Jung Chang aborda la biografía de Cixí, que modernizó la China medieval
Con su primer libro, la saga familiar 'Cisnes salvajes' (Circe), vendió más de diez millones de ejemplares en todo el mundo
En él contaba la historia de su abuela, concubina, y el ascenso y caída de su padre, un alto funcionario miembro del Partido Comunista
La escritora Jung Chang ANTONIO MORENO
"Me encanta que pirateen mis libros", confiesa con una coqueta sonrisa Jung Chang mientras se ahueca una vez más el pelo y acaricia el cuello de su chaqueta, de color limón y con aspecto de haberle costado varios centenares de libras. Jung Chang se refiere, conviene precisarlo, a las ediciones pirata de sus libros que, en China, donde están prohibidos por el gobierno desde hace décadas, pasan furtivamente de mano en mano, esquivando la feroz censura. Escaneados, fotocopiados, en "docenas de versiones" que, pese a alterar el manuscrito original, transmiten un mensaje que al poder político de Pekín no le gusta.
Con su primer libro, la saga familiar 'Cisnes salvajes' (Circe), Jung Chang vendió más de diez millones de ejemplares en todo el mundo. En él contaba la historia de su abuela, concubina, y el ascenso y caída de su padre, un alto funcionario miembro del Partido Comunista y apasionado de la literatura que, a raíz de su rechazo a las políticas de Mao -tras la catástrofe que supuso el Gran Salto Adelante que provocó millones de muertos- fue humillado, encarcelado y obligado a dejar su hogar. La propia Jung Chang vivió en su propia piel la decepción comunista muy pronto: se enroló a los 14 años en los Guardias Rojos, entusiasmada por la Revolución Cultural, pero la abandonó en cuanto la obligaron a atacar con violencia a sus profesores.
Chang reside en Inglaterra desde los 70. Fue la primera china en doctorarse en una universidad británica y, junto a su marido, el historiador John Halliday, abordó en 2005 una ambiciosa y muy aplaudida biografía de Mao Zedong de más de 800 páginas que la convirtió, definitivamente, en persona non grata en su país. Hoy reside en Londres, aunque Pekín la autoriza a volver a China para visitar a su madre.
La historia desconocida
Su último trabajo vuelve a escarbar en el pasado chino y pretende, del mismo modo que hizo en Mao. La historia desconocida, sacar a la luz aquello que la versión oficial ha tergiversado y maltratado durante décadas. 'Cixí, la emperatriz' (Taurus) recorre la vida de la concubina que gobernó China desde mediados del siglo XIX hasta su muerte en 1908, guiando el país en una lenta (y sangrienta) transición de imperio medieval, cerrado al exterior y supersticioso, a una potencia moderna abierta a los avances que ingleses y norteamericanos trajeron consigo.
"Todo empezó mientras escribía mi anterior libro. Me di cuenta de que el Mao niño y adolescente había disfrutado de unas oportunidades y libertades extraordinarias. Se le concedieron becas para que estudiara, viajó al extranjero... y me sorprendió que Cixí, la persona que había hecho eso posible, tuviera tan mala imagen. No era compatible", explica Jung Chang. "En China, Cixí es la mala malísima. Eso se debe a que tanto el comunismo chino, que derrocó a la última dinastía e instauró la república tres años después de que Cixí muriera, como el nacionalismo taiwanés reniegan de ella. Ellos se ven a sí mismos como los padres fundadores de la patria y por eso la desprecian, a ella y a su legado. En realidad, fue una gran transformadora que llevó a China a la era moderna", asegura.
Cixí llegó como concubina a los 16 años a la corte de Pekín.Pronto se alió con la esposa del emperador y, tras la muerte del dirigente y después de orquestar un complot de película (la traición, los envenenamientos y la conspiración formaban parte de la rutina palaciega en Pekín), gobernó el país con mano férrea. Primero como monarca regente, más tarde asumiendo todo el poder imperial en solitario.
"Cixí abrió la puerta de China, que había estado más de 100 años cerrada. Decretó que las mujeres recibieran educación y abolió el tradicional vendado de pies", resume Jung Chang, para quien la emperatriz fue una "campeona del feminismo", aunque toda la vida se empeñó en que la trataran igual que a un hombre. "Cuando adoptó a su sobrino, le pidió que la llamara papá. Con ella empezó el feminismo en China. No llegó tan lejos por comportarse como un hombre, porque las mujeres pueden ser tan crueles e inteligentes como ellos", afirma la escritora.
"Evidentemente, su vida es demasiado diferente a la del resto de mujeres como para que se convierta en un modelo a seguir. Al fin y al cabo, era un producto medieval: cometió asesinatos y gobernó sin piedad. Pero lo que intento contar en el libro es que fue una persona más compleja de lo que la propaganda dice de ella", reflexiona Jung Chang, que anda ultimando la traducción al chino de la biografía y todavía no sabe si este verano los ejemplares llegarán a las librerías de Taiwán.
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