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domingo, 24 de septiembre de 2017
Slimani, Leila, escriotra
Leïla Slimani: «Todos los malentendidos nacen de que ni Occidente entiende a Oriente ni al revés»
La periodista y escritora Leïla Slimani en el Hay Festival.
La periodista y escritora Leïla Slimani en el Hay Festival. / Antonio de Torre
La escritora y periodista francesa brilló en la jornada del miércoles 20 en la cita literaria del Hay Festival
SAMUEL REGUEIRA Segovia
Jueves, 21 septiembre 2017, 18:42
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La duodécima edición del Hay Festival puede presumir de uno de los actos entrantes más notables con la participación de ayer del último premio Goncourt, la periodista y escritora de origen marroquí Leïla Slimani, que gracias a la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo ha visitado Segovia con el ánimo de presentar la galardonada ‘Canción Dulce’ (Ed. Cabaret Voltaire), una asfixiante novela de denuncia de la situación de la mujer en Occidente, de todo el sufrimiento que soporta a través de distintos estamentos sociales y de cómo esa presión puede terminar por estallar, con las consecuencias más trágicas imaginables.
«Mi idea era mantener el hogar como una sala pequeña, un único escenario donde se sucedieran todas las luchas y las desigualdades de las mujeres», explicó Slimani. ‘Canción dulce’ refleja la crónica de una familia burguesa que contrata a una niñera de clase humilde para que cuide a sus hijos, un detonante que recrea una serie de relaciones interdependientes entre los distintos personajes. Es aquí donde se puede ver los problemas de Louise, la mujer contratada, tanto con su propia familia como batallando su analfabetismo, mientras se vuelca cada vez más en los cuidados de los pequeños Mila y Adam. Pero es también donde se refleja el matrimonio de los padres de los pequeños, Paul y Myriam, y de cómo ella lucha también con sus propios prejuicios hacia las mujeres inmigrantes de su propia raza, cómo combate contra un marido que no la apoya cuando quiere reconectar con su pasión laboral, y cómo en este mismo ámbito vive el acoso de alguno de los clientes a los que representa como abogada: «Es uno de los temas centrales de la novela», admitió Slimani, «a las mujeres de mi generación nos han vendido la idea de que podemos hacerlo todo; pero nadie se ha molestado en explicarnos de qué manera podemos hacerlo».
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Pero es este un libro que, como toda noticia de sucesos, comienza con lo más importante: el primer capítulo ya revela que Louise ha asesinado a los niños a su cuidado, y la novela avanza atrás y adelante en el tiempo para dotar de contexto, y tensión dramática, a una atmósfera opresiva que, el lector lo sabe, desembocará en un crimen brutal: «No he buscado explicar lo inexplicable», aclaró la autora, «simplemente he querido dar una serie de pistas y dibujar unas pequeñas pinceladas de una reflexión sobre algo que podría suceder». Pero en ningún momento cae ‘Canción dulce’ en maniqueísmos ni en juicios de valor: «La novela no es un tribunal que dictamine quién es culpable y quién merece ser absuelto», sentenció. «Esa tarea corresponde al lector».
La génesis de la novela nace del interés de Slimani por escribir sobre un personaje tan novelesco como la niñera: «Son deliciosamente ambiguas, habitan y limpian casas que no son la suya, cuidan y educan niños que no son los suyos, e incluso llegan a adoptar códigos burgueses que les son ajenos», enumeró. « Se podría decir que es el único oficio en el que a alguien le paga por amar... y no deja de ser algo que inspira mucha ternura».Su título, deliberadamente engañoso, proviene de uno de los temas del cantante Henri Salvador: «Las nanas se cantan mucho a los niños, y son las melodías con las que mejor se puede manipular a cualquier persona», sonrió. «Al entonar una nana, el cuerpo se relaja, la mente se adormece y quedas indefenso, a merced de quien te está durmiendo». Este gusto por la manipulación y, en un sentido más extremo, por las falsas apariencias, lleva a ese engaño al lector el mismo truco de espejos con el que Louise embauca a los padres protagonistas de este libro, un juego que también se extiende a la construcción mismamente semántica del francés, en la que resultan sinónimas las acepciones de «engañar» a alguien y la de «dormirle».
Escribir sin responsabilidad
Con la concesión del Premio Goncourt de este año, Slimani se suma a una interesante cantera de escritores, donde destacan nombres como los de Michel Houellebecq, por ‘El mapa y el territorio’; Marguerite Duras, por ‘El amante’; Simone de Beauvoir, por‘Los mandarines; André Malraux por ‘La condición humana’ o el premio Nobel Patrick Modiano por ‘Tras las calles oscuras’: «La concesión de este premio ha cambiado mi vida literaria, pero no la personal», aseveró. «Es cierto que hoy tengo una mayor visibilidad y que ha aumentado el número de mis lectores, pero no he dejado que eso afecte a otros ámbitos de mi vida». Rechaza, a su vez, sentirse más responsable de lo que escribe que antes de alzarse con el Goncourt: «Nuestra responsabilidad, la de todos los escritores, es de base; y pasa por ser honestos y por saber escuchar a los demás», zanjó.
Tuvo muy claro Slimani desde pequeña que el día de mañana sería escritora, pues así lo auguró su propia madre: «Y yo siempre he sido una niña muy obediente », dijo entre risas. También recordó la escritora a la figura de su abuelo, un hombre que luchó contra Alemania en la II Guerra Mundial, en el bando de los franceses, y que luego se casó en Marruecos con una mujer de origen germano. En este crisol de culturas que se entremezclan dentro de su propia sangre, Slimani tiene muy claro el principal problema que se deriva de las tensiones internacionales entre las potencias europeas y norteamericana con los terrorismos yihadistas.
«La principal cuestión radica en que ni Occidente entiende a Oriente, ni Oriente entiende a Occidente», zanjó. La islamofobia y sus reacciones surgen desde el momento en el que se achaca al islam mismo toda una falta de libertades y opresión, confundiendo la parte por el todo y generando esas fricciones que contribuyen al radicalismo religioso: «Es de ahí de donde nacen todos los malentendidos», señaló, sin dejar de mencionar a aquel abuelo que, habiendo luchado contra el terror desde la misma Francia, «fue siempre un hombre muy espiritual, en contacto pleno con su interior religioso más personal».
Con frecuencia se ha visto Leïla Slimani acusada de «venderse», tanto del lado de Occidente como del lado de Oriente, al bando «enemigo». Pero ella tiene claro que su única bandera pasa por las tres clásicas «libertad, igualdad y fraternidad», unos valores que hoy no pueden decirse que sean «de nadie».
Slimani seguirá trabajando, en el futuro, en el tema de la sociedad y su relación con la figura de la mujer. Ha enumerado, asimismo, a un buen número de autores anglófonos, europeos e hispanohablantes por los que confiesa sentir debilidad, en especial por la literatura de origen ruso (Leon Tolstói, Anton Chéjov, Fiódor Dostoyevski...) y el realismo mágico de autores como el Nobel colombiano Gabriel García Márquez o Jorge Amado, entre muchos otros escritores.
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