lunes, 1 de noviembre de 2010

ALMORADÍA ( Amina Alaoui )

ALMORADÍA

Palabra árabe, tiene raíz en el término morâd que significa un objetivo o un deseo que uno se propone. La terminación “ía” común al idioma árabe e español o portugués le da el sentido de objetividad.

En el año 2000 obtuve el Premio Villa Médicis por investigar sobre lo que quedó en el patrimonio musical ibérico de la herencia musical árabe en el fado y el Flamenco. Descubrí en mis investigaciones históricas, la historia de los Moriscos en la época del siglo 16. Intenté averiguar que tipo de expresión musical tenían después de tantos interdictos lingüísticos, religiosos y una aculturación o asimilación forzada en una época de inquisición. De hecho era difícil reconstituir la música morisca tal como era en aquella época puesto que se trata de una expresión musical oral. Solo la lógica de hechos históricos y sociales y algunos testimonios históricos me permitían saber de que forma desarrollaban su expresión artística. A menudo avanzaba en la investigación me parecía obvio que no era interesante reconstituir del todo algo que no podemos reproducir científicamente y musicalmente sin tener partituras como base de trabajo. Sin embargo al proseguir esta peregrinación musical, tuve que trasponer el sentimiento que conmovía un morisco al momento de cantar. Algo más abstracto que me permitía ser más libre en la creación este proyecto de composición musical.

Obviamente existe una pasión musical común entre el canto Arábigo-andalusi, el flamenco y el fado portugués, arraigada a la misma tierra: La Península Ibérica.

No hace falta hacer hincapié sobre hechos históricos y recordar la presencia de la cultura árabe durante ocho siglos en España y cinco siglos en Portugal. Sabiendo que la Reconquista pone fin a la identidad religiosa musulmana, pero permanecieron las raíces de una cultura árabe firmemente asentada sobre el suelo ibérico. La memoria de ocho siglos de convivencia cultural no se puede borrar de golpe a pesar de la voluntad política de aniquilar todos sus rasgos, me refiero a esa voluntad oficial de aculturación de los cristianos nuevos en el siglo XV, que sufrieron los gitanos, los moriscos y los judíos cuyo papel creativo es determinante como transmisores musicales y puentes de convergencia en diversos estilos musicales del patrimonio musical popular de Andalucía o de la Península Ibérica.

Así, podemos hablar de fusión cultural y artística, de Oriente y Occidente. Sin esto, el flamenco no tendría la estética que nosotros le conocemos. "Somos testigos de un fenómeno transcultural, ya que el contacto de dos culturas musicales como la gitana y la andaluza hace surgir una tercera totalmente nueva y desconocida hasta entonces: La Flamenca. Sabemos que un proceso parecido no puede producirse mas que en Andalucía, porque el carácter incomparable del flamenco viene, muy probablemente, de la extraordinaria riqueza de la herencia Andalusí y del hecho de que las afinidades con las tradiciones orientales del pueblo gitano fueron aquí mucho más determinantes que en todos los otros países occidentales”.

Basta con escuchar el estilo Andalusi, el flamenco y el fado para percibir algún parentesco lejano entre ellos. Tratándose de expresiones musicales cuya sensibilidad vibra al "duende" que se manifiesta en la libertad absoluta e incontrolada de la emoción que se crea en el momento presente de la interpretación envolviendo este instante con lumbre mágica de confidencia que viene de lo más hondo del alma. Este mismo "duende" se llama "tarab" en la música andalusi y "provocaçào" para los fadistas.

Al igual y no de igual expresión cantan la soledad de afectos, la denominan por "saudade" en portugués, otros "solea" en el flamenco y sauda por los andalusíes para definir un humor melancólico y negro. Podemos definirlo de alguna manera como un "Blues" ibérico resultado de un sentimiento agridulce, de una emoción intensa desgarradora, poderosa y frágil, alegre y melancólica en el que los profundos gemidos cantan el paraíso perdido del afecto o la esperanza frente a la soledad y las adversidades del destino.

Este blues ibérico recela reminiscencias de una vivencia a veces dolorosa y una convivencia perdida disimulada sin duda en las circunvoluciones del canto y de sus modalidades musicales. A pesar de la infortunada idea, demasiado difundida, de que nada prevalece de esta cultura árabe en la música ibérica, estos estilos musicales son parientes próximos por un contexto histórico que la memoria popular no ha borrado sino integrado. Sin embargo debemos reconocer que sus estéticas se distancian debido a sus trayectorias individuales a través del tiempo y de las influencias exteriores que sufrieron musicalmente a través de su recorrido histórico. Más allá de todo tipo de discurso académico, los encuentros Inter-musicales hablan de por sí. El flamenco, el fado y el andalusí son cantos que pueden dialogar musicalmente; pueden confluir en sonoridades comunes teniendo en cuenta las diferencias que las caracterizan y que enriquecen más que desunen.

Esta obra musical no trata de reconstituir elementos de un pasado mítico sino una obra original constituida de composiciones inéditas que intenta aliar y hermanar los sonidos comunes y resaltar el parentesco entre estos estilos andalusí, flamenco y fado.

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