sábado, 22 de noviembre de 2008

Albanta Teatro ( Andalucia) Flores arrancadas en la niebla.


Presentación Puesta en escena y dirección: Pepe Bablé
Intérpretes: Ángeles Rodríguez y Charo Sabio
Duración: 80 minutos
Sinopsis
Obra que narra la historia de Raquel y Aída, dos exiliadas de no se sabe qué posguerra, que se encuentran en una estación de ferrocarril y, sin moverse del banco en el que por casualidad se encuentran, nos cuentan su viaje común al desierto. La historia sucede entre la llegada de ellas a la estación del ferrocarril y a llegada de sus respectivos trenes, en la breve conversación de dos desconocidas, como si el exilio cupiera en el tiempo impreciso en que dos personas se encuentran fuera de si mismas.Los momentos vividos y por vivir de dos personajes que recién se conocen, se entretejen entre el dolor y la risa que provocan sus recuerdos que alguna vez fueron la dura realidad, pero que a fuerza de recordarlos, de armarlos y desarmarlos, se han tornado hipótesis de lo que creyeron vivir y no lo que exactamente vivieron.



IMPRESIONES DE LA OBRA:
La acción comienza en una estación de ferrocarril, dos mujeres envueltas en la niebla, sentadas sobre sus valijas, y el público que entra en esa estación y se sienta. Nos sentamos y formamos parte de esa estación, con nuestros baúles a cuestas. En el escenario hay tres espacios contenidos en tres palabras la espera, el cuento y la cuerda, entre ellas discurre la vida, los recuerdos, los sentimientos que nos definen.
La cuerda: Una pregunta en el aire ¿serías capaz de ser cruel si te lo pidiera? ¿serías capaz de mutilar a alguien si te lo pidiera?…
El cuento: El dolor, el miedo desde un cuerpo que no controla la micción, a un alma que tiembla y se vive como orquídea que expande sus raíces en el aire, y precisa agua, y vive en el río en plena selva, mendigando un cuarto en el que vivir, ropa, con una compañera que la acompaña y la cuida sacándola de ese círculo de tierra, tierra de su infancia, de su país, tierra que come cada noche para sentirse parte de algo, cuando ya no está en ninguna parte, cuando ya ha traspasado la frontera y ya no tiene patria, ni Dios, ni esperanza, ni deseo, sólo dolor, pérdida, desesperación. Viajas con una muerta: persona con un agujero en el pecho por el que se escapan los afectos. Imágenes simbólicos materializadas en una fotografía en la que su padre y su madre son separados y en la distancia que media está el dolor, la infancia, el miedo, el exilio.
La espera: Dos mujeres de dos clases sociales distintas, una científica y una artista que se unen en la partida teñida de pavor ante los representantes de la autoridad vencedora y se amparan una en la otra.
Estructura circular: Van moviéndose como los equilibristas de una espacio hacia otro, de atrás hacia delante, de delante atrás, en ese ir y venir se rompe el discurso lineal y en círculos vitales discurre la acción, la vida. Entre flores buscan construir una vida nueva, en la que una se asimila y la otra va perdiendo su raíz, y como la orquídea flota en el aire, en el agua del río, para acabar girando en el centro de una espiral y al otro lado desde mi butaca me pregunto: ¿Dónde estoy yo? ¿Qué llevo yo en mi valija? ¿A dónde voy, hacia dónde va mi tren? ¿Tardará mucho en llegar, lo reconoceré?

Una interpretación brillante, felicidades. Una obra para volver a verla con atención y descubrir en ella más matices, más símbolos, más de nosotras mismas, en el fondo todos y todas comos exiliados, todos y todas partimos.

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