jueves, 24 de octubre de 2019

Revolución sexual

Mona Eltahawy (Port Said, Egipto, 1967) no pasa precisamente desapercibida: ni por su aspecto físico (melena rojo fuego, vistoso vestido, brazos tatuados) ni por su discurso rotundo, directo. Egipcia afincada en Nueva York, se ha erigido en una de las voces más influyentes del feminismo mundial con su libro El himen y el hiyab. Por qué el mundo árabe necesita una revolución sexual, (Capitán Swing) en el que reflexiona acerca de las múltiples formas de opresión de las que son objeto las mujeres, tanto dentro como fuera del islam. Esta semana lo presentaba en la Fundación Tres Culturas de Sevilla. 
Para mucha gente, esta sería una situación violenta: yo soy un varón, usted una fémina, estamos hablando frente a frente y usted muestra su cabello. ¿Es ese el problema?  
Las mujeres llevan el hiyab velo que cubre la cabeza de la mujer, dejando solo al descubierto el óvalo de la cara por diferentes motivos. Mi madre, por devoción: piensa que es una obligación religiosa. Yo discrepo de ella, y ella discrepa de mí. Mi hermana lleva hiyab para decirle "Iros a tomar por culo" a los racistas. Quiere que ellos vean que es musulmana. También discrepo de ella. Yo decidí llevar hiyab cuando tenía 16 años y decidí quitármelo cuando tenía 25. Y tardé ocho en quitármelo. Estas elecciones son difíciles, no es algo fácil de hacer. Es más fácil elegir llevarlo que elegir quitárselo. 
Pero estamos de acuerdo en que el problema es, en todo caso, mostrar el pelo, que se supone que excita la líbido de los varones…
Es el mismo motivo por el que las mujeres ultraortodoxas judías se cubren el pelo y llevan ropa "decente", por el que las monjas se tapan el pelo, por el que a la Virgen María siempre se la representa con el pelo tapado. Mi explicación es que el patriarcado otorga a los hombres control sobre el cuerpo de las mujeres, y permite que un hombre le diga a una mujer: "Me gusta tu pelo". Es muy, muy raro que lo haga una mujer. Aunque más mujeres deberían hacerlo. Yo debería decir: "Me gusta tu camiseta". Debería ser un intercambio entre iguales. Pero no lo es. El campo de juego no está nivelado. En todo el mundo, el patriarcado utiliza el cuerpo de la mujer como campo de batalla de sus peones. Para señalar: ella es musulmana, ella es judía. Para controlar cuando se trata de derechos reproductivos, del aborto, de cómo vestimos, cómo tenemos sexo, qué hacemos después, si deberíamos poder tener sexo...
Pensar que si una mujer no se cubre el pelo se expone a que la asalten los hombres es una humillación para usted, pero también lo es para mí...
¡Exacto!
... pero los hombres no siempre lo entienden así. ¿Por qué?
Porque el patriarcado impone roles sexuales muy, muy estrictos. Crea un estereotipo de cómo es un hombre, y a la vez es contradictorio: le dice al hombre que es poderoso, que es un macho, que controla el mundo, y al mismo tiempo le dice que es tan débil que si ve a una mujer vestida de cierta manera, no podría resistirse. Y no es solo el hiyab: en muchos juicios por violación, en cualquier parte del mundo, incluso hoy, cuando una mujer acusa a un hombre de violación, a menudo se le pregunta: "¿Qué llevaba usted?" Eso está fuera del ámbito del hiyab. Con esto se sugiere que llevaba algo que incitaba, tentaba al hombre y justificaba su violencia sexual. Y de nuevo, con eso, los hombres deberían sentirse humillados. No son niños. Deberían saber controlarse. Por eso les digo a los hombres: el patriarcado también os perjudica. No os permite un pleno espectro de emociones, no permite a los hombres ser emocionales, no les permite llorar, no les permite expresar amor entre ellos. Estamos hablando de valores heteronormativos, ¿no?
Sí, así es...
Masculinidad tóxica: tenemos que ir y darnos de hostias. ¿Por qué? ¿Por qué los hombres no pueden besarse? ¿Por qué un hombre no puede abrazar a otro ni decirle "te quiero"? Todo eso es parte de la lucha contra el patriarcado.
¿Puede resumirnos su experiencia de nueve años llevando hiyab?
Yo decidí llevar hiyab cuando tenía 16 porque en esa época creía que era una obligación del islam. Luego dejé de creer esto. Pero echaba de menos el viento en mi pelo. Me sentía sofocada. Hay mujeres a las que les encanta llevar el hiyab. A mí eso no me pasaba. Ellas podrán hablar de su experiencia, yo hablo de la mía. Mi experiencia es que no me sentía cómoda llevando hiyab y quería quitármelo. Y para mí es importante hablar abiertamente de mi experiencia. Porque, a menudo, una mujer musulmana se supone que representa a todas. Y eso no es justo. Yo hablo por mí, no represento a todas las mujeres musulmanas. Pero en la prensa, y muy a menudo también en la comunidad musulmana, el hiyab equivale a mujer musulmana. ¡Y ya está! ¡Eso es todo lo que se me permite ser!
Como si fueran soldados de la fe...
¡Exacto! ¡Y yo soy más que mi hiyab! Soy más que lo que tengo en la cabeza y lo que tengo entre las piernas. Por eso he titulado mi libro así: somos más que un hiyab y más que un himen. Por eso me gustaría que la prensa, cuando entreviste a mujeres musulmanas, tomara a una mujer con hiyab y una sin hiyab. ¡Porque existimos! Juntas en la misma familia: mi madre, mi hermana y yo. Por eso me gustaría complicar la imagen de la mujer musulmana: cuando complicas, humanizas. Cuando estereotipas, deshumanizas.
Cuando usted se quitó el hiyab ¿fue como desnudarse?
No tanto, pero fue muy complicado. Porque yo estaba muy acostumbrada a estar en la calle con mi hiyab puesto. E incluso un año o dos después de quitármelo, a veces me olvidaba de que ya me lo había quitado y me asustaba: "Oh, no me he puesto el hiyab..." Porque era algo muy presente en mi vida. Era muy difícil, pero he conocido últimamente a mujeres que se lo han quitado después de treinta años. Sé lo difícil que puede ser, porque la gente te asocia a ello. Cuando veo un caso así, le escribo y le digo: "Mira, sé por lo que estás pasando; si quieres apoyo, yo estoy aquí". Pero no les digo nunca "Qué bien se te ve" o "Oh, Dios, qué has hecho", porque es una gran carga para las mujeres musulmanas estar entre este hiyab sí o hiyab no.
La semana pasada estuve en Marruecos y vi a una bebé de tres años con hiyab puesto. ¿No es una sexualización de la infancia?
Sí, eso es algo que rechazo totalmente. Rechazo la decencia como virtud para mujeres ultraortodoxas, monjas cristianas... para cualquiera. Porque la decencia es algo que se impone como carga a las mujeres y las niñas, únicamente, no a los hombres y niños. Pero con las niñas es especialmente preocupante. A menudo se oye decir: yo tengo hijas que han elegido el hiyab. ¿Cómo puede una niña elegir? Una niña no tiene potestad para algo así. Y si nos quejamos de las niñas a las que ponen en los concursos de belleza, niñas de seis años con peluquería y maquillaje, Miss Seis Años, eso es una terrible violación de los derechos de esta niña, que no tiene potestad para elegir si quiere ser miss, y de la misma manera, creo yo, es una violación de los derechos de las niñas musulmanas ponerles un hiyab. ¿Por qué una niña de seis años lleva hiyab? ¿Qué necesidad tiene? Así que yo rechazo la decencia para mujeres y niñas.
¿Piensa que es un caso similar en España, en Europa, niñas muy pequeñas que llevan la parte de arriba del bikini, como si tuvieran que ocultar algo?
Sí. No se debe sexualizar a las niñas. Porque son jóvenes y no tienen la facultad, la potestad de decir "Yo quiero hacer esto". Por eso tenemos leyes contra el matrimonio por debajo de los 18 años. Porque no eres madura, hay muchas cosas que no puedes decidir por tu cuenta. Votar, casarse, beber alcohol, todo eso se hace después de los 18, y después de los 21 en algunos países. Todo, salvo el cuerpo de las niñas. El hiyab, tapar la sexualidad, exponer la sexualidad, la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil, yo lo llamo violación de niñas, no es un matrimonio... Todo esto, incluida la circuncisión de los niños, también estoy en contra. La contradicción es decir: "No puedes votar hasta los 18 años, pero debes llevar hiyab".
Cuando yo era un niño era muy raro ver a chicas con hiyab en Marruecos, pero ahora, treinta años después, es hasta normal ver a mujeres con niqab velo que solo permite ver los ojos de quien lo lleva. ¿Qué ha pasado desde los años ochenta?
La influencia de Arabia Saudí. Especialmente para el niqab. Porque para el hiyab también era Irán. La revolución iraní: cuando los ayatolás impusieron el hiyab, se convirtió en un símbolo de la Revolución islámica. Y ahora las mujeres en Irán luchan contra el hiyab obligatorio, las hay que van a la cárcel en Irán por luchar contra el hiyab impuesto. Pero en el caso del niqab creo que es la influencia de Arabia Saudí, que practica una versión del islam ultraconservadora, llamado wahabi-salafismo. Pero el niqab es una cosa tribal anterior al islam, que existía en la Península arábiga. Creo que Arabia Saudí ha difundido su islam ultraconservador en todo el mundo y el incremento de mujeres que llevan niqab es un resultado de esto.
Gastan mucho dinero en esto, ¿no?
¡Y tanto que gastan, en todo el mundo! Y trabajan con grupos extremistas.
En Barcelona, usted se encontró con Brigitte Vasallo, que defiende el burkini, y con Miriam Hatibi, que defiende el hiyab. ¿Por qué cree usted que buscan la cercanía de una mujer como usted, que representa todo lo contrario a lo que ellas defienden?
[Risas] Eso se lo debería preguntar a ellas. No lo sé. Yo tuve conversaciones con Najat El Hachmi...
Ella es muy distinta, claro...
Creo que debería preguntar a Brigitte y a Miriam, pero si me pregunta, yo estoy feliz de hablar con mujeres muy distintas. Especialmente cuando son mujeres musulmanas. Porque es importante reconocer que las musulmanes no somos monolíticas. Tenemos diferencias. Sería como esperar que todas las feministas blancas estén de acuerdo. Y no lo están. Tienen posturas muy diferentes respecto al trabajo sexual, a la maternidad subrogada, en temas que son políticamente importantes especialmente en España. Así, ¿por qué deberíamos estar de acuerdo las musulmanas? Discrepamos. Hay quien me dice que está de acuerdo conmigo salvo en un punto, o que está de acuerdo en la mitad de las cosas que digo. Y todo eso está muy bien.
¿Por qué cree que será que las conversas en España son las defensoras más convencidas del hiyab?
De nuevo debería preguntar a ellas. Mi experiencia con el hiyab no será la suya. Yo nací en una familia musulmana, crecí en ella. Gran parte de lo que soy ha sido formado por la manera en que me enseñaron el islam, por la cultura egipcia, la cultura saudí. También he vivido en Reino Unido, en Jerusalén, ahora vivo en Estados Unidos. Soy una mezcla de todo esto... A menudo, y eso sí me molesta, [esta actitud de las conversas] me recuerda que ser mujer musulmana equivale a llevar hiyab. Una de las primeras cosas que hacen algunas mujeres que se convierten es ponerse el hiyab. Inmediatamente. Es la señal de que ahora son musulmanas. Para alguna gente, esa es la señal de que son musulmanas, de hecho. Yo estoy en desacuerdo. Porque quiero que ser musulmana no equivalga automáticamente a llevar hiyab. 

No hablen por nosotras

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TIEMPO DE LECTURA16 min
Najat El Hachmi (Beni Sidel, Marruecos, 1979) lleva viviendo en España desde 1987. Concretamente, en Cataluña. Siempre ha tenido muy presente el discurso sobre la identidad –ya en 2004 publicó 'Yo también soy catalana'- y el machismo de la religión islámica. De ello ya habló en su novela 'El último patriarca' en 2008, pero ahora acaba de publicar el manifiesto 'Siempre han hablado por nosotras' (Destino) en el que de forma vehemente retrata el pañuelo como un símbolo patriarcal y machista y cómo este y otros de los musulmanes están siendo asumidos incluso por posiciones progresistas en pos de una mejor conciliación entre culturas. El Hachmi no comparte esta postura y se rebela, ya que, señala, es una visión que invisibiliza a las mujeres que, como ella, no desean vertebrar su identidad con respecto a una religión acaparada cada vez más por los discursos ultraortodoxos y fundamentalistas.
PREGUNTA. En 2008 publicó la novela ‘El último patriarca’ en la que desde la ficción criticaba el machismo en el Islam. Con este alegato ha dado un puñetazo en la mesa con el tema. ¿Todo ha ido a peor desde 2008?
RESPUESTA. Yo creo que sí. Ha ido a peor por muchos temas. Por un lado, porque en España han ido cogiendo fuerza toda una serie de discursos que estaban en otros países, pero aquí no. Discursos que de forma sofisticada te venden como relativo ese malestar que vivimos las mujeres. También es verdad que al aumentar las población de origen musulmán han aumentado los mecanismos de presión sobre las mujeres. Y al aumentar la desigualdad social con el tema económico, la crisis fue terrible para las familias marroquíes que vivían aquí, eso ha ido en detrimento de las mujeres: mayor segregación urbanística, escolar, del grupo, y además han entrado corrientes fundamentalistas que uno de sus principales objetivos es el control de la mujer y que esa mujer se visibilice públicamente en función de su religión. Aparte tenemos cierta clase política que están flirteando con explotar el elemento religioso en el caso político, es decir, ir a buscar el voto musulmán.

'Siempre han hablado por nosotras'
'Siempre han hablado por nosotras'
P. Como ir a buscar el voto de la mujer, el voto gay…
R. Sí, pero en este caso es muy peligroso porque no es que vayas a buscar a personas que pertenecen a un colectivo determinado, sino que los interpelas en función de su religión. Ese es un terreno en el que estamos pisando un ámbito casi teocrático, aunque solo sea ese grupo. Y luego el otro problema es que nos están comunitarizando, es decir, nos están convirtiendo en comunidad musulmana. Yo no soy comunidad musulmana. Yo soy persona, individuo, ciudadana y quiero defender mis derechos sin que tenga nada que ver la religión y el colectivo.
P. En el libro cuenta que cuando llegó de Marruecos a España en los ochenta observó una serie de libertades y, de hecho, muchas mujeres musulmanas dejaron de utilizar el pañuelo, o al menos, de forma más laxa. Y, sin embargo, como también recalca, ahora la presión que existía en Marruecos la está observando en España para con las mujeres musulmanas. ¿Por qué está sucediendo en países europeos donde además hay una separación Iglesia-Estado desde hace siglos?
R. Tiene una base racista bastante importante. No te estás relacionando con ese otro que tú construyes en base a la percepción que tienes del otro, sino en base a la diferencia. Todo esto viene de lejos. Por ejemplo, a Tariq Ramadán, del que ahora han salido numerosas acusaciones de violación, aquí se le ponía una alfombra roja para que viniera a hablar del Islam político, y es un descendiente del fundador de los Hermanos Musulmanes. Es decir, no interesa la voz de las mujeres que simplemente salen a defender sus derechos saliendo del orden patriarcal del nacionalislamismo porque hay que conciliarse con las culturas.
P. En el libro utiliza la expresión ‘el chantaje de la pertenencia’. Si no formas parte de lo que entendemos como ‘mujer musulmana’ te expulsamos del grupo. Es decir, te conviertes en ‘una mala mujer musulmana’. Está a la orden del día en muchas cuestiones.
R. Eso lo hemos sufrido muchísimo. En el momento en el que cuestionas las normas que imperan, y que son claramente discriminatorias, a lo primero que te someten es a ese chantaje, es decir, si vas por este camino no vas a pertenecer al nosotros. En el caso de las mujeres en España se hizo al empezar a pedir el derecho al voto y derechos fundamentales y libertades, y a nosotras se nos está haciendo desde nuestras familias, colectivo, barrio, en las redes sociales. Se nos acusa de ser unas traidoras al origen, la patria, la religión… Pero aquí la historia del feminismo te enseña mucho. Es una reacción muy frecuente. En el momento en el que sales a romper el silencio te acusan de todo. Nos convertimos en traicioneras, renegadas, putas. Y hay un juego entre sectores distintos con los que tenemos que batallar a la vez.
En el momento en el que sales a romper el silencio te acusan de todo. Nos convertimos en traicioneras, renegadas, putas
P. Aparece mucho en la batalla de los feminismos. Si no perteneces a este no eres buena feminista, o al otro o al que sea.
R. Nos equivocamos cada vez que colocamos la discusión en quién es y quién no es feminista. Yo no voy a juzgar quién es feminista y quién no lo es. Las contradicciones que tenemos las mujeres en tanto que feministas son muchas y cada una las gestiona como puede. El problema de situar el debate ahí es que estamos dejando de hacer lo principal, que es señalar, analizar, cuestionar y combatir el machismo. El problema del feminismo no es el feminismo sino el machismo. A mí me da igual si una mujer con velo puede ser feminista o no. Lo que me importa es señalar el machismo y el machismo es el que es, y lo que no se pude es silenciar las voces de las que hemos vivido lo que hemos vivido por respeto o porque puedan ofender una serie de opiniones. Ese respeto está sirviendo para silenciarnos.
P. En 2004 publicó el libro ‘Yo también soy catalana’ en el que defendía que tenía tanta cultura catalana como una persona nacida en Cataluña. No sé si ha llegado el momento de reescribir este libro, pero me interesa esta cuestión por el tema identitario, ya que ahora tambiéN está esa corriente que relaciona de forma esencialista el ser mujer con la identidad. ¿Ha escrito este libro ahora para que no le coloquen en un lugar en el que no quiere estar?
R. Más bien es para salir de ese lugar. Aquel libro era muy contundente y muy centrado en la catalanidad. No sé si tendría que escribir otra vez el libro porque hay cosas que… Pero bueno, era una forma de reivindicar ciudadanía, porque la ciudadanía como la conocimos los hijos de los inmigrantes en Cataluña era a través de la catalanidad y ahora nos piden explicaciones a nosotros de por qué nos incorporamos a la catalanidad y no a otra cosa. Bueno, es que eso estaba montado así antes de que nosotros llegáramos. En fin, en este caso es salir de esa identidad estanca y estereotipada de la mujer musulmana porque últimamente se ha ido vertebrando de forma muy salvaje y está siendo como una losa que tenemos encima, sobre todo chicas muy jóvenes. Me he encontrado con chicas de origen marroquí nacidas ya aquí que todos los días tienen que dar explicaciones sobre por qué no llevan pañuelo. Y de repente parece que no corresponden a lo que es una mujer musulmana. Pero es que lo de la mujer musulmana es una construcción que se ha hecho en Europa. Quienes se pasan todo el día pensándose en clave religiosa son aquellas muy rigurosas con sus creencias fundamentalistas. Y esa forma de entender el Islam es la que se está difundiendo con más facilidad. Pero si yo te cuento el Islam que practicaban mis abuelas, te tengo que contar toda una serie de rituales que no encajan para nada en ese Islam ortodoxo que se está vendiendo ahora.

GRAFCAT3323. BARCELONA, 08 09 2019.- Asegura la escritora catalana de origen marroquí Najat El Hachmi que ahora no tiene nada que perder, que en su momento ya pagó un precio muy caro por expresar lo que piensa. Ahora vuelve a hacerlo en 'Siempre han hablado por nosotras', un ensayo donde reflexiona sobre feminismo e identidad. EFE Alejandro García.
GRAFCAT3323. BARCELONA, 08 09 2019.- Asegura la escritora catalana de origen marroquí Najat El Hachmi que ahora no tiene nada que perder, que en su momento ya pagó un precio muy caro por expresar lo que piensa. Ahora vuelve a hacerlo en 'Siempre han hablado por nosotras', un ensayo donde reflexiona sobre feminismo e identidad. EFE Alejandro García.
P. ¿De dónde viene esta reacción ortodoxa? Porque como usted dice ni siquiera sus abuelas practicaban este Islam tan fundamentalista.
R. Lleva tiempo, pero antes estos discursos eran más fáciles de detectar porque llegaba el barbudo a la mezquita y lo identificabas. Te dabas cuenta enseguida de lo retrógrado. Pero ahora esto te llega por organizaciones que están en el mundo virtual, por entidades aparentemente no religiosas pero que están queriendo explotar el elemento religioso, o por las redes…
P. En el libro habla precisamente de las hiyabistas de Instagram, chicas muy jóvenes, que han nacido en España con una serie de libertades y que, sin embargo, están adoptando posturas religiosas muy conservadoras.
R. Muchas de ellas nunca han vivido en Marruecos. Eso es importante. Algunas son auténticas influencers, tienen un alcance increíble, pero no han vivido en una sociedad donde la religión es ley. Yo hablo con chicas que te cuentan cosas sobre la realidad de Marruecos que ves que no tienen ni idea. Simplemente han ido de vacaciones un mes al año, y además se sienten incomodadas por el lugar, pero aquí tienen esa necesidad de visibilizar su religiosidad. Porque ese es el tema de fondo, no solamente tener tus creencias, sino la necesidad de hacer ostentación de esas creencias, porque si no se ven, es que no las tienes. Esa es una falacia en la que hemos caído. Esa idea de que lo religioso te da identidad. De lo que no estamos hablando son de otros elementos relacionados con nuestro origen, como la lengua. Una de las lenguas que tiene más presencia en Cataluña es el amazic, que lo llamaban bereber también. En Cataluña es la tercera lengua materna más hablada, y es un elemento que está siendo totalmente invisibilizado. Y en Melilla es la lengua que hablan los melillenses de origen marroquí. Es decir, la cultura, pero más allá de lo folclórico, la literatura… esta generación joven, ¿a cuántos autores marroquíes han leído? ¿Cuántos cineastas de Marruecos conocen? Hay todo un mundo que se deja fuera porque lo religioso es más atractivo.
Muchas de estas chicas te dicen que llevan pañuelo porque así se libran de la dictadura de la imagen occidental. Eso no es verdad
P. De hecho, usted señala en el libro cómo hasta las revistas de moda están llevando a portada a mujeres con pañuelo.
R. Sí, sí, el Sport Illustrated sacó este verano en portada el burkini. Es como el doble de capitalismo. Muchas de estas chicas te dicen que llevan pañuelo porque así se libran de la dictadura de la imagen occidental. Eso no es verdad. Esa dictadura la tenemos metida en las carnes, pero es que estas chicas tienen además las dos. Y eso crea una situación esquizofrénica porque por un lado tienes que ser muy guapa, por esa dictadura de la imagen y de tener que gustar, y por otro no puedes gustar, porque si gustas eres una puta. De eso también habla Nawal Al Sadawi en relación a la sociedad egipcia. Así que tenemos los dos patriarcados y las dos dictaduras.
P. También se habrá encontrado con mujeres que le digan: oye, yo es que el pañuelo lo llevo porque quiero.
R. Sí, sí. Yo sé que hay muchas mujeres que lo llevan porque quieren. Yo no estoy cuestionando eso. Lo que estoy es analizando esa indumentaria y cuestionándola. También pasa que si tú cuestionas públicamente esto te dicen que estás estigmatizando a esas mujeres y haciendo que las discriminen más. No, yo no estoy juzgando a las personas ni voy por la calle quitando el pañuelo a nadie. Al revés, durante años he escrito a favor de las mujeres que llevan el pañuelo. Cuando en Francia hubo esa imagen terrible de unos policías obligando a una mujer en la playa a quitarse el velo escribí un artículo contundente contra eso. Aquí estamos analizando el significado de este símbolo que es eminentemente patriarcal. Y no nos dejan que lo digamos porque nos acusan de fomentar el racismo.
P. En España el debate sobre el pañuelo en las instituciones públicas no se acaba de hacer en profundidad, al contrario que en Francia donde ha habido mucha discusión sobre el tema. Usted cuenta en el libro que agradece que su profesora del colegio le dijera que no podía ir con velo a clase. ¿Qué cree que se debería hacer con este tema?
R. En los colegios españoles lo prohibiría en la educación infantil y en primaria porque creo que hay que proteger a las niñas. Estamos permitiendo que las niñas vayan con la cabeza tapada desde muy pequeñitas. Ahí son las autoridades educativas las que se tienen que poner a ello porque si una profesora se opone a ello no tiene nada que la ampare. No hay ninguna ley. Pero ya no solo por ser un símbolo religioso sino porque es denigrante para la niña. En el momento en el que le pones un pañuelo a una niña lo que estás haciendo es sexualizarla, convirtiendo su cuerpo en un problema, y es educarla en ese conflicto. Hay gente que dice que es mejor no prohibir y hacer pedagogía, pero ¿vas a hacer pedagogía con el fascismo islamista? Porque esto es fascismo islamista, es la corriente más retrógrada la que tapa a las niñas. En mi pueblo no se tapaba a las niñas, no se las veía como un cuerpo que pudiera despertar el deseo masculino. Y ahora sí. A mí me da mucho coraje ver a niñas tapadas de arriba abajo como si fueran pequeñas monjas. Y no es solo el pañuelo, después viene lo de que no pueden aprender a nadar, no pueden participar en según qué actividades. Y viendo que tu hermano sí, porque yo esa experiencia la tengo grabada a fuego.
P. También cada vez hay más niñas pequeñas que llevan la parte de arriba del bikini en la playa o la piscina. ¿Cree que hay una reacción que forma parte de lo mismo?
R. Desde luego, estamos en un momento de reacción muy bestia. Yo llegué a España en 1987 en octubre y ese fin de año fue cuando Sabrina se sacó la teta en Nochevieja, esa es la imagen que yo tuve de España, pero claro no sabía si era típico de la cultura española (risas). Creo que hay una regresión muy importante, como también creo que hay chicos que creen que es lícito controlar a sus parejas. Hay una reacción tremenda desde muchos sitios. Ahora estoy asumiendo con 40 años es que esa lucha que creíamos irreversible en realidad es solamente haber conquistado un trocito de la libertad, igualdad y la justicia y tener que resistir para mantener lo ganado. Y me da mucha rabia que sea así.
P. Usted es votante de izquierdas y se ha postulado cercana a la izquierda, pero en el libro critica que a esta reacción, en relación con el mundo musulmán y con esta “protección” de su cultura, se haya apuntado la izquierda. De hecho, partidos como ERC o Podemos han llevado mujeres con pañuelo en sus listas.
R. Sí, porque eso tiene consecuencias. Ahora mismo en el Parlament de Cataluña hay dos mujeres nacidas en Marruecos que son las primeras que entran en el parlament. Las dos son personas muy competentes, formadas. Pero a una de ellas [Najat Driouech, de ERC] se le han hecho mil entrevistas, ha aparecido en todos los medios, se ha convertido en una figura conocidísima en la sociedad catalana; a la otra, [Saloua Laouaji Faridi, de JxCat] nadie la ha entrevistado. ¿Cuál es la diferencia? La primera lleva pañuelo y la otra no, y además una larga melena rubia. Hablé con esta última sobre por qué no le habían hecho ninguna entrevista, ya que es un hito y me dijo, “porque nadie me ha llamado, me he convertido en absolutamente invisible”. Por tanto, al final, ¿quién nos está poniendo el pañuelo? Se está haciendo una utilización política de ese pañuelo. Una vez más el estereotipo musulmán de la mujer con el pañuelo. Hay una necesidad de hacer más visible la diferencia.
P. ¿No teme que la derecha se apropie de su discurso?
R. Lo va a utilizar porque lo lleva haciendo mucho tiempo. Pero la derecha no tiene ninguna legitimidad para hablar, sobre todo la extrema derecha, de las mujeres musulmanas, ni de las iraníes, saudíes, mientras siga llamando feminazis a las feministas españolas acusándolas de ideología de género, queriendo derogar la ley contra la violencia de género. Ahí no nos va a dividir. Porque se utiliza eso no solo para criminalizar a las personas de origen musulmán. Yo no les intereso cuando escribo de racismo, lo único que les interesa es apropiarse de nuestro discurso. Y además lo utilizan para establecer una división entre las feministas españolas, que según ellos no tienen ningún motivo de queja, contra las mujeres que sí están sufriendo el machismo en otras partes. Pues mira, no, es el mismo machismo en todas partes y en cada lugar se expresa de una forma distinta. La diferencia es que en Irán tienen los recursos legales para meter a la mujer que se queja en la cárcel y aquí no. La lucha de la mujer española es mi lucha también y tenemos que estar unidas ahí. No nos van a dividir.

Revolucion sexual en el mundo árabe

domingo, 29 de septiembre de 2019

Literatura marroquí en español

Crónicas de una diosa

Crónicas de una diosa de Natsuo Kirino

Cronicasdeunadiosa
Natsuo Kirino tenía dos obras traducidas al castellano hasta ahora, la conocida Out, una impactante novela de misterio y la no menos chocante Grotesco con un contenido más social aunque cercana al género negro. Su tercera obra en nuestra lengua cambia totalmente el registro encuadrándose dentro de la mitología. En 2013 crear una novela mitológica resulta prácticamente inverosímil salvo que se encasille dentro del género fantástico. Por eso sorprende la apuesta de la galardonada autora japonesa creando una obra muy alejada de cualquier circuito habitual.
Crónicas de una diosa es una cosmogonía insular japonesa. En un océano ficticio multitud de islas coexisten dando lugar a sociedades contrapuestas en cada una de ellas. La más alejada es la Isla de las Serpientes Marinas donde dos hermanas de signo diferente comienzan a abrirse paso en la sociedad insular. Namina, la verdadera protagonista, observa confundida como su hermana mayor Kamikuu es elegida como sucesora de la sacerdotisa envejecida (la abuela de ambas). Toda la belleza, la mejor comida y los halagos son para la heredera mientras a ella se le hace sentir contaminada, corrompida. Con el paso de algunos años un joven de la familia más baja de la isla se acerca a ella iniciando una relación amorosa que hará explotar los cimientos de la sociedad insular.
A partir de ahí el escenario cambia al mitológico: el inframundo gobernado por la diosa Izanami, autora de mil muertes diarias, el mundo insular en el que su exmarido Izanaki enamora a todas las mujeres bellas para conseguir nuevos hijos que compensen las muertes de su anterior esposa, y los esfuerzos de Namima por saber qué ha sido de su hermana, su familia y su isla depararán un intercambio de golpes entre todos.
Temas universales como la doctrina de los opuestos, el yin y el yan, la falta de comprensión de las decisiones humanas, la venganza, el miedo, el amor, el resentimiento y la asunción de un determinado papel en la vida se verán representados en una obra que dejará descolocado al lector, pero que acabará satisfaciéndolo si sabe a qué se enfrenta.
No busquen un libro de autoayuda novelado oriental, no busquen una novela exótica o de viajes, ni siquiera una novela al uso, Crónicas de una diosa guarda más relación con La Odisea que con el resto de libros que hayan leído, siendo entretenido, conmovedor e inquietante.
Si quieren leer algo completamente diferente y de calidad este es su libro.

Literatura japonesa

Librso sobre Japón

apón está también en los libros (el slogan es de la editorial Satori y realmente tienen razón). Si eres un amante de la cultura japonesa y quieres viajar al País del Sol Naciente sin moverte de casa, te proponemos un viaje por algunas de las ciudades más bellas e interesantes de la geografía nipona a través de algunos libros. ¿Empezamos?
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Nagasaki

La moderna Nagasaki, al sudeste de Japón, es, junto a Hiroshima, una ciudad lastrada por los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Un escenario que la escritora canadiense-japonesa Aki Shimazaki utiliza como telón de fondo para construir el arco argumental de las cinco novelas que componen el ciclo El quinteto de Nagasaki (compuesto por las novelas Tsubaki, Hamaguri, Tsubame, Wasurenagusa y Hotaru) y publicado entre 1999 y 2004. El punto de partida es la historia de Namiko, una mujer cuya madre, Yukiko, le lega al morir un oscuro secreto: en el día en el que cayó la bomba atómica sobre la ciudad, asesinó a su padre.

Fukuoka

Fukuoka es una de las principales ciudades de la isla de Kyushu, la isla más meridional de Japón. Se trata de una urbe vibrante y atractiva situada en una región de la que se dice que albergó el nacimiento de la civilización japonesa. Kyushu es el lugar de origen de la protagonista de la novela policíaca de Seicho Matsumoto La chica de Kyushu, y Fukuoka el escenario de la estremecedora El mar y veneno, de Shusaku Endo, un relato que ahonda en el sentimiento de culpa, centrándose en las actividades de varios doctores en un hospital de Fukuoka en la que se practicaron vivisecciones con prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial. Una novela intensa y contenida a la que merece la pena acercarse.

Hiroshima

Hiroshima es una de las ciudades más (tristemente) célebres de Japón. Son varias las obras que han abordado los terribles acontecimientos vividos por su población durante la Segunda Guerra Mundial (Apuntes de Hiroshima, de Kenzaburo Ôe, Lluvia negra, de Ibuse Masuji, Flores de verano, de Tamiki Hara o Renacer de las cenizas, de Akiko Mikamo), pero nos quedamos con la mirada del periodista Suso Mourelo, que en Tiempo de Hiroshima presenta al lector una ciudad viva y luminosa, más allá de los dolorosos recuerdos que inevitablemente conlleva la historia de esta ciudad del oeste de Japón.

Osaka

Osaka es una de las ciudades más vibrantes de Japón y uno de los destinos obligados del país. Se trata de una urbe moderna con una interesante vida cultural y comercial. Teru Miyamoto la utiliza en Gente de la calle de los sueñosuna novela donde se entrecruzan varias historias de los moradores de un barrio comercial de las afueras de la ciudad de Osaka. Un conjunto de historias independientes en las que sus personajes aparecen y desaparecen teniendo como denominador común un espacio, el barrio comercial al que hace referencia el título.

Kioto

Kioto es sin duda uno de los lugares más hermosos de Japón. La «ciudad de los mil templos regala al visitante un espectáculo de tradición, naturaleza y belleza donde el tiempo parece haberse detenido. Yasunari Kawabata retrató en 1962 la antigua capital imperial en Kioto, una novela en la que la ciudad no es sólo un decorado de fondo, sino un ente vivo. Kioto fluye al ritmo de las estaciones, y los estados de ánimo de sus habitantes se traducen y reflejan en los cambios de la naturaleza.

Shinshiro

La actual ciudad de Shinshiro (prefectura de Aichi) fue varios siglos atrás el escenario de una de las batallas más célebres de la historia japonesa: la batalla de Nagashino (1575).  En medio de sus hermosos bosques y montañas se enfrentó el poderoso clan Takeda contra la alianza de los clanes Oda y Tokugawa. Una batalla que recrea el escritor Koda Rohan en El samurái barbudo (1896), un fascinante relato sobre la religiosidad, el honor, la lealtad, la amistad o la búsqueda de la inmortalidad encarnada en un grupo de samuráis.

Península de Izu

Al pie del monte Fuji, y rodeada de algunas de las playas más bellas de Japón, la Península de Izu (prefectura de Shizuoka) es una de las regiones turísticas más apreciadas de Japón. A ello contribuye su proximidad a Tokio, sus verdes colinas, sus spas y balnearios. Un lugar de singular belleza que sirve de escenario para Tsugumi, de la escritora Banana Yoshimoto, una conmovedora historia sobre el paso de la niñez a la edad adulta, sobre los recuerdos y las amistades perdidas.

Manazuru

Manazuru es una ciudad situada en una pequeña península de la bahía de Sagami, al suroeste de la prefectura de Kanagawa. El cabo en que termina muestran unas fascinantes y oníricas vistas que sirven como telón de fondo para la novela Manazuru. Una historia de amor, de Hiromi Kawakami, un relato sobre el tiempo y la lenta recomposición de las personas heridas por la ausencia de un ser amado.

Kamakura

Visitar Kamakura es obligado para todos los que quieran acercarse al corazón de la tradición y el arte nipones. Muy cercana a Tokio, Kamakura cuenta con una de las estatus de Buda más reconocibles de Japón y un conjunto de hermosos templos en cuyos jardines es una delicia perderse. El rumor de la montaña, del premio Nobel Yasunari Kawabata esta ambientada precisamente en esta ciudad.

Tokio

Imposible pensar en visitar Japón sin recalar en su capital. Tokio es una ciudad fascinante llena de contrastes, llena de tradición, modernidad, cultura y lugares bellos y sorprendentes que visitar.
Es difícil quedarse con unos pocos libros que estén ambientados en la ciudad de Tokio, ya que han sido muchos los autores que han situado sus novelas en las calles y rincones tokiotas. Furari (2011) es una preciosa novela gráfica en la que el gran Jiro Taniguchi ilustra los paseos de un jubilado por el antiguo Edo (Tokio, como se denominó antes de la restauración Meiji), ideal para recorrer a pie el Tokio del siglo XVIII. Para aquellos que quieran acercarse al Tokio de principios de siglo, el de las geishas y las tradiciones, son muy recomendables las novelas de Nagai Kafu, como Una extraña historia al este del río o su célebre Geishas rivales. El Tokio más nocturno y canalla también puede recorrerse en las truculentas páginas de Grotesco, de Natsuo Kirino, o en las de Sopa de miso, de Ryu Murakami, donde su protagonista se gana la vida como guía para extranjeros por los locales de los barrios de la industria del sexo de Tokio. Otras novelas con la ciudad de Tokio como escenario son la imprescindible Yo soy un gato, de Natsume Soseki, Tokio Blues de Haruki Murakami, Tonbo, de Aki Shimazaki o El expreso de Tokio, de Seicho Matsumoto, entre otras.

Monte Zao

El Monte Zao está considerado como una de las grandes joyas de la naturaleza nipona y como una de las montañas más bellas de Japón. Contiene una zona volcánica en la que se encuentran varios onsen o manantiales de aguas termales y en invierno es una zona para practicar ski muy valorada por los japoneses. En Kinshu. Tapiz de otoño (1982), de Teru Miyamoto, el monte Zao es el escenario del encuentro de Aki y Yusuaki, un pareja separada desde hace años que comienzan a intercambiar una serie de cartas donde los recuerdos y la reflexión sobre su relación conyugal dan lugar a una novela que reflexiona sobre el amor y la infelicidad.

Hakodate

El viaje que emprendió Isabella Bird en el siglo XIX por el País del Sol Naciente merecería un recorrido geográfico aparte de este mapa. Fue la primera mujer que se adentró por el Japón más desconocido, aquel al que los occidentales de finales del siglo XIX no se atrevieron a visitar. Lo relata en Japón inexploradodonde cuenta su viaje desde Tokio hasta la isla de Hokkaido, donde recabó en Hakodate, una ciudad al sur de la isla rodeada de impresionantes montañas y un paisaje que sin duda debió de impactar a la intrépida viajera.

Literatura japonesa !


Literatura japonesa



Libros mencionados: - Hozuki, la librería de Mitsuko de Aki Shimazaki - Luz brillante de Kaori Ekuni - Si los gatos desaparecieran del mundo de Genki Kawamura - Azul casi transparente y Sopa de miso de Ryu Murakami - Grotesco y Crónicas de una diosa de Natsuo Kirino - Cosas por las que llorar cien veces de Kou Nakamura - Serpientes y piercings de Hitomi Kanehara - Dark Water de Koji Suzuki - El gato que venía del cielo de Takashi Hiraide - La dependienta de Sayaka Murata

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Canarias amazigh


Documental de investigación acerca de las distintas teorías científicas sobre el primer poblamiento humano de las Islas Canarias. Mediante un recorrido por los yacimientos arqueológicos más antiguos de Canarias y el Norte de África, nos adentramos en los orígenes de la historia insular, poniendo al descubierto qué sabemos sobre la llegada de los primeros seres humanos a las islas. Los estudios actuales sitúan el origen de los antiguos canarios en el Norte de África, en una amplia zona que abarca los actuales Estados de Libia, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania. Los paralelismos entre las antiguas culturas insulares y las comunidades amazigh del Norte de África despejan las dudas acerca del origen étnico de los primeros pobladores. Las preguntas que los investigadores se siguen haciendo son cómo, porqué y cuándo: si se desplazaron por su cuenta o fueron llevados por otros, si emigraron voluntariamente o fueron desplazados a la fuerza. Desde el mito hasta el estudio científico, el primer poblamiento de las Islas Canarias sigue generando intensos debates y posturas enfrentadas. Desde diferentes planteamientos académicos, este documental propone un acercamiento a las teorías más aceptadas sobre la primera colonización del archipiélago y su relación con los aconteceres históricos mediterráneos y atlánticos; desde el periodo de hegemonía romana, hasta otras perspectivas que sitúan este fenómeno en la época del mundo púnico-fenicio, o incluso en momentos todavía más remotos. Un viaje de ida y vuelta desde las islas al continente, desde los viejos documentos del mundo antiguo a las técnicas y tecnologías más avanzadas de la investigación histórica. Un recorrido por las raíces del acontecer humano en las Islas Canarias y el conocimiento acumulado hasta la fecha. Categoría Cine y animación Música en este vídeo Más información Escucha música sin anuncios con YouTube Premium Canción Yalalela Artista Fadimoutou Wallet Inamoud Álbum Isswat Con licencia cedida a YouTube por [Merlin] SC Distribution (en nombre de Sahel Sounds); BMI - Broadcast Music Inc.

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Los bereberes de ayer y hoy

Los amazighs («hombres libres», «hombres nobles») son un grupo étnico originario del norte de África al que la historiografía se ha referido con frecuencia como bereberes. Su territorio se extendía desde Egipto hasta el Atlántico (incluyendo las Islas Canarias) y desde el Mediterráneo hasta las fronteras del África subsahariana. Esta ubicación propició el establecimiento de relaciones con las sucesivas oleadas migratorias llegadas desde Oriente Próximo (fenicios, griegos, cartagineses, romanos y bizantinos). Con la conquista árabe de mediados del siglo vii, los árabes se convirtieron en el grupo mayoritario de la orilla sur del Mediterráneo.
Actualmente, los grupos amazighs más numerosos se hallan en Marruecos y Argelia. En Marruecos hay un censo próximo a los 12 millones de personas (Rif, Atlas Medio, Alto Atlas, Antiatlas y Sous), mientras que en Argelia son más de 6 millones (sobre todo en la Cabilia, el Aurés y el Mzab).
Un segundo gran grupo bereber lo constituyen los tuaregs, cerca de un millón de personas que habitan en diversos países de la zona saharosaheliana (Níger, Mali, Argelia, Libia, Burkina Faso y Nigeria). El resto de la población amazigh, unos cuantos miles de personas, se ubica en Túnez (Djerba, Matmata y Krumiria), en Libia (Tripolitania, Djebel Nefussa y Zaouara), en Egipto (Siwa) y en el sur de Mauritania.
Tres son los aspectos más relevantes del mundo amazigh: la lengua, el derecho consuetudinario y el parentesco.
La diversidad lingüística de los amazighs es notable, lo que dificulta la normalización de la lengua. El tamazigh es una lengua de origen camítico-semítico, que nunca se ha escrito de manera sistemática, sino que se ha transmitido de manera oral. Aun así, tenemos constancia escrita, en grafía tifinagh, desde hace aproximadamente 6.000 años.
Actualmente se hablan diferentes dialectos en el área amazigh: el tarifit, el tashilhit, el cabil, el chauia, el mozabí y el tuareg, entre otros. Las fíbulas, además de su valor estético, tienen una función concreta: cerrar los trajes sin costuras que visten las mujeres.

Las fíbulas son unos broches con hebilla con una aguja en un extremo, de un estilo similar al que utilizaban los griegos y los romanos, y siempre de medidas y formas muy variadas. Han recibido diferentes nombres que dependen de la lengua bereber en que se pronuncien, del tipo de fíbula (articulada, redonda, etc.) y del grupo femenino que la utilice (niñas, solteras, casadas, etc.).
La fíbula del Rif es una de las piezas más emblemáticas de esta región marroquí. Es de plata, tiene forma de almendra y simboliza el ojo que permite rechazar al mal. La pieza central se denomina «tortuga» y se caracteriza por los numerosos orificios que presenta en su superficie. Representa un importante símbolo de fertilidad y felicidad para la pareja y sirve para contener especias aromáticas (por ejemplo, el clavo, muy extendido también en Argelia). Otras veces, el elemento central es una pequeña caja para guardar amuletos, versículos coránicos, etc. Con frecuencia estas fíbulas no son dobles, sino aisladas, ya que se precisan para abrochar los vestidos de diario.


La riqueza de las mujeres

El derecho consuetudinario amazigh, transmitido oralmente de generación en generación y perpetuado en gran parte de las tribus, es un tipo de justicia impartida por la jama’a, o asamblea tribal, representada por un colectivo de hombres con frecuencia ancianos. Este corpus legislativo autóctono, muy diferente entre los grupos bereberes de un mismo país, convive con el fiqh o derecho islámico en el sistema social bereber hasta la homogeneización jurídica que llevaron a cabo los estados independientes a mediados del siglo xx. Una de las diferencias más notables entre ambos derechos se refiere a la herencia. Mientras que el derecho islámico otorga a las mujeres la mitad de lo que reciben los hombres, el derecho amazigh reparte generalmente los bienes de la herencia entre los varones. Las joyas son siempre propiedad de las mujeres y representan su independencia económica en caso de problemas o desacuerdo con el cónyuge. Normalmente pasan en herencia de madres a hijas, aunque las mujeres amazighs también las reciben de manos de sus maridos o de los padres de éstos cuando se casan, ya que constituyen su dote. La cantidad y calidad de las joyas que reciben al contraer matrimonio varía según el pacto familiar y, sobre todo, según el estatus familiar de los dos contrayentes. Así, un hombre que quiera casarse con una mujer de una familia con muchos recursos tendrá que dar una dote muy alta expresada en joyas y, si es necesario, también en dinero o especies.
Las joyas, al igual que los vestidos, identifican a los miembros de una misma tribu, de manera que sus formas, materiales y decoraciones nos informan tanto del origen tribal como geográfico de las mujeres que las llevan.
Durante mucho tiempo, la dote se ha considerado una mercantilización de las mujeres. Ciertos investigadores franceses del siglo xix y de principios del xx creían que la dote era la prueba de que, en las sociedades magrebíes, el contrato matrimonial escondía una compraventa de la esposa. Para la mayoría, la dote señalaba los derechos adquiridos del marido respecto a la mujer mientras durara el enlace. Actualmente la dote se considera desde una perspectiva muy diferente: constituye la parte que le corresponde a la futura esposa por su participación en la creación y consolidación del nuevo vínculo familiar. La dote, además de representar un reconocimiento social de la mujer, permite garantizar su autonomía económica ante cualquier situación adversa.


Parentesco y rituales. Días de alegría

Los amazighs, dejando a un lado la excepción de los tuaregs matrilineales, en los que la filiación pasa por la línea femenina, son patrilineales de filiación masculina; patrilocales, ya que los nuevos enlaces se establecen en la comunidad del marido; de endogamia preferencial, con un matrimonio entre primos hermanos paternos, y de familia extensa, con una fuerte cohesión de parientes afines y consanguíneos.
En este contexto social, el parentesco y los rituales familiares tienen una importancia capital, y en él podemos ver una estrecha vinculación con las joyas. De especial importancia es el día de la boda, ya que la futura esposa debe lucir las joyas que le ha regalado el marido o la familia de éste, mientras que las mujeres que asisten a la fiesta han de llevar las de su grupo familiar. La fiesta del matrimonio es el ritual más celebrado entre los amazighs, tanto porque refuerza los vínculos de consanguinidad o alianza como porque garantiza el encuentro de un grupo familiar que puede estar diseminado por el territorio.
Otras ceremonias destacadas son la circuncisión y los entierros. También son importantes las fiestas que coinciden con el calendario agrícola o pastoril, y con el calendario musulmán.

Todo el mundo conoce el estatus del grupo cuando las mujeres lucen las joyas en alguno de los rituales familiares. El interés por mostrar una mejoría en la situación económica hace que, de vez en cuando, se aproveche alguna fiesta familiar o local para adquirir otras nuevas.
Una de las joyas más características del oasis de Siwa es este collar elaborado en plata maciza. Está formado por un anillo que se coloca alrededor del cuello, de entre 2 y 3 cm de grosor, que se denomina aghraw. Lo utilizan las mujeres más ricas del oasis. Las solteras cuelgan en él un gran disco decorado con el motivo de la cruz acompañado de otros elementos florales y geométricos grabados; se denomina adrim y ya no volverán a llevarlo una vez se hayan casado. Los otros adornos de plata típicos del oasis de Siwa son los brazaletes, los anillos, los pendientes de aro, algunos también con colgantes, y diferentes tipos de collares.


Islam y creencias. Protección y bendición

En el norte de África, el islam se expresa de dos maneras diferentes: coexiste un islam oficial o escriturario, centrado en el Corán y las mezquitas, con un islam informal o popular, expresado con la peregrinación a la tumba de un santo (moussem) y el culto de los santos. Ambos se articulan tanto en los ámbitos urbanos como en los rurales. Con frecuencia se afirma, erróneamente, que el islam informal es mayoritariamente bereber.

Mientras el islam se abría camino en la vida cotidiana de los bereberes, algunas prácticas iban más allá de esta expresión monoteísta para adentrarse en el mundo de las creencias. Numerosas mujeres utilizan amuletos para protegerse, tanto a ellas como a sus familias y a sus hijos; esta práctica muestra la simbiosis que se produce en la vida diaria de muchos amazighs.
La expresión del sentimiento religioso y de la fe se aprecia en la existencia de numerosos pequeños portacoranes, que forman parte de fíbulas y collares, y que nos hablan de la fe musulmana, mientras que las joyas están llenas de amuletos de todas clases y de formas y representaciones de todo tipo con las que se presenta una fe de creencias muy mezcladas.
La mano de Fátima (también denominada khamsa, luha y afus) es un amuleto que utilizan tanto los árabes como los bereberes, cuyo origen es bastante controvertido. Se señala que se identifica como «mano», entendida como un símbolo de protección que materializa las ideas con su actividad y que representa la autoridad y la dominación, y como el número «cinco», ya que tiene siempre la particularidad de estar formada por los cinco dedos de la mano.
El «cinco» es una representación simbólica del cuerpo humano, un símbolo del universo con dos ejes que pasan por el mismo centro, y un símbolo de orden y perfección que, en definitiva, reúne los cinco sentidos, las cinco formas sensibles de la materia.


Jardines secretos. La naturaleza imaginada


El mundo amazigh es complejo y rico. La representación natural y simbólica se expresa con la cerámica, los diseños de las alfombras y los tapices, el tatuaje de la henna y, también, en la joyería. Buena parte de las decoraciones florales, vegetales, geométricas o animales tienen una función protectora. Este conocimiento es compartido por ambos sexos y es tan importante la función del objeto como su valor estético y simbólico.

Las poblaciones amazighs ocupan territorios muy diferentes y distantes entre sí. Esta diversidad geográfica se evidencia porque pueblan litorales, montañas, llanuras, desiertos y oasis, lo que permite desmitificar una imagen que históricamente se ha vinculado sólo al desierto y al nomadismo. Sin embargo, buena parte de las formas y los motivos decorativos que se han utilizado en joyería presentan muchas similitudes a pesar de la distancia geográfica. En primer lugar, porque algunos motivos vegetales y geométricos que utilizan son pervivencias de su entorno real o utópico, y forman parte de su naturaleza imaginada. Pero también porque algunas de las decoraciones son recreaciones de la escritura líbicobereber, del tifinagh: las líneas franqueadas de trazos perpendiculares, los puntos y también los triángulos.
La joyería amazigh reproduce diversos símbolos y representaciones animales, geométricos o florales con diferentes significados. Entre los motivos animales, destacan los pájaros, las tortugas, las serpientes, los lagartos y los peces. El pájaro recuerda la naturaleza, es el mensajero de las buenas noticias y aporta fecundidad y riqueza. Las tortugas alejan la mala suerte y son símbolos de fecundidad. La serpiente protege los cereales y salvaguarda las fuentes de agua. El lagarto protege de las enfermedades y conjura el mal de ojo. Los peces garantizan la fertilidad femenina.
También tienen un simbolismo importante la lámpara de aceite, la cruz, la daga y el fusil, y el disco, el círculo y la rueda. Se trata de motivos cargados de poder mágico y guerrero. Por ejemplo, las cruces rechazan las miradas envidiosas y las dispersan a los cuatro vientos. La daga y el fusil apelan a la defensa contra los enemigos. El disco, el círculo y la rueda apelan a los antiguos ritos solares y lunares de los amazighs. El círculo inacabado de los pendientes de aro tuaregs simboliza el recorrido cíclico de los nómadas y el período intermedio que anuncia la nueva partida.


Venderse las joyas

Las joyas son de exclusiva propiedad de las mujeres y pueden intercambiarse por toda clase de bienes en momentos de necesidad. Este hecho es importante en unas sociedades en las que con frecuencia se desarrolla una economía familiar de autosubsistencia, y en las que la producción femenina de alfombras y cerámicas para vender en los mercados no es suficiente para compensar una mala cosecha o la muerte del ganado. La necesidad de ayudar económicamente al grupo familiar explica que muchas joyas combinen el coral o el ámbar con el plástico o los cristales de colores. En algún momento se intercambió el material noble por dinero con el objetivo de mejorar la situación familiar. Ante estas eventualidades, la mujer puede decidir vender a algún comerciante las piedras semipreciosas que formaban parte de una joya o desprenderse de toda la joya.
La venta de las joyas nos permite observarlas desde una perspectiva que va más allá de lo estético, lo simbólico, lo religioso o lo familiar. Las joyas están sujetas a un intercambio económico protagonizado por las mujeres.

Las razones que pueden incitar a su venta son diversas:
— permiten la subsistencia del grupo;
— garantizan el establecimiento de nuevas alianzas familiares: los matrimonios son caros y requieren una inversión que cubra los gastos de la boda y la dote;
— pueden venderse para financiar luchas armadas, como pasó durante la defensa del Rif por Abd-el-Krim contra los colonizadores españoles en la década de 1920 o en el curso de la guerra por la independencia de Argelia de finales de los cincuenta;
— facilitan la emigración de algunos de sus miembros fuera de la comunidad, especialmente hacia el extranjero, donde se esperan más garantías de éxito.


¿Entre la tradición y la modernidad?

La joyería bereber utiliza la plata, el coral y el ámbar, y repite toda una serie de motivos vegetales, florales y geométricos en sus decoraciones.
Durante las últimas décadas han empezado a mostrarse algunos cambios, fruto de la dificultad de acceder a estos materiales y también a la pérdida de valor simbólico que ha sufrido la plata en favor del oro debido a un proceso de arabización e islamización. En los años setenta se detectó que algunas zonas del Magreb pedían joyas en oro y no en plata, en un cambio de la demanda que no se inscribía sólo en el campo de los materiales, sino también en el de las formas y decoraciones. Algunas familias ricas establecidas en ámbitos urbanos han empezado a añadir monedas de oro a collares y fíbulas. E incluso se ha fundido la plata de las joyas antiguas para realizar nuevas piezas o añadidos de tipo más innovador a las joyas tradicionales.
En general, también se comenzaron a sustituir las piedras semipreciosas por vidrios de colores y por plástico, al tiempo que la plata se veía reemplazada por la aleación de otros metales de bajo coste. Esta producción se dirigía a familias empobrecidas que no podían costearse joyas de mayor calidad.
Buena parte de los joyeros fueron judíos descendientes de los expulsados de España en 1492, que se establecieron en el norte de África en convivencia pacífica con bereberes y árabes. Estos judíos empezaron a añadir sus propios motivos decorativos, como la característica estrella de David –de seis puntas– combinada con otros motivos religiosos, como el candelabro.
Hoy en día, las técnicas de los artesanos judíos han pasado de generación en generación y ahora son también conocidas por los bereberes que se quedaron con sus negocios, tal como sucedió, por ejemplo, entre los tuaregs, los cabileños y los amazighs del Alto Atlas central. Algunos joyeros han cogido las monedas de plata y, en lugar de añadirlas a fíbulas o collares como se había hecho en otros tiempos, las han fundido y, sin cambiar las decoraciones tradicionales, han convertido el metal en hilo de plata para elaborar joyas en filigrana con formas geométricas (espirales) o animales (pájaros, tortugas, etc.). Esta circunstancia probaría que las transformaciones en la joyería no llegan forzosamente a todas partes y que, probablemente, siempre quedarán lugares en los que se seguirán elaborando las joyas con los materiales, las formas, las técnicas y las decoraciones características de los amazighs.


Créditos

ORGANIZACIÓN: IEMed

CON LA COLABORACIÓN DE: Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament y Museu Diocesà

DIRECCIÓN Josep Giralt i Balagueró

COMISARIA Yolanda Aixelà

SECRETARIA TÉCNICA Carina Soriano
CON EL APOYO DE Muntsa Ciurana

PROYECTO GRÁFICO Y DE ESPACIOS Magma

CONSERVACIÓN PREVENTIVA Agnès Gall Ortlik

TRANSPORTE Y PRODUCCIÓN Manterola

SEGUROS Axa Nordstern Art

PRENSA Y COMUNICACIÓN Jordi Bertran


AGRADECIMIENTOS Luciana Angelini, Fatima Azzoug, Ahmed Boukouss, Eduardo Calvo, Hélène Claudot-Haward, Lakhar Drias, Carme Fauria, Pere Jordi Figuerola, Francis Christopher Gilles, Nassima Haddad, Eloy Martín Corrales, Andrea Mazzini, Blanca Montobbio, Ferran Morillas, Ourdia Sylvia Oussedik, Elena Schenone, Eudald Serra, Mª Dolors Soriano, Úrsula Viñolas, Zehira Yahi, Said Zitoun.

Instituto Cervantes (Algèria), Institut Royal de la Culture Amazighe (IRCAM), Ministère de la Culture (Algèria), Musée National des Antiquités (Algèria), Musée National du Bardo (Algèria), Museu Etnològic de Barcelona, Qadar Art i Viatges, Società Geografica Italiana/picturnet.com

y a todos aquellos que, de un modo u otro, han contribuido a la realización de este proyecto.