jueves, 24 de septiembre de 2015

Arenas movedizas

renas movedizas – Henning Mankell

Arenas movedizas - Henning Mankell portadaPor Revisar
Una historia personal de insólita humanidad. Un Henning Mankell de carne y hueso. Arenas movedizas es, en cierta manera, un libro de memorias, pero muy peculiar. No hay sucesión temporal y el arranque es la enfermedad actual del autor y lo que su diagnóstico desencadenó en él: recuerdos distanciados en el tiempo y no necesariamente consecutivos, que Mankell relaciona de un modo u otro con las grandes preguntas del hombre: ¿qué somos?, ¿cómo nos enfrentamos a la muerte?, ¿de qué tenemos miedo?, ¿qué mundo dejaremos en herencia?, ¿en qué creemos, y por qué? Para responder a ellas, Mankell recurre a sucesos del pasado: un día en el colegio cuando era pequeño, una visita al Museo Británico, una lectura sobre la Isla de Pascua, la verdadera naturaleza de las arenas movedizas o el poder del hielo, la muerte de un niño mozambiqueño, visitas a Salamanca, a Mantua, a Buenos Aires, a Malta y a las ruinas de Hagar Qim… Con estas incursiones en el pasado surge un retrato, desde la infancia y la adolescencia hasta la madurez, del Mankell de carne y hueso, que examina su vida y, con ella, cuestiones que afectan a toda la humanidad.

Todos deberíamos ser feministas

Feminista feliz y que no odia a los hombres

La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie se rebela contra el machismo. Y contra los tópicos

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Videocrítica | Carlos Pardo comenta 'Todos deberíamos ser feministas' de Chimamanda Ngozi Adichie.
Las feministas son mujeres infelices porque no encuentran marido, el feminismo es antiafricano, las feministas están siempre enfadadas y no usan desodorante. Tales tópicos, oídos de una forma más o menos velada pero con persistencia, llevan a la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie (1977) a definirse al comienzo de este librito como “feminista feliz africana que no odia a los hombres y a quien le gusta llevar pintalabios y tacones altos para sí misma y no para los hombres”. Y es que el término feminista es uno de los más cargados de connotaciones negativas que existen, lo que quizá sea la demostración más evidente de que el “feminismo” (el feminismo que busca sus propias estrategias y no se deja manipular por unas reglas del juego y unos usos lingüísticos que hacen trampa ya antes de que comience la partida) sigue siendo una bandera por la que luchar desde múltiples ámbitos. Un problema de “derechos humanos”, pero, como recalca Adichie, un problema “específico”.
Chimamanda Ngozi Adichie, en la Feria del Libro de Fráncfort en 2014 / AFP
En esta breve conferencia hoy convertida en libro, Adichie no solo se conforma con enumerar los micromachismos cotidianos a los que parece abocarnos una concepción descafeinada del asunto: los camareros siempre esperan que paguen ellos, las mujeres se ocupan de labores del hogar y ceden un poco en su carrera profesional para mantener la paz doméstica. También combina datos objetivos (un 52% de la humanidad son mujeres, pero “cuanto más arriba llegas, menos mujeres hay”, y cobran menos por los mismos trabajos), relata anécdotas que recuerdan a la extrañeza empática de sus novelas (la mujer negra que entra sola en un hotel de Nigeria y es tomada por una prostituta) y, sobre todo, se centra en la estructura de nuestro pensamiento, en la educación. Por ejemplo, la niña que saca la mejor nota de clase porque aspira a ser delegada, pero a la profesora se le olvida matizar que sólo los niños varones pueden serlo: “Si hacemos algo una y otra vez, acaba siendo normal. Si vemos la misma cosa una y otra vez, acaba siendo normal. Si sólo los chicos llegan a monitores de clase, al final llegará el momento en que pensemos, aunque sea de forma inconsciente, que el monitor de clase tiene que ser un chico. Si solo vemos hombres presidiendo empresas, empezará a parecernos natural que solo haya hombres presidentes de empresas”. Porque para Adichie lo realmente peligroso de este concepto esencialista de la diferencia entre mujeres y hombres, disfrazado casi siempre de virtudes positivas (sentimiento, dulzura…), es que “prescribe cómo tenemos que ser, en vez de reconocer cómo somos. […] Chicos y chicas son biológicamente distintos, pero la socialización exagera las diferencias”.
Ahora nos preguntaremos qué nos aporta la visión de una escritora nigeriana que no quiere salirse de su contexto africano, sino que se reafirma en algunas costumbres sociales que los españoles creemossuperadas. Lo primero, la demostración de la pervivencia de una estructura machista en cualquier sociedad, por muy desarrollada que se piense. El machismo no es sólo el pasado histórico. Es también el pasado vital, es decir, nuestra infancia. Pero también nuestro presente: segregación en las escuelas apoyada por algunos Gobiernos, la violencia machista en grupos de personas cada vez más jóvenes. Así que no es extraño que esta conferencia dictada para el TEDxEuston en 2012 parezca hablarnos a los españoles de ahora.
Adichie es una narradora con un estilo claro y sugerente, sin tiempos muertos, de las que enganchan desde el principio de la frase. Lo ha demostrado en las tres novelas escritas en inglés (desde los 19 años vive entre Estados Unidos y Nigeria) que la han hecho célebre: La flor púrpura (2005), Medio sol amarillo(2007) y la ambiciosa historia de amor y colonización, entre Lagos y Brooklyn, que es Americanah(2013). Parecería que los escritores llamados poscoloniales (algunos africanos de su generación como Teju Cole o Binyavanga Wainaina) están llamados a dar, desde lo local, la medida del mundo en el que vivimos con una complejidad y lucidez que uno envidia en otros países colonizadores y colonizados a un tiempo, como el nuestro.
La Kirkus Reviews dijo de Todos deberíamos ser feministas que era una lectura obligatoria para estudiantes y profesores. Lo es como invitación a pensar en la vigencia del feminismo. Y si uno quiere una lectura más profunda de la estructura violenta del género o de la base machista de nuestra cultura, puede continuarlo con Judith Butler(Dar cuenta de sí mismo) o Silvia Federici (Calibán y la bruja).
Pero este libelo es sobre todo una invitación a la lectura de las novelas de la propia Adichie, por ejemplo esa joya que es Americanah.
Todos deberíamos ser feministas. Chimamanda Ngozi Adichie. Traducción de Javier Calvo. Literatura Random House. Barcelona, 2015. 62 páginas. 4,90 euros.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Matriarcados en Sudán

a gran civilización de Meroe, en el sur de Egipto, se extiende al sur de la catarata del Nilo en Nubia (Sudán). Desde el año 300 A.C. hasta el siglo segundo D.C. había muchas mujeres líderes, tantas que se creía que no había líderes masculinos en absoluto. El tercer gran reinado fue el de la reina Bartare 284-275 A.C., cuya tumba en forma de pirámide fue descubierta. El Reino de Kush es el nombre que los antiguos egipcios dieron al reino establecido al sur del país del Antiguo Imperio Egipcio. Este reino tuvo una longevidad inusual y sus orígenes se remontan a las culturas neolíticas que se desarrollaron en el pasaje del Nilo del actual Sudán y de la Nubia egipcia.

reinas de kush

Un reino de mujeres de siete siglos

Las reinas negras o Candaces (hermanas), gobernaron durante siete siglos, desde el siglo III A.C. Como centro de la familia las mujeres poseían los bienes y elegían a sus maridos. Ellas gobernaban en el hogar y en el grupo y los hombres cargaban con el trabajo pesado. Las reinas negras vivieron en paz con los faraones. Los dos países mantuvieron relaciones diplomáticas y comerciales, hasta que Egipto decidió anexionar a Nubia, la cual se defendió con una fuerza y determinación que sorprendió a los asaltantes.

Una sociedad matrilineal y paternal.

El viajero Ibn Battuta nos explica su asombro en su viaje a Sudán, diciendo: “Ellos (los negros) se nombran de acuerdo con su tío materno, y no en función de su padre; no son los hijos que heredan de los padres, sino los sobrinos, los hijos de la hermana del padre. Nunca conocí esto en ninguna otra parte, a excepción de los infieles de Malabar en la India. ”
En Nubia (norte de Sudán y el sur de Egipto) crecieron civilizaciones beréberes (gerzéens) y negroas de influencia cultural egipcia entre el -3100 y +350: Kush, Napata, Meroe … En Meroe, la sucesión era hecha por la línea de los padres a sus hijos, pero también a los sobrinos. Las adoradoras divinas se sucedían de tías a sobrinas. Al igual que en Egipto, en las estelas funerarias Meroíticas, el nombre de la madre del difunto se menciona antes que la del padre. En el reino de Kush, la sucesión al trono era matrilineal. Es decir que, en general, los Reyes no transmitían el trono a sus propios hijos sino a los hijos de sus hermanas. En el relato de su coronación, el rey Kushita Espelta (593-568 A.C.) menciona  a siete generaciones de sus antepasados maternos (Estela Cairo JE 48866).

Las reinas guerreras nubias

Una de las más grandes reinas guerreras de la antigüedad fue Majaji que dirigió al grupo étnico de los Lovedu los cuales formaban parte del Imperio Kushita durante los largos siglos en los que los etíopes estuvieron en guerra contra Roma. El Imperio dejó de existir en en 350 D.C. cuando Meroe, centro de poder de Kush, cayó después de los muchos ataques de los romanos. Armada con un escudo y una lanza, Majaji dirigía s sus guerreros en las batallas. Cayó en la lucha en Meroe, ciudad que ella defendió hasta la muerte.

El emperador Augusto mantenido a raya por una mujer

La reina Candace que gobernó también el país, fue reconocida por su valentía y coraje para hacer frente a los ejércitos de César Augusto. Es por esto que las reinas que gobernaron después de ella, desearon mantener el nombre de Candace en recuerdo a este acto glorioso. “Esta omnipresencia de las mujeres de la corte en las ceremonias y los documentos oficiales estaba vinculada con su peso político. Esto último refleja la devoción matrilineal de la monarquía “- Noticias Ankh No. 3. En cuanto a Candace – kandaké en griego – no se trataría de un nombre propio, sino del título utilizado por las reinas madres de Meroe, que jugaban un papel político decisivo en un Estado dónde la sucesión al trono era matrilineal.

Alejandro Magno, derrotado por una mujer

Estaba en la línea de las reinas Etíopes y de los líderes militares, y una de ellas fue Candace, también una descendiente de Kush. La primera Candace, dirigió un ejército cuyos guerreros montaban en elefantes. Ella detuvo la invasión de Alejandro Magno en Etiopía en el 332 A.C. En el 30 A.C.Candace Amanirenas derrotó una invasión de Patronio, un gobernador romano Egipcio y saqueó la ciudad de Cirene. En el 937 D.C Judith, una reina (? Judía) Falasha, atacó a Axum, capital sagrada de Etiopía, matando a todos los habitantes de la ciudad incluyendo a los descendientes de Salomón y la Reina de Saba.
http://matricien.org/

martes, 15 de septiembre de 2015

AMINA ALAOUI







Marruecos > Amina Alaoui

Amina Alaoui
Marruecos
    
 
Nacida en Fez (Marruecos) en 1964, Amina Alaoui pertenece a una familia profundamente ligada tanto a la tradición popular marroquí como a los medios intelectuales y artísticos. Desde los seis años comenzó a estudiar el canto arábigo-andaluz, piano clásico, danza contemporánea y clásica, marroquí y oriental, estudios que Amina Alaoui profundizó junto a los grandes maestros y en el Conservatorio de Rabat. A los diez años publicó ya sus primeros poemas y, más tarde, sus estudios universitarios le llevaron a consagrarse a la filología y la lingüística (árabe, francesa y española).

A partir de entonces, Amina Alaoui ha desarrollado un trabajo de búsqueda en los cantos arábigo-andaluces y orientales, especializándose en el cántico gharnati. Con Djallal Akhbari se inició en el canto clásico persa, y con Henri Agnel en el canto medieval europeo. Por todo ello, se puede asegurar que Amina Alaoui no sólo posee una de las voces más fascinantes del planeta, sino también una de las mejor preparadas y formadas. En los últimos diez años, ha realizado conciertos con músicos de la talla de Djamchid Chemirani, Pedro Soler, Hameed Khan, Pablo Cueco, Hughes de Courson, Lluis Llach, Nena Venetsanou o Soeur Marie Keyrouz. También ha colaborado en numerosos espectáculos de danza de los más prestigiosos coreógrafos.

El canto de Amina Alaoui se asemeja a esas frágiles miniaturas en las que el artista, en la intimidad de un espacio mínimo, pinta con tenacidad y dulzura, revelando miles de ideas y detalles y utilizando colores delicados. Su voz desnuda los sentimientos como lo hacían los colores simbólicos de las cinco cuerdas del oud (laúd) de Zyriab: el amarillo (la cólera), el rojo (la sangre), el azul (el alma), el negro (la melancolía) y el blanco (la serenidad).

Los conciertos de Amina Alaoui invitan a errar entre los jardines coloristas y perfumados del Al-Andalus medieval, que dio nacimiento a una de las más fantásticas expresiones poético-musicales: el legado andalusí. Boabdil, derrotado, se exilió en Marruecos, donde se ha mantenido desde el siglo XV el estilo gharnati dentro de la cultura musical arábigo-andaluza, gracias a la tradición oral transmitida de generación en generación por aquellos que tuvieron que exiliarse y salir con pesar de la península ibérica. Amina ha recorrido el camino inverso, atravesando el Mediterráneo desde Marruecos para instalarse durante tres años en Granada, tendiendo de esta forma un significativo puente (alcántara, en árabe) a los dos lados del Mare Nostrum.

El poder cautivador y sensual de su voz el refinamiento de su ornamentación vocal o la fuerza de los poemas que elige con extremado mimo, invitan a unos momentos privilegiados de musicalidad, de coexistencia y tolerancia, de sabiduría y respeto a la diferencia. Amina Alaoui ofrece su música como si se tratara de un canto apasionado a la humanidad.



Luna sefardita

ANA ALCAIDE







Tales PANGEA, un regalo




Tras conocer su música en Samarcanda (Uzbekistán), el productor indonesio Franki Raden invitó a Ana Alcaide a la isla de Java (Indonesia) para formar parte del Festival GOTRASAWALA, un encuentro artístico global que promueve la integración de las artes escénicas sundanesas a nivel internacional. Con el objetivo de la colaboración musical a largo plazo, Franki le dio total libertad creativa para componer y trabajar junto a un grupo abierto de diferentes músicos. De esta unión nació un repertorio elaborado en dos fases distintas: noviembre de 2013 y octubre de 2014. Las vivencias personales y musicales en el grupo generaron un deseo natural de intercambio y un diálogo abierto que Ana quiso registrar mostrando la complicidad surgida del encuentro y la superación de las barreras aparentes entre ambos mundos.

"Después de varios discos donde Ana Alcaide se sumergía en tradiciones cercanas, como la castellana y la sefardí, la artista toledana da un giro de 180 grados a su sonido y nos presenta 'Gotrasawala Ensemble'. Una interesante aventura donde Ana Alcaide da rienda suelta a una idea madurada desde hace varios años y que nos ofrece una nueva vía musical muy interesante y llena de belleza."

Diariofolk. Revista de actualidad musical

OTRAS OPCIONES DE COMPRA:
- PAYPAL: ingresando 15€ en la cuenta: ana.alcaide@yahoo.es. Indicad vuestra dirección postal.
- Escribiéndome un email a: anaalcaide.promo@gmail.com, con vuestra dirección y haciendo un INGRESO/TRANSFERENCIA en la cuenta indicada en esta página: http://www.anaalcaide.com/info/.
- Llamando por TELEFONO al 695 441 687/ 925 333 577, donde os indicaremos cómo hacerlo (podéis dejar mensaje).

También estarán disponibles en la librería HOJABLANCA en Toledo y en EL ARGONAUTA en Madrid.

Autoras

Laura Freixas y las mujeres invisibles

La escritora publica sus reflexiones sobre la discriminación femenina en la cultura

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La escritora Laura Freixas, en un retrato de 2009. / EFE
Laura Freixas lleva años reflexionando sobre el reflejo de las mujeres en la cultura. En ese juego de espejos, las mujeres son retratadas en posiciones secundarias o estereotipadas, lo que ayuda a reforzar tanto el estereotipo como la desigualdad. Un perverso circuito cerrado. En El silencio de las madres, publicado por Aresta Mujeres, se recogen 32 textos escritos entre 1996 y 2014 en diversos medios como EL PAÍS, La VanguardiaLetras libres o Claves de la razón práctica, y agrupados en dos grandes bloques.
En el primero, Temas, se estudia la invisibilidad de las mujeres creadoras, la perpetuación de la violencia machista o el olvido de la maternidad como materia creativa. En el segundo, Autoras, se repasan biografías de grandes escritoras como Simone de Beauvoir, Colette, Virginia Woolf, Rosa Chacel, Carmen Martín Gaite o Madame de Sévigné. "La ausencia de mujeres entre los creadores de cultura produce unos contenidos quenaturalizan, legitiman, la ausencia de mujeres, y viceversa”, sostiene Freixas en uno de los textos.

20 obras influyentes de autoras del siglo XX, según Laura Freixas

1-Solitud, de Víctor Català (Caterina Albert) 1905.
2-Nada, de Carmen Laforet (1945).
3-Fiesta al noroeste, de Ana María Matute (1953).
4-A instancia de parte, de Mercedes Formica (1954).
5-La plaça del Diamant, de Mercè Rodoreda (1962).
6-Memorias de la melancolía, de María Teresa León (1970).
7-Cartas a una idiota española, de Lidia Falcón (1974).
8-Te deix, amor, la mar com a penyora, de Carme Riera (1975).
9-El temps de les cireres, de Montserrat Roig (1978).
10-Crónica del desamor, de Rosa Montero (1979).
11-El mismo mar de todos los veranos, de Esther Tusquets (1979).
12-El bandido doblemente armado, de Soledad Puértolas (1980).
13-Mi hermana Elba, de Cristina Fernández Cubas (1980).
14-Alcancía, de Rosa Chacel (1982).
15-Hacia una crítica de la razón patriarcal, de Celia Amorós (1985).
16-Delirio y destino, de María Zambrano (1989).
17-Las edades de Lulú, de Almudena Grandes (1989).
18-Historia de una maestra, de Josefina R. Aldecoa (1991).
19-Nubosidad variable, de Carmen Martín Gaite (1992).
20-Amor, curiosidad, Prozac y dudas, de Lucía Etxebarría (1997).
En Las que faltan, artículo de 2010, donde constata y censura la selección realizada por cuatro críticos literarios sobre los 100 libros que más han influido en el devenir español en los últimos cien años, que citan tres obras de mujeres y 97 de hombres, Freixas ofrece su propia selección de los 25 títulos de autoras españolas que más lo habían hecho. En El genio y su musa reflexiona sobre esa construcción del Romanticismo que bendice la imagen del creador –masculino– como alguien que vampiriza a quienes están a su alrededor para tratar de desarrollar su carrera artística. "¿De verdad el sacrificio ajeno es una condición sine qua nonde la creación artística?", se interroga.
Uno de los asuntos que más extraña, y sobre el que medita una y otra vez Freixas, es la ausencia de la maternidad como tema literario, a diferencia de lo que ocurre con el amor o la guerra, "eternos, universales, inagotables", escribe. "¿No hay otra vivencia universal y eterna, y no menos crucial para la especie humana, que la muerte y el sexo? Hablo, por supuesto, de la maternidad, y de todo lo que conlleva: concepción, embarazo, aborto, parto, crianza... Cada año, puntualmente, la literatura española arroja su cosecha de novelas de la guerra civil, a cargo de autores que no la conocieron; mientras, también todos los años, más de 400.000 españolas dan a luz y más de 100.000 abortan, pero de eso la literatura no dice una palabra", escribe.
Freixas, que reunió en 1996 en una antología relatos sobre la relación materno-filial en el libro Madres e hijas (Anagrama), sostiene que la sociedad no contempla a las madres como individuos, sino como función o recipiente. "Es una cultura en la que falta una voz: la de las madres pensantes". En su opinión, raramente en la literatura toman la palabra personajes de madre, "y más infrecuente es que sean verdaderas madres las que hablen de su experiencia en primera persona".

El silencio de las madres

El silencio de las madres


¿Existe una literatura femenina? ¿Las escritoras escriben para mujeres? ¿A qué se debe que no haya, prácticamente, obras de autoras (ni, en general, de pensadoras y artistas mujeres) en el canon? ¿Por qué la guerra es un tema constante en la cultura, mientras que la maternidad apenas está representada? ... A estos y otros interrogantes quiere contestar este libro, que reúne artículos y prólogos publicados por Laura Freixas a lo largo de casi veinte años. Su primera parte, Temas, estudia la tendencia de la cultura patriarcal a invisibilizar tanto la experiencia como la obra de las mujeres; se detiene en la maternidad como gran tema olvidado; señala el papel de la cultura en la perpetuación y legitimación de la violencia machista; analiza las dificultades que afrontan las mujeres con ambición artística, y las facilidades, en cambio, que la institución de la “musa” ofrece a los artistas varones… La segunda, Autoras, reúne algunos textos que profundizan, siempre desde una perspectiva de género, en la obra de escritoras como Virginia Woolf, Rosa Chacel, Simone de Beauvoir, Carmen Martín Gaite o Elizabeth Smart.

Laura Freias el silencio de las mujeres


Laura Freixas



Noticia:




viernes, 11 de septiembre de 2015

Libros de Najat El Hachmi


La hija extranjera y otros libros de Najat El Hachmi




Henning Mankell se sincera en su libro, ‘Arenas movedizas’

Henning_Mankell

Llega a las librerías españolas una emocionante historia personal de insólita humanidad.

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En enero de 2014 Henning Mankell anunciaba que sufría cáncer. Poco después, en un acto de valentía fuera de lo común, decidió escribir sobre su lucha con la enfermedad desde la perspectiva de la vida. Arenas movedizas es el resultado que ahora publica Tusquets Ediciones.
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El diagnóstico del cáncer le recordó a Mankell una vieja pesadilla: su miedo a hundirse en esas arenas movedizas, unas arenas capaces de devorarte sin piedad. Y así, reflexionando sobre los temas más importantes de su vida, encontró un medio para superar la crisis.
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Arenas movedizas es una emocionante historia personal que arranca con la enfermedad del autor y lo que su diagnóstico desencadenó en él: recuerdos distanciados en el tiempo y no necesariamente consecutivos, que Mankell relaciona de un modo u otro con las grandes preguntas del hombre: ¿qué somos?, ¿cómo nos enfrentamos a la muerte?, ¿de qué tenemos miedo?, ¿qué mundo dejaremos en herencia?, ¿en qué creemos y por qué? Para responderlas, Mankell recurre a sucesos del pasado: un día en el colegio cuando era pequeño, una visita al Museo Británico, una lectura sobre la Isla de Pascua, la verdadera naturaleza de las arenas movedizas o el poder del hielo, la muerte de un niño mozambiqueño, visitas a Salamanca, a Mantua, a Buenos Aires, a Malta y a las ruinas de Hagar Qim… Con estas incursiones en el pasado surge un retrato, desde la infancia y la adolescencia hasta la madurez, del Mankell de carne y hueso, que examina su vida y, con ella, cuestiones que afectan a toda la humanidad.
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Henning Mankell (Estocolmo, 1948) es conocido en todo el mundo por su serie de novelas policiacas protagonizadas por el aclamado inspector Kurt Wallander, traducidas a cuarenta y dos idiomas, aclamadas por el público, merecedoras de numerosos galardones (como, entre nosotros, el II Premio Pepe Carvalho) y adaptadas al cine y la televisión (entre otros, por el actor Kenneth Branagh). Tusquets Editores ha publicado la serie completa (compuesta por Asesinos sin rostro, Los perros de Riga, La leona blanca, El hombre sonriente, La falsa pista, La quinta mujer, Pisando los talones, Cortafuegos, Antes de que hiele –protagonizado por Linda Wallander–, Huesos en el jardín, El hombre inquieto y La pirámide) junto a otras doce obras, entre ellas el thriller titulado El chinoarenasmovedizasHenning Mankell visitó África por primera vez en 1973, el mismo año que publicó su primera novela. Desde entonces, ha pasado mucho tiempo en el continente africano, convirtiéndose en el director artístico del Teatro Avenida en Maputo, Mozambique, en 1986. Africa le ha regalado a Henning una nueva perspectiva sobre Suecia y Occidente. Cuando decidió dividir su tiempo entre Mozambique y Suecia, Henning dijo: “Permanezco con un pie en la nieve y el otro en la arena”.

Arenas movedizas, de Mankell

Mankell relata en "Arenas movedizas" su lucha contra el cáncer

Autor de la serie del detective Wallander, vuelve con su libro más personal

01.09.2015 | 04:19
Henning Mankell.
Henning Mankell.
La pesadilla de morir en unas arenas movedizas que tuvo de niño el escritor sueco Henning Mankell regresó cuando le diagnosticaron un cáncer, una enfermedad contra la que emprendió una lucha que recoge en su último libro, en el que aborda, a través de sus recuerdos, muchas cuestiones universales. Este temor es el que da título a su libro, "Arenas movedizas" (Tusquets), la obra más personal de este afamado escritor sueco creador de la serie de novela policiaca del detective Kurt Wallander y que ahora sale a la venta.
Tras el diagnóstico, que fue para Mankell un "descenso a los infiernos", el escritor supo que quería escribir sobre su enfermedad, primero en artículos periodísticos y posteriormente en este libro en el que va intercalando recuerdos con sus pensamientos sobre la muerte, el miedo, la esperanza, las creencias pero, sobre todo, sobre la vida. Desde el principio que su escritura sobre su experiencia era desde la perspectiva de la vida, no de la muerte.
Recuerda la "certeza paralizante" de saber que tenía una enfermedad grave e incurable y el período de diez días y diez noches en el que intentó "no quedar paralizado por el miedo que amenazaba con destruir" toda su capacidad de resistencia. Mankell se refiere a su "lucha silenciosa para sobrevivir a las arenas movedizas" que eran "el agujero infernal del que, a la postre" consiguió librarse.
Tras superar el impulso de rendirse, comenzó a leer libros sobre arenas movedizas y descubrió así que el relato sobre esas masas de arena capaces de arrastrar consigo a un hombre y matarlo es un mito: "Todas esas historias que se cuentan y lo que describen son una invención".
Los libros se convirtieron en la mejor herramienta ante el "golpe mortal" que supuso conocer el diagnóstico de cáncer: "Coger un libro y perderme en el texto en los momentos difíciles ha sido siempre un modo de buscar alivio", explica Mankell en su obra. Junto a los libros, la fotografía de obras de arte y la música fueron sus vías para apartar la vista de la enfermedad, relata el autor. Unos momentos de "caos emocional" en los que recordaba la niñez hasta que se percató de que la memoria es lo que le ayudaría a comprender y a encontrar un punto de partida para enfrentarse a esa "catástrofe".
Esos recuerdos y episodios de su vida, muchos de ellos de sus estancias en África, continente que visitó por primera vez hace cuatro décadas y donde reside ocasionalmente, dan pie a Mankell para reflexionar sobre la desigualdad, el medioambiente o la capacidad de elección de las personas.
Casado con Eva Bergman, hija del cineasta sueco Ingmar Bergman, Mankell, de 67 años, ha escrito, aparte de la serie de Wallander, una veintena de novelas, una docena de libros infantiles y es un respetado dramaturgo en su país, además de activista de izquierdas.