jueves, 20 de noviembre de 2008

LIBERTAD DE EXPRESION

Una mujer camina por la montaña en una provincial del norte de China, se encuentra una cobija que cubre lo que parece un animalillo. Se acerca y descubre la manita de un bebé, abre la manta y descubre a una niña recién nacida, muerta. Avisa a la policía del pueblo.Un hombre halla a una mujer de su pueblo escondida tras un árbol. La mujer llora. El hombre se acerca y descubre que tiene en sus manos el cadáver de una preciosa niña. La mujer se asusta y le pide al hombre que no la denuncie. El gobierno chino ha prohibido a las familias que tengan más de un hijo. Las niñas no tienen derecho a la educación, ni a ser propietarias de sus tierras; las niñas no obtienen buenos trabajos, la mujeres en China son ciudadanas de segunda clase. Los niños, en cambio, tienen escuela y derechos y trabajo, ellos si pueden cuidar y mantener a los viejos de la familia.Tener hijas es una carga. Un reportero chino de la provincia de Hunan descubre que cientos de niñas están siendo asesinadas selectivamente por madres y padres. Escribe un texto. Una semana más tarde el corresponsal del New York Times encuentra la nota del joven chino, perdida en la Internet, viaja al oriente y escribe un extraordinario reportaje. Organizaciones de derechos humanos del mundo y de China se movilizan, académicas de varios países analizan el fenómeno del feminicidio infantil selectivo. La comunidad internacional llama la atención al gobierno pequinés, exige políticas públicas que mejoren la vida de las mujeres y estrategias de salud sexual y reproductiva para todas las mujeres.Las cooperaciones internacionales ponen la mirada sobre China e invierten en la creación y fortalecimiento de Organizaciones de derechos humanos de mujeres y niñas.Una reportera de The Guardian en el Reino Unido lee el reportaje sobre infanticidio en China, ella vive en la India y algo similar sucede ¿Qué puede ser? se pregunta. La periodista investiga el infanticidio en la India y descubre algunos factores similares al fenómeno chino: los bebés muertos son niñas. Su reportaje levanta la indignación social en Inglaterra y Human Rights Watch actúa de inmediato subiéndose a la ola mediática para defender los derechos humanos de las niñas y mujeres de la India. El periodista JohnThor Dahlburg escribió “Where killing baby girls is no big sin” lo publicó en The Los Angeles Times y en The Toronto Star y las organizaciones de derechos humanos lograron que se reinvirtieran recursos para ONG´s indias con perspectiva de género y produjo cientos de estudios académicos sobre el vínculo entre el infanticidio femenino y la inequidad de género, la desnutrición y el sexismo cultural. Miles de mujeres en la India se movilizaron para defender y exigir sus derechos.
Un reportero de El País en España, entrevista a una feminista sobre las mujeres migrantes y esta le platica acerca de las mujeres que huyen de países africanos a España y Francia por miedo a morir lapidadas. El reportero decide darle seguimiento a un correo electrónico en el cual un grupo internacional de feministas, desarticuladas pero con la misma misión, intentan que el gobierno Iraní detenga la muerte por lapidación de siete mujeres que habían sido víctimas de violencia domestica, cuyo único delito fue no obedecer a un hombre. El reportaje impacta de tal forma que los llamados de Amnistía Internacional obtienen un eco impresionante, y las presiones mediáticas hacia los gobiernos que practican la lapidación surten efectos importantes. Amnistía Internacional envía un llamado urgente y le siguen cientos de organizaciones de derechos humanos en todo el mundo.En México cada año medio millón de personas cruzan la frontera hacia los Estados Unidos, huyendo de la pobreza y la violencia. Una reportera de televisión elabora un reportaje sobre mujeres migrantes y descubre que cientos de niños se han ido solos en busca de sus familiares a los Estados Unidos. Un par de reporteros siguen la pista y encuentran un vagón de niños y niñas de entre 7 y 12 años que viajan como ilegales atravesando más de cuatro mil kilómetros de territorio, solos, con hambre, sed y miedo, peor soñando reunirse con su madre o su padre en el norte.Universidades de la frontera estudian el fenómeno. Human Rights Watch elabora un informe sobre violación de derechos de niños y niñas migrantes, una agrupación de San Diego lee el reportaje sobre ese informe y decide fundar una organización de derechos humanos para cuidar, proteger y ayudar a los niños y niñas migrantes.Podríamos pasar el día entero exponiendo ejemplos de la trascendencia social y humana que tiene el buen periodismo en el mundo entero. Pero estos ejemplos bastan por ahora.Yo estoy aquí, viva y hablando en un foro de la UNESCO gracias a las buenas acciones de las redes de defensa de derechos humanos y gracias al buen periodismo. Como reportera develé una red de pornografía infantil en mi país México. En ella están implicados poderosos políticos y empresarios. Por publicar la verdad fui torturada y encarcelada; pero sobreviví y sigo haciendo mi trabajo como reportera especialista en Derechos Humanos.El periodismo es una linterna para iluminar al mundo, un buen periodismo no solamente nos permite entender lo que sucede en nuestra comunidad, sino ayuda a revelar aquello que impide que nuestros derechos humanos se respeten plenamente. Un buen periodismo educa, descubre. Revela, ayuda a formar opinión. El buen periodismo enciende una flama, que ilumina al mundo, una flama que incita nuevas ideas, que genera procesos de solidaridad global, que a su vez, sensibiliza a más gente sobre la tragedia del dolor humano provocado por los humanos. Un buen periodismo hace la diferencia en la velocidad en que la sociedad reacciona ante un tsunami o un temblor. Cada vez que un gobierno como el mexicano o el ruso o el Libanés permite la impunidad del asesinato de una buena reportera o un buen reportero, no solo arrebata a la sociedad de su derecho de conocer la realidad, silencia también a cientos de periodistas que temen ser asesinados por decir la verdad.Hace unos años un cineasta de mi país hizo una película llamada Un día sin mexicanos. Gracias a ella millones de personas entendieron cómo sufriría la economía y la sociedad del sur de Estados Unidos sin las y los trabajadores ilegales que van de México.Hoy aquí en París les pido que imaginen un día del mundo sin periodistas. Nadie sabría lo que sucede en su comunidad. Ni el clima, ni el tráfico, ni los peligros, ni las buenas nuevas, ni los pequeños milagros cotidianos. Sería un mundo habitado por el silencio, una fiesta para los criminales, un aliciente para los políticos corruptos y abusivos. Un día sin periodistas es lo que nos espera si la comunidad internacional no reacciona adecuadamente ante el silenciamiento hacia las y los reporteros del mundo que muestran las diarias violaciones a los derechos humanos.Hoy estoy aquí en Francia, el país que vio nacer a mi madre, para decir que ser periodista es una responsabilidad, un privilegio. Que mientras haya historias que contar allí estaremos, trabajando para revelar la realidad, para acompañar a millones de personas a tejer redes de solidaridad global de derechos humanos. Porque el buen periodismo es necesariamente una herramienta de los derechos humanos del mundo.




http://www.lydiacacho.net/05-11-2008/periodismo-y-derechos-humanos-2/(Discurso de Lydia Cacho dictado en francés en Paris el 28 de octubre en la sede de UNESCO con motivo del premio Guillermo Cano a la libertad de expresión entregado a la autora)

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