales de colores. En algún momento se intercambió el material noble por dinero con el objetivo de mejorar la situación familiar. Ante estas eventualidades, la mujer puede decidir vender a algún comerciante las piedras semipreciosas que formaban parte de una joya o desprenderse de toda la joya.
La venta de las joyas nos permite observarlas desde una perspectiva que va más allá de lo estético, lo simbólico, lo religioso o lo familiar. Las joyas están sujetas a un intercambio económico protagonizado por las mujeres.
Las razones que pueden incitar a su venta son diversas:
— permiten la subsistencia del grupo;
— garantizan el establecimiento de nuevas alianzas familiares: los matrimonios son caros y requieren una inversión que cubra los gastos de la boda y la dote;
— pueden venderse para financiar luchas armadas, como pasó durante la defensa del Rif por Abd-el-Krim contra los colonizadores españoles en la década de 1920 o en el curso de la guerra por la independencia de Argelia de finales de los cincuenta;
— facilitan la emigración de algunos de sus miembros fuera de la comunidad, especialmente hacia el extranjero, donde se esperan más garantías de éxito.
¿Entre la tradición y la modernidad?
La joyería bereber utiliza la plata, el coral y el ámbar, y repite toda una serie de motivos vegetales, florales y geométricos en sus decoraciones.
Durante las últimas décadas han empezado a mostrarse algunos cambios, fruto de la dificultad de acceder a estos materiales y también a la pérdida de valor simbólico que ha sufrido la plata en favor del oro debido a un proceso de arabización e islamización. En los años setenta se detectó que algunas zonas del Magreb pedían joyas en oro y no en plata, en un cambio de la demanda que no se inscribía sólo en el campo de los materiales, sino también en el de las formas y decoraciones. Algunas familias ricas establecidas en ámbitos urbanos han empezado a añadir monedas de oro a collares y fíbulas. E incluso se ha fundido la plata de las joyas antiguas para realizar nuevas piezas o añadidos de tipo más innovador a las joyas tradicionales.
En general, también se comenzaron a sustituir las piedras semipreciosas por vidrios de colores y por plástico, al tiempo que la plata se veía reemplazada por la aleación de otros metales de bajo coste. Esta producción se dirigía a familias empobrecidas que no podían costearse joyas de mayor calidad.
Buena parte de los joyeros fueron judíos descendientes de los expulsados de España en 1492, que se establecieron en el norte de África en convivencia pacífica con bereberes y árabes. Estos judíos empezaron a añadir sus propios motivos decorativos, como la característica estrella de David –de seis puntas– combinada con otros motivos religiosos, como el candelabro.
Hoy en día, las técnicas de los artesanos judíos han pasado de generación en generación y ahora son también conocidas por los bereberes que se quedaron con sus negocios, tal como sucedió, por ejemplo, entre los tuaregs, los cabileños y los amazighs del Alto Atlas central. Algunos joyeros han cogido las monedas de plata y, en lugar de añadirlas a fíbulas o collares como se había hecho en otros tiempos, las han fundido y, sin cambiar las decoraciones tradicionales, han convertido el metal en hilo de plata para elaborar joyas en filigrana con formas geométricas (espirales) o animales (pájaros, tortugas, etc.). Esta circunstancia probaría que las transformaciones en la joyería no llegan forzosamente a todas partes y que, probablemente, siempre quedarán lugares en los que se seguirán elaborando las joyas con los materiales, las formas, las técnicas y las decoraciones características de los amazighs.
Créditos
ORGANIZACIÓN: IEMed
CON LA COLABORACIÓN DE: Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament y Museu Diocesà
DIRECCIÓN Josep Giralt i Balagueró
COMISARIA Yolanda Aixelà
SECRETARIA TÉCNICA Carina Soriano
CON EL APOYO DE Muntsa Ciurana
PROYECTO GRÁFICO Y DE ESPACIOS Magma
CONSERVACIÓN PREVENTIVA Agnès Gall Ortlik
TRANSPORTE Y PRODUCCIÓN Manterola
SEGUROS Axa Nordstern Art
PRENSA Y COMUNICACIÓN Jordi Bertran
AGRADECIMIENTOS Luciana Angelini, Fatima Azzoug, Ahmed Boukouss, Eduardo Calvo, Hélène Claudot-Haward, Lakhar Drias, Carme Fauria, Pere Jordi Figuerola, Francis Christopher Gilles, Nassima Haddad, Eloy Martín Corrales, Andrea Mazzini, Blanca Montobbio, Ferran Morillas, Ourdia Sylvia Oussedik, Elena Schenone, Eudald Serra, Mª Dolors Soriano, Úrsula Viñolas, Zehira Yahi, Said Zitoun.
Instituto Cervantes (Algèria), Institut Royal de la Culture Amazighe (IRCAM), Ministère de la Culture (Algèria), Musée National des Antiquités (Algèria), Musée National du Bardo (Algèria), Museu Etnològic de Barcelona, Qadar Art i Viatges, Società Geografica Italiana/picturnet.com
y a todos aquellos que, de un modo u otro, han contribuido a la realización de este proyecto.
viernes, 6 de septiembre de 2019
El que es digno de ser amado
Abdelá Taia
El que es digno de ser amado
SBN 978-84-947108-4-1
PVP AGOTADO€184 páginas
El que es digno de ser amado
Ahmed tiene 40 años, vive en París y es marroquí.Escribe a su madre, muerta hace cinco años, para saldar los asuntos que quedaron pendientes y contarle al fin que es homosexual.
Envía una carta de ruptura a Emmanuel, el hombre al que ama apasionadamente, el hombre que lo llevó a Francia, que le cambió la vida, no siempre hacia mejor.
También, Ahmed, recibe las cartas de Vincent y de Lahbib.
Una novela epistolar para remontar en el tiempo hasta los orígenes de todo este dolor. Un libro sobre el colonialismo francés que perdura en la vida amorosa de un joven marroquí.
PRENSA
«Taia firma una obra plena de verdad y talento.» Nourhane, Mahmoudi Libération
«Desgarradora e implacable.» Philippe-Jean Catinchi, Le Monde Des Livres
«Un libro duro, sin rodeos ni complaciente, en el cual Abdelá Taia, hablando crudamente de sí mismo, retrata a una sociedad que devora el deseo de una libertad individual legítima.» Muriel Steinmmetz, L’Humanité
«Una novela epistolar tan densa como violenta, tan cruel como pueden serlo, a veces, las relaciones entre las personas.» S.G. Causette
«Toda su obra explora, con dulzura y fuerza, las heridas íntimas ligadas a su identidad y su lucha.» François Reynaert, L’Obs
«Una novela de madurez.» Sylvie Tanette, Les Inrockuptibles
Comic
Entrevista con la artista libanesa Lena Merhej: “El cómic es un género literario importante”
mar 05, 2019
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Tagrid Abdelali
Al Diffa al Zaliza (Al Arabi al Yadid), 21/02/2019
Pese a la falta de interés por el cómic en el mundo árabe, el noveno árabe está en evolución continua, portando en sus trazos el espíritu del humor y de la crítica constructiva. Los comics aúnan la caricatura y las artes plásticas, el dibujo y la palabra y son en sí mismos un mundo particular diferente al de las otras artes. La revista libanesa de cómic Samandal acaba de ganar el premio al cómic alternativo en el Festival de Cómic de Angulema por su último número, “Experimentación” y con ocasión de ello, y con la pretensión de arrojar más luz sobre este arte, hemos entrevistado a uno de los fundadores de esa revista, la artista libanesa Lena Merhej.
PREGUNTA: ¿Qué importancia tiene para vosotros este premio? ¿Influirá en vuestra actividad artística?
RESPUESTA: El premio de Angulema es realmente importante porque es el mayor festival de cómic de Francia. Hay tres tipos de cómic, el cómic tradicional, el americano, el franco-belga y el manga y nosotros estamos al margen. Por eso este premio nos dará proyección mundial, nuestro trabajo llegará a muchos lugares del mundo, aunque implicará una mayor responsabilidad para nosotros que tendremos que ofrecer siempre un trabajo novedoso y con garra. Creo que el cómic es una manera sencilla de informar con imágenes y palabra, y para mí Samandal es un canal para contar lo que pasa en el mundo árabe. Este premio nos permitirá acompañar y destacar el trabajo de los artistas que han publicado en la revista. Todo lo que hemos hecho ha sido acumular experiencias que debían estar a disposición de otros artistas para que puedan aprender de ellas, e incluso superarlas a nivel artístico, con el fin de crear un mercado de cómic. Este es por lo tanto un primer paso para hacerle un espacio al cómic árabe en el mercado internacional.
P: Sabemos que el cómic tiene su propio público y que el interés por este arte es mayor en Occidente que en el mundo árabe ¿Por qué es así, en tu opinión?
R: El cómic es una tradición occidental que encontramos en Francia, Bélgica, Japón, EE.UU. Allí hay un gran mercado y cuando un libro funciona, algunas veces se saca hasta un millón de copias. La gente lee y compra cómics. Hay una especie de orgullo cultural sobre el que se construye el mercado de los juegos, los programas electrónicos, las películas. El interés por el cómic es, sin embargo, muy débil en el mundo árabe y podríamos hablar de un mercado casi parado. Para encontrar cómics tienes que buscarlos. Responsabilizo de esta situación a los profesionales del libro y yo, como artista que trabaja en ese ámbito, también hago auto-crítica. Hay siempre una insuficiencia, y no podemos hacerlo todo. Nos hemos visto obligados a pensar en todo al mismo tiempo, qué contamos, qué va a imprenta, a quién nos enfrentamos, cómo imprimimos, cómo distribuimos en el mercado, cómo tratamos el tema de la multiplicidad de lenguas, cómo luchamos para promocionar el libro, ¿Cómo podemos empezar proyectos nuevos sin experiencia previa? Por mi experiencia creo que la imagen no está valorada y el trabajo se pone en el texto. Lo he visto en el caso de la literatura infantil. El editor de libros para niños no da importancia a los ilustradores y ha costado una década que los editores fueran conscientes de la importancia del artista. Ahora la batalla la mantiene la cultura del cómic para ser considerado un género literario; hay que sensibilizar en las escuelas de que el cómic es un género literario importante, que los cómics gustan a jóvenes y a un público adulto, que tiene muchos lectores y en el mundo árabe también tiene muchos seguidores, y que, por ejemplo, hay 160 millones de jóvenes que leen en árabe.
(…)
Imagen de portada del diario Al Safir
Directoras de cine marroqui
Artista Xabaca. Sofia Aissaoui y Houda Lakhdar, cineastas marroquíes
22 feb, 2017 No hay comentarios
Short film “Zahra”
Sofia Aissaoui y Houda Lakhdar son cineastas marroquíes que viven
entre Rabat y Casablanca. Se conocieron en la ESAV (Escuela de Cine de
Marrakech), donde se graduaron en Edición y Dirección en 2012. Al
principio quisieron seguir el camino de la distribución y la producción,
pero hoy en día escriben y dirigen contenidos para la industria
cinematográfica y televisiva marroquí. Ambas co-escribieron para la
serie de televisión Al Hayat Saida, incluso Houda también colaboró en otras obras de ficción; Su corto, Zahra,
fue transmitido por la TV5 Monde el año pasado y proyectado en el
Parlamento Europeo en Bruselas para representar a las mujeres marroquíes
en la industria cinematográfica. Sofía ha estado escribiendo para
televisión y desarrollando conceptos, así como historias personales.
También ha trabajado en proyectos con agencias como PNUD y ONU Mujeres.
Actualmente ha acabado su primer cortometraje Wind, que dirigió y co-escribió con su compañera Houda Lakhdar.
Short film “Zahra”
“Si una persona feminista es una mujer que dice la verdad sobre su
vida, entonces no habrá ninguna otra cita que pueda representar mejor
este viaje.”“Siempre nos han atraído las historias que hablan de mujeres silenciadas en la sociedad marroquí. Personajes femeninos solitarios que pierden el rumbo de su realidad y tratan de aferrarse a una sensación de control sobre la absurdidad de sus vidas. Ya sea en “Zahra” (2012) un ama de casa que tiene ansiedad a causa de una vida en la que ya no encaja, o Hajja en “Wind” (2016), que escoge pasar por alto un entorno que está a punto de derrumbarse … Los personajes nos atraían por su falta de palabras, pero lo que no sabíamos era de qué manera aprenderíamos a crecer como artistas, y como mujeres, a través de estos roles.
Cuando estábamos creando “Belly Of Hope”, que es nuestro primer largometraje dirigido a un sistema de justicia fallido mediante un rol doméstico, tuvimos que ir más allá. Fue la soledad lo que probablemente nos unió, pero también nos unió una rabia común: El dolor físico y espiritual de nuestro personaje principal. Nuestro proyecto actual es la enunciación de una pregunta que ya no tenemos miedo a hacer: ¿qué pasaría si fuéramos los observadores de una verdad que sólo nosotros podríamos contar?”
Short film “Wind”
el viaje de Khadija
A mis hermanas
Con esa mochila feminista eurocéntrica llega y lo primero que hace es preguntar dónde están las mujeres, por qué no hay mujeres políticas, por qué no hay mujeres taxistas… las mujeres que entran en escena son aquellas que refuerzan un mensaje unívoco: aquí son muy machistas. Los hombres que vemos creen que las mujeres deben estar en casa y que no deben conducir taxis, que no deben saludar a hombres.
Pero no importa, porque ahí llegan vientos del norte, aparece Khadija, y trae las claves para civilizar al salvaje. Para ello, no duda en plantear cuestiones que permitan evidenciar su machismo, obtiene las respuestas de hombres que se sienten importantes al ser preguntados frente a una cámara. Va a algo muy específico, a decirles alto y claro: “machistas”, y por eso, en los zocos, calles y espacios en los que acude solo tiene una pregunta: “¿y las mujeres qué?”.
Y hay lágrimas, emociones, reencuentros familiares, “sorpresas”, y un público que lo está viendo todo, espectadores que se emocionan y que no salen de su asombro, “¿pero qué ha dicho ese? ¡Qué barbaridad!”, incluso los hombres blancos aplauden, a sus ojos son poco machistas comparados con esos Otros. No extraña que cuando se inicia la ronda de preguntas una vez conocemos toda la historia, un par de ellos tienen cuestiones sobre la elaboración del documental y las dificultades que supone grabarlo en un país tan “atrasado” en materia de derechos como es Marruecos (al que no dudamos en pagar para que impida el paso de la población migrante a Europa). Pero ese no es el tema, la cuestión es que es importante conocer las dificultades técnicas, quienes hemos pasado esas dificultades sabemos que cuando la cadena pública marroquí 2M aparece como colaboradora del film poca dificultad puede haber. Sin embargo, estos hombres (del público) están interesados en acompañar estas preguntas con elogios a este trabajo. No da tiempo a muchas preguntas sino todos se desharían en elogios, e incluso lo harían en manada.
“Estos relatos sesgados contribuyen a reforzar el estereotipo del moro machista y la mora sumisa”.No niego el machismo que se da en el Rif, en Marruecos, en África, en España, en Occidente, donde además la violencia machista viene agravada por el racismo, pero estos relatos sesgados contribuyen a reforzar el estereotipo del moro machista y la mora sumisa que no se levanta para luchar contra el patriarcado salvaje y se limita a ser pasiva ante un cambio con el que apenas sueña porque ha normalizado su situación. Pobrecita ella, habrá que salvarla. Lastima que se les olvide hablar de la mujer rifeña que lleva más de un año manifestándose en las calles exigiendo cambios, pero eso no interesa, interesó en su momento, lo vimos cuando en masa los medios se lanzaban a entrevistar de Sylia y Nawal, “una cantante y la otra ama de casa con cuatro hijos que lideran las protestas del Rif”. Interesa mucho más cuando se va a enseñarles.
Hiere caer en las trampas del feminismo que dice, avanzaréis cuando sigáis los parámetros y las luchas de un Feminismo que se pensó para mujeres blancas de una determinada posición y clase en contra de vuestra comunidad. Hieren las risas, los asombros y los suspiros de rabia de un publico mayoritariamente blanco (más de 230 personas) que ve la paja en el ojo ajeno. Huele a autocomplacencia. En la pantalla vemos al salvaje en el espejo del que nos avisan pensadoras como Sirin Adlbi Sibai, quien citando a Mohanty nos explica la construcción del “efecto boomerang” que nos devuelve la imagen de una mujer blanca libre, liberal y liberadora que resolverá los problemas que quedan en otros sitios. Tranquilas mujeres del mundo en “morolandia” están peor.
“La única forma es situarse fuera, ver y señalar esta cárcel que me obliga a preguntarme, dónde queda la mujer rifeña”.En la obra de Sirin (La Cárcel del Feminismo, hacia un pensamiento islámico decolonial Akal), la autora señala cómo esa cárcel nos obliga a hablar de género e islam, señala que no controlamos cómo y para qué hablamos, y que cuando sentimos la necesidad de explicar que nosotros no somos así, que nuestras mujeres luchan, seguimos hablando bajo las lógicas de un determinado feminismo. Lógicas que no hacen más que reforzar esa prisión. La única forma es situarse fuera, ver y señalar esta cárcel que me obliga a preguntarme, dónde queda la mujer rifeña que combatió el colonialismo español y francés. Esa colonialidad que hoy nos sigue construyendo. No en vano Khadija, al final del documental, acaba conduciendo el mismo taxi en el que llegó, con buena intención. Esta vez ella lleva a los pasajeros, todos hombres, y todos sorprendidos de ver a una mujer tomar las riendas. Tranquilas hermanas ya os han trazado el camino que no conseguían ver por vosotras solas. El público se deshace en aplausos.
Sorprende que al final del documental una de las preguntas que se plantean sea si se ha tenido en cuenta la mirada eurocéntrica y la respuesta sea: “si, pero lo concerniente al país marroquí le hemos consultado a él (al director) que sabe más del tema”, que luego digan que no somos feministas. Duele que ante el cuestionamiento de si se es consciente de cómo contribuye a reformar el imaginario que tan cautelosamente han construido la Academia y la industria mediática del moro machista y la mora sumisa la respuesta sea: “cuando se piensa en estos trabajos uno no se plantea lo que puedan pensar quienes lo ven”.
No, no es fragilidad masculina lo que me lleva a escribir esto, soy un hombre cis en un sistema estructuralmente patriarcal. Es evidente que como tal tengo una posición de privilegio que no cambia porque me de cuenta y me declare aliado. Pero como vienen advirtiéndonos nuestras compañeras, este sistema también es racista y colonial. Un sistema que nos enseña a conservar ese privilegio, a creernos con derecho de golpearlas, matarlas, cuestionar las denuncias de acoso sexual, justificar a la Manada que viola en grupo a una joven, a que juezas pregunten a víctimas de violaciones sexuales si cerraron bien las piernas, a acceder a puesto de trabajo mejor pagados, a cuestionar cada prenda de su vestir… el que diga que no es machista es porque miente y si cree que no miente, es porque ha visto un documental que le dice que los hay aún más machistas, luego no es para tanto.
“Las hermanas son capaces de abordar la lucha por la emancipación sin necesidad de tutela, de miradas verticales y de condescendencia”.Las hermanas (lo dicen ellas) son capaces de abordar la lucha por la emancipación sin necesidad de tutela, de miradas verticales y de condescendencia, suficiente con que respetéis sus luchas y que cuando nuevamente la crítica se postule en un espacio blanco no se le reste importancia, no se hagan aspavientos o se generen cuchicheos en una especie de colonialidad de la atmósfera. Que al terminar el documental la mujer que está sentada en frente no vuelva a decir: “entonces Khadija se fue de casa porque su padre la maltrataba, eso del machismo allí es genérico”.
¿Por qué deberíamos nosotras adoptar las prioridades y jerarquías de Occidente? se pregunta Houria Bouteldja en Los blancos, los judíos y nosotros, hacia la política de un amor revolucionario (Akal, 2017), no sin antes cuestionarse ¿Cuál es nuestro rango de acción entre el patriarcado blanco y dominante y el “nuestro”, indígena y dominado?, la portavoz del Partido de los Indígenas de la República (PIR) conocedora de las trampas del dominante apuesta por una “alianza comunitaria, al menos mientras exista el racismo”. Porque el sexismo de los hombres es una barbaridad sin causa ni origen, continúa, pero “la liberación no será posible sin la de nuestros hermanos” y citando a Assata Shakur sentencia: “no podemos ser libres mientras nuestros hermanos estén oprimidos”.
“Acaso no fue la expansión capitalista y colonial la que mejoró enormemente la condición de mujeres y hombres blancos en detrimento de los pueblos colonizados”, recuerda la militante decolonial. En Marruecos lo sabemos, Europa nos lo enseñó. Hoy también exportan sus formas de lucha sin deshacerse de su colonialidad y caemos en esa trampa porque las “máscaras blancas” abundan y el “complejo de colonizado” (frase de un hermano rifeño) es difícil de combatir.
Esa colonización de los espacios y formas de lucha que se basan en el divide y vencerás, se da también en lo que se ha venido conociendo comúnmente como “islamofobia de género”, ya que no se habla de islamofobia como una forma de racismo que afecta a toda la comunidad sino que se adquieren discursos de la salvación hacia ellas (ahora sumisas) y criminalización hacia ellos (ahora violentos y machistas). Colocando el género como principio organizador de todas las opresiones, relegando la raza. Explica Natali Jesús “la idea de raza se instaura como patrón de poder y principio organizador que estructurará todas las demás jerarquías del sistema global actual”. Por lo tanto la mirada de Khadija no marca un camino, sino un argumento perpetuador del racismo en contra de toda la comunidad, ellos y ellas, como explica la investigadora Salma Amzian autora de Es mora pero es moderna (Pensaré Cartoneras, 2017), hablar desde la centralidad del género invisibiliza el patrón de poder colonial que es la raza.
Para más info: “En el Estado español se invisibiliza cualquier forma de racismo, no solo el islamófobo”
No es la primera vez que se etiqueta
de “machirulo” al moro que critica esta forma en la que se nos presenta
ya sea en las producciones culturales, en congresos o seminarios sobre
la citada “islamofobia de género”. Por qué no se puede hablar del moro o
como moro sobre el racismo que sufre en un espacios donde sí se da
lugar a voces de hombres blancos académicos no musulmanes, por ejemplo.
Esto permite criticar la utilización que se le da a la “islamofobia”
cuando solo se entiende como un conjunto de prejuicios y estereotipos,
centrando fuerzas y recursos ingentes en encontrar esas agresiones
superficiales en las que se manifiesta esta violencia y no se aborda
como una de las posibles manifestaciones del racismo antimoro o
antimagrebí, tal y como expone Salma Amzian, un racismo que hunde sus
raíces en la historia colonial e imperial del Estado español, que
construye al moro/musulmán como otredad, enemigo violento, machista,
terrorista y por lo tanto, exterminable, justificando toda forma
violencia sobre él.Porque no ir a la raíz es no hablar del racismo estructural que invisibiliza y normaliza la existencia de programas como el Protocolo de prevención, detección e intervención de procesos de radicalización islamista (Proderai), una medida impulsada por la Generalitat de Catalunya que criminaliza, estigmatiza y señala a los jóvenes musulmanas como potenciales terroristas. Donde los Mossos de Escuadra imparten formación para esa detección en los centros educativos catalanes. Un programa que tiene como finalidad prevenir la “radicalización islamista” y para ello las instituciones educativas complementan la estigmatización y criminalización policial basada en el control racial dando a entender que prevenir sobre estos jóvenes evitará atentados.
Violencia sobre él, violencia sobre la comunidad, violencia sobre ellaViolencia sobre el racializado como la que se produce en la zona del no ser, de la no existencia. Lugares donde se almacenan los cuerpos de quienes no son, para ser enviados a los no lugares de donde vinieron, lugares de exterminio, como lo será por siempre Archidona, ahora vacía pero donde permanecerá el recuerdo por la muerte de Mohammed Bouderbala y de los más de 570 migrantes, en su mayoría argelinos, que han sido expulsados, humillados. Y las porteadoras, víctimas del sistema fronterizo europeo, siendo esta su única forma de supervivencia sustentando el comercio atípico que genera miles de millones de euros anuales para las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, llegando a cargar a diario sobre sus espaldas cerca de 80 kg de mercancía.
Hace unos meses, 39 personas, también argelinos, encerrados en el Centro de Internamiento de Extranjero de Aluche -podría haber sido en cualquiera de los 7 que hay en todo el Estado español- subieron al tejado como último recurso para que el mundo les viera, porque dentro son invisibles, tan invisibles que cuando se habla de racismo antimagrebí, antimusulmán, no se les nombra y no aparecen en ningún informe que recoja las agresiones islamófobas del Estado. Denunciaban los malos tratos que viven, las deportaciones, esas que se producen con la colaboración de las empresas aéreas que llenan sus cajas fletando vuelos. Subieron alto, para denunciar la racista Ley de Extranjería. En una carta enviada por otros 60 internos, también de Aluche exponían “las múltiples y graves agresiones, trato racista, empujones, insultos y amenazas” a los que se enfrentan diariamente y terminaban en tono de ruego: “esto señor juez, es un infierno”.
Las producciones culturales contribuyen a reforzar ese imaginario sobre el Otro como enemigo interno y externo al que combatir. “El combate estricto contra el sexismo puede tener efectos perversos. Puede contribuir a reforzar la dominación masculina blanca sobre los hombres indígenas. En efecto, el patriarcado racista blanco hace mucho que entendió que le sería beneficioso combatir el patriarcado de los hombres de color”, se trata de una cita de Houria (Raza, clase y género, 2013) que la antropóloga social y cultural Fátima Aatar recupera en A mis hermanos, donde reflexiona sobre las críticas legítimas y necesarias hacia el sexismo intracomunitario y alerta de los peligros que conlleva narrativas de liberación que el film El Viaje de Khadija, nos muestra, documental que al finalizar recibió sonoros aplausos. “Si nos aplauden es porque de alguna manera les está beneficiando”, continúa Aatar antes de concluir, “a veces nos llenamos la boca de la importancia de crear alianzas con las feministas blancas, olvidando otras alianzas potenciales que, desde el eje racial, nos permitirían articular con nuestros hermanos unas luchas indispensables, evitar romper lazos comunitarios y ser una oposición real al sistema”.
ADIÓS CARMEN
Adios Carmen, de Mohamed Amin Benamraoui (Marruecos, Bélgica y Emiratos Árabes Unidos, 2013, 103 mins.). Intérpretes: Amanallah Benjillali, Paulina Galvez, Saïd Marssi, Juan Esterlich.
En 1975, un niño de 10 años llamado Amar vive en un pueblo al norte de Marruecos con su violento tío, a la espera del poco probable retorno de su madre, emigrada a Bélgica. Amar encuentra a una amiga en su vecina Carmen, una exiliada española que trabaja como acomodadora en el cine del pueblo. Carmen le ayuda a descubrir un mundo hasta ahora desconocido para él.
La película se proyectará en versión original en bereber con subtítulos en INGLÉS.
MOHAMED el Morabet
El lobo imaginario del chico de Nabokov
“La
literatura no nació el día en que un chico llegó corriendo del valle
neanderthal gritando ‘el lobo, el lobo’, con un enorme lobo gris
pisándole los talones; la literatura nació el día en que un chico llegó
gritando ‘el lobo, el lobo’, sin que le persiguiera ningún lobo. El que
el pobre chaval acabara siendo devorado por un animal de verdad por
haber mentido tantas veces es un mero accidente. Entre el lobo de la
espesura y el lobo de la historia increíble hay un centelleante término
medio. Ese término medio, ese prisma, es el arte de la literatura”, nos
dice Nabokov en Curso de literatura europea.
Recurro a esta cita para ilustrar la decisión fundamental que tomé casi de forma inconsciente cuando empecé a escribir Un solar abandonado.
El epicentro de la novela reside en la muerte de la abuela de Ismael
Atta. Este acontecimiento, objetivo y externo a la vez, arranca el viaje
del protagonista, es el detonante inesperado que hace obligatoria una
vuelta al pasado.
"Como
el chico de Nabokov que grita «el lobo, el lobo», sin que le
persiguiera ningún lobo, pretendí recrear el espectro de aquel animal
salvaje en el acto de adelantar la muerte de mi abuela para volver a ser
niño"
Ahora confieso que esa abuela es mi abuela materna,
salvo por el pequeño matiz de que mi abuela sigue viva. Como el chico
de Nabokov que grita “el lobo, el lobo”, sin que le persiguiera ningún
lobo, pretendí recrear el espectro de aquel animal salvaje en el acto de
adelantar la muerte de mi abuela para volver a ser niño, quizá, y para
afrontar una situación futura e imaginaria, desde el prisma de la
literatura. ¿Cómo y en qué direcciones refractó la luz de esta historia?Desde el principio tuve clara la idea de escribir una novela fragmentada o una novela matrioshka. De hecho, lo hago saber de manera explícita al inicio del segundo capítulo, anunciándole al lector la posible forma que se iba a encontrar dentro. “Historias dentro de historias enlazadas con historias de gente que escribía historias y otros las contaban mientras otros tantos las leían, escuchaban o vivían. Narración dentro de Narración, decía Auster. Cervantear en esencia pura”. Así quedó resumida la idea estructural de la novela.
Ver por casualidad, en 2014, la película En tercera persona de Paul Haggis me dio mucho en qué pensar. El resultado de la reflexión fue narrar por un lado una primera parte de la novela algo sencilla y lineal, sin sobresaltos, envuelta en una atmósfera realista. Por otro lado, construir una segunda parte de la misma historia aparentemente inconexa, que contiene cinco relatos o cuentos, empapada en un ambiente onírico de humo y Kif. Las dos partes son presentadas de forma intercalada a lo largo de la novela.
La primera parte es la de Ismael Atta, un traductor casi sin trabajo, que recibe en Madrid la noticia de la muerte de su abuela y entonces emprende el viaje a Alhucemas, su ciudad natal, con la esperanza de llegar al entierro. Hasta aquí, todo bien. No obstante, no sé por qué, decidí que a Atta no le ocurriera nada relevante en el viaje. Es más, opté por que no le sucediera nada que fuese digno de ser narrado. Me excitaba la idea de buscar una “no historia” o, en otras palabras, una historia construida y armada por los silencios que la configuraban. Es decir, que el viaje que hiciera Ismael Atta de Madrid a Alhucemas resultara, además de silencioso, aburrido, torpe, anodino y sin ningún interés. De ahí que concentrara toda la esencia de la historia en el recuerdo. El recuerdo es el territorio propicio donde el silencio se reconcilia con su dimensión lógica. Era un viaje a la infancia, un encuentro con la infancia del protagonista y no quise contaminarlo con hechos del presente. Esta decisión forzó que el relato se basara en la introspección, cosa que me ayudó bastante a definir con nitidez el entramado psicológico de Ismael Atta. El viaje por carretera en el coche de Laia suponía que, desde el inicio, Atta no tomara ni tan siquiera las riendas de la vuelta a su ciudad natal. En todo momento fue el copiloto. “La compañía de Laia me transportaba a mi infancia (metáfora literal) en un coche”.
"La
historia ya estaba, solo faltaba todo lo demás. Más de un año después y
tras corregir, eliminar, sobre todo, borrar y eliminar, limar, aderezar
y trabajar sobre lo que había, las dudas fueron desapareciendo, excepto
una"
La segunda parte transcurre en el
salón de un piso de Rabat, situado enfrente del Museo de Arte
Contemporáneo. Dentro, cinco hombres se sientan alrededor de una mesa
para contarse historias. La reunión se llama Dekka sin dientes. «Dekka,
en la jerga callejera y lúgubre marroquí, es una institución bohemia en
torno a una mesa de té moruno y Kif». Uno de los asistentes es Ismael
Atta. Cada uno de estos cinco integrantes de la reunión cuenta una historia, y cada historia se convierte en un capítulo de la novela.
Ismael Atta, además de ser quien comienza, dedica todo el tiempo a
reflexionar sobre los cuentos de los demás como si de un crítico
literario se tratase. Cada uno de estos cuentos de la segunda historia
aporta algún elemento, a veces evidente y otras no tanto, sobre el
desarrollo de los recuerdos de la primera parte.Con esta estructura en mente y con algún que otro croquis hecho a mano, empecé a escribir. Unos nueve meses después acabé el primer borrador. La historia ya estaba, solo faltaba todo lo demás. Más de un año después y tras corregir, eliminar, sobre todo, borrar y eliminar, limar, aderezar y trabajar sobre lo que había, las dudas fueron desapareciendo, excepto una. La única pieza con la que no estaba del todo satisfecho era el final, la última muñeca de la matrioshka . Así que empecé a dudar de nuevo hasta que sentí que era perentorio añadir un último capítulo. El final de la novela, al fin y al cabo, me exigía una implicación un tanto personal o, mejor dicho, íntima, muy íntima. Le di vueltas durante dos meses y no tuve otra que quebrar el pacto que había sellado con Ismael Atta. Esos dos meses terminaron siendo el capítulo de cierre.
¿He acertado con las decisiones tomadas? No lo sé, ustedes dirán. Lo único que sé con certeza es que he disfrutado de la compañía de Ismael Atta. Ahora solo me queda desear que ustedes disfruten también. Mi eterna gratitud y, por favor, viajen en el libro hasta que el infinito les sonría o hasta que el lobo imaginario del chico de Nabokov les devore.
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Autor: Mohamed El Morabet. Título: Un solar abandonado. Editorial: Sitara. Venta: Amazon y FNAC
https://www.youtube.com/watch?v=yqwEj6vVGEg
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