Denis Mukwege, el ángel custodio de la mujer congoleña
Día 20/01/2014 - 13.53h
Fundador del hospital Panzi, en la República Democrática del Congo, este ginecólogo ha ayudado a superar traumas a decenas de miles de mujeres en la considerada capital mundial de la violación sexual
En las callejuelas de Bukavu, capital de Kivu Sur (República Democrática del Congo), y escondido entre pendientes, un edificio muestra la esperanza. No por diseño, pero sí por lo que esconde dentro. Desde su fundación en 1998, el hospital Panzi de Bukavu ha tratado a más de 30.000 mujeres. Y sus males no eran simples catarros.
En mayo de 2011, el American Journal of Public Health denunciaba que al menos 1.100 mujeres eran agredidas sexualmente cada día en la región.
En el análisis, centrado en el periodo 2006-2007, se documentan las vejaciones sufridas por más de 400.000 mujeres de edades comprendidas entre los 15 y los 49 años. Sin embargo, Naciones Unidas tan solo reconoce 15.000 casos.
Pero esa realidad podría ser, incluso, aún más atroz. En el estudio, por ejemplo, no se documentan las agresiones cometidas contra mujeresmenores de 15 años o mayores de 49. Además, organizaciones humanitarias locales denunciaron recientemente que en los dos últimos años los abusos sexuales se habrían duplicado al este del país. Fantasmas, que con asiduidad, se encierran en el Hospital Panzi:
El doctor Denis Mukwege es su ángel custodio. Hijo de un ministro pentecostal, este cirujano ginecológico decidió fundar el centro médico tras comprobar horrorizado la realidad de la región.
«A veces es importante recordar a las mujeres agredidas: “No estás destruida. Querían destruirte, pero no han podido. Eres todavía una mujer. Y necesitas ser fuerte”», reconoce con asiduidad.
Nacido en 1955, Mukwege (nominado recientemente para el Nobel de la Paz) lucha porque los crímenes cometidos en el Congo (cerca de 5 millones de muertos desde 1998) no caigan en la memoria del olvido.
«El conflicto se ha convertido en una guerra contra la mujer», aseguraba en una entrevista en 2007.
En la actualidad, su obra cumbre -el hospital Panzi- cuenta con casi 400 empleados. Modesto hasta términos casi enfermizos, Mukwege siempre prefiere que hablen por él.
Dominique Vidale-Plaza, analista del centro médico y colaboradora del doctor, así lo reafirma. Aunque sus historias, quizá se difuminen en el simple cotejo datal: «De 1999 a junio de 2010, al menos 25.441 mujeres han sido tratadas en el Hospital Panzi por enfermedades ginecológicas, la mayor parte de ellas, graves traumas de violencia sexual. De igual modo, en el centro, se han practicado cerca de 2.500 operaciones de reparación de fístula [los atacantes suelen utilizar con asiduidad objetos como botellas o palos en sus agresiones]»,aseguraba a este diario el analista durante las últimas elecciones celebradas en el país africano.
Armas de guerra
Sus compañeros, incluso, iban más lejos. «En mis 40 años de vida, nunca vi algo parecido. Antes de 1994 [cuando el genocidio de Ruanda se produjo], la violencia sexual en nuestra región era prácticamente una anécdota. Sin embargo, ahora, las violaciones son utilizadas como arma de guerra. Instrumentos de venganza donde se implican todas losactores del conflicto, desde el Ejército a los rebeldes provenientes de Ruanda», aseguraba el doctor Alumeti Munyali Désiré, especialista en cirugía del Hospital Panzi.
Mientras, en el casi anonimato, el doctor Mukwege prosigue con su denuncia (incluso sufrió un intento de asesinato en octubre de 2012) sobre los horrores al este de la República del Congo. Su obra continúa siendo su mejor portavoz.
Aunque no el único.
«Cada vez nos encontramos con más civiles que cometen actos de violencia sexual. Esto se explica por una cierta banalización de la violencia en la comunidad, lo que fomenta este tipo de ataques», señalaba el pasado año a ABC Wassy Kambale, portavoz de Heal Africa.
Solo en los primeros nueve meses de 2012, durante el apogeo de la revolución encabezada por el grupo rebelde M23, esta organización, que gestiona un hospital en la localidad de Goma (Kivu norte), reconocía a este diario haber recibido al menos 5.779 denuncias de agresiones sexuales.
Todos ellos, con nombre y apellidos.
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