domingo, 11 de mayo de 2014

La luz de Confucio

La luz de Confucio


“Confiad en las casualidades”, nos decía confucianamente el profesor y maestro Jorge Lozano a los alumnos de Periodismo en sus clases de Teoría de la Información. Esa frase me vino a la mente el otro día cuando paseando por Gijón, me topé con la exposición China. El Arte inefable en el Antiguo Instituto Jovellanos. Justo cuando buscaba algún contenido que incluir en el programa sobre Confucio. En realidad quería ver La luz de Jovellanos, pero ya había finalizado. Lástima. Aunque, en todo caso, esta muestra resultó de lo más iluminadora. Caligrafía, pinturas, reproducciones de pagodas, abanicos, sellos imperiales, tabaqueras de vidrio pintado por dentro… Un valioso muestrario para explicarnos el Arte desde la perspectiva china, tan diferente de la nuestra. Inefable, o sea, que no se puede explicar con palabras.
La pintura de la foto de la foto me gustó especialmente por lo que tiene de representativo del Arte chino y de la filosofía confuciana. En el catálogo de la muestra, viene acompañada del siguiente texto:
«Esta pintura de Shen Zou nos muestra a dos letrados, moradores de las montañas, contemplando una cascada que desciende de lo alto de las rocas. Uno mira hacia arriba, el otro hacia abajo. Se encuentran en medio de una garganta. Los picos son tan altos que, incluso desde nuestra perspectiva, no los podemos ver en su totalidad.
Esta cascada de agua que cae hacia el fondo del torrente invita a escucharla. Se podría decir que se oye el ruido del agua al caer, que es repetido a lo lejos por el eco. De hecho, un verdadero artista chino tenía que conseguir no sólo que se “viesen” sino también que se “oyesen”. Las cascadas debían tener la misma calidad que aquellas realizadas por un antiguo pintor al que el emperador le dirigió este dulce reproche: “Las cascadas que habéis pintado hacen demasiado ruido, me impiden dormir”.
Este tema es uno de los más populares de la pintura china. La persistencia de esta imagen se explica fácilmente teniendo en cuenta la filosofía subyacente: en el pensamiento confuciano el agua es usada como una metáfora de la virtud, o de un alto estado de mente. Esto se refleja en uno de los dichos más conocidos de Confucio: “El hombre sabio encuentra alegría en el agua; el hombre benevolente encuentra alegría en las montañas”. Con esta expresión se traza una analogía entre las cualidades naturales del agua y las montañas y las cualidades morales del perfecto caballero, tales como la perseverancia, la estabilidad, la agudeza de mente y la flexibilidad para adaptarse del mejor modo a los ambientes cambiantes.
En el taoísmo, el agua está en estrecho paralelismo con el “tao o “dao”, el núcleo del mundo natural, La capacidad del agua para superar arduos obstáculos, suavizar superficies ásperas, redondear rocas agudas o materiales duros, usando solamente un poder suave, encuentra en sí mismo una de las nociones esenciales del taoísmo: el poder de la debilidad, o del elemento “yin”.
En ambos, el confucianismo y el taoísmo, la contemplación del agua que fluye ofrece un modelo para que una persona iluminada se acerque a las imperfecciones de la vida: mirar a una cascada es como mirar dentro de la propia mente, o el “tao” o esencia de los fenómenos».
alberto sánchez medina

Aquí os dejo el podcast del programa sobre 孔子, el «Maestro Kong»:

http://continumblog.blogspot.com.es/2011/12/la-luz-de-confucio.html

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