La mujer es una isla, Auður Ava Ólafsdóttir
Hay libros que simplemente compras y lees
porque han sido recomendados por lectores que tienen tus mismos gustos.
Esto me ha pasado con este libro cuya autora tiene un nombre difícil de
decir a un despistado librero patrio. Auður Ava Ólafsdóttir se hizo con un hueco en el panorama literario en nuestro país con Rosa candida y ahora lo hace como La mujer es una isla.
La protagonista de esta pequeña gran
historia es una mujer de treinta y tres años cuyo marido acaba de
pedirle el divorcio. Decidida a dar un giro radical en su vida, y tras
la profecía de una médium que le asegura que en una distancia de 300
kilómetros ganará la lotería y conocerá a tres hombres –uno de los
cuales será el amor de su vida–, emprende un viaje siguiendo la ruta que
rodea Islandia. No irá sola: Tumi, el hijo de una amiga en apuros, dos
muñecos de peluche, y una caja de libros y de cedés la acompañarán en el
camino.
La mujer es una isla no
es una novela policial de algún autor islandés, es más bien un viaje
iniciático de una mujer de treinta y tres años que descubre que todo un
mundo se desarrolla más allá de su entorno y ella no se ha dado cuenta.
Nuestra protagonista es toda una
lingüista, habla once idiomas y ha hecho de ellos su profesión y casi su
vida. Casada desde hace más de cuatro años ha decido cortar con su
aventura extramatrimonial el mismo día en que atropella un ganso y su
marido dice que la deja por otra mujer que está esperando un hijo suyo. A
lo largo de los meses se ha ido distanciando de ella porque siente que
su mujer no vive en un caótico mundo que solo ella entiende y controla.
Las comidas son a deshoras, nunca se puede estar seguro de nada, en
ocasiones ella hace algo improvisado que lo desconcierta o
lo avergüenza. Y por eso se ha refugiado en una compañera de trabajo
que le da además de un hijo estabilidad. Como ejemplo de cómo es esta
joven, una vez que antes de que se marche su marido de casa lo invita a
comer el ganso que ha atropellado. Y luego la vemos reflexionar sobre la
mejor manera de cocinarlo de modo que no se miren las marcas de los
neumáticos. Este momento nos da una ligera idead de cómo es su
personalidad.
Y a pesar de esta brusca ruptura no hay
grandes dramas, ni aspavientos. Una de las cosas más curiosas es que la
separación se realiza con una gran tranquilidad. Ella le deja llevarse
todo lo que quiere e incluso comparten momentos íntimos como si el
futuro no importase mucho. Quizá sea porque vivo en un país mediterráneo
pero me resulta llamativo la frialdad y la seriedad con la que se
separa nuestra protagonista de su marido. También me resultó llamativo
la ausencia de nombres propios, si conocemos el del marido, el de la
amiga y el del niño pero poco más. Los secundarios y no tan secundarios
son meros personajes a los que no hace falta poner nombre y apellidos
pues su labor está en sus acciones y en el papel que juegan en la vida
de la protagonista, una mujer de una gran sensualidad.
No podemos olvidar el paisaje ya que el
viaje alrededor de la isla nos permite introducirnos más en las
singularidades de Islandia que cuenta con una sola carretera que rodea
como un anillo la isla. Conocemos el paisaje desierto de cenizas. Las
granjas con ovejas blancas y negras. Los hoteles singulares. Y los
poblados pesqueros.
Como anotación y a diferencia de lo que opinan algunos críticos, no
tiene sentido del humor, o quizá tenga un sentido del humor que solo los
islandeses reconocer porque por mi parte y salvo alguna que otra frase,
considero que es una novela totalmente seria.
La mujer es una isla es
una novela que conviene disfrutar pero que quizá no es apta para todos
los lectores pues tiene un tono lírico y profundo que quizá no guste a
todos. A pesar de ello a mí me enganchó desde el principio y no dudaría
en recomendarla, diciendo que no hay acción, ni grandes dramas, ni giros
sorprendentes ni nada parecido. Y ahí está la genialidad de la autora
que sin haber usado ninguno de estos recursos ha creado una gran
historia.
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