Alice (Ariane Labed) deja a su novio Felix (Anders Danielsen Lie) en
tierra para embarcarse como mecánica en el buque Fidelio. A bordo,
descubre que el capitán del barco es Gaël (Melvil Poupaud), el gran amor
de su vida.
Para los que no le temen a la sexualidad femenina
Lo mejor: la autenticidad de Ariane Labed.
Lo peor: la trama del diario del fallecido no termina de encajar.
Por Gerard A. Cassadó No
es casual que el buque de carga en el que embarca Alice, la
protagonista del debut de la directora Lucie Borleteau, lleve el nombre
de Fidelio, la única ópera compuesta por Beethoven, protagonizada por
una mujer que se hacía pasar por hombre para rescatar a su amado de la
cárcel. También Alice es una mujer que, trabajando en un barco en el que
el resto de la tripulación son hombres, decide vivir y disfrutar de su
sexualidad como uno más,
disfrazarse de varón para enseñarnos que en pleno siglo XXI nadie es una guarra por irse a la cama con diversos amantes.
'La
odisea de Alice' reflexiona también sobre las diferencias entre
fidelidad y lealtad, amor y compromiso, confiando la suerte de todas las
decisiones de su protagonista al hechizo de una Ariane Labed en estado
de gracia.
Su interpretación es tan epidérmica y genuina que
sostiene por sí sola las derivas de un personaje que en otras manos
sería irrescatable o incluso paródico. El discurso feminista de
la novel Borleteau, pupila de Claire Denis, convence precisamente
porque nace de la naturalidad y no de la militancia.
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