Domingo, 10 de mayo de 2015 | ActualizaciónCONTINUA
Libros ENSAYO
Un libro para la paz
Fatema Mernissi
Traducción de Inés Belaustegui. El Aleph. Barcelona, 2004. 90 páginas, 10’90 euros
Fatema Mernissi. Foto: Eloy Alonso
Más que un libro, se trata de cuatro artículos largos, conferencias sobre los miedos que provoca la globalización en una mujer nacida en Fez en 1949 de madre analfabeta, con una infancia y adolescencia de rigurosa formación coránica, que -con becas, un gran esfuerzo y un talento literario y publicitario fuera de lo común- se ha convertido en una de las autoras marroquíes más conocidas y premiadas en el extranjero. No es la mejor obra de Mernissi, pero se lee de un tirón, casi como uno de losCUENTOS de Las mil y una noches que tanto han influido en ella, y, sobre todo para los legos en la historia y en la cultura árabes, abre mil caminos al debate y a la investigación. Las citas a pie de página son tan importantes o más que el propio texto. Cada página es una invitación a seguir leyendo,VIAJANDO y aprendiendo: en Un libroPARA la Paz de Arlie Hochschild, en el misterioso profesor Tijani de la Univesidad Mohamed V de Rabat, en Paul Virilio, en Bernard Lewis y en tantos otros.
¿Fue la expansión del Islam la primera globalización? ¿Hubiera fracasado de no haber contado con la escritura árabe como su gran arma estratégica? ¿Triunfó porque los árabes aceptaron, en palabras de Bernard Lewis, ser los perdedores? ¿Basta con el Jadal (el arte del diálogo) para conquistar? Quienes nunca han visto el Islam ni la globalización como amenazas pueden cerrar los ojos a los argumentos de fondo, mejor analizados en otros libros, y dejarse llevar por Mernissi, la socióloga, escritora e historiadora que compartió el premio Príncipe de Asturias 2003 de las Letras con Susan Sontag.DISFRUTARÁNde paisajes maravillosos, compartirán sueños olvidados y recuperarán la fe en el ser humano. Que nadie espere respuestas claras o simples. Hay tantos cowboysy Simbads como ojos que los ven. Los hay buenos y malos. La ficción y la realidad, como ha señalado Umberto Eco, son inseparables.
Mernissi ve la globalización como el alud que cae de la montaña y encuentra en el cowboy y en Simbad los refugios que Occidente y el Islam bueno, respectivamente, ofrecen para defenderse. “Si tanto Simbad como el cowboyson modelos de conducta en relación con la globalización y con los forasteros, ¿por qué será que hoy solo contamos con una alternativa: tener miedo de los terroristas?”, se pregunta. Su respuesta está en el conocimiento del otro y en la comunicación, en la palabra frente a las bombas y los misiles, pero llegar al paraíso en la tierra no es fácil. En la introducción (“¿Por qué nos da miedo la globalización?”) descubre que Simbad y su cowboy reflejan los intereses de las elites gobernantes, no la cultura de masas, y que a los siete califas buenos que gobernaron Bagdad entre los años 754 y 833 siguieron treinta menos buenos, malos o terribles, como Al Mutadid, que, sustituyendo la pluma por la espada, condenaron a los árabes a una decadencia de la que todavía no se han recuperado.
Desde El miedo a la modernidad. Islam y democracia (1992), Mernissi había volcado casi todo su esfuerzo en la defensa de la mujer islámica y en la lucha contra los tabúes y estereotipos que distorsionan las imágenes de los musulmanes en Occidente y de los occidentales en el mundo musulmán. Ahí están obras de tanto éxito como Las sultanas olvidadas, El harénPOLÍTICO, El harén en Occidente, El poder olvidado y Sueños en el umbral. En Un libroPARA la paz vuelve a los orígenes, a sus miedos originales. Lo escribió, según sus propias palabras, “como un ejercicio de psicoterapia para no caer en el abismo de la depresión en que me sumían los recientes bombardeos estadounidenses sobre Iraq”. En sus conclusiones (“¿El satélite supone unaNUEVA oportunidad para Simbad?”) ofrece algunas claves útiles para entender el estrepitoso fracaso de la diplomacia pública estadounidense desde el 11-S en sus esfuerzos multimillonarios para ganarse el corazón de los árabes. Washington, viene a decir, ha confundido comunicación con manipulación yjadal, el verdadero diálogo, con propaganda.
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