jueves, 17 de junio de 2010

Marionetas en Japón




Considerado en Japón, al igual que el Nô y el Kabuki, como uno de los principales géneros dramáticos tradicionales, el teatro de marionetas Ningyo Johruri Bunraku combina la narración cantada, el acompañamiento instrumental y el teatro de marionetas. Surgió a principios del periodo Edo (hacia 1600) como una asociación de las marionetas con el Johruri, un género narrativo muy en boga en el siglo XV. Las intrigas contadas en el Ningyo Johruri, como se llamaba entonces a esta nueva forma de teatro de marionetas, se derivan de dos fuentes principales: los relatos históricos de la época feudal (Jidaimono) y los dramas contemporáneos sobre los conflictos entre sentimientos amorosos y obligaciones sociales (Sewamono).A mediados del siglo XVIII, el Ningyo Johruri adoptó el estilo escénico que lo caracteriza. Tres marionetistas, cuya parte superior del cuerpo puede ver el público, manipulan grandes marionetas articuladas. Desde una plataforma saliente y elevada (yuca), el narrador (tayu) cuenta la historia mientras un músico toca el shamisen, un laúd de tres cuerdas. El tayu interpreta todos los personajes, tanto masculinos como femeninos, adaptando su voz y sus entonaciones a los personajes y a las situaciones. Aunque el tavu lee un texto escrito, tiene un amplio margen para la improvisación. Los movimientos de los tres marionetistas deben estar cuidadosamente coordinados para que los gestos y las actitudes de las marionetas den una impresión de realismo. Estas, ataviadas con suntuosos atuendos y cada una dotada de su propia expresión personal en el rostro, son confeccionadas por maestros artesanos. El género adoptó su nombre actual, Ningyo Johruri Bunraku, a finales del siglo XIX, cuando el Bunrakuza era el teatro más célebre.Actualmente, estas representaciones tienen lugar en el Teatro Nacional Bunraku de Osaka, pero esos artistas de renombre también hacen representaciones en Tokio y en otras escenas regionales. De las 700 obras escritas en el periodo Edo, sólo 160 forman parte del repertorio actual. Las representaciones, que antes podían durar un día completo, han pasado de seis actos a dos o tres. El El Ningyo Johruri Bunraku, proclamado Bien cultural inmaterial importante en 1955 por el gobierno japonés, no está seriamente amenazado. Este arte popular atrae a numerosos jóvenes artistas. Sus cualidades estéticas y el contenido dramático de las obras continúan interesando al público contemporáneo.

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