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lunes, 7 de mayo de 2018
Otra visión del feminismo islámico
“El feminismo islámico es una redundancia, el islam es igualitario”
La
granadina Sirin Adlbi Sibai acaba de publicar 'La cárcel del
feminismo', una reflexión sobre las mujeres musulmanas y el patriarcado
Sirin Adlbi Sibai, autora de 'La cárcel del feminismo', fotografiada en Madrid el lunes. CARLOS ROSILLO
La escritora Sirin Adlbi Sibai (Granada, 1982) acaba de publicar un libro con el provocativo título de La cárcel del feminismo
(Akal). El ensayo surgió como respuesta a la pregunta de un profesor de
la Universidad Autónoma de Madrid, que le espetó a la granadina: "¿Para
qué una mujer musulmana con hiyab [pañuelo] hace una tesis doctoral?".
La respuesta de Adlbi fueron diez años de trabajo investigador sobre el
islam, las mujeres y el feminismo (en España y Marruecos) que se
concretan ahora en el volumen. Su tesis es que el feminismo incluye una
colonización cultural, por lo que aboga por superar ese concepto para
llegar a lo que denomina el pensamiento islámico decolonial. La autora,
hija de exiliados sirios en España que llegaron a finales de los años
70, ha vivido la mayor parte de su vida en Madrid, donde responde a esta
entrevista. El 6 de febrero presenta su libro en la Casa del Libro de Gran Vía (Madrid) y el 7 de febrero lo hará en Casa Árabe de la capital. Pregunta. ¿Qué es para usted el feminismo? Respuesta. Un movimiento que aboga por los derechos
de las mujeres y lucha contra la situación de desigualdad, y por la
igualdad de hombres y mujeres, es decir, por la igualdad de todos. P. ¿Por qué cree que en el feminismo hay una cierta colonización cultural? R. Porque el feminismo hegemónico ha estado
imponiendo una serie de discursos, ha ido dirigido hacia un sujeto
determinado, que son las mujeres blancas, occidentales, burguesas… como
ya dijo Chandra Talpade Mohanty, este tipo de feminismo ha excluido a
todas esas mujeres del llamado tercer mundo, por lo que parte de una
exclusión, es decir, pide la igualdad de los hombres y las mujeres
occidentales y nunca ha incluido a las mujeres de otras culturas o
civilizaciones.
P. ¿En qué se traduce esta visión? R. Eso se ve claramente en los discursos sobre las
mujeres musulmanas, claramente racistas e islamófobos, donde se
representa lo que en mi libro denomino “la mujer musulmana con hiyab”
como un mero objeto de estudio, nunca como un sujeto en sí misma. Se
representa a la mujer musulmana como subdesarrollada, analfabeta,
pasiva, sexualmente reprimida, etcétera. La construcción de esta mujer
como objeto pasivo es la que nos conduce a la posibilidad de construir
los discursos del oximorón, es decir, la supuesta incompatibilidad entre
feminismo e Islam y la negación del feminismo islámico. Y nos lleva,
además, a ver el islam como una religión opresiva, antidemocrática y
contraria a los derechos de las mujeres. Esa visión, en suma, responde a
las agendas coloniales. Por ejemplo, cuando EE UU invadió Irak dijo que
se disponía a liberar a las mujeres iraquíes. La cuestión de las
mujeres es trasversal a toda esa construcción del islam que esconde los
intereses geopolíticos de Occidente respecto a los países de mayoría de
población musulmana. Además, esa visión puede llevar a pensar que ya
está todo hecho en el campo de la igualdad en Occidente, y eso no es
cierto, aquí también hay que luchar contra el patriarcado. P. El tema del velo ha estado presente en el feminismo árabe. Wassyla Tanzali, una feminista argelina,dijo en diciembre que“ser feminista es incompatible con llevar velo”. R. En mi opinón, Wassyla Tanzali es una persona
profundamente colonial y sus discursos son islamófobos. Tanzali, como
otras feministas, ha mantenido una tesis de que el Corán es incompatible
con el feminismo. Pero cualquier persona que tenga un conocimiento
básico del árabe y del islam sabe que eso no es cierto. Respecto a la
cuestión del hiyab, hay que decir que se ha utilizado muchas veces en
Occidente para esconder agendas sociopolíticas coloniales, mientras que
en sectores patriarcarles de las sociedades islámica se ha pretendido
secuestrar. Tantos unos como otros, los que lo quieren vetar y los que
lo quieren imponer, debemos comprender el significado del hiyab: muchas
mujeres musulmanas entendemos el hiyab desde una espiritualidad
determinada, y le damos un significado liberatorio.
P. Pero las propias feministas árabes también se han rebelado contra la imposición del velo a las mujeres. Pienso por ejemplo en Huda Saharawi quitándose el velo a su llegada a El Cairo, en 1924. R. Huda Saharawi se quitó el velo que cubre la cara
por completo, no el hiyab [que solo cubre el pelo], y eso simbolizaba
una lectura totalmente nueva. Los musulmanes somos más de 1.600 millones
de personas, hay diferentes visiones sobre cómo llevarlo a la práctica,
diferentes lenguas y culturas. La mayoría de los discursos sobre el
islam, lo primero que hacen es homogeneizar ese pluralismo para
convertirlo en algo colonizable. Saharawi estaba en un contexto muy
diferente donde surge también el pensamiento islámico reformista, que en
mi opinión es también colonial, porque utiliza las bases
epistemológicas de la modernidad occidentalocéntrica. Y utiliza los
binarismos de esta tendencia, modernidad/tradición,
islam/secularización… lo que yo denomino en mi libro la cárcel
epistemológica existencial. P.¿Qué peligros entraña esta “cárcel”? R. Que invisibilicemos las voces plurales de las
mujeres musulmanas, porque quién tiene derecho a decir que las mujeres
que hablamos de los derechos de las mujeres en el islam no tenemos
derecho a hacer nuestras propias lecturas. Esa visión es profundamente
sexista, y da por hecho que los sectores patriarcales del mundo islámico
son los que tienen el monopolio de la interpretación del islam. La
cárcel epistemológica-existencial nos dice de qué temas se puede hablar y
quién puede hablar. Eso tiene un objetivo, la creación de un sujeto: el
hombre blanco occidental capitalista y patriarcal. Cualquier expresión
que se salga de esta construcción de la normalidad foucaultiana es
silenciada por el sistema. P.En cualquier caso, este debate solo se puede plantear en países en los que existe libertad religiosa. R. Los casos donde se exige una determinada
vestimenta a las mujeres son Arabia Saudí e Irán. Pero los musulmanes
somos 1.600 millones. No se habla de los otros casos. Hasta hace poco,
en Turquía las mujeres no podían ir con hiyab a la universidad, y
tampoco en Túnez. P.No se puede negar que el patriarcado también existe en los países árabes y musulmanes. R. Yo no niego que existan unas estructura
patriarcales brutales en las sociedades de mayoría árabe y musulmana.
Pero hay que analizar en profundidad la realidad sociopolítica: no se
puede decir que las situaciones de machismo son intrínsecas a las
sociedades musulmanas, porque eso es racista. En este análisis, sostengo
que no podemos comprender el patriarcado en las sociedades musulmanas
sin comprender antes cómo la colonización ha colonizado el patriarcado. Fatima Mernissi en El harén en occidente
dice que tenemos diferentes tipos de patriarcado en todas las
sociedades, que mientras en las sociedades occidentales el patriarcado
se mueve en términos temporales, en las sociedades árabes se mueve en
términos espaciales. Lo que yo digo es que Mernissi no ha tenido en
cuenta el proceso de colonización del patriarcado occidental sobre el
resto de patriarcados en todo el mundo. Y lo que ha hecho el patriarcado
occidental ha sido reforzar las estructuras patriarcales de las
sociedades colonizadas. P.Los medios de comunicación pagados por Irán y Arabia Saudí están imponiendo una visión del islam más extremista. R. Por eso necesitamos un pensamiento islámico
decolonial, como el que yo propongo. Un pensamiento que haga un trabajo
múltiple de desnudar los discursos coloniales, y también los discursos
patriarcales que llegan de Irán y Arabia Saudí, que tienen lecturas
reaccionarias del islam. En mi opinión, estas lecturas son la otra cara
del capitalismo neoliberal, forman parte del mismo sistema neoliberal
que produce fundamentalismos en todos los niveles. (El presidente de EE
UU, Donald) Trump no es un antisistema, es el sistema al desnudo. P.¿Por qué no se considera usted feminista islámica?
ampliar fotoLa autora ante los Teatros del Canal.C. ROSILLO
R. Me defino como pensadora musulmana decolonial. Si
bien comparto muchas de las producciones de las feministas islámicas,
no utilizo esta denominación porque considero que es una redundancia
hablar de feminismo islámico: el islam es igualitario de todos los seres
humanos y defiende los derechos de todos. El islam no es una religión,
la religión es un concepto colonial a través del cual se ha ido
construyendo la realidad. Para mí, es una forma de ser, de estar en el
mundo. P. Algunos pasajes del Corán son
patriarcales: “los hombres son prominentes sobre las mujeres [...] y de
aquellas que teméis sus extravíos, rehuilas en el lecho y golpeadlas”
¿Cómo encajan con su visión igualitaria de esta civilización? R. En lo referente a estas aleyas (versículos),
hombres y mujeres han revisado las traducciones que se han hecho y han
demostrado cómo estas interpretaciones son falsas, hechas por hombres
sexistas. En las ciencias islámicas se entiende un concepto según cómo
se emplea en el conjunto del Corán, y en todo el Corán el verbo “daraba”
se utiliza como “alejarse” o “alejarlas” ¿Por qué específicamente aquí
tiene que ser “golpeadlas”? Eso es legitimar una lectura patriarcal. Si
se hace una lectura seria del Corán en árabe no se puede extraer que sea
un libro patriarcal, sino que es claramente igualitario. No existe
ninguna aleya que vaya contra las mujeres. P. ¿Y qué me dice de la poligamia, permitida solo para hombres? R. El Corán tiene algunas aleyas que fueron
reveladas para todo tiempo y lugar, y otras que tienen una
interpretación más abierta, y hay que interpretarlas en el tiempo que
estamos. Obviamente, la sociedad árabe del año 622 no es la sociedad
contemporánea, ni España es la Península Arábiga de entonces. P.En su libro habla de feminismos alternativos. ¿A cuáles se refiere? R. Los feminismos chicanos, los negros, los
islámicos. De todos ellos se aprende que no podemos entender la
situación de todas las mujeres basándonos tan solo en el género, porque
también influyen la raza, la civilización, la clase social. P.Llama la atención en el debate público que muy pocas veces se dé voz a las mujeres musulmanas. R. Se habla sobre las mujeres musulmanas, pero no se
las deja hablar. Y, si hablan, sus discursos son reinterpretados, es
decir, no dejamos que digan lo que quieren decir, sino lo que queremos
escuchar.
P. ¿Qué opina usted sobre la prohibición del burkini en algunos lugares de Europa? R. Entra dentro de lo que Ángeles Ramírez llama “La
trampa del velo”, es decir, una excusa para tener el control patriarcal
de los cuerpos de las mujeres, tanto para imponer que se vistan como que
se desnuden. Lo destacable es que todo esto entra en las agendas
sociopolíticas de cómo se está tratando con el islam y con los
musulmanes en Occidente. Hay una deriva fascista que está llegando a su
apogeo con Trump que asusta mucho. Nos estamos dirigiendo a un
Holocausto musulmán. Es realmente terrible. Yo abogo por la libertad de
las mujeres y hombres de vestirse como les dé la gana. P.¿Y qué deberíamos hacer con países como Arabia Saudí, que imponen esta vestimenta? R. Deberíamos dejar de apoyar y venderles armas a
dictaduras, sin ninguna duda. Tanto a Arabia Saudí como a la dictadura
siria. La situación de las mujeres empeora en el contexto de dictaduras,
donde no hay libertades en general. P. El título La cárcel del feminismo es muy provocador. ¿Qué busca provocar? R. El debate, que nos cuestionemos el orden de las cosas, los conceptos que utilizamos, un shock
para sacudir estos discursos que parten de una base racista e
islamófoba y que nos cuestionemos el lugar desde el que hablamos y cómo
hablamos. P. El Orientalismo, esa determinada visión
de ver a Oriente de la que hablaba Edward Said, afecta a las sociedades
islámica. ¿Por qué cree que afecta más a las mujeres que a los hombres? R. Porque el sistema es intrínsecamente patriarcal y
sexista. Por eso digo que no hace falta que hablemos de islamofobia de
género, con decir islamofobia ya se entiende que es patriarcal. Porque
todos los dispositivos del poder que construyen esta islamofobia actúan
desde estructuras también machistas y patriarcales: por ejemplo, se
construye a esa “mujer musulmana con hiyab” para representar a los
millones de mujeres musulmanas. Y porque la visibilidad del hiyab afecta
más a las mujeres que a los hombres. P. ¿Y qué piensa sobre la eterna cuestión de si se puede compatibilizar islam y democracia? R. Hay que trascender ya estos discursos, porque
parten de unos planteamientos de racismo cultural y epistemológico. Hay
que trascender estos discursos para llegar a un pensamiento islámico
decolonial, tenemos muchas civilizaciones y es racista pensar que solo
podemos articular un proyecto progresista o igualitario desde la
sociedad occidental. El capitalismo occidental ha destrozado el mundo,
se ha cargado la naturaleza y ha sido injusto con las mujeres. Otras
tradiciones son respetuosas con la naturaleza y con todos los seres
humanos y tienen derecho a pensar desde sus términos, sus conceptos y su
visión del mundo.
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