lunes, 31 de agosto de 2015

Sueños perididos

Marc Morte, Sueños perdidos en la Ruta de la Seda

A día de hoy, no existe en castellano una guía de viaje que se centre en los países de Asia Central (Kirguizistán, Uzbekistán, Kazajstán, Turkmekistan). Eso es lo que hace más atractivo el diario de viaje de Marc Morte, Sueños perdidos en la Ruta de la Seda (Flor del Viento, 2003). La suya no era en esta su primera obra una gran prosa literaria, pero sus observaciones y, sobre todo, los personajes con los que conversa, pueden acercar a los interesados en viajar a aquella zona buena parte del espíritu que encontrarán en esas tierras.
Al preparar este artículo, descubro que el joven Marc Morte ha escrito en estos últimos seis años al menos otras dos guías de viaje y una novela, y que ahora vive en Estambul. Su primera obra, esteSueños perdidos en la Ruta de la Seda, tiene mucho de trabajo de juventud, y se nota. Morte (Barcelona, 1977) es licenciado en Administración y Dirección de Empresas y aficionado a viajar. Confiesa en las primeras páginas que desde pequeño se sintió fascinado por la más famosa de las rutas comerciales de la antigüedad, y esa mezcla de fantasía y mitificación que ha envuelto nuestro Oriente desde hace dos milenios le sedujo también a él, por lo que decidió cumplir su sueño junto a su pareja justo al terminar los estudios universitarios. De su experiencia nació este libro.

La principal crítica que se le debe hacer a nuestro autor es que cae en los tópicos y prejuicios orientalistas a los que Edward Saïd puso nombre justo cuando el propio Morte cumplía su primer año de vida (Orientalismo, 1978). En su conocida obra, Said nos define un estilo de pensamiento basado en la distinción establecida por el ser humano entre Oriente y Occidente que aspira a ser considerada verdadera para servir de punto de partida a toda consideración posterior. El orientalismo es un estilo occidental, un discurso, "a través del cual la cultura europea ha sido capaz de manipular -e incluso dirigir- Oriente desde un punto de vista político, sociológico, militar, ideológico, científico e imaginario" (SAID, 2008, pp. 20-22). El orientalismo se fundamenta en acentuar la primitiva diferencia entre "lo familiar (Europa, Occidente, "nosotros") y lo extraño (Oriente, el Este, "ellos")" (SAID, 2008, p.73). Esta visión del mundo, ya presente en la Grecia clásica, fue dotándose durante siglos de un vocabulario, una retórica y unas imágenes capaces de contextualizarnos algo que a priori nos sonaba a desconocido, exótico y, casi como consecuencia, amenazante. Esta "domesticación de lo exótico" es sin duda un mecanismo de defensa muy humano, sin embargo, cuando esa visión se convierte en la base para sustentar la tesis de que quien la creaba tenía la razón de su lado y era superior a los Otros, el mecanismo deja de ser defensivo y se convierte en un medio de poder. El dominio colonial europeo a partir del siglo XIX, en especial de Gran Bretaña y Francia, profundizó en esta concepción e "impuso sus limites a la producción de todo pensamiento que se refiriera a Oriente" convirtiéndolo en última instancia en una visión política de la realidad destinada a servir los intereses de la metrópoli (SAID, 2008, p.73).

Esa visión orientalista de todo lo situado más allá de lo habitualmente considerado Occidente todavía hoy sigue produciendo productos culturales y pautas políticas que marcan el conocimiento que millones de personas tienen de países como China o de pueblos como el árabe. Todavía hoy los tópicos definen a ojos de muchos el comportamiento de otros. Explica Marc Morte en su libro una divertida clase de inglés a la que son invitados en una escuela para chinos de etnia han en Turfán (Xinjiang, China). No desaprovechan luego la ocasión para preguntar a la profesora por su opinón sobre la complicada convivencia con la minoría uygur y sus relaciones con ellos, confirmando sobre el terreno la delicada situación en esa zona de China y la inexistencia de diálogo entre las dos etnias. Morte no entiende la postura de la profesora, que afirma no tener amigos uygures, no preocuparle el no saber el idioma de éstos para poder hablar con ellos o que los niños de ambas etnias no acudan a los mismos colegios, y concluye:
"quizá fuera culpa mía por intentar usar un razonamiento occidental para una civilización que tenía sus propios esquemas mentales completamente diferentes del resto del mundo. Los chinos eran un pueblo cerrado en sí mismo. No necesitaban aprender de nadie (...) Probablemente nunca llegaría a entender su manera de pensar" (p. 253).
¿Qué diferencia ese razonamiento chino del de cualquier otro conflicto entre dos grupos sociales o étnicos en Occidente, como por ejemplo el de negros y blancos en Estados Unidos, o el de republicanos y unionistas en Irlanda? ¿Son acaso los chinos extraterrestres a los que jamás se podrá llegar a comprender? Decía una de mis profesoras en la universidad que, al fin y al cabo, los chinos ríen y lloran aproximadamente por lo mismo que nosotros...

Si conseguimos ser conscientes de estos prejuicios y dejarlos al margen, así como superar algunos pasajes de un lirismo un tanto infantil (incluido el texto de la contraportada), encontraremos los verdaderos valores del libro de Morte. De entrada es un buen prólogo a un viaje por toda o parte de la Ruta de la Seda, en especial la zona de Asia Central, en donde recorre Turkmekistán, Uzbekistán y Kirguizistán (es también interesante la parte de Turquía e Irán, pero menos completa la parte de China). Insisto en que de los conocidos como los "estanes", actualmente que yo sepa sólo se pueden conseguir un par de guías decentes de viaje (la de petit futé, en francés, y la lonely planet en inglés), pero no hay prácticamente nada en castellano. Por otra parte, el libro está bien documentado y ofrece datos históricos simples pero efectivos que ayudan a situar al lector en el contexto de la zona. Pero el mayor interés para mí son los múltiples encuentros de los dos viajeros con la gente que se van encontrando. Las conversaciones recreadas en el libro ofrecen buenas atalayas desde las que asomarse a ver aquellos horizontes.

La edición es correcta, con un encomiable número de ilustraciones en color. Un viaje literario que no pasará a la historia de la literatura pero que sin duda tiene su utilidad para el viajero interesado.

FICHA DEL LIBRO:
MORTE, M. (2003). Sueños perdidos en la Ruta de la Seda. Viaje de dos jóvenes desde Estambul a Xian (China). Barcelona: Flor del Viento Ediciones

FUENTES:
SAID, E. (2008). Orientalismo. Barcelona: Random House Mondadori (col. Debolsillo, 53; 2ª edición)  

EDITADO EL 31-03-2010:
Una visita a la mediateca de Casa Asia en Barcelona me ha permitido comprobar que hay algunos libros más de viaje por la zona de Asia central -aunque sigo sin ver ninguna guía de viaje en castellano-. Anoto aquí los que he encontrado. Sólo los he ojeado, no los he leido, pero por si alguien se interesa por la zona, aquí quedan.
1- ROMERO, F.M. (2007). Rutas perdidas, oasis de seda. El gran bazar de Asia a lomos de Silkroadologist. Barcelona: Flor del Viento Ediciones.
Pese a las particularidades del título, es un libro de viaje en bicicleta por la Ruta de la Seda, además bastante reciente.
2- PERNAU, G. (1997). A la Xina en bicicleta. Barcelona: La Campana
Otro itinerario por la Ruta de la Seda en bicicleta escrito por un periodista. Existe una segunda edición de 2001, pero el viaje es anterior a 1997 y por tanto probablemente se dejará notar el paso del tiempo en algunas cosas.
3- THUBRON, C. (2007). La sombra de la Ruta de la Seda. Barcelona: Península
Thubron tiene también este otro libro dedicado enteramente a Asia central, pero ya tiene unos años. Éste en cambio es también muy reciente.

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