La voz de Traoré transmite fuerza sin perder ni un ápice de cercanía, en 2003 publica su tercer disco “Bowmboi” en el que colabora el cuarteto de cuerda norteamericano “Kronos Quartet”. Con este álbum Traoré obtiene el premio de la emisora BBC-Radio 3, en la categoría de “World music”, simultáneamente su participación en el WOMAD y otros festivales como el “Africa Live” contra la malaria, celebrado en 2005 en Dakar (Senegal), la sitúan en la primera fila de los artistas africanos con proyección internacional, como sus compatriotas Ali Farka Touré y Salif Keïta, el camerunés Manu Dibango, el argelino Khaled, o los senegaleses Baaba Maal y Youssou N’Dour.
“Tchamantché” es el último disco publicado por Rokia Traoré. “Todo empezó con un sonido en el interior del alma de Rokia, la búsqueda de un nuevo estilo que fuera más rock, más blues, pero sin desdibujar la herencia africana”. El sonido que buscaba Traoré estaba entre las cuerdas de la mítica guitarra “Gretsch”, adorada por las bandas de Rockabilly de los años 50 y 60 y que Chet Atkins y George Harrison encumbraron al Olimpo del rock. El sonido de este instrumento acerca la música de Rokia a la de su maestro Ali Farka Touré, y en sus canciones la guitarra se integra con la maravillosa afinación de un instrumento tradicional africano como un “balafón” o un “ngoni”. Esta fusión, junto con su cálida e hipnótica voz es lo que permite a la artista dar esa dimensión universal a su música.
En “Tchamantché”, Traoré canta con una madurez sobrecogedora, se trata de nueve temas que transitan entre la oscuridad, la sensualidad. Canciones plenas de emoción, susurradas en bambara, canciones construidas con una nueva confidencialidad, intimistas y desnudas. Y es que Rokia opta en este disco por un marcado cambio de rumbo en su música, aquí no hay rastro del “balafón” de sus primeros trabajos, e incorpora una sección de ritmos al estilo occidental, asimismo el equipo de producción es europeo (las canciones fueron mezcladas por Phill Brown, un prestigioso ingeniero que ha trabajado con Robert Plant, Robert Palmer y Bob Marley). Rokia insiste, sin embargo, en que nos encontramos ante un disco profundamente africano “porque la música depende de la persona que la hace, y yo soy africana. Soy africana pero pertenezco a una nueva generación, que tiene una nueva forma de mirar a África y de entender su música”.
Conocida por sus letras sinceras y directas, Rokia aborda el problema de la inmigración ilegal desde África a Europa en el tema “Tounka” y exhorta a los Malienses a recordar las glorias del pasado de su país, en la íntima y emocionante “Dounia”. Como contraste destacan, la rítmica y personal, “Zen”, una canción sobre el valor que se debe poseer para no hacer nada, o la oscura y madura “Dianfa”.
Este álbum permitirá a Rokia Traoré llegar a un público mucho más amplio, se trata de un disco atractivo para los amantes del blues, aunque no sea exactamente un disco de blues, atractivo para los amantes del rock contemporáneo, aunque no sea un disco de rock, Rokia confiesa “No puedo decir cuál es el estilo de mi música, solo puedo decir que adoro la música”.
“Tchamantché” es el último disco publicado por Rokia Traoré. “Todo empezó con un sonido en el interior del alma de Rokia, la búsqueda de un nuevo estilo que fuera más rock, más blues, pero sin desdibujar la herencia africana”. El sonido que buscaba Traoré estaba entre las cuerdas de la mítica guitarra “Gretsch”, adorada por las bandas de Rockabilly de los años 50 y 60 y que Chet Atkins y George Harrison encumbraron al Olimpo del rock. El sonido de este instrumento acerca la música de Rokia a la de su maestro Ali Farka Touré, y en sus canciones la guitarra se integra con la maravillosa afinación de un instrumento tradicional africano como un “balafón” o un “ngoni”. Esta fusión, junto con su cálida e hipnótica voz es lo que permite a la artista dar esa dimensión universal a su música.
En “Tchamantché”, Traoré canta con una madurez sobrecogedora, se trata de nueve temas que transitan entre la oscuridad, la sensualidad. Canciones plenas de emoción, susurradas en bambara, canciones construidas con una nueva confidencialidad, intimistas y desnudas. Y es que Rokia opta en este disco por un marcado cambio de rumbo en su música, aquí no hay rastro del “balafón” de sus primeros trabajos, e incorpora una sección de ritmos al estilo occidental, asimismo el equipo de producción es europeo (las canciones fueron mezcladas por Phill Brown, un prestigioso ingeniero que ha trabajado con Robert Plant, Robert Palmer y Bob Marley). Rokia insiste, sin embargo, en que nos encontramos ante un disco profundamente africano “porque la música depende de la persona que la hace, y yo soy africana. Soy africana pero pertenezco a una nueva generación, que tiene una nueva forma de mirar a África y de entender su música”.
Conocida por sus letras sinceras y directas, Rokia aborda el problema de la inmigración ilegal desde África a Europa en el tema “Tounka” y exhorta a los Malienses a recordar las glorias del pasado de su país, en la íntima y emocionante “Dounia”. Como contraste destacan, la rítmica y personal, “Zen”, una canción sobre el valor que se debe poseer para no hacer nada, o la oscura y madura “Dianfa”.
Este álbum permitirá a Rokia Traoré llegar a un público mucho más amplio, se trata de un disco atractivo para los amantes del blues, aunque no sea exactamente un disco de blues, atractivo para los amantes del rock contemporáneo, aunque no sea un disco de rock, Rokia confiesa “No puedo decir cuál es el estilo de mi música, solo puedo decir que adoro la música”.
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