sábado, 23 de abril de 2016

GKubra Khademi en Gijón


Kubra Khademi los saca «de quicio»

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Kubra Khademi, vestida de semáforo ‘femenino’ por las calles gijonesas. / jorge peteiro
  • La artista afgana realizó una performance reivindicativa por las calles de Gijón. Hubo aplausos, pero también quien la increpó durante su acción, en la que recorrió las calles vestida de mujer semáforo


Que Kubra Khademi provoca algo muy profundo en quien la observa quedó ayer fuera de toda duda cuando, pasadas las ocho de la tarde, la artista afgana de 27 años apareció en la gijonesa plaza de Europa y empezó a colocarse sobre la cabeza una estructura que la convertía en un semáforo. Pero no un semáforo cualquiera:en un semáforo en el que el símbolo que indicaba a los caminantes que podían continuar la marcha o que debían detenerla era una mujer y no un hombre.
Gijón estaba ante la nueva performance de esta creadora menuda a la que le sobran arrestos, como demostró saliendo a las calles de Kabul con una armadura metálica aprisionando su cuerpo para denunciar el acoso sexual que sufren las mujeres en su país, lo que le valió insultos, agresiones, amenazas de muerte y el exilio forzado en Francia, donde reside desde 2015 y donde, a veces, siente como una losa la soledad y, por eso, camina.
Así nació ‘Kubra & Pedestrian Sign’, el título de la acción que llevó a cabo ayer. En uno de esos recorridos solitarios por París en los que también ha caminado con todas sus pertenencias encima como la refugiada que es. Desde el alba hasta el ocaso. Ocomo cuando recorrió diez kilómetros marcha atrás. Aquella vez, en Portbou, el lugar donde encontró la muerte el pensador antifascista Walter Benjamin.
Yalguien podría afirmar que poco o nada tiene que ver España con Afganistán. O,quizá, más de lo que podría pensarse en un primer momento, porque ‘Kubra & Pedestrian Sign’ suscitó aplausos, pero hubo quien también se atrevió a increparla durante un recorrido que fue improvisando sin conocer la ciudad hasta desembocar en la calle Corrida vestida con un traje negro «muy femenino» para reforzar la paradoja. Deteniéndose en cada paso de peatones para accionar mediante unos cables la muñeca roja o la verde al mismo tiempo que lo hacían los semáforos reales, que «aparentemente son neutrales pero no lo son, al igual que muchas otras cosas de la vida cotidiana». Se trataba «de cuestionar esos elementos que para los hombres pasan desapercibidos porque a ellos sí les representan».
Entre los que entendieron la reflexión sobre el género y la identidad propuesta por la artista afgana –con la que quería llamar la atención sobre «esa sensación de no sentirse representada», una percepción que «también engloba a las personas transgénero, gais o lesbianas»– estaban los artistas Daniel Franco y Ana Arango, que defendieron que se trataba de «un crítica muy sencilla y, al mismo tiempo, muy directa». Osu colega Maite Centol, que destacó «la resistencia en el arte, que necesariamente es político».
Olas Mujeres en Llucha de la CSI que, algo más alejadas del plano artístico y más centradas en el combativo, acudieron con una pancarta «contra la violencia machista» en la que recordaban que «hay munches vides en xuegu». Y Tina Ibáñez, de la Asociación Feminista de Asturias, que acudió con su hija Marina, sorprendidas las dos «por la entereza de Kubra Khademi, una mujer con una dulzura de hierro».
Hubo una pareja de chicas adolescentes que comentaron que aquello era «algo de igualdad». Pero hubo también quien no entendió nada. Como el grupo de turistas que le gritaron al cruzársela. «Vuelve a tu país», le espetó un hombre. «A ver si ahora vamos a tener que sacar todas las cosas de quicio y cambiar hasta los semáforos», le reforzó su esposa. Kubra siguió con paso firme, sin mirar atrás. Eran de Teruel.
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